En su testamento, Manuel Belgrano declara su fe católica y encomienda su alma a Dios. Dispone que su cuerpo sea sepultado en el panteón de su familia en el convento de Santo Domingo, dejando detalles del entierro a cargo de su albacea. Nombra a su hermano Domingo Estanislao Belgrano como su único heredero y albacea para que cumpla con los términos de su testamento. Revoca cualquier testamento anterior.