Un grupo de estudiantes enumeró sus siete maravillas modernas del mundo, incluyendo las pirámides de Egipto, el Taj Mahal y la Gran Muralla China. Una niña no pudo decidirse y en su lugar propuso "poder ver, poder oír, poder tocar, poder probar, poder sentir, poder reír y poder amar" como las verdaderas maravillas. La clase quedó en silencio ante esta perspectiva, recordando que las cosas simples de la vida son las más maravillosas.