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El aire en los pulmones de Alec dolía con cada exhalación. Ahí, frente a él
estaba de nuevo y Alec no podía moverse.
-Max –Lo llamo. y su cuerpo lo obedeció finalmente al dar un paso hacia el
pequeño. Se congelo al ver que Max se alejó dando un paso atrás. -¿Qué
sucede? –Pregunto angustiado.
-Tú no eres mi hermano. –Dijo Max acusando a Alec.
-¿Qué estás diciendo? Claro que lo soy. Mírame. Soy tu hermano. Max ven.
–Dijo y extendió su mano.
-Mi hermano nunca se comportaría así, mi hermano seria inteligente y les
diría a todos los que el demonio le está haciendo.
-Max. –Dijo Alec sacudiendo la cabeza. –No lo encuentran, no pueden
salvarme. No puedo hacerles eso.
Max miro a Alec con frialdad. Demasiado duro como para soportarlo.
-Max –Llamo de nuevo Alec y sus rodillas cayeron al suelo. –Por favor, ven
–Alec extendió sus brazos hacia su hermano.
Max negó con la cabeza. –¡No! No hasta que me pruebes que eres Alec.
-¿Cómo hago eso? –Dijo Alec con dolor.
-Sálvate. –Exigió Max. –No te dejes vencer.
-No puedo.
-Entonces no eres un Lightwood.
-¡MAX! –Grito Alec mientras miraba como el pequeño se alejaba de él
corriendo. Desapareciendo en la oscuridad.
* * * * *
Alec se sentó en su cama de un sobresalto. Su respiración estaba muy
agitada, podía sentir su camiseta mojada por el sudor. Era un remolino
de emociones, todas girando en su pecho sin dejarlo respirar, angustia,
miedo, coraje, confusión, necesitaba sacarlo, necesitaba terminar con
ello. Sintió la necesidad de gritar…
-Wow, wow. –Dijo Magnus mirando a Alec. -¿Qué pasa?
Alec se percató de Magnus y se sintió aliviado en un segundo. –Magnus.
–Dijo en un suspiro mientras lo tomaba con fuerza del abrigo para
acercarlo. –Estas aquí.
Magnus lo abrazo con igual fuerza aun sin salir de su asombro. -¿Qué
pasa? –Pregunto al percatarse de la forma en la que temblaba en sus
brazos.
-Una pesadilla. –Dijo Alec en el cuello de Magnus. –Max… él…
-Shus –Susurro Magnus en el oído de Alec como si este fuera un niño,
mientras acariciaba su cabello –Todo está bien, estas despierto ahora.
El Cazador se aferró a sus brazos por bastante tiempo más.
Alec se separó tan solo un poco para mirar a los increíbles y hermosos
ojos de Magnus que lucían preocupados ahora. Y llevó su mano hacia el
cuello del brujo, acariciando el costado de su rostro y bajando hasta su
hombro. Alec, con Magnus así de cerca no se sentía como un niño para
nada.
-Bésame. –Le pidió. –Magnus, bésame.
Magnus perdió el aliento. Se precipitó hacia los labios de su amado. Alec
lo tomo con mucha más fuerza, la cercanía que tenían ahora no era
suficiente ni tampoco los besos ansiosos y desesperados.
-Magnus. –Dijo Alec haciéndole una petición al brujo, una hermosa e
irrefutable petición.
Como si se tratase de un arrebato, Magnus aparto las mantas para
abrirse camino dentro, con Alec, quedando sobre su regazo, sus piernas
alrededor de Alec, mientras recibía ayuda del chico para deshacerse del
abrigo el cual cayó al suelo junto con la camiseta de él.
Alec se percató ligeramente de la magia que flotaba entre ellos, cada vez
más familiar a sus ojos. Se preguntó cuánto tiempo se tendría que pasar
con una persona para que algo distintivo de él, pareciera un aspecto
propio. Se percató de una manera mucho más fiel, de cómo el resto de
sus ropas se habían ido, por completo.
Sentir a Magnus así, desinhibido y con más seguridad que con la que
había estado la última vez que estuvieron solos en el apartamento, era
algo nuevo y fascinante. Sus manos recorrían su espalda libremente
como si supiera que le pertenecía, Alec no podía pensar en que fuera de
otra manera.
Las manos de Magnus estaban anidadas en su cuello para sostener su
cabeza en donde tenía que estar, sus labios eufóricos y apasionados.
Magnus tenía el control por completo y Alec se sentía encantado por ello.
Sus labios se separaron, Alec estuvo a punto de protestar antes de sentir
las manos de Magnus aferrándose fuertemente a sus hombros para luego
percatarse de cómo Magnus dejaba que entrara en él. Alec ahogo un grito
en el suave pecho de Magnus mientras este levantaba su rostro al techo
y dejaba surgir una exhalación fuerte, tan fuerte que quizás fue
escuchada en gran parte del instituto. De eso se enterarían después.
Sentirse dentro de Magnus era hermoso y enloquecedor, cada
movimiento dirigido por el brujo a su propio paso y voluntad le hacían
estremecerse y desear más. Magnus acelero los movimientos, Alec dijo su
nombre mostrándole su adoración, y se aferró a él tan fuerte como le fue
posible.
Alec acaricio. Beso y probo todo cuanto le era posible y tenía a su
alcance de la piel del brujo, trazo con sus manos cada una de las finas
líneas del cuerpo de Magnus, mientras el brujo seguía moviéndose a
placer sobre él. Alec tenía sus ojos cerrados cuando sintió el tirón que
hizo Magnus en su cabello obligándolo a subir la mirada a su altura,
frente a frente sus ojos se encontraron, Magnus pudo ver lo oscurecido
de sus ojos azules, llenos de pasión y en el silencio del momento los
labios de Magnus formaron una perfecta y encantadora sonrisa. Alec se
perdió en ella, si le sonrió en respuesta o no, no lo sabía, solo necesitaba
probar, probar esa sonrisa con sus labios.
No estaba consciente del tiempo que duro ese beso, solo de Magnus. De
la maravilla de su ritmo perfecto que lo hacía subir al cielo, tocar las
nubes suaves y hermosas como Magnus mismo.
Alec enterró sus dedos en la cadera del brujo, probo con su lengua su
cuello. Alec gimió con fuerza y no pudo más. Se desplomo hacia las
almohadas detrás de él y Magnus lo siguió, sus cuerpos alineados tan
unidos de todas las maneras posibles se dejaron llevar juntos al éxtasis,
gritando y aferrándose a lo que les fuera posible, fueron el pilar uno del
otro…
Hubo silencio, tranquilo y reconfortante. Alec aun respirando agitado
bajo su rostro para buscar el de Magnus que ya lo miraba con gracia,
con su barbilla pegada a su pecho. Alec sonrió, acaricio la mejilla del
brujo y dijo:
-Te necesitaba.
Magnus sonrió travieso -Se notó.
Alec ahogo una carcajada. –Debo agradecer entonces, por preocuparte en
atender mis necesidades.
Magnus suspiro con exageración. –De esto se trata una relación. –Dijo
honorablemente. –De hacer ciertos sacrificios por quien amas.
Magnus no resistió más su propio juego y rio abiertamente. –Así que aquí
estaré para seguir sacrificándome por ti.
-Te lo agradezco. –Dijo Alec entre risas.
Alec cerró su ojos con fuera. –Seguramente nos escucharon en todo el
instituto.
Magnus entrecerró un poco su mirada hacia el chico. –Cada vez te
escuchas más como tú mismo. –Dijo reflexivo al notar la preocupación
del chico. –Pero no tienes de que preocuparte. Sin sonidos. Una de las
ventajas de ser mi novio, Lightwood.
-Prometido. –Corrigió Alec.
El pecho de Magnus casi explota de afecto. –Eso es verdad. –Dijo
conmovido. –Mi Alec. Mi prometido. –Magnus subió a los labios de Alec.
Se besaron ardiente y eufóricamente con todas sus emociones girando
entre ellos.
Alec se separó para tomar aire. –Magnus. –Susurro.
-Lo sé. –Dijo el brujo. –También te eche de menos.
* * * * *
Alec despertó con la luz del sol en su rostro. Se incorporó tallando sus
ojos. La manta rodo sobre su estómago desnudo, de inmediato se dio
cuenta de Magnus que dormía pacíficamente a su lado, extendió su
mano para acariciar su cabello, Magnus se movió ligeramente pero era
evidente que no se despertaría próximamente. Alec sonrió ante su
imagen.
El chico se abrazó a sus propias piernas. No podía quitar el sueño de
Max de su mente. Sálvate. Le había dicho y se preguntó si había una
manera de hacer eso. No paso mucho tiempo antes de que recordara lo
que había sucedido la pasada mañana, cuando había ido a hablar con su
madre y esta le había confesado, de cierta manera, que siempre había
sabido lo del demonio. Alec escondió su rostro en sus piernas. ¿Qué tanto
sabias? Se preguntó.
-¿Cómo te sientes? –Magnus lo sorprendió.
Alec giro hacia él y sonrió. –Bien. –Dijo lo mejor que pudo.
Magnus lo jalo de su brazo desnudo para que se recostara. Sus rostros
quedaron uno frente al otro.
-Me asustaste. –Dijo Magnus. –Te desmayaste en casa de Los Carter y no
despertaste hasta ayer en la noche. Los Hermanos silenciosos no sabían
que te había pasado y tampoco yo note nada malo en ti. Simplemente no
despertabas.
-¿Dónde está? –Pregunto el chico con tristeza.
-Maryse y Robert la interrogaron, o por lo menos eso intentaron, ella no
dejo de llorar en ningún momento, la tienen bajo custodia en una de las
habitaciones, necesitaban esperar a que se calmara.
-¿No les ha dicho nada? –Dijo Alec con sincero asombro.
-No. –Dijo Magnus. –Estoy empezando a sospechar que tus padres no
tardaren en pedirme un método mágico para hacerla hablar. –El brujo
tallo su rostro.
Alec no dijo nada.
-No tienes por qué preocuparte. –Dijo el brujo enredando su mano en el
cabello de Alec. –La Clave se encargara de ella.
Alec asintió. Pero el no preocuparse era una petición imposible en ese
momento.
Alec y Magnus salieron de la habitación. Magnus se las había ingeniado
con su magia para hacerse de un nuevo conjunto extravagante. Mientras
que Alec estaba vistiendo un traje completo de Cazador de Sombras. –
Cualquiera pensaría que esta ropa seria incomoda. –Dijo Alec moviendo
sus brazos en círculos.
Magnus se acercó a él. –Yo pondría un par de lentejuelas plateadas. –Dijo
el brujo mientras acomodaba una de las correas de la equipacion. –Pero
Los Cazadores de Sombras nunca han apreciado la importancia de la
moda. Alec rio y Magnus se inclinó a besarlo. En ese momento Jace
aparecía por el pasillo, de inmediato camino hacia ellos.
-Estaba por llamarlos. –Dijo el chico.
-Siempre inoportuno. –Dijo Magnus.
-Te recuerdo que este no es tu apartamento…
Magnus levanto la mano y una pequeña bola de fuego azul se formó en
su palma.
Jace cambio su actitud en un segundo –Pero eso no significa que no
puedas sentirte como en casa, por favor Magnus, recibe nuestra
hospitalidad.
Alec ahogo una risa, la magia de la mano de Magnus se esfumo. –Te lo
agradezco. –Dijo Magnus sencillamente.
A Alec le pareció muy extraño ver a Jace intimidado por algo o alguien.
Se pregunto acerca de la magia de Magnus y que tan poderoso podría
ser.
Los chicos observaron a Maryse y Robert Lightwood en compañía de un
hermano silencioso. Alec lo reconoció, era el hermano Enoch. Robert
siguió su camino con el Hermano Enoch hacia el final del pasillo. Maryse
se acercó a ellos.
-¿Cómo te sientes? –Pregunto a su hijo.
Alec no quito la mirada de la habitación en donde había entrado su
padre.
-¿Ella esta ahí? –Pregunto como si su madre no hubiera hablado.
Maryse asintió.
-¿Les dijo ya algo? –Pregunto Jace.
-Nada. –Dijo Maryse. –Solo pide hablar con su hijo.
Alec dio un paso atrás. –No quiero verla. –Dijo de inmediato.
-Y no lo harás. –Dijo Maryse. –No volverá a cercarse a ti.
Jace no había escuchado ese tono sobreprotector desde que eran niños.
-Encontraremos la manera de que nos diga todo lo que sabe. –Maryse
miro por un segundo hacia Magnus. Al brujo no le sorprendió.
* * * * *
Alec apenas toco el desayuno que Maryse había preparado para ellos. Él
miraba fijamente a su plato y movía los alimentos de un lado a otro del
mismo.
-Inténtalo. –Pidió Magnus.
Alec lo hizo lo mejor que pudo.
Después del desayuno caminaron de nuevo hacia la habitación de la
Señora Carter. Maryse les informo que no había progreso, y reitero su
interés en ver a Alec.
Esta vez, Isabelle protesto en su nombre.
Alec y Magnus estaban sentados en el suelo, en el pasillo fuera de la
habitación en donde estaban Los Lightwoods interrogando a La Señora
Carter, Jace estaba frente a ellos, recargado sobre la pared con un pie
arriba, sus brazos cruzados sobre su pecho. Miraba algo entretenido
como Alec tenía en su poder la mano de Magnus y tallaba con sobre
interés una de sus uñas intentando quitar el esmalte desgastado.
Magnus lo estaba dejando, suponiendo que eso sería mejor que verlo
caminar de un lado a otro frente a ellos. Algo que extrañaba de Alec era
la serenidad que le recorría aun en momentos de ansiedad.
Otro problema era que a Magnus no le gustaba estar en el suelo, era
incómodo y no tenía doce años.
-Cariño. –Dijo Magnus recuperando su mano y comenzando a levantarse
con dificultad, se sentía entumecido. –Deberás de buscar algo más que
hacer.
Alec dejo ir la mano de Magnus decepcionado, estaba a punto de
terminar con esa uña. El chico echo su cabeza atrás. –Mataría por tener
mi PSP. –Dijo. Jace y Magnus se miraron y se encogieron de hombros, no
tenían idea de lo que hablaba.
-En realidad no tenemos que estar aquí. –Dijo Jace. –Podemos hacer algo
de mayor provecho en la sala de entrenamiento.
-¿Tienes un problema, cierto, Cazador de Sombras? –Dijo Magnus y Jace
solo le dedico un rostro aburrido.
-Definitivamente será mejor que estar aquí sin hacer nada. –Dijo Jace en
su propia defensa.
Magnus abrió la boca para responder.
-De acuerdo. –Dijo Alec dejando las intenciones del brujo a medias. –Es
verdad, aquí no estamos haciendo nada.
Alec se levantó con mucha facilidad. Caminaron hacia la sala de
entrenamiento. Al llegar al filo de las escaleras principales. Se percataron
de una visión muy improbable. Isabelle y Simon habían salido del
elevador acompañados por Gwen.
Gwen.
Alec bajo las escaleras tan rápido como pudo. La chica apenas lo miro y
corrió hacia él para abrazarlo.
-Hola. –Dijo Alec con entusiasmo. Apenas se percató de la expresión de
Gwen, su actitud cambio. -¿Qué pasa? ¿Qué paso?
-Nada por suerte. –Dijo Isabelle acercándose.
-¿De qué hablas? –Alec se miraba cada vez más ansioso. Busco el rostro
de Gwen pidiendo una explicación.
Ella suspiro. –Estaba esperando la llamada de mi tío, cuando me di
cuenta de un auto que estaciono frente a casa. Espere a que llamaran a
la puerta pero no lo hicieron, los sujetos que salieron del vehículo, solo
se quedaron ahí mirando hacia la casa, después llego otro auto, y luego
otro…
-¿Qué? ¿Quiénes eran? ¿Qué querían?
-No lo sé. Yo… Me asuste, Salí por la puerta trasera y cuando uno de
ellos me miro, me sujeto, me dijo que tenía que ir con ellos.
-Dios mío. –Exclamo Alec.
-Fue entonces que Isabelle y Simon aparecieron. Ellos dejaron
inconscientes a todos ellos y me trajeron aquí.
Alec miro a su hermana. –Gracias. –Le dijo.
Isabelle le sonrió. –No agradezcas. –Dijo sencillamente. –Me debes y me
cobrare. –Dijo sonando petulante y encantadora al mismo tiempo.
-Si por su puesto.
-Supongo que no se quedaron a averiguar quiénes eran. –Indago
Magnus.
-No hizo falta. –Dijo Simon. –Los vehículos tenían el símbolo de
Pandemónium en los costados.
No hubo ninguna señal de asombro. Alec tallo sus ojos con
desesperación. Magnus se acercó preocupado y floto su espalda.
-Luces terrible. –Dijo Gwen sin apartar sus ojos de los de Alec. –En
verdad, te vez enfermo.
Era verdad, Alec tenía unas grandes lunas negras bajo sus ojos, sus
pómulos resaltaban un poco más por la delgadez de su rostro y su piel
lucia más pálida de lo normal.
-Estoy bien. –Mintió Alec. –Papá. ¿El?
-Salió. Tú lo sabes, se va cada mitad de mes.
-Por lo menos por tres días. –Dijo Alec. –Cuando regrese… -Alec paso
ambas manos por su cabello con frustración.
-Basta. –Dijo Jace. –No son tu problema ahora.
Gwen bajo la mirada, era verdad, ella lo sabía así que no dijo nada. Sin
embargo Jace no fue insensible ante ella. Se mordió el labio con
arrepentimiento.
-Debes entenderlo. –Dijo Jace con amabilidad. Gwen se sorprendió, Jace
se miraba todo el tiempo como un ser indestructible, fuerte y feroz.
Ahora le hablaba mirándose vulnerable. –Alec es mi familia, más cercano
que un hermano, debo anteponer su seguridad, protegerlo, por lo menos
hasta que sea capaz de protegerse el mismo de nuevo.
Gwen asintió lentamente.
-Pero eso no significa que no te ayudaremos, -Continuo Jace. –Somos
Cazadores de Sombras y debemos proteger a los mundanos.
Proteger. La palabra hizo eco en la mente de Alec, llenándolo de una
ansiedad abrumadora. Es hora. Le dijo una voz en su cabeza. Debes
protegerlos. Era un sonido conocido, demasiado familiar para no darse
cuenta, era su propia voz, era él mismo. Era Alec, que había sido
empujado y escondido en lo más profundo de su ser, cubierto por
recuerdos falsos y ajenos. Pero que seguía ahí, intentando salir
desesperadamente para poder proteger a quienes amaba.
Algo se encendió dentro de él, el miedo que se había anidado en su pecho
desde hace ya bastante tiempo, fue remplazado por coraje. Respiro
hondo. –Eso hare. –Le dijo a nadie y giro para caminar hacia las enormes
escaleras.
-Alexander –Llamo Magnus pero Alec no se detuvo, continuo su camino
hasta la puerta de la habitación en donde la Señora Carter se
encontraba.
* * * * *
-Alexander. –Dijo Maryse cuando miro a Alec dentro de la habitación. -
Sal de aquí ahora.
Alec miro más allá de su madre y vio los ojos de La Señora Carter fijarse
en él como alfileres.
-Si necesita verme para que hable. –Dijo Alec. Y Maryse lo dudo.
Fue entonces que una figura atravesó la habitación entre ellos.
-¡Tia! –Exclamo Gwen y se colocó de rodillas frente a la mujer, que estaba
en una silla, justo en medio de la habitación, una energía blanca
apresaba sus muñecas. –Mi niña. –Dijo la mujer en cuanto miro a Gwen,
Ella acerco sus manos apresadas para acariciar el rostro de la niña.
Gwen miro de inmediato a sus esposas mágicas. –Tranquila. –Dijo la
mujer. –No me lastiman.
-Al menos que intente escapar. –Dijo Robert severo.
La mujer lo ignoro y ladeo la cabeza para ver a Alec, Maryse se había
apartado un poco. Alec también la miraba intensamente.
Los ojos de La Señora Carter se estrecharon. –Debes de pensar lo peor de
mí. –Dijo, pero Alec permaneció en silencio. –Hace un par de noches soñé
con un chico. ¿Sabes? –Continuo. Ella miro a Gwen por un momento. –
Tan parecido a ti linda, que… -Volvió a ver a Alec. –Su cabello castaño,
sus ojos extraños]k,o pero hermosos, intensos y traviesos. –Las lágrimas
surgieron de sus ojos, gotas enormes que corrían por su rostro. La
respiración de Alec se aceleró, si no hubiera sido por Magnus que había
entrado al igual que Jace y los demás, tal vez no hubiera sido capaz de
resistirlo. Alec no lo había mirado pero sabía que estaba ahí, parado
detrás de él. Lo sentía.
-Yo no… -Continuo la mujer. –Yo no sabía que no eras él. –Dijo para
sorpresa de todos. –Te perdí, intente recuperarte, ese era el trato.
Recuperar a mi hijo. Y no me importo el precio, ¿Cómo podría? Solo te
quería de vuelta.
-¿Me perdiste? –Pregunto Alec con voz segura. Técnico, intentando
averiguar más.
-No estoy del todo segura. –Confeso la mujer. –Son recuerdos nublados,
incompletos. Pero. Esa noche, Esa noche la recuerdo bien. Yo hablaba
con tu tía por teléfono, Mi hermana y su esposo se habían ofrecido a ir
por ti para traerte a casa del campamento. ¿Lo recuerdas? Estabas tan
emocionado, habías planeado ir ahí durante semanas… -La voz de la
mujer se apagó considerablemente a notar el rostro inexpresivo de Alec. –
Ella me dijo que dormías en el asiento trasero del auto, fue entonces que
escuche, otro auto acercarse, llovía… y después… no hubo más
respuesta.
Isabelle fijo sus ojos en Gwen que tenía su rostro pegado a la rodilla de
su tía, acababa de revivir la muerte de sus padres.
Las autoridades aún no nos entregaban los cuerpos cuando esa misma
noche, Belcebú. –Dijo La señora Carter de una manera tan natural que
hizo que Alec se estremeciera. –él se presentó ante mí y me dijo que
podía traerte de regreso. Él es tu padre. –Dijo y Alec sintió el peso de las
palabras como bloques cayendo sobre él. –Cuando piensas en un padre y
su hijo, piensas en un lazo inquebrantable, algo que los une
inevitablemente. –La señora Carter pareciera estar viendo directamente
hacia ese momento. Ella soltó una risa amarga. –Y me engaño de nuevo,
justo como aquella noche en que llego a mí con la forma de mi esposo y…
y… Le creí. Olvide que era un demonio. Olvide que son incapaces de
sentir ninguna especie de sentimiento incluso por sus hijos. –Era casi
tangible el desprecio en la voz de la mujer. -Pero cumplió. Al día
siguiente tú estabas en el hospital, tú seguías con vida y mis recuerdos
de él, de mi hijo. Fueron remplazados con tuyos.
-¿Es capaz de contactar a Belcebú? –Pregunto Robert.
-No. –Dijo la mujer. – Antes de esa noche. Solo se presentó a mi cuando
Alex nació. Cuando me di cuenta que era especial.
Especial. Pensó Magnus, no diferente o extraño, si no especial, como una
madre amorosa llama a su hijo cuando a pesar de ver una parte no
humana en él. Decide amarlo por sobre todo. Magnus odio a Belcebú,
eran raros los brujos con suficiente fortuna como para nacer en una
familia que lo aceptaría, suficiente tenía con ser hijo de quien era, como
para que además, viniera a arrebatarle lo mejor que podría pasarle en su
vida.
-Miro la desesperación en mí aquella noche, miro la posibilidad de crear
un engaño a la perfección. –La mujer miro a Alec. –No sé. –Dijo con
pesadez. –No sé, porque te eligió a ti. No sé por qué no solo me devolvió a
mi hijo.
-Porque lo necesitaba. –Dijo Magnus para sorpresa de todos. –Necesitaba
al chico para fortalecer el reino de su amo.
-¿Dónde está? –Pregunto la mujer. -¿Dónde está mi hijo?
Magnus no aparto la mirada de la de la mujer, pero guardo silencio.
Gwen se aferró más al regazo de su tía, ella podía sentir los sollozos que
salían de la chica.
-No. –Dijo ella. Levanto la cabeza y grito, un sonido desgarrador que
penetro la medula de Alec, Alec que miraba el sufrimiento de la persona
que amaba como solo puedes amar a una madre.
Isabelle miro hacia Alec pensando en que en cualquier momento se
abalanzaría hacia la mujer para consolarla. Por el contrario, Alec busco a
Magnus y se aferró a su hombro. Magnus lo sujeto e Isabelle respiro
tranquila.
El hermano Enoch se acercó a la mujer y con un movimiento de su estela
la energía que apresaba sus muñecas desapareció. La mujer tomo a la
chica en sus brazos y ambas se aferraron la una a la otra para llorar por
quienes habían perdido.
La habitación permaneció en silencio por mucho tiempo. Fue hasta que
La Señora Carter soltó un poco a Gwen, ella limpio sus lágrimas, en un
segundo Alec miro a la mujer fuerte, decidida. La misma que siempre
había estado en sus recuerdos.
-Las Empresas Carter. –Dijo ella. –La empresa de mi padre, es un edificio
en La Quinta avenida. –Ella miro a Gwen, cariñosamente tomo su rostro
entre sus manos. –Tú sabes dónde, puedes guiarlos ahí.
-Nos dijiste que no fuéramos ahí nunca. –Dijo Alec y la mujer lo miro con
demasiada ternura. –Es cierto, pero, creo que ahí es donde encontraran
al demonio.
-¿Cómo es eso posible? –Pregunto Robert.
La mujer miro de nuevo a Alec. –La oficina de tu abuelo, la bóveda.
Alec movió la cabeza de inmediato, sabía exactamente lo que le decía. –
No es lo que aparenta, es… una puerta, no sé cómo explicarlo, te lleva a
un lugar diferente, he visto salir cosas horribles de ahí.
-Un portal. –Dijo Magnus.
-No lo sé. –Confeso la mujer. –Pero es lo único que tengo.
Ella miro a Gwen. –Es lo único con lo que podemos ayudarlos.
-¿Y por qué? –Pregunto Isabelle. -¿Por qué nos está ayudando?
-Porque lo quiero muerto. –Dijo La señora Carter mortalmente. –Quiero
que lo conviertan en cenizas, como él convirtió en cenizas a mi hijo.
* * * * *
Los chicos caminaron lentamente por el pasillo, todo lo que en esa
habitación había ocurrido aun corría por sus mentes, como un cuento
difícil de creer.
Simon y Clary hablaban en voz baja, Simon poniéndola al corriente de lo
recién ocurrido.
-¿Cuándo iremos ahí? –Pregunto Jace a Maryse.
Ello lo miro con duda y Jace entendió que lo que le iba a decir no le iba a
gustar. –Debo informar antes a La Clave. –Dijo Maryse. –Es una empresa
mundana, no podemos solo llegar e irrumpir, las Leyes también los
protegen.
-Si podemos –Dijo Jace ansioso. –Te aseguro que podemos.
Esperaremos a que la autorización llegue de La Clave. –Dijo Maryse
intentando sonar firme. -¿Escuchaste Jace?
Jace se alejó de su madre adoptiva sin decir más para alcanzar a sus
amigos, mientras ella volvía con La Señora Carter.
Seguían intentando asimilar lo ocurrido en silencio. Alec caminaba más
lento de lo normal, una de sus manos estaba recorriendo la pared
mientras avanzaba, pareciera que estuviera sosteniéndose.
-Debemos conseguirte algo de comer. –Dijo Magnus. –Te vez muy débil.
Alec le miro sonriendo. Movió su cabeza. –Si así eres ahora. –Dijo
mientras golpeaba el hombro de Magnus. –¿Cómo serás cuando nos
casemos?
Ansiedad inundo el pecho de Magnus. –Alec –Comenzó y Alec supo que
algo no andaba bien. –Tengo que hablarte de algo.
-¿Te estas arrepintiendo de casarte conmigo? ¿Es por mi traje? Podemos
ponerle las lentejuelas que mencionaste.
Magnus rio con demasiada ternura al igual que todos en el pasillo.
-No. –Continúo lentamente. –Nosotros no… No hemos podido resolver el
problema de nuestra boda.
-¿Problema? en nuestro mundo tu… tú ni siquiera puedes casarte con
Magnus. Recordó. –Oh. –Dijo.
-Eres un Cazador de Sombras. –Dijo Magnus. –No hay una ceremonia en
la que un Cazador de Sombras y un Subterráneo puedan unirse en
matrimonio. La Clave no lo reconoce.
Magnus tenía la mano de Alec sujeta con mucha fuerza. –Yo lo siento…
-¿Y eso importa? –Dijo Alec asombrando a todos. –Es decir, La Clave no
me dirá a quien puedo amar o no, Yo te amo. Eso no lo va a cambiar
nada, podría casarme contigo ahora mismo debajo de un árbol, eso no lo
reconocerá La Clave pero significaría TODO para nosotros.
Magnus cerró los ojos tratando de que sus emociones se calmaran. Era
como un dejavu, palabras muy parecidas habían surgido de Alec cuando
él mismo había mencionado con mucha naturalidad y simplicidad que
ellos deberían casarse. Sabes que es imposible. Le había dicho Magnus.
Creí que Imposible no estaba en tu vocabulario, le había dicho Alec en
respuesta sonriendo y con ojos determinados. Poco tiempo después
Magnus le había dado el anillo como señal de esperanza para lograr
casarse.
Alec levanto su mano hacia el rostro del brujo. Acaricio lentamente su
mejilla. –No me importa La Clave. Solo me importa lo que signifique para
ti.
Magnus sujeto a Alec por ambos brazos y se aferró a él ocultando su
rostro en su cuello.
Clary observo la escena conmovida, Jace la había tomado de la mano.
Significaría TODO para nosotros. Eso era todo lo que debía importar, Lo
que significara para ellos, cada uno de los subterráneos tenían sus
propias ceremonias, La Clave no las reconocía porque ellos no eran
Cazadores de Sombras, pero eso no significaba que no eran tan validas
como cualquiera de las ceremonias que los Nefilims hacían. Pero Alec es
un Cazador de Sombras. Era absurdo pensar en que no podía casarse
con la persona que amaba solo porque esencialmente no eran la misma
especie. Si tan solo hubiera una manera de hacer, de obligar a La Clave
para que reconociera su unión, ellos quienes habían pasado por tanto,
ellos que merecían ser felices y reconocidos por su amor. Fue entonces
que la miro, esa manera irrefutable, La Clave no podía negar las runas
del Ángel, Clary era capaz de crearlas y la miro tan firme y poderosa en
su mente. Su muñeca se movia en el aire a su costado dibujándola
distraídamente. Miro un conjunto de líneas, como una flecha, como las
flechas siempre precisas de Alec envuelta en un círculo, como la magia
de Magnus cuando lo protegía, se formaron unidas en una imagen
integrada, y ahí estaba, la runa de matrimonio entre Cazadores de
Sombras y Subterráneos.
Clary llevo una mano a su boca asombrada por lo que acababa de ocurrir
y lágrimas surgieron de su rostro. Jace la miro medio sonriendo, medio
asombrado. -¿Estas bien? –Dijo.
Clary seco con velocidad las lágrimas y se recompuso lo mejor que pudo.
–Lo estoy. –Dijo.
Magnus soltó a Alec solo un poco para mirar a Clary con una ceja
levantada.
-¿Lo ves? –Dijo Alec divertido. –Hacemos llorar. ¡Nuestro amor es épico!
Todos rieron.
* * * * *
-Pero no fue ese demonio superior. –Dijo La Señora Carter. –Fue Belcebú
quien hizo todo esto.
-Para satisfacer a su amo. –Dijo Robert.
Maryse y Robert le habían explicado como Alec había sido arrebatado de
ellos por Belcebú y como ellos nunca habían conocido a su hijo.
-Belcebú entrego a su propio hijo a un demonio superior. –Dijo la mujer
sombríamente.
-Y se llevó al nuestro para tomar venganza. –Dijo Maryse.
La Señora Carter miro a su sobrina, muy quieta parada cerca de ella. -
¿Por qué no vas con tu primo? –Le dijo en un modo en que los adultos le
dicen a los niños que esta no era una conversación para ellos. Gwen miro
a Los Lightwood y luego a su tía.
-No lo llamo Mi Primo. –Dijo ella. –Ya no.
La Señora Carter le dedico una sonrisa triste. –Lo vi mirándote. Te quiere
cerca a pesar de todo.
Gwen no pudo refutar eso y salió de la habitación.
-¿Por qué lo dejo con vida? –Pregunto La Señora Carter.
Maryse y Robert se miraron. –Sabemos cómo se siente. -Dijo Maryse. –
Perder un hijo es…
-No lo dije por eso. –Dijo La Señora Carter. –Es extraño. ¿Por qué lo
quiere aún con vida?
Los ojos de Robert se estrecharon con terror. –No lo quiere. –Dijo.
* * * * *
-No tengo hambre. –Protesto Alec por quinta vez a Magnus que intentaba
que comiera una especie de sopa. Ambos estaban sentados en una banca
en la sala de armas, Jace estaba frente a ellos haciendo gestos
desagradables hacia el recipiente en la mano de Alec.
-No es comida, es medicina.
-Es sopa. –Dijeron a coro Jace y Alec.
¿Y ahora son parabatai? Pensó Magnus dejando salir aire de su boca.
-Te vez enfermo, sin energía, no puedes seguir así. –Dijo Magnus
levantando un poco la voz.
-Podemos arreglarlo. –Dijo Jace sacando su estela.
Alec lo miro y sonrió complacido al mismo tiempo que estiraba su brazo
en dirección a su parabatai. -¿Lo ves? Sin sopas.
Magnus chasqueo los dedos y el plato con sopa desapareció en el
instante. Igual que la paciencia del brujo.
-Así podrás entrenar más con nosotros. –Dijo Jace mientras trazaba la
runa que brindaba energía.
-¿Crees que está en condiciones de entrenar? –Dijo Magnus molesto.
-Pronto lo estará.
-Jace. Deja de molestar a Magnus. –Dijo Clary desde sus espaldas, ella,
Simon e Isabelle estaban haciendo combates en turno.
-En realidad es Magnus el que…
Alec pateo a Jace en la pantorrilla.
-No está siendo comprensivo. –Dijo al final. –Listo. –Presumió Jace.
Alec se levantó y miro a su nueva marca con extrañeza.
-¿Todo bien? –Pregunto Magnus.
-No… No recuerdo que doliera tanto.
Jace soltó un bufido. –Una runa nunca te provoco dolor.
Alec se tambaleo hacia atrás.
-¿Alexander? –Magnus lo sujeto de ambos brazos.
-Algo esta… está mal. –Dijo Alec antes de desvanecerse en los brazos de
Magnus.
-¡Alec! –Llamaron todos a su alrededor.
-¿Magnus que ocurrió? –Pregunto Jace mientras el brujo colocaba a Alec
amablemente en el suelo, usando su mano para sostener su cabeza.
Pequeños rayos de luz azul se movían de su mano al rostro de Alec.
Había mucha concentración en su rostro.
-No lo sé. –Dijo después de un momento.
Clary trazo una iratze en la piel de Alec pero no parecía resultar.
Gwen entro en ese momento en la habitación. -¡Dios! –Dijo mirando a
Alec en el suelo. –No puede ser, no puede matarlo.
-¡¿De que estas hablando?! –Exigió Jace.
Gwen miro a todos a su alrededor. Ella estaba en el suelo junto a Alec. –
Sus padres y mi tía estaban conversando sobre el demonio, mi tía me
dijo que me fuera, pero me quede a escucharlos detrás de la puerta. Ellos
piensan que el demonio matara a Alex. Después de eso corrí aquí. ¿Es
verdad? ¿Puede hacerle daño?
-Puede. –Dijo Magnus, su expresión era dura, como no la había mirado
Clary nunca.
Jace se puso de pie. –Tomen sus armas, todas las que puedan. –Dijo
mirando a su grupo.
Isabelle fue la primera en moverse, Simon pudo leer claramente su
rostro. No perderé a mi hermano.
Los Cazadores se reagruparon después de un momento mientras Magnus
y Gwen permanecían a lado de Alec.
-¿Ahora qué? –Dijo Clary.
-Iremos a Las Empresas Carter. –Dijo Jace.
-Se… se supone que deben esperar. –Todos se precipitaron de nuevo al
suelo, Alec había despertado.
-¿Cómo te sientes? –Pregunto Magnus.
Alec no respondió, solo tallo su rostro.
-No hay tiempo que perder. –Dijo Jace.
-Necesitamos averiguar exactamente en donde es. –Dijo Simon.
-Ella sabe. –Dijo Jace mirando a Gwen.
La chica asintió de inmediato, se miraba decidida.
-Magnus, lleva a Alec a su departamento, ahí estarán seguros.
-No. –Dijo Alec en protesta. Alec ya estaba sobre sus piernas con ayuda
de Magnus y Gwen. –Necesitan a Magnus, debe ir con ustedes.
-No te dejare. –Dijo Magnus.
-No tienes que hacerlo. –Dijo el chico. –Iré con ustedes.
-Eso es tan absurdo. –Dijo Magnus.
-¿Lo es? –Inquirió Jace. –Piénsalo, de nada sirve dejarlo aquí, si de
cualquier modo el culpable puede alcanzarlo.
-No pueden hacer nada para evitarlo. –Dijo Alec. Él miraba a Magnus y
entendió que ese había sido el porqué de su silencio. Ese algo que le
estaba ocultando.
-Prefiero tenerlo cerca que no tenerlo si algo sucede. –Dijo Jace.
Magnus cerró los ojos con fuerza.
-Preferiría no tener que quedarme solo. –Dijo Alec débilmente, muy cerca
del oído de Magnus.
-Nunca. –Dijo el brujo y beso con fuerza su frente.
Clary se sorprendió al ver el destello de su nueva Runa parpadeando
ante ella, una rápida imagen clara.
-Decidido entonces. –Dijo Jace. –Todos listos, iremos a cazar.
Continuara…

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  • 1. El aire en los pulmones de Alec dolía con cada exhalación. Ahí, frente a él estaba de nuevo y Alec no podía moverse. -Max –Lo llamo. y su cuerpo lo obedeció finalmente al dar un paso hacia el pequeño. Se congelo al ver que Max se alejó dando un paso atrás. -¿Qué sucede? –Pregunto angustiado. -Tú no eres mi hermano. –Dijo Max acusando a Alec. -¿Qué estás diciendo? Claro que lo soy. Mírame. Soy tu hermano. Max ven. –Dijo y extendió su mano. -Mi hermano nunca se comportaría así, mi hermano seria inteligente y les diría a todos los que el demonio le está haciendo. -Max. –Dijo Alec sacudiendo la cabeza. –No lo encuentran, no pueden salvarme. No puedo hacerles eso. Max miro a Alec con frialdad. Demasiado duro como para soportarlo. -Max –Llamo de nuevo Alec y sus rodillas cayeron al suelo. –Por favor, ven –Alec extendió sus brazos hacia su hermano. Max negó con la cabeza. –¡No! No hasta que me pruebes que eres Alec.
  • 2. -¿Cómo hago eso? –Dijo Alec con dolor. -Sálvate. –Exigió Max. –No te dejes vencer. -No puedo. -Entonces no eres un Lightwood. -¡MAX! –Grito Alec mientras miraba como el pequeño se alejaba de él corriendo. Desapareciendo en la oscuridad. * * * * * Alec se sentó en su cama de un sobresalto. Su respiración estaba muy agitada, podía sentir su camiseta mojada por el sudor. Era un remolino de emociones, todas girando en su pecho sin dejarlo respirar, angustia, miedo, coraje, confusión, necesitaba sacarlo, necesitaba terminar con ello. Sintió la necesidad de gritar… -Wow, wow. –Dijo Magnus mirando a Alec. -¿Qué pasa? Alec se percató de Magnus y se sintió aliviado en un segundo. –Magnus. –Dijo en un suspiro mientras lo tomaba con fuerza del abrigo para acercarlo. –Estas aquí.
  • 3. Magnus lo abrazo con igual fuerza aun sin salir de su asombro. -¿Qué pasa? –Pregunto al percatarse de la forma en la que temblaba en sus brazos. -Una pesadilla. –Dijo Alec en el cuello de Magnus. –Max… él… -Shus –Susurro Magnus en el oído de Alec como si este fuera un niño, mientras acariciaba su cabello –Todo está bien, estas despierto ahora. El Cazador se aferró a sus brazos por bastante tiempo más. Alec se separó tan solo un poco para mirar a los increíbles y hermosos ojos de Magnus que lucían preocupados ahora. Y llevó su mano hacia el cuello del brujo, acariciando el costado de su rostro y bajando hasta su hombro. Alec, con Magnus así de cerca no se sentía como un niño para nada. -Bésame. –Le pidió. –Magnus, bésame. Magnus perdió el aliento. Se precipitó hacia los labios de su amado. Alec lo tomo con mucha más fuerza, la cercanía que tenían ahora no era suficiente ni tampoco los besos ansiosos y desesperados. -Magnus. –Dijo Alec haciéndole una petición al brujo, una hermosa e irrefutable petición.
  • 4. Como si se tratase de un arrebato, Magnus aparto las mantas para abrirse camino dentro, con Alec, quedando sobre su regazo, sus piernas alrededor de Alec, mientras recibía ayuda del chico para deshacerse del abrigo el cual cayó al suelo junto con la camiseta de él. Alec se percató ligeramente de la magia que flotaba entre ellos, cada vez más familiar a sus ojos. Se preguntó cuánto tiempo se tendría que pasar con una persona para que algo distintivo de él, pareciera un aspecto propio. Se percató de una manera mucho más fiel, de cómo el resto de sus ropas se habían ido, por completo. Sentir a Magnus así, desinhibido y con más seguridad que con la que había estado la última vez que estuvieron solos en el apartamento, era algo nuevo y fascinante. Sus manos recorrían su espalda libremente como si supiera que le pertenecía, Alec no podía pensar en que fuera de otra manera. Las manos de Magnus estaban anidadas en su cuello para sostener su cabeza en donde tenía que estar, sus labios eufóricos y apasionados. Magnus tenía el control por completo y Alec se sentía encantado por ello. Sus labios se separaron, Alec estuvo a punto de protestar antes de sentir las manos de Magnus aferrándose fuertemente a sus hombros para luego percatarse de cómo Magnus dejaba que entrara en él. Alec ahogo un grito en el suave pecho de Magnus mientras este levantaba su rostro al techo y dejaba surgir una exhalación fuerte, tan fuerte que quizás fue escuchada en gran parte del instituto. De eso se enterarían después.
  • 5. Sentirse dentro de Magnus era hermoso y enloquecedor, cada movimiento dirigido por el brujo a su propio paso y voluntad le hacían estremecerse y desear más. Magnus acelero los movimientos, Alec dijo su nombre mostrándole su adoración, y se aferró a él tan fuerte como le fue posible. Alec acaricio. Beso y probo todo cuanto le era posible y tenía a su alcance de la piel del brujo, trazo con sus manos cada una de las finas líneas del cuerpo de Magnus, mientras el brujo seguía moviéndose a placer sobre él. Alec tenía sus ojos cerrados cuando sintió el tirón que hizo Magnus en su cabello obligándolo a subir la mirada a su altura, frente a frente sus ojos se encontraron, Magnus pudo ver lo oscurecido de sus ojos azules, llenos de pasión y en el silencio del momento los labios de Magnus formaron una perfecta y encantadora sonrisa. Alec se perdió en ella, si le sonrió en respuesta o no, no lo sabía, solo necesitaba probar, probar esa sonrisa con sus labios. No estaba consciente del tiempo que duro ese beso, solo de Magnus. De la maravilla de su ritmo perfecto que lo hacía subir al cielo, tocar las nubes suaves y hermosas como Magnus mismo. Alec enterró sus dedos en la cadera del brujo, probo con su lengua su cuello. Alec gimió con fuerza y no pudo más. Se desplomo hacia las almohadas detrás de él y Magnus lo siguió, sus cuerpos alineados tan unidos de todas las maneras posibles se dejaron llevar juntos al éxtasis, gritando y aferrándose a lo que les fuera posible, fueron el pilar uno del otro…
  • 6. Hubo silencio, tranquilo y reconfortante. Alec aun respirando agitado bajo su rostro para buscar el de Magnus que ya lo miraba con gracia, con su barbilla pegada a su pecho. Alec sonrió, acaricio la mejilla del brujo y dijo: -Te necesitaba. Magnus sonrió travieso -Se notó. Alec ahogo una carcajada. –Debo agradecer entonces, por preocuparte en atender mis necesidades. Magnus suspiro con exageración. –De esto se trata una relación. –Dijo honorablemente. –De hacer ciertos sacrificios por quien amas. Magnus no resistió más su propio juego y rio abiertamente. –Así que aquí estaré para seguir sacrificándome por ti. -Te lo agradezco. –Dijo Alec entre risas. Alec cerró su ojos con fuera. –Seguramente nos escucharon en todo el instituto. Magnus entrecerró un poco su mirada hacia el chico. –Cada vez te escuchas más como tú mismo. –Dijo reflexivo al notar la preocupación
  • 7. del chico. –Pero no tienes de que preocuparte. Sin sonidos. Una de las ventajas de ser mi novio, Lightwood. -Prometido. –Corrigió Alec. El pecho de Magnus casi explota de afecto. –Eso es verdad. –Dijo conmovido. –Mi Alec. Mi prometido. –Magnus subió a los labios de Alec. Se besaron ardiente y eufóricamente con todas sus emociones girando entre ellos. Alec se separó para tomar aire. –Magnus. –Susurro. -Lo sé. –Dijo el brujo. –También te eche de menos. * * * * * Alec despertó con la luz del sol en su rostro. Se incorporó tallando sus ojos. La manta rodo sobre su estómago desnudo, de inmediato se dio cuenta de Magnus que dormía pacíficamente a su lado, extendió su mano para acariciar su cabello, Magnus se movió ligeramente pero era evidente que no se despertaría próximamente. Alec sonrió ante su imagen. El chico se abrazó a sus propias piernas. No podía quitar el sueño de Max de su mente. Sálvate. Le había dicho y se preguntó si había una manera de hacer eso. No paso mucho tiempo antes de que recordara lo que había sucedido la pasada mañana, cuando había ido a hablar con su
  • 8. madre y esta le había confesado, de cierta manera, que siempre había sabido lo del demonio. Alec escondió su rostro en sus piernas. ¿Qué tanto sabias? Se preguntó. -¿Cómo te sientes? –Magnus lo sorprendió. Alec giro hacia él y sonrió. –Bien. –Dijo lo mejor que pudo. Magnus lo jalo de su brazo desnudo para que se recostara. Sus rostros quedaron uno frente al otro. -Me asustaste. –Dijo Magnus. –Te desmayaste en casa de Los Carter y no despertaste hasta ayer en la noche. Los Hermanos silenciosos no sabían que te había pasado y tampoco yo note nada malo en ti. Simplemente no despertabas. -¿Dónde está? –Pregunto el chico con tristeza. -Maryse y Robert la interrogaron, o por lo menos eso intentaron, ella no dejo de llorar en ningún momento, la tienen bajo custodia en una de las habitaciones, necesitaban esperar a que se calmara. -¿No les ha dicho nada? –Dijo Alec con sincero asombro.
  • 9. -No. –Dijo Magnus. –Estoy empezando a sospechar que tus padres no tardaren en pedirme un método mágico para hacerla hablar. –El brujo tallo su rostro. Alec no dijo nada. -No tienes por qué preocuparte. –Dijo el brujo enredando su mano en el cabello de Alec. –La Clave se encargara de ella. Alec asintió. Pero el no preocuparse era una petición imposible en ese momento. Alec y Magnus salieron de la habitación. Magnus se las había ingeniado con su magia para hacerse de un nuevo conjunto extravagante. Mientras que Alec estaba vistiendo un traje completo de Cazador de Sombras. – Cualquiera pensaría que esta ropa seria incomoda. –Dijo Alec moviendo sus brazos en círculos. Magnus se acercó a él. –Yo pondría un par de lentejuelas plateadas. –Dijo el brujo mientras acomodaba una de las correas de la equipacion. –Pero Los Cazadores de Sombras nunca han apreciado la importancia de la moda. Alec rio y Magnus se inclinó a besarlo. En ese momento Jace aparecía por el pasillo, de inmediato camino hacia ellos. -Estaba por llamarlos. –Dijo el chico. -Siempre inoportuno. –Dijo Magnus.
  • 10. -Te recuerdo que este no es tu apartamento… Magnus levanto la mano y una pequeña bola de fuego azul se formó en su palma. Jace cambio su actitud en un segundo –Pero eso no significa que no puedas sentirte como en casa, por favor Magnus, recibe nuestra hospitalidad. Alec ahogo una risa, la magia de la mano de Magnus se esfumo. –Te lo agradezco. –Dijo Magnus sencillamente. A Alec le pareció muy extraño ver a Jace intimidado por algo o alguien. Se pregunto acerca de la magia de Magnus y que tan poderoso podría ser. Los chicos observaron a Maryse y Robert Lightwood en compañía de un hermano silencioso. Alec lo reconoció, era el hermano Enoch. Robert siguió su camino con el Hermano Enoch hacia el final del pasillo. Maryse se acercó a ellos. -¿Cómo te sientes? –Pregunto a su hijo. Alec no quito la mirada de la habitación en donde había entrado su padre.
  • 11. -¿Ella esta ahí? –Pregunto como si su madre no hubiera hablado. Maryse asintió. -¿Les dijo ya algo? –Pregunto Jace. -Nada. –Dijo Maryse. –Solo pide hablar con su hijo. Alec dio un paso atrás. –No quiero verla. –Dijo de inmediato. -Y no lo harás. –Dijo Maryse. –No volverá a cercarse a ti. Jace no había escuchado ese tono sobreprotector desde que eran niños. -Encontraremos la manera de que nos diga todo lo que sabe. –Maryse miro por un segundo hacia Magnus. Al brujo no le sorprendió. * * * * * Alec apenas toco el desayuno que Maryse había preparado para ellos. Él miraba fijamente a su plato y movía los alimentos de un lado a otro del mismo.
  • 12. -Inténtalo. –Pidió Magnus. Alec lo hizo lo mejor que pudo. Después del desayuno caminaron de nuevo hacia la habitación de la Señora Carter. Maryse les informo que no había progreso, y reitero su interés en ver a Alec. Esta vez, Isabelle protesto en su nombre. Alec y Magnus estaban sentados en el suelo, en el pasillo fuera de la habitación en donde estaban Los Lightwoods interrogando a La Señora Carter, Jace estaba frente a ellos, recargado sobre la pared con un pie arriba, sus brazos cruzados sobre su pecho. Miraba algo entretenido como Alec tenía en su poder la mano de Magnus y tallaba con sobre interés una de sus uñas intentando quitar el esmalte desgastado. Magnus lo estaba dejando, suponiendo que eso sería mejor que verlo caminar de un lado a otro frente a ellos. Algo que extrañaba de Alec era la serenidad que le recorría aun en momentos de ansiedad. Otro problema era que a Magnus no le gustaba estar en el suelo, era incómodo y no tenía doce años. -Cariño. –Dijo Magnus recuperando su mano y comenzando a levantarse con dificultad, se sentía entumecido. –Deberás de buscar algo más que hacer.
  • 13. Alec dejo ir la mano de Magnus decepcionado, estaba a punto de terminar con esa uña. El chico echo su cabeza atrás. –Mataría por tener mi PSP. –Dijo. Jace y Magnus se miraron y se encogieron de hombros, no tenían idea de lo que hablaba. -En realidad no tenemos que estar aquí. –Dijo Jace. –Podemos hacer algo de mayor provecho en la sala de entrenamiento. -¿Tienes un problema, cierto, Cazador de Sombras? –Dijo Magnus y Jace solo le dedico un rostro aburrido. -Definitivamente será mejor que estar aquí sin hacer nada. –Dijo Jace en su propia defensa. Magnus abrió la boca para responder. -De acuerdo. –Dijo Alec dejando las intenciones del brujo a medias. –Es verdad, aquí no estamos haciendo nada. Alec se levantó con mucha facilidad. Caminaron hacia la sala de entrenamiento. Al llegar al filo de las escaleras principales. Se percataron de una visión muy improbable. Isabelle y Simon habían salido del elevador acompañados por Gwen. Gwen.
  • 14. Alec bajo las escaleras tan rápido como pudo. La chica apenas lo miro y corrió hacia él para abrazarlo. -Hola. –Dijo Alec con entusiasmo. Apenas se percató de la expresión de Gwen, su actitud cambio. -¿Qué pasa? ¿Qué paso? -Nada por suerte. –Dijo Isabelle acercándose. -¿De qué hablas? –Alec se miraba cada vez más ansioso. Busco el rostro de Gwen pidiendo una explicación. Ella suspiro. –Estaba esperando la llamada de mi tío, cuando me di cuenta de un auto que estaciono frente a casa. Espere a que llamaran a la puerta pero no lo hicieron, los sujetos que salieron del vehículo, solo se quedaron ahí mirando hacia la casa, después llego otro auto, y luego otro… -¿Qué? ¿Quiénes eran? ¿Qué querían? -No lo sé. Yo… Me asuste, Salí por la puerta trasera y cuando uno de ellos me miro, me sujeto, me dijo que tenía que ir con ellos. -Dios mío. –Exclamo Alec.
  • 15. -Fue entonces que Isabelle y Simon aparecieron. Ellos dejaron inconscientes a todos ellos y me trajeron aquí. Alec miro a su hermana. –Gracias. –Le dijo. Isabelle le sonrió. –No agradezcas. –Dijo sencillamente. –Me debes y me cobrare. –Dijo sonando petulante y encantadora al mismo tiempo. -Si por su puesto. -Supongo que no se quedaron a averiguar quiénes eran. –Indago Magnus. -No hizo falta. –Dijo Simon. –Los vehículos tenían el símbolo de Pandemónium en los costados. No hubo ninguna señal de asombro. Alec tallo sus ojos con desesperación. Magnus se acercó preocupado y floto su espalda. -Luces terrible. –Dijo Gwen sin apartar sus ojos de los de Alec. –En verdad, te vez enfermo. Era verdad, Alec tenía unas grandes lunas negras bajo sus ojos, sus pómulos resaltaban un poco más por la delgadez de su rostro y su piel lucia más pálida de lo normal.
  • 16. -Estoy bien. –Mintió Alec. –Papá. ¿El? -Salió. Tú lo sabes, se va cada mitad de mes. -Por lo menos por tres días. –Dijo Alec. –Cuando regrese… -Alec paso ambas manos por su cabello con frustración. -Basta. –Dijo Jace. –No son tu problema ahora. Gwen bajo la mirada, era verdad, ella lo sabía así que no dijo nada. Sin embargo Jace no fue insensible ante ella. Se mordió el labio con arrepentimiento. -Debes entenderlo. –Dijo Jace con amabilidad. Gwen se sorprendió, Jace se miraba todo el tiempo como un ser indestructible, fuerte y feroz. Ahora le hablaba mirándose vulnerable. –Alec es mi familia, más cercano que un hermano, debo anteponer su seguridad, protegerlo, por lo menos hasta que sea capaz de protegerse el mismo de nuevo. Gwen asintió lentamente. -Pero eso no significa que no te ayudaremos, -Continuo Jace. –Somos Cazadores de Sombras y debemos proteger a los mundanos.
  • 17. Proteger. La palabra hizo eco en la mente de Alec, llenándolo de una ansiedad abrumadora. Es hora. Le dijo una voz en su cabeza. Debes protegerlos. Era un sonido conocido, demasiado familiar para no darse cuenta, era su propia voz, era él mismo. Era Alec, que había sido empujado y escondido en lo más profundo de su ser, cubierto por recuerdos falsos y ajenos. Pero que seguía ahí, intentando salir desesperadamente para poder proteger a quienes amaba. Algo se encendió dentro de él, el miedo que se había anidado en su pecho desde hace ya bastante tiempo, fue remplazado por coraje. Respiro hondo. –Eso hare. –Le dijo a nadie y giro para caminar hacia las enormes escaleras. -Alexander –Llamo Magnus pero Alec no se detuvo, continuo su camino hasta la puerta de la habitación en donde la Señora Carter se encontraba. * * * * * -Alexander. –Dijo Maryse cuando miro a Alec dentro de la habitación. - Sal de aquí ahora. Alec miro más allá de su madre y vio los ojos de La Señora Carter fijarse en él como alfileres. -Si necesita verme para que hable. –Dijo Alec. Y Maryse lo dudo.
  • 18. Fue entonces que una figura atravesó la habitación entre ellos. -¡Tia! –Exclamo Gwen y se colocó de rodillas frente a la mujer, que estaba en una silla, justo en medio de la habitación, una energía blanca apresaba sus muñecas. –Mi niña. –Dijo la mujer en cuanto miro a Gwen, Ella acerco sus manos apresadas para acariciar el rostro de la niña. Gwen miro de inmediato a sus esposas mágicas. –Tranquila. –Dijo la mujer. –No me lastiman. -Al menos que intente escapar. –Dijo Robert severo. La mujer lo ignoro y ladeo la cabeza para ver a Alec, Maryse se había apartado un poco. Alec también la miraba intensamente. Los ojos de La Señora Carter se estrecharon. –Debes de pensar lo peor de mí. –Dijo, pero Alec permaneció en silencio. –Hace un par de noches soñé con un chico. ¿Sabes? –Continuo. Ella miro a Gwen por un momento. – Tan parecido a ti linda, que… -Volvió a ver a Alec. –Su cabello castaño, sus ojos extraños]k,o pero hermosos, intensos y traviesos. –Las lágrimas surgieron de sus ojos, gotas enormes que corrían por su rostro. La respiración de Alec se aceleró, si no hubiera sido por Magnus que había entrado al igual que Jace y los demás, tal vez no hubiera sido capaz de resistirlo. Alec no lo había mirado pero sabía que estaba ahí, parado detrás de él. Lo sentía. -Yo no… -Continuo la mujer. –Yo no sabía que no eras él. –Dijo para sorpresa de todos. –Te perdí, intente recuperarte, ese era el trato.
  • 19. Recuperar a mi hijo. Y no me importo el precio, ¿Cómo podría? Solo te quería de vuelta. -¿Me perdiste? –Pregunto Alec con voz segura. Técnico, intentando averiguar más. -No estoy del todo segura. –Confeso la mujer. –Son recuerdos nublados, incompletos. Pero. Esa noche, Esa noche la recuerdo bien. Yo hablaba con tu tía por teléfono, Mi hermana y su esposo se habían ofrecido a ir por ti para traerte a casa del campamento. ¿Lo recuerdas? Estabas tan emocionado, habías planeado ir ahí durante semanas… -La voz de la mujer se apagó considerablemente a notar el rostro inexpresivo de Alec. – Ella me dijo que dormías en el asiento trasero del auto, fue entonces que escuche, otro auto acercarse, llovía… y después… no hubo más respuesta. Isabelle fijo sus ojos en Gwen que tenía su rostro pegado a la rodilla de su tía, acababa de revivir la muerte de sus padres. Las autoridades aún no nos entregaban los cuerpos cuando esa misma noche, Belcebú. –Dijo La señora Carter de una manera tan natural que hizo que Alec se estremeciera. –él se presentó ante mí y me dijo que podía traerte de regreso. Él es tu padre. –Dijo y Alec sintió el peso de las palabras como bloques cayendo sobre él. –Cuando piensas en un padre y su hijo, piensas en un lazo inquebrantable, algo que los une inevitablemente. –La señora Carter pareciera estar viendo directamente hacia ese momento. Ella soltó una risa amarga. –Y me engaño de nuevo, justo como aquella noche en que llego a mí con la forma de mi esposo y… y… Le creí. Olvide que era un demonio. Olvide que son incapaces de sentir ninguna especie de sentimiento incluso por sus hijos. –Era casi
  • 20. tangible el desprecio en la voz de la mujer. -Pero cumplió. Al día siguiente tú estabas en el hospital, tú seguías con vida y mis recuerdos de él, de mi hijo. Fueron remplazados con tuyos. -¿Es capaz de contactar a Belcebú? –Pregunto Robert. -No. –Dijo la mujer. – Antes de esa noche. Solo se presentó a mi cuando Alex nació. Cuando me di cuenta que era especial. Especial. Pensó Magnus, no diferente o extraño, si no especial, como una madre amorosa llama a su hijo cuando a pesar de ver una parte no humana en él. Decide amarlo por sobre todo. Magnus odio a Belcebú, eran raros los brujos con suficiente fortuna como para nacer en una familia que lo aceptaría, suficiente tenía con ser hijo de quien era, como para que además, viniera a arrebatarle lo mejor que podría pasarle en su vida. -Miro la desesperación en mí aquella noche, miro la posibilidad de crear un engaño a la perfección. –La mujer miro a Alec. –No sé. –Dijo con pesadez. –No sé, porque te eligió a ti. No sé por qué no solo me devolvió a mi hijo. -Porque lo necesitaba. –Dijo Magnus para sorpresa de todos. –Necesitaba al chico para fortalecer el reino de su amo. -¿Dónde está? –Pregunto la mujer. -¿Dónde está mi hijo?
  • 21. Magnus no aparto la mirada de la de la mujer, pero guardo silencio. Gwen se aferró más al regazo de su tía, ella podía sentir los sollozos que salían de la chica. -No. –Dijo ella. Levanto la cabeza y grito, un sonido desgarrador que penetro la medula de Alec, Alec que miraba el sufrimiento de la persona que amaba como solo puedes amar a una madre. Isabelle miro hacia Alec pensando en que en cualquier momento se abalanzaría hacia la mujer para consolarla. Por el contrario, Alec busco a Magnus y se aferró a su hombro. Magnus lo sujeto e Isabelle respiro tranquila. El hermano Enoch se acercó a la mujer y con un movimiento de su estela la energía que apresaba sus muñecas desapareció. La mujer tomo a la chica en sus brazos y ambas se aferraron la una a la otra para llorar por quienes habían perdido. La habitación permaneció en silencio por mucho tiempo. Fue hasta que La Señora Carter soltó un poco a Gwen, ella limpio sus lágrimas, en un segundo Alec miro a la mujer fuerte, decidida. La misma que siempre había estado en sus recuerdos. -Las Empresas Carter. –Dijo ella. –La empresa de mi padre, es un edificio en La Quinta avenida. –Ella miro a Gwen, cariñosamente tomo su rostro entre sus manos. –Tú sabes dónde, puedes guiarlos ahí.
  • 22. -Nos dijiste que no fuéramos ahí nunca. –Dijo Alec y la mujer lo miro con demasiada ternura. –Es cierto, pero, creo que ahí es donde encontraran al demonio. -¿Cómo es eso posible? –Pregunto Robert. La mujer miro de nuevo a Alec. –La oficina de tu abuelo, la bóveda. Alec movió la cabeza de inmediato, sabía exactamente lo que le decía. – No es lo que aparenta, es… una puerta, no sé cómo explicarlo, te lleva a un lugar diferente, he visto salir cosas horribles de ahí. -Un portal. –Dijo Magnus. -No lo sé. –Confeso la mujer. –Pero es lo único que tengo. Ella miro a Gwen. –Es lo único con lo que podemos ayudarlos. -¿Y por qué? –Pregunto Isabelle. -¿Por qué nos está ayudando? -Porque lo quiero muerto. –Dijo La señora Carter mortalmente. –Quiero que lo conviertan en cenizas, como él convirtió en cenizas a mi hijo. * * * * *
  • 23. Los chicos caminaron lentamente por el pasillo, todo lo que en esa habitación había ocurrido aun corría por sus mentes, como un cuento difícil de creer. Simon y Clary hablaban en voz baja, Simon poniéndola al corriente de lo recién ocurrido. -¿Cuándo iremos ahí? –Pregunto Jace a Maryse. Ello lo miro con duda y Jace entendió que lo que le iba a decir no le iba a gustar. –Debo informar antes a La Clave. –Dijo Maryse. –Es una empresa mundana, no podemos solo llegar e irrumpir, las Leyes también los protegen. -Si podemos –Dijo Jace ansioso. –Te aseguro que podemos. Esperaremos a que la autorización llegue de La Clave. –Dijo Maryse intentando sonar firme. -¿Escuchaste Jace? Jace se alejó de su madre adoptiva sin decir más para alcanzar a sus amigos, mientras ella volvía con La Señora Carter. Seguían intentando asimilar lo ocurrido en silencio. Alec caminaba más lento de lo normal, una de sus manos estaba recorriendo la pared mientras avanzaba, pareciera que estuviera sosteniéndose.
  • 24. -Debemos conseguirte algo de comer. –Dijo Magnus. –Te vez muy débil. Alec le miro sonriendo. Movió su cabeza. –Si así eres ahora. –Dijo mientras golpeaba el hombro de Magnus. –¿Cómo serás cuando nos casemos? Ansiedad inundo el pecho de Magnus. –Alec –Comenzó y Alec supo que algo no andaba bien. –Tengo que hablarte de algo. -¿Te estas arrepintiendo de casarte conmigo? ¿Es por mi traje? Podemos ponerle las lentejuelas que mencionaste. Magnus rio con demasiada ternura al igual que todos en el pasillo. -No. –Continúo lentamente. –Nosotros no… No hemos podido resolver el problema de nuestra boda. -¿Problema? en nuestro mundo tu… tú ni siquiera puedes casarte con Magnus. Recordó. –Oh. –Dijo. -Eres un Cazador de Sombras. –Dijo Magnus. –No hay una ceremonia en la que un Cazador de Sombras y un Subterráneo puedan unirse en matrimonio. La Clave no lo reconoce.
  • 25. Magnus tenía la mano de Alec sujeta con mucha fuerza. –Yo lo siento… -¿Y eso importa? –Dijo Alec asombrando a todos. –Es decir, La Clave no me dirá a quien puedo amar o no, Yo te amo. Eso no lo va a cambiar nada, podría casarme contigo ahora mismo debajo de un árbol, eso no lo reconocerá La Clave pero significaría TODO para nosotros. Magnus cerró los ojos tratando de que sus emociones se calmaran. Era como un dejavu, palabras muy parecidas habían surgido de Alec cuando él mismo había mencionado con mucha naturalidad y simplicidad que ellos deberían casarse. Sabes que es imposible. Le había dicho Magnus. Creí que Imposible no estaba en tu vocabulario, le había dicho Alec en respuesta sonriendo y con ojos determinados. Poco tiempo después Magnus le había dado el anillo como señal de esperanza para lograr casarse. Alec levanto su mano hacia el rostro del brujo. Acaricio lentamente su mejilla. –No me importa La Clave. Solo me importa lo que signifique para ti. Magnus sujeto a Alec por ambos brazos y se aferró a él ocultando su rostro en su cuello. Clary observo la escena conmovida, Jace la había tomado de la mano. Significaría TODO para nosotros. Eso era todo lo que debía importar, Lo que significara para ellos, cada uno de los subterráneos tenían sus propias ceremonias, La Clave no las reconocía porque ellos no eran Cazadores de Sombras, pero eso no significaba que no eran tan validas como cualquiera de las ceremonias que los Nefilims hacían. Pero Alec es
  • 26. un Cazador de Sombras. Era absurdo pensar en que no podía casarse con la persona que amaba solo porque esencialmente no eran la misma especie. Si tan solo hubiera una manera de hacer, de obligar a La Clave para que reconociera su unión, ellos quienes habían pasado por tanto, ellos que merecían ser felices y reconocidos por su amor. Fue entonces que la miro, esa manera irrefutable, La Clave no podía negar las runas del Ángel, Clary era capaz de crearlas y la miro tan firme y poderosa en su mente. Su muñeca se movia en el aire a su costado dibujándola distraídamente. Miro un conjunto de líneas, como una flecha, como las flechas siempre precisas de Alec envuelta en un círculo, como la magia de Magnus cuando lo protegía, se formaron unidas en una imagen integrada, y ahí estaba, la runa de matrimonio entre Cazadores de Sombras y Subterráneos. Clary llevo una mano a su boca asombrada por lo que acababa de ocurrir y lágrimas surgieron de su rostro. Jace la miro medio sonriendo, medio asombrado. -¿Estas bien? –Dijo. Clary seco con velocidad las lágrimas y se recompuso lo mejor que pudo. –Lo estoy. –Dijo. Magnus soltó a Alec solo un poco para mirar a Clary con una ceja levantada. -¿Lo ves? –Dijo Alec divertido. –Hacemos llorar. ¡Nuestro amor es épico! Todos rieron.
  • 27. * * * * * -Pero no fue ese demonio superior. –Dijo La Señora Carter. –Fue Belcebú quien hizo todo esto. -Para satisfacer a su amo. –Dijo Robert. Maryse y Robert le habían explicado como Alec había sido arrebatado de ellos por Belcebú y como ellos nunca habían conocido a su hijo. -Belcebú entrego a su propio hijo a un demonio superior. –Dijo la mujer sombríamente. -Y se llevó al nuestro para tomar venganza. –Dijo Maryse. La Señora Carter miro a su sobrina, muy quieta parada cerca de ella. - ¿Por qué no vas con tu primo? –Le dijo en un modo en que los adultos le dicen a los niños que esta no era una conversación para ellos. Gwen miro a Los Lightwood y luego a su tía. -No lo llamo Mi Primo. –Dijo ella. –Ya no. La Señora Carter le dedico una sonrisa triste. –Lo vi mirándote. Te quiere cerca a pesar de todo.
  • 28. Gwen no pudo refutar eso y salió de la habitación. -¿Por qué lo dejo con vida? –Pregunto La Señora Carter. Maryse y Robert se miraron. –Sabemos cómo se siente. -Dijo Maryse. – Perder un hijo es… -No lo dije por eso. –Dijo La Señora Carter. –Es extraño. ¿Por qué lo quiere aún con vida? Los ojos de Robert se estrecharon con terror. –No lo quiere. –Dijo. * * * * * -No tengo hambre. –Protesto Alec por quinta vez a Magnus que intentaba que comiera una especie de sopa. Ambos estaban sentados en una banca en la sala de armas, Jace estaba frente a ellos haciendo gestos desagradables hacia el recipiente en la mano de Alec. -No es comida, es medicina. -Es sopa. –Dijeron a coro Jace y Alec. ¿Y ahora son parabatai? Pensó Magnus dejando salir aire de su boca.
  • 29. -Te vez enfermo, sin energía, no puedes seguir así. –Dijo Magnus levantando un poco la voz. -Podemos arreglarlo. –Dijo Jace sacando su estela. Alec lo miro y sonrió complacido al mismo tiempo que estiraba su brazo en dirección a su parabatai. -¿Lo ves? Sin sopas. Magnus chasqueo los dedos y el plato con sopa desapareció en el instante. Igual que la paciencia del brujo. -Así podrás entrenar más con nosotros. –Dijo Jace mientras trazaba la runa que brindaba energía. -¿Crees que está en condiciones de entrenar? –Dijo Magnus molesto. -Pronto lo estará. -Jace. Deja de molestar a Magnus. –Dijo Clary desde sus espaldas, ella, Simon e Isabelle estaban haciendo combates en turno. -En realidad es Magnus el que…
  • 30. Alec pateo a Jace en la pantorrilla. -No está siendo comprensivo. –Dijo al final. –Listo. –Presumió Jace. Alec se levantó y miro a su nueva marca con extrañeza. -¿Todo bien? –Pregunto Magnus. -No… No recuerdo que doliera tanto. Jace soltó un bufido. –Una runa nunca te provoco dolor. Alec se tambaleo hacia atrás. -¿Alexander? –Magnus lo sujeto de ambos brazos. -Algo esta… está mal. –Dijo Alec antes de desvanecerse en los brazos de Magnus. -¡Alec! –Llamaron todos a su alrededor. -¿Magnus que ocurrió? –Pregunto Jace mientras el brujo colocaba a Alec amablemente en el suelo, usando su mano para sostener su cabeza.
  • 31. Pequeños rayos de luz azul se movían de su mano al rostro de Alec. Había mucha concentración en su rostro. -No lo sé. –Dijo después de un momento. Clary trazo una iratze en la piel de Alec pero no parecía resultar. Gwen entro en ese momento en la habitación. -¡Dios! –Dijo mirando a Alec en el suelo. –No puede ser, no puede matarlo. -¡¿De que estas hablando?! –Exigió Jace. Gwen miro a todos a su alrededor. Ella estaba en el suelo junto a Alec. – Sus padres y mi tía estaban conversando sobre el demonio, mi tía me dijo que me fuera, pero me quede a escucharlos detrás de la puerta. Ellos piensan que el demonio matara a Alex. Después de eso corrí aquí. ¿Es verdad? ¿Puede hacerle daño? -Puede. –Dijo Magnus, su expresión era dura, como no la había mirado Clary nunca. Jace se puso de pie. –Tomen sus armas, todas las que puedan. –Dijo mirando a su grupo.
  • 32. Isabelle fue la primera en moverse, Simon pudo leer claramente su rostro. No perderé a mi hermano. Los Cazadores se reagruparon después de un momento mientras Magnus y Gwen permanecían a lado de Alec. -¿Ahora qué? –Dijo Clary. -Iremos a Las Empresas Carter. –Dijo Jace. -Se… se supone que deben esperar. –Todos se precipitaron de nuevo al suelo, Alec había despertado. -¿Cómo te sientes? –Pregunto Magnus. Alec no respondió, solo tallo su rostro. -No hay tiempo que perder. –Dijo Jace. -Necesitamos averiguar exactamente en donde es. –Dijo Simon. -Ella sabe. –Dijo Jace mirando a Gwen.
  • 33. La chica asintió de inmediato, se miraba decidida. -Magnus, lleva a Alec a su departamento, ahí estarán seguros. -No. –Dijo Alec en protesta. Alec ya estaba sobre sus piernas con ayuda de Magnus y Gwen. –Necesitan a Magnus, debe ir con ustedes. -No te dejare. –Dijo Magnus. -No tienes que hacerlo. –Dijo el chico. –Iré con ustedes. -Eso es tan absurdo. –Dijo Magnus. -¿Lo es? –Inquirió Jace. –Piénsalo, de nada sirve dejarlo aquí, si de cualquier modo el culpable puede alcanzarlo. -No pueden hacer nada para evitarlo. –Dijo Alec. Él miraba a Magnus y entendió que ese había sido el porqué de su silencio. Ese algo que le estaba ocultando. -Prefiero tenerlo cerca que no tenerlo si algo sucede. –Dijo Jace. Magnus cerró los ojos con fuerza.
  • 34. -Preferiría no tener que quedarme solo. –Dijo Alec débilmente, muy cerca del oído de Magnus. -Nunca. –Dijo el brujo y beso con fuerza su frente. Clary se sorprendió al ver el destello de su nueva Runa parpadeando ante ella, una rápida imagen clara. -Decidido entonces. –Dijo Jace. –Todos listos, iremos a cazar. Continuara…