Jaime Roldós hizo hincapié en los derechos humanos en América Latina durante su mandato, organizando una reunión de presidentes democráticos para firmar una carta que establecía la justicia universal. Esto no gustó a los Estados Unidos. Roldós rechazó asistir a la investidura de Reagan debido a discrepancias sobre derechos humanos. También decretó una jornada laboral de 40 horas, duplicó el salario mínimo y puso en marcha un plan de desarrollo nacional.