Este documento presenta una serie de poemas cortos que exploran los ciclos de la vida y la muerte en la naturaleza. Cada poema se centra en un elemento natural como los árboles, las flores, el agua o el fuego y describe cómo cada uno cumple un propósito vital al dar vida a otros seres a través de su propia muerte o transformación. El último poema concluye que la vida verdadera es eterna y que no existe la muerte real, sino solo la continua transformación de la vida.

1. Texto: José Enrique Ruiz de Galarreta.
Presentación: M. Asun Gutiérrez.
Música: Albinoni Concerto Nº9 in C major. Larghetto

2. Tocar el tronco del árbol:
debe su vida a las raíces
escondidas.
Es para que pueda haber
ramas y hojas.
Tocar las hojas:
deben su vida a la savia
que les viene del tronco
y de las raíces.
Son para que haya frutos.

3. Colores y aromas para atraer a los insectos.
Los insectos las fecundarán
y empezarán a morir.
Son para que haya frutos.

4. Bellos y sabrosos madurando al sol.
Nacen de la muerte de sus madres las flores.
Mueren para que sus semillas se hagan árboles.
Mueren cuando son alimento.

5. Es la más humilde de todos los seres.
Y la madre de todo.
Es para todos y todos le deben la vida.

6. Quemarse para que todo tenga vida.
Como un cirio gigantesco: consumirse para dar luz y calor.
Jesús, el cirio, el Sol.

7. Sólo son innumerables gotas de agua,
que se reúnen para caer en la tierra.
Sin ellas no hay fecundidad, ni limpieza, ni frescura.
Son para dar vida.

8. El más discreto de todos los sacrificios.
Todo es agua y nada parece agua.
Todo vive por el agua,
todo muere sin el agua.
Invisible en la planta y en el animal y en mí.
Pasando constantemente de ser ella misma
a ser el otro.

10. No nos hizo Dios para morir sino para vivir.
No existe la muerte.
Existe la VIDA, con mayúsculas y sin muerte,
la casa del Padre donde se nos espera a todos.
José Enrique Ruiz de Galarreta.