Este documento habla sobre la vocación del catequista. Explica que la vocación catequética es un don del Espíritu Santo y que Jesús llama personalmente a cada catequista a anunciar Su Palabra. También describe que el catequista es consagrado por Cristo para servir como mediador de los dones de Dios para los demás y que desempeña un ministerio importante en la comunidad cristiana.
Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
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Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
1. LLAMADOS A
SER
CATEQUISTAS
16 DE OCTUBRE DEL
2011
2. "No sois
vosotros los
que me habéis
elegido…Soy yo
quien os he
elegido a
vosotros y os he
destinado para
que vayáis y
deis fruto, y
vuestro fruto
dure.
3. ¿Por qué te has hecho catequista ?
Si reflexionas y tratas de
reconstruir el entramado
de las circunstancias, a
veces fortuitas, de las
situaciones
imprevistas, o de los
encuentros ocasionales
de los que ha brotado tu
opción de poner manos
a la obra catequética, te
quedas desconcertado.
4. ¿Ha sido una invitación... una toma de
conciencia de tu condición de creyente a
fondo... una propuesta... un testimonio... un
deseo de comprometerte con la comunidad
cristiana?..
5.
6. Jesús pasa una noche en oración antes de
llamar a sus discípulos: “Subió al monte a
hacer oración” (Lc 6,13).
8. Tú, respondes hoy
como ayer, más
aún, mejor que
ayer, con tu “sí”
gozoso a la invitación
del Señor que te
envía a anunciar su
Palabra.
9. TÚ HAS SIDO LLAMADO
PERSONALMENTE A
ANUNCIAR LA PALABRA
DE DIOS
10. La vocación, que está en el comienzo del
ministerio catequético, es algo que pertenece
al género de lo extraordinario por ser “don y
gracia del Espíritu Santo" (EM 68),
11. La vocación es siempre un gesto de
predilección
Es necesaria la mirada de la fe que nos
permite descubrir a Dios
12. Invita a Juan y a Andrés a seguirle mientras
éstos van de camino : “Venid y veréis” (Jn
1,39) a Mateo mientras éste se encuentra
llama
en su mesa de trabajo: “Sigueme” (Mc
2,14);
A Pedro mientras se afana en arreglar las
redes de “No temas : de ahora en adelante
serás pescador de hombres” (Lc 5,11).
Algo semejante, aunque tono diverso, ha ocurrido también en tu
propia vida constituyendo el comienzo de la historia de tu vocación
catequética. El redescubrirlo en la fe te ayuda a sentirte de continuo
un llamado, un escogido, y te responsabiliza cada vez más.
13. El catequista es Consagrado por Cristo
“La vocación profética de cada uno de los miembros del
pueblo de Dios tiene su origen en la consagración
bautismal a Cristo; se desarrolla y se especifica, a
través de los otros sacramentos, en ministerios
diversos...” (RdC 197).
“El catequista es consagrado y enviado por Cristo y
puede tener su confianza puesta en esta gracia: más
aún, debe solicitar la abundancia de la misma, a fin de
hacerse en el Espíritu instrumento adecuado de la
14. Enviado por el Espíritu para la comunidad:
El ministerio de la Palabra nace de una vocación específica que el
Espíritu suscita en la comunidad y para la comunidad.
De hecho, todo “ministerio es un servicio puramente eclesial en su
esencia y en su finalidad” (EM 68).
“El dio a unos ser apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y doctores... para la edificación del
Cuerpo de Cristo” (Ef4,11_12).
El encuentro habitual con tus muchachos debe hacer te cada vez
más consciente de los dones que el Señor, a través de tu voz y de
tus gestos, quiere comunicarles a ellos.
En un determinado sentido te conviertes en el mediador único e
insustituible de los mismos, en aquel momento y en aquel
determinado ambiente.
15. El reconocimiento de la Iglesia:
“Los pastores tienen autoridad para reconocer y alimentar la
vocación de cada cual, así como también para asignar tareas
especificas en el servicio a la comunidad. Toda misión
catequética se ve de esta manera robustecida también por la
llamada que, de diversas maneras, lanzan los pastores para
asociar a todos a su ministerio apostólico: en los encargos que
el obispo y el párroco confían, es posible siempre percibir el
mandato que, reconociendo los dones del Señor, los pastores
confían en su nombre a los fieles para confirmar su misión”
(RdC 197).
Tu servicio catequético es una expresión de la fe de tu
comunidad en el Espíritu, que no la abandona nunca, sino que
continuamente la renueva con sus dones. Te conviertes por tanto,
ante tus muchachos, en un signo de la confianza de la Iglesia.
16. UNA VOCACIÓN QUE ES GRACIA Y
DON DEL ESPÍRITU SANTO
La vocación catequética es, por encima de todo, un don que te
sorprende, te maravilla y te invita a orar como la Virgen ante el
anuncio del ángel: “Engrandece mi alma al Señor y se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador; porque ha puesto los ojos en la
humildad de su sierva” (Lc 1,47).
17. Un ministerio de hecho:
En la comunidad “se encuentran los llamados ministerios de hecho,
es decir, aquellos ministerios que, sin titulo oficial alguno.
desempeñan, en la praxis pastoral, constantes y consistentes
servicios públicos a la Iglesia”... “Uno de los ejemplos más evidentes
es el de los catequistas, que se encuentra entre los más florecientes
en no pocas iglesias locales” (EM 67).
El catequista, por consiguiente, desempeña en la Comunidad el
ministerio de Cristo, que con la palabra convoca a los niños y los reúne
para anunciarles la “buena nueva” del amor del Padre.
La comunidad cristiana tiene necesidad de que tú ejercites el
ministerio catequético que te ha sido conferido como un don por el
Espíritu.
18. La “gracia de la Palabra”:
El servicio a la Palabra que el catequista desempeña es un modo
de expresar la propia pertenencia activa y responsable a la
comunidad cristiana.
Al igual que el apóstol Pablo, también tú vives esta experiencia
saboreando en el espíritu un profundo sentimiento de gratitud :
“Doy gracias al que me dio fuerzas, a Cristo Jesús, Señor nuestro,
porque me consideró digno de confianza al colocarme en el
ministerio” ( 1 Tim 1,12).
19. EL CATEQUlSTA, “ PROFETA” EN LA IGLESIA:
“Mira que pongo mis palabras en tu boca” (Jer 1,8)
“No me van a creer ni van a escuchar mi voz” (Ex 4, 1).
¡No sé hablar, pues soy muchacho” (Jer 1,6).
¡Ay de mi, que estoy perdido, pues soy hombre de labios
impuros!" (1s 6,5).
“No os preocupe cómo o qué hablaréis; porque se os dará
en aquella hora lo que debéis decir. No seréis vosotros los
que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hable
por vosotros” (Mt 10,19_20).
El catequista, a diferencia de los profetas, no habla tan sólo
en nombre de otro, sino que con su propia persona, con sus
palabras y sus gestos, hace Presente a Jesucristo. En un
cierto sentido se convierte él mismo en la primera
encarnación de la Palabra de Dios ante los muchachos.
20. ENRAIZADO EN EL AMBIENTE INTEGRADO EN LA COMUNIDAD
MADUREZ HUMANA TESTIGO DE FE
FORMACIÓN TEOLÓGICA-
CAPACITACION PEDAGÓGICA CRISTIANA