Sanjana tenía mucho antojo de chocolate, pero no tenía dinero para comprarlo. Mientras todos estaban fuera del salón durante el almuerzo, entró furtivamente al salón de la profesora de español, doña Jiménez, y se comió todos sus chocolates. Cuando doña Jiménez regresó y no encontró sus chocolates, acusó a Sanjana de habérselos robado.