2. La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
3. Generosa Oceanía de silencios
tu palabra de amor me levantó
más allá de mis plegarias de luz,
grabando en mármol azul, tu voz
que en mi boca crepuscular anidó
la esencia total de tus sentimientos.
La clara concepción de tus caminos
me lleva transparente por las sombras,
recojo el mensaje de la vida
que en el bautismo de mis días,
tus ojos grabaron en mi memoria.
Así, soy en ti, la poesía
tu sacrificio y tu dolor me marcaron
y forjaron en mí el concepto de la hombría
tus azules manos artesanas tallaron en mí
la verdad, el trabajo y el honor.
4. Prisionero sin horizonte
Oigo los ruidos de la calle
Y veo sólo un cielo hostil
Y el blanco muro de mi cárcel
Huye la tarde en mi prisión
Una dulce lámpara arde
Estamos solos en mi celda
Bella luz razón adorable
5. Por los campos azules
caminaba mi madre
transparente y diáfana
como tarde de abril.
Al rasgarse una nube
la vi cual una diosa,
mas bella que la aurora
mas bella que la flor.
Sus ojos al mirarme
irradiaban dulzura,
y me tendió sus brazos
con infinita ternura.
6. Todo lo que hay de triste sobre el mundo
en tu espíritu, madre, resumiste,
por que no se dijera que lo triste
no es, además de místico, fecundo
A tu intenso mirar meditabundo
tal emoción de transparencia diste,
como para explicar por qué; coexiste
lo diáfano, en el mar, con lo profundo.
Y hay tal valor en tu actitud sumisa
tal ilusión en tu palabra lenta,
y tanta austeridad en tu sonrisa.
porque la humanidad se diera cuenta
de por qué; se estremece ante la brisa
el bambú que resiste a la tormenta.
7. Como una hada dormida, estaba aquel día,
y una tarde trágica la tierra abandonó.
Yo no estaba preparada, no entendía,
como una flor marchita su frente doblegó.
A su nueva morada se iba en un momento,
entre llanto y tristezas, llegó su despedida.
Le dimos un beso a su cuerpo sin aliento,
estaba muy quieta, parecía que dormía.
De noche los recuerdos pasaron por mi mente,
recordé en un momento casi toda mi vida.
Lágrimas y risas que pase en su compañía,
sus consejos, su dedicación y alegría.
8.
No sabes cómo necesito tu voz;
necesito tus miradas
aquellas palabras que siempre me llenaban,
necesito tu paz interior;
necesito la luz de tus labios
! Ya no puedo... seguir así !
...Ya... No puedo
mi mente no quiere pensar
no puede pensar nada más que en ti.
Necesito la flor de tus manos
aquella paciencia de todos tus actos
con aquella justicia que me inspiras
para lo que siempre fue mi espina
mi fuente de vida se ha secado
con la fuerza del olvido...
me estoy quemando;
aquello que necesito ya lo he encontrado
pero aún !Te sigo extrañando!
9.
El hada más hermosa ha sonreído
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana.
Y vuelve a sonreír porque en su rueca
el hilo de los campos se enmaraña.
Tras la tenue cortina de la alcoba
está el jardín envuelto en luz dorada.
La cuna, casi en sombra. El niño duerme.
Dos hadas laboriosas lo acompañan,
hilando de los sueños los sutiles
copos en ruecas de marfil y plata.
10. Sólo el amor de una Madre apoyará,
cuando todo el mundo deja de hacerlo.
Sólo el amor de una Madre confiará,
cuando nadie otro cree.
Sólo el amor de una Madre perdonará,
cuando ninguno otro entenderá.
Sólo el amor de una Madre honrará,
no importa en qué pruebas haz estado.
Sólo el amor de una Madre resistirá,
11. Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.