1. Marcelino le contestó con una charla larga en la que le decía que el tema de vivir
contento en un grupo, y la felicidad de la amistad, no se resolvía con grandes teorías,
sino con pequeñas virtudes. Y le dio la siguiente lista de «pequeñas virtudes»:
• Saber perdonar y disculpar con alegría lo que no nos gusta en los que viven junto a
nosotros.
• Disimular y hacer como que no se ven esas cosas que otros hacen mal y que a veces
apuntamos para echarles en cara cuando estamos enfadados.
• Tener un gran corazón para ayudar a quien sufre o lo pasa mal.
• Estar siempre alegres y contagiar alegría a todos.
• Saber ceder en las ideas y opiniones, y no encerrarse en ellas.
• Estar dispuesto a ayudar siempre, a echar una mano en las cosas que nos pidan los
demás.
• Ser educado y respetuoso, y prestar a todos las debidas atenciones.
• Tener mucha paciencia. Saber dejar las ocupaciones propias para escuchar a los
demás, para ayudarles si lo necesitan ...
2. Marcelino Champagnat es la raíz que da vida a
la educación Marista. Los tiempos y
circunstancias cambian pero su espíritu y su
visión siguen vivos en nuestros corazones y en
cada uno de los que quieren formar
comprometidos ciudadanos y excelentes
cristianos. Dios lo eligió para llevar esperanzas
y el mensaje del amor de Jesús a los jóvenes de
Francia en su época. Es también Dios, quien nos
inspira a hacer lo mismo en todos los lugares de
nuestra Institución y en todos los lugares en
que vivimos.
3. Marcelino fue una gran
persona porque respetaban a
los demás los quería como eran
seguía a la buena madre María
dejo su forma de ser por todo
el mundo