2. Historia
En abril de 1879, las jóvenes repúblicas sudamericanas del Pacífico; Bolivia, Chile y el Perú, que
apenas treinta años atrás se habían enfrentado en la llamada Guerra de la Confederación por el
predominio comercial en las costas del Pacífico Occidental, iniciaron uno de los conflictos más
largos, cruentos y costosos en la historia de América Latina, cuyas causas radicaban en las políticas
emprendidas por los gobiernos de La Paz y Santiago sobre el territorio de Atacama, entonces bajo
soberanía boliviana.
Poco después de emerger como Estados independientes, Bolivia y Chile mantuvieron diferencias en
cuanto a los límites que los dividían en la franja costera. La interpretación chilena establecía que su
territorio alcanzaba hasta el paralelo 23 de latitud sur, mientras que para los bolivianos el límite se
fijaba en el paralelo 26. La situación se complicó cuando en las tierras en disputa se descubrieron
importantes yacimientos de salitre, que era un codiciado nitrato utilizado como fertilizante y para la
fabricación de pólvora.
En 1866 ambos países zanjaron sus diferencias territoriales mediante la suscripción de un tratado que
estableció el paralelo 24 como límite, pero que acordó la división por partes iguales de las ganancias
por el salitre explotado por empresas de capital chileno y británico entre los paralelos 23 y 25. Sin
embargo el tratado no resultaría satisfactorio para las nuevas autoridades bolivianas, quienes
argumentaban que aquel carecía de valor por haber sido suscrito por Mariano Melgarejo, un dictador
aparentemente influenciado por intereses chilenos. En consecuencia, en 1872 se realizó una revisión y
en 1874 se firmó un nuevo tratado mediante el cual Chile renunció a los beneficios económicos de la
explotación salitrera en la zona comprendida en los paralelos 24 y 25. A cambio el gobierno de Bolivia
se comprometió a no incrementar los impuestos sobre el salitre durante los próximos 25 años, es
decir, hasta 1899
3. Por que se produjo se este
conflicto
En 1878, el congreso de Bolivia se abocó al estudio del acuerdo celebrado por el gobierno
en 1873. Para Bolivia, el contrato firmado en 1873 con la Compañía de Salitres de
Antofagasta aún no estaba vigente porque los contratos sobre recursos naturales debían
aprobarse por el Congreso, de acuerdo con la Constitución boliviana. Ello se hizo por la
Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a
condición de que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado
por la compañía.
Artículo Único. Se aprueba la transacción celebrada por el ejecutivo en 27 de noviembre
de 1873 con el apoderado de la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de
Antofagasta a condición de hacer efectivo, como mínimo, un impuesto de diez centavos
en quintal de salitre exportado.
Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia. Ley de 14 de febrero de 1878[3]
En lo que respecta a Chile, el cobro del impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado
violaba el artículo IV del tratado de 1874. Por ello, dicho impuesto encontró una gran
resistencia por parte de los propietarios de la empresa afectada y una cerrada defensa de
su causa por parte del gobierno de Santiago, desencadenándose un conflicto diplomático.
4. La Campaña Naval
A comienzos de la guerra era evidente que antes de cualquier operación militar en un
terreno tan difícil como el desierto de Atacama, debía ganarse el control de los mares.
El poder de la escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas, Cochrane y
Blanco Encalada, de 3560 toneladas, 6 cañones de 250 libras de avancarga, 2 de 70, y 2 de
40 libras, blindaje de 9 pulgadas, velocidad máxima de 11 nudos. El resto de la escuadra
estaba formada por las siguientes naves de madera: las corbetas Chacabuco, O’Higgins y
Esmeralda, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga.
La escuadra peruana basaba su poder en la fragata blindada Independencia y el monitor
Huáscar. La Independencia desplazaba 3.500 toneladas, tenía un blindaje de 4½
pulgadas, 2 cañones de 150 libras, 12 de 70, 4 de 32, 4 de 9 libras, y andar de 11 nudos a su
máxima velocidad. El monitor Huáscar deplazaba 1745 toneladas, blindaje de 4½
pulgadas, 2 cañones de 300 libras de avancarga, ubicados en la torre giratoria, y velocidad
máxima de 12 nudos, con lo cual posiblemente era la nave de combate más moderna de la
marina de guerra del Perú. Completaban la escuadra peruana los monitores fluviales
Atahualpa y Manco Cápac, la corbeta de madera Unión y la cañonera de madera
Pilcomayo. Bolivia contaba con buques de guerra como el Guardacostas Bolívar, el
Guardacostas Mcal. Sucre y las embarcaciones Laura y Antofagasta.
5. Campaña Terrestre
Las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras
militares en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica. Las victorias de
Pisagua, Pampa Germania y Dolores, a fines de 1879, aseguraron el
dominio chileno sobre el departamento de Tarapacá, así como las de
Tacna y Arica en 1880. La batalla de Tarapacá fue una victoria aliada,
pero ésta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los
aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto
de la Alianza en Tacna y Chile siguió luchando contra el Perú.
La capital peruana vivía desconectada del resto del país y subestimó
completamente la situación bélica, lo que contribuyó a desestabilizar
completamente su clase política y a evitar una preparación efectiva para
enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. En enero de 1881,
las tropas chilenas entraron en Lima, después de las batallas de San
Juan y Miraflores. En esta última, la propia población civil defendió sin
éxito la ciudad cuando el ejército chileno atacó tres de los doce
reductos. Después de la batalla, hubo incendios y saqueos en los
poblados de Chorrillos y Barranco.