Este documento argumenta que todas las cosas naturales fueron creadas por Dios para ser compartidas en común y no poseídas de forma privada. Sostiene que solo después de la caída del hombre en el pecado, él comenzó a reclamar la propiedad privada de las cosas. También afirma que cuando morimos dejamos todo atrás, lo que demuestra que las cosas creadas no fueron hechas para pertenecer al hombre de forma permanente. Finalmente, concluye que los santos comparten todas las cosas santas en común y que los dones