El documento discute la naturaleza contradictoria de la herencia cultural de Occidente, siendo herederos tanto de la cultura grecorromana como de la cultura semítica cristiana. Aunque originalmente la cultura fue grecorromana, después de Constantino se convirtió en una mezcla de grecorromana y judeocristiana, lo que ha planteado problemas para resolver durante 2000 años de historia. El Renacimiento Europeo trató de revivir la cultura grecorromana, pero la espiritualidad oriental se mantuvo influyente.
1. Grecorromanos? (I)
Una reflexión sobre nuestro sincretismo cultural europeo.
Es muy generalizada la opinión de que somos – los occidentales, los europeos - herederos de la
cultura grecorromana. Hoy, sin embargo, ha llegado el momento de quitarle el velo a esta gran
falsedad. Ciertamente hubiéramos sido herederos de la cultura grecorromana sino hubiera existido
un profeta llamado Jesucristo que fundó una religión de origen semítico llamada cristianismo.
No queridos amigos, amigas. Los occidentales somos herederos no de una cultura sino de una
contradicción. De la mayor de las contradicciones culturales que puedan existir.
Hasta Constantino la cultura fue grecorromana. Pero después de Constantino y Teodosio la cultura
ya no fue nunca más grecorromana, sino grecorromana-judeocristiana. Creo que hasta ahora
estaremos fácilmente de acuerdo. Sin embargo, lo grueso del problema viene a partir de ahora.
El amable guión que une ambos vocablos se convierte para nosotros en el mayor de los problemas y
en la mayor de las contradicciones que hemos intentado superar en 2000 años de historia y aún
continuamos en el empeño. Y a la vez es el germen de nuestra esencia como civilización. Germen en
la medida que seamos capaces de resolverlo. Destrucción en caso contrario. Es la contradicción de
pertenecer a dos culturas diametralmente opuestas. La grecorromana y la oriental de raíz semítica-
egipcia. (Nota1).
2. Creo que hasta ahora estaremos fácilmente de acuerdo. Sin embargo, lo grueso del problema viene
a partir de ahora.
El amable guión que une ambos vocablos se convierte para nosotros en el mayor de los problemas y
en la mayor de las contradicciones que hemos intentado superar en 2000 años de historia y aún
continuamos en el empeño. Y a la vez es el germen de nuestra esencia como civilización. Germen en
la medida que seamos capaces de resolverlo. Destrucción en caso contrario. Es la contradicción de
pertenecer a dos culturas diametralmente opuestas. La grecorromana y la oriental de raíz semítica-
egipcia. (Nota1).
Y ello no es fácil. Una muestra de ello es la continua incomodidad de la coexistencia en occidente
con una cultura de origen semítico como es la judía. Occidente nunca se ha sentido cómodo con ese
cuerpo extraño que provocaba un agravamiento más o menos grave, según el momento histórico,
de nuestra contradicción grecorromana-judeocristiana. Y artificialmente los ha alojado en el último
gran gueto : el Estado de Israel. La otra gran cultura semítica, el mundo árabe, ha sabido permanecer
siempre al margen. Ahora ya no lo está y surge Al-khaeda y el Daesh.
Otra muestra de las dificultades que ha supuesto para Occidente la resolución de esta contradicción
fue la Revolución Francesa.
El fin de la cultura grecorromana, en el seno de Roma, coincidió con la expansión del cristianismo.
Nuestras raíces culturales se secaron - pues son indoeuropeas, como las de griegos y etruscos - y
desde el siglo IV permanecieron a la espera de la lluvia redentora del Renacimiento. Pero durante
mil años pasaron muchas cosas. Para nosotros la más importante fue la lenta pero implacable
inoculación de una espiritualidad de origen faraónico-egipcio a través del cristianismo.
En un momento dado ocurrió el Cisma de Occidente y las guerras iconoclastas como paradigma del
fracaso de una forma de ser que no podía ser a la vez occidental grecorromana y oriental semítica y
egipcia. Una forma de ser incapaz de resolver nada.
Y llegó el Renacimiento Europeo – inauguro esta nueva denominación que engloba el conjunto del
movimiento cultural y artístico que tradicionalmente se denomina Renacimiento Italiano porque en
la realidad no fue, ni mucho menos, solamente italiano -. Pero la fuerza de la cultura grecorromana
no pudo – al menos oficialmente – con la fuerza de la espiritualidad oriental. Y el Renacimiento
Europeo necesitó la fuerza de las armas en 1789 para hacerse valer.
Tampoco fue suficiente. Las monarquías absolutas volvieron a recordarnos que nuestra cultura
grecorromana era una momia egipcia.
El Renacimiento Europeo continua hoy día, oficialmente - y a la vez clandestinamente - socavando
los cimientos del Antiguo Régimen, adaptación europea del estado faraónico egipcio, que pervive en
las grandes instituciones europeas, bajo la apariencia de lo que no son. Y nosotros y nosotras, como
individuos, cada uno, cada una, buscando su camino para retorno a Ítaca.
En 2019, el año próximo, celebraremos el 500 aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci.
Paradigma del Renacimiento que no pudo ser. A su memoria dedico este mi pequeño ensayo como
aperitivo del año próximo que dedicaré por entero a su figura y al Renacimiento Europeo.
Nota1.-
Yo soy estudiante de la historia del arte. Estudiando el arte egipcio recuerdo haber escrito sobre la
influencia griega en Egipto. El texto del curso comentaba la influencia del arte griego en Egipto a raíz
de los asentamientos griegos en Naucratis. Estamos en 1500 aC. Yo me opuse rotundamente a
3. cualquier influencia griega. Sencillamente argumenté que pretender una mezcla de ambas culturas
era como querer mezclar el agua y el aceite. Recuerdo perfectamente la comparación. Y sigo
creyendo que es acertada. Y ello a pesar de las pinturas de Amarna tan parecidas a las de los palacios
de Cnossos de la Creta minoica.
Si admitimos que el arte es una manifestación concreta de una cultura. Es decir, que cualquier arte
no puede coexistir con cualquier cultura, debemos admitir que las diferencias culturales
diametralmente opuestas entre Grecia y Egipto no admitían la posibilidad de ningún intercambio. Al
menos en el sentido de Grecia a Egipto. Al revés veremos más adelante que sí fue posible y en gran
medida. Y explicaremos porqué ello no supone ninguna contradicción con lo que estamos
comentando en este momento. Nota2.
Nota2.-
De momento, para las mentes más inquietas adelanto que la cultura griega fue una cultura abierta
mientras que la egipcia fue hermética. En segundo lugar, que Grecia adoptó de Egipto la forma pero
no la idea. La aparente simplicidad y rigidez de la escultura arcaica griega no fue sino la maravillosa
traducción de un arte eterno a un arte que busca su hueco existencial en la realidad presente.