El documento es un testamento espiritual en el que San Marcelino exhorta a los Hermanitos de María a amarse unos a otros, a mantener la humildad, la sencillez y la pobreza, y a permanecer fieles a su vocación. Les pide que amen a María y a los niños, y que vivan siempre en presencia de Dios con un solo corazón y el mismo espíritu. Les desea que la gracia de Dios y el amor de Jesús y María estén siempre con ellos.