1. Que dónde está, que qué está haciendo, que en qué estará pensando y toda esta clase de
interrogantes y sus derivados se aparecen en el momento en que se comienza a evocar a alguien.
Los mínimos y a veces erróneamente llamados minúsculos detalles empiezan a tomar su lugar en
cada parte del ser haciéndote sentir a ese alguien que estás evocando incluso si no está a tu lado.
Es una sensación casi física, la cercanía ya mencionada se percibe hasta en un olor.
Evocar puede ser sinónimo de recordar y la definición de esto es volver a traer al corazón, por
ende este se abre a notar cosas que antes no notábamos, pero no lo hacíamos por el hecho de no
estar en pro de recibir algo para que se pueda efectuar la acción a la que nos estamos refiriendo.
Recordar implica una que otra sonrisa y una que otra lágrima que recorre la mejilla para que llegue
a la boca y se deshaga lentamente. Ahora los interrogantes mencionados en un principio no tienen
trascendencia porque la mente ya no se concentra en responderlos sino en hacer una
retrospectiva de momentos, imágenes, canciones, lugares y cuánta cosa haya para ayudar al acto
de recordar.
Dicen que recordar es vivir pero yo creo que no es cierto, digo que hace parte de la vida pero que
la misma no está basada en ello. Sin embargo es algo que vale la pena hacer de vez en cuando y
me tomaría el atrevimiento de decir que es incluso necesario.
Me dijeron que debía escribir basándome en un detalle y que preferiblemente lo hiciera de forma
creativa. El detalle fue cemento en forma de bajadita y lo de la forma creativa… ¿Qué mejor que
escribir como me gusta? ¿Qué mejor que retratarme a mi misma mediante esto?