La fe apostólica es la fe que fue entregada una vez por todas a los santos (Jud 3,3). Esta fe se fundamenta en las enseñanzas de los apóstoles y se transmite de generación en generación a través de la Iglesia. La Iglesia debe conservar y defender celosamente esta fe apostólica para cumplir fielmente la misión que Cristo le encomendó.