TRIFOLIO DIA DE LA TIERRA.pdf Perdida libertad y educación social. • Pérdida ...
La propuesta de alec slide
1. -Esto es ridículo. –Alec estaba claramente malhumorado no solo por el
hecho de estar dentro de una tienda departamental sin saber qué
hacer, sino también por ser notado por tantos mundanos a su
alrededor.
-Fue tu idea. –Jace estaba hombro con hombro con su parabatai
graciosamente comiendo un helado, las chicas que pasaban miraban
hacia ellos como si fueran una fuerza incontrolable que atraía sus
miradas.
Alec se noto un poco más furioso. –Pareces estar disfrutándolo.
-Clary me ha traído aquí un par de veces, esta cosa vale la pena. –Jace
levanto la punta del barquillo el cual desapareció en su boca. -¿Y
bien? –Dijo con su voz no tan nítida por su último bocado. -
¿Encontraste algo?
-No.
Jace se compadeció. –Alec no creo que importe mucho…
El celular de Alec sonó interrumpiendo a Jace, era un mensaje:
¿Dónde estás? ¿A qué hora regresas?
Alec lo leyó tortuosamente y guardo el celular de nuevo en su bolsillo.
Jace sacudió la cabeza.
-Si no le contestas inventara un hechizo para localizarte en un mapa.
-Eso ya existe. –Dijo Alec dirigiéndose a la salida. –Se llama rastreo.
-Alec… -Jace seguía a su hermano de cerca. –Le estas dando
demasiada importancia, ¿No lo crees?
Alec se detuvo y entrecerró sus ojos a su parabatai. -¿No lo harías tu?
2. Jace lo considero y finalmente dijo. –Muy probablemente, pero… el
punto es…
Jace nuevamente fue interrumpido pero ahora por su propio celular,
nuevamente un mensaje:
Comenzaremos a entrenar sin ti. ¿Dónde estás?
Jace respondió:
Empiecen. Voy en camino.
Patea el trasero del chico rata por mí.
Jace guardo su celular sin evitar una sonrisa. –Debo irme, tenemos
entrenamiento. ¿Tu...
-Voy contigo. –Alec le interrumpió. Este había sacado su celular y
estaba escribiendo un mensaje ante la mirada de desaprobación de
Jace.
Voy a entrenar en el instituto. Te veo esta noche.
Jace movió su cabeza de manera negativa. –Evitar a tu novio no me
parece una de las mejores maneras de resolver tus problemas.
-Debo entrenar. –Dijo Alec de manera concreta y eficiente.
-A mi me parece…
Jace rodo los ojos al ser interrumpido por tercera ocasión por la
vibración en su bolsillo, era un mensaje de Simón:
Yo no recuerdo haber sido nunca una rata.
Y si inevitablemente debe haber un trasero pateado, ese será el tuyo.
Jace nuevamente rio. –Cazadores de Sombras. –Dijo a Alec fingiendo
cansancio y guardando su celular.
3. -La arrogancia no viene con la sangre de Ángel. –Dijo Alec con burla. –
Esa la copio de ti e Izzy.
-¿Y qué me dices de Magnus? –Protesto Jace.
-Le ayudo a lograr la ascensión. –Dijo Alec defendiendo a su novio. –No
a dar un discurso antes de matar a un demonio. Eso definitivamente
es tú estilo.
-Oh cállate Alexander.
Ambos chicos caminaron a una de las calles principales para tomar un
taxi y dirigirse al instituto, este no había cambiado mucho en los dos
años que habían pasado desde su regreso de Edom donde habían
perdido a Simón, Raphael y Jonathan y solo pudiendo recuperar a uno
de ellos.
* * * * *
-¿Qué pasa contigo? –La voz de Isabelle era severa se dirigió a su
hermano en cuanto la puerta del elevador del instituto se abrió. –
Magnus está preocupado, piensa que lo estas evitando.
-Lo está evitando. –Jace pasó por entre los dos chicos con su sonrisa
burlona.
-Sierra la boca Jace. –Advirtió Alec a su parabatai. –Y claro que no lo
estoy evitando, -Dijo Alec sin convicción. –Vengo a entrenar, eso no
tiene nada de raro.
-Magnus no piensa igual.
Alec se quedo en silencio y sus hermanos entendieron que era tiempo
de cambiar de tema.
4. -Como quieras. –Dijo Isabelle fingiendo una despreocupación que
precisamente no sentía. –Dense prisa, Clary y Simon ya comenzaron a
entrenar. Y en cuanto a ti. –Isabelle extendió su dedo frente al rostro
de su hermano. –Sera mejor que arregles las cosas con Magnus, el fin
de semana iremos de compras y no quiero tolerar el mal gusto que le
secunda cuando esta de mal humor.
* * * * *
La sala de entrenamiento era un lugar amplio e increíblemente
familiar para Alec, las armas habituales estaban sobre los estantes en
las paredes así como las líneas en suelo que trazaban la forma en que
debían moverse los Cazadores mediante una batalla. En medio de un
círculo que te permitía percibir cual era tu alcance de ataque, se
encontraban Clary y Simón recargados espalda con espalda, sentados
cómodamente en el suelo.
Simón había alcanzado la ascensión hacia unos meses, unas semanas
después. Ansiosa y alegremente Clary le había pedido ser su parabatai
algo que para ambos era inevitable. Ahora la runa que los unía
representaba lo que habían sido toda su vida: Más cercanos que un
hermano.
Los Cazadores habían comenzado con su entrenamiento, repentina e
inconscientemente el entrenamiento se había convertido en una lucha
de Clary y Simón contra Jace y Alec, una lucha de parabatais de la
cual los cuatro esperaban ansiosamente conocer el resultado. Estaban
absortos con su batalla en pareja que olvidaron algo importante.
Un brillo cegador atravesó el punto de enfoque de los cuatro chicos
haciéndolos desplegarse hacia atrás precavidamente, los cuatro
observaron atónitos como el látigo de Isabelle regresaba a su lugar en
la muñeca de la chica después de su ataque de advertencia.
-No pienso quedarme aquí parada para ser ignorada.
-Por el Ángel, Isabelle pudiste habernos matado. –Dijo Jace.
5. -Eso fue impresionante. –Dijo Alec sincero, y al sentir la mirada de su
parabatai que le decía: No le des alas, este reafirmo con los hombros
encogidos. –Lo fue.
-Me estoy cansando de su tema: Tengo un parabatai y es mejor que el
tuyo, es muy aburrido, ¿Lo saben?
-Izzy –Dijo Clary sonriendo tiernamente.
-Nada de Izzy –Dijo Isabelle dramáticamente molesta. –No quiero un
parabatai, si lo quisiera lo tendría. Como es siempre que quiero algo.
-No necesitas un parabatai. –Simón camino hacia Isabelle con
seguridad. –Hay personas que nacen para brillar por si solos. –Simón
se acerco y coloco el rostro de la chica entre sus manos. –Y tú, Isabelle
Lightwood. –Dijo mirándola fijamente a los ojos. –tienes un
impresionante brillo propio. –Isabelle y Simón comenzaron a besarse
como si en realidad estuvieran solos en la habitación.
Clary se rio y aparto la mirada para darles algo de privacidad, Jace
cruzo sus brazos sobre su pecho rodando los ojos al cielo y Alec les
dedico una mirada aburrida solo un poco antes de carraspear
fuertemente para interrumpirlos. –Sigamos entrenando. –Dijo el mayor
de los Lightwood.
Pasaron varias horas de arduo entrenamiento en donde Alec ayudo a
Simon con la práctica de arco y flecha y donde Jace les mostro las
nuevas estrategias que había diseñado. Después de haberse terminado
el entrenamiento y asearse, los chicos se reencontraron en el pasillo de
las habitaciones.
-¿Iras a casa ahora? –Pregunto Isabelle a su hermano.
-¿No piensan invitarme a cenar? –Dijo Alec evasivo.
6. -Por su puesto. –Isabelle no se daba por vencida. –Llama a Magnus y
pídele que venga a cenar.
Alec bajo la mirada a sus propias manos. –Tiene mucho trabajo, no…
no quiero molestarlo. –Alec camino por enfrente de sus amigos directo
al comedor dejando a Isabelle increíblemente molesta y frustrada.
La cena fue muy silenciosa, rosando en lo incomodo de lo que estaban
acostumbrados, Maryse estaba a la cabeza de la mesa comiendo
distraídamente mientras toda su atención estaba sobre los papeles que
estaban sobre la mesa al lado de su plato, Clary pensó en que había
preparado una deliciosa cena a sus hijos y sus amigos considerando
que Alec estaba también ahí, pero ahora tenía que recuperar el tiempo
invertido en ello, trabajando durante la cena.
Jace decidió que era momento de romper el silencio y comenzó a
hablar sobre una de sus más recientes estrategias, los chicos al no
tener alternativa siguieron su conversación, todos excepto Alec que
miraba su plato fijamente sin mucha intención de terminarlo, Jace
miro como daba un suspiro pronunciado, volteo hacia los papeles
frente a su madre y tomo la mitad de ellos, Jace sabía que esa era su
manera de distraerse, las responsabilidades y la resolución de
problemas eran sumamente relajantes para Alec algo que difícilmente
entendía pero que le gustaba de su parabatai.
Alec comenzó a escribir sobre los papeles y una vez que los devolvió su
madre los reviso y con una sonrisa llena de orgullo coloco una mano
sobre la de su hijo mayor. –Gracias hijo. –Dijo con satisfacción al ver
la ayuda que este le había dado. –Me gustaría hablar contigo, ¿Te
parece que nos veamos en la biblioteca antes de irte?
-Claro. –Dijo Alec despreocupado. A ninguno de ellos les sorprendió,
ya que Alec y su madre pasaban mucho tiempo resolviendo asuntos no
solo del submundo de Nueva York si no de los Nephilim en Alicante y
en ocasiones el Inquisidor y La Cónsul que naturalmente eran
cercanos a los responsables del instituto de Nueva York. Le pedían
ayuda y consejo tanto a Alec como a Magnus.
7. Al entrar a la biblioteca de inmediato Alec se percato de que su madre
había dejado de lado pendientes para ir a preparar la cena, era claro
por como los papeles resaltaban del escritorio al final del enorme
salón, Alec se acerco a ellos y levanto uno para examinarlo.
-¿En que estas trabajando? –Pregunto curioso. -¿Necesitas ayuda?
Al no recibir respuesta giro su cabeza para buscar a su madre la cual
estaba sentada en uno de los sofás que se encontraban frente a la
chimenea, esta lo miraba con algo que parecía una sonrisa.
-¿Por qué no vienes y te sientas Alexander? –Maryse señalo el sillón
frente a ella.
Alec estaba cada vez mas extrañado por el comportamiento de su
madre. -Pensé que…
-Alexander, -Comenzó su mamá. –Siempre has sido una persona que
sabe lo que quiere.
Alec sabía que eso no era del todo cierto. –Realmente no pienso así de
mí. –Dijo sincero.
-En ocasiones se te dificulta darte cuenta de que es lo que quieres. –
Dijo su mama que estaba preparando un par de tazas de té, con calma
pero con mucha maestría sobre la pequeña mesa que estaba a su lado.
–Pero cuando te das cuenta de ello. –Maryse extendió una de las tazas
hacia su hijo. –No hay poder humano que te detenga para conseguirlo.
–Maryse sonrió, Alec pensó que sus pensamientos habían viajado
hacia atrás al pasado. –Así has sido desde pequeño.
-¿Esto es una especie de reclamo? –No lo dijo con molestia sino con
curiosidad.
-¿Reclamarte por una de tus mas grandes cualidades? Nunca.
8. -Madre…
-Le pregunte a Jace acerca de lo que te ocurría. –Dijo Maryse después
de dar un sorbo a su te. –No estoy segura si él no lo sabe o si su
lealtad hacia ti es mayor que lo que quisiera decirle a su propia madre.
-Jace no…
-No estoy molesta con él, -Se apresuro a decir Maryse para calmar a
su hijo. –Pero tenía la esperanza de que me facilitara las cosas.
-¿Con respecto a qué?
-A saber lo que te ocurre, a ayudarte.
-No me ocurre nada. –Dijo Alec y bajo la mirada.
Maryse era una de las personas que sabía lo terrible que era Alec
mintiendo. En ese momento el celular de Alec sonó con un mensaje:
Espero la estés pasando bien con tu familia, ¿Cómo va el
entrenamiento? ¿El chico rata se comporta? En fin, solo quería saber:
¿Te veré esta noche?
Alec no pudo evitar sentirse extraño con esa última pregunta, ¿Te veré
esta noche? Alec y Magnus no habían pasado una noche separados
desde hacía dos años, Alec había dicho que quería pasar cada hora del
resto de su vida a su lado, a lo que Magnus le respondió que harían
que cada día contara. Un dolor profundo se apodero y se anido en su
pecho, la manera actual de comportarse no era exactamente la mejor
manera de cumplir la promesa que había hecho a Magnus. Pero a
pesar de que su relación definitivamente estaba pasando a otro nivel,
no había hecho nada para darle a Magnus la seguridad y el derecho a
su tiempo, hasta ahora eran novios y solo eso. Alec tallo sus ojos y
guardo su celular sin responder al mensaje. Maryse tuvo suficiente del
dolor de su hijo y se puso de pie.
9. -Bien –Dijo enérgicamente y se acerco a la repisa sobre la chimenea. –
Espero y esto ayude.
Alec aun aturdido por el mensaje miro hacia lo que su madre le
extendía: Una caja pequeña forrada de una suave tela en donde la
runa de matrimonio en un tono dorado se vislumbraba en una de las
esquinas inferiores y el símbolo Lightwood posado en otra esquina
superior.
Alec no la tomo, solo miro a su madre esperando una explicación.
-Es lo que estabas buscando, ¿No es así?
Alec entendió lo que eran -¿Cómo lo supiste? –Pregunto Alec
sencillamente. –No se lo dije a nadie, solo a Jace pero…
-Soy tu madre Alexander. –Maryse se miraba incluso ofendida por las
dudas de su hijo. –En ocasiones las madres sabemos este tipo de
cosas, en fin, -Dijo Maryse y su tono cambio de uno tierno a uno de
practicidad. Actuaba de nuevo como la directora del instituto. -¿Te
parece que organice una cena para mañana? Debes entonces tu
hacerte cargo del anuncio.
Alec trago saliva, había querido esto desde hace tiempo pero ahora que
lo miraba tan cerca como la noche siguiente se pregunto si podría
hacerlo –Claro. –Dijo y tomo la caja.
Maryse sonrió al ver los nervios expuestos de su hijo, se acerco a él y
tiernamente coloco su mano sobre la mejilla del chico. –Lo harás bien.
–Dijo con los ojos brillando y comenzó a caminar hacia el escritorio
aclarando su garganta. –Ahora –Dijo. –Quisiera que me ayudaras con
un par de asuntos, tu…
En ese momento Jace entro precipitadamente a la biblioteca.
–Hay problemas, -Advirtió, estaba claramente armado y listo para
atacar. –llego un mensaje de fuego, una decena de demonios están
10. causando problemas a mundanos que intentaron hacer una
invocación.
-¿Donde? –Pregunto Maryse.
-Un edificio abandonado cerca del Dumort. Lily la líder fue la que
envió el mensaje.
Maryse levanto el rostro dando un fuerte suspiro y finalmente dijo: -
Tengan cuidado.
* * * * *
El edificio era lúgubre hasta los cimientos, no quedaba rastro de que
alguna vez haya sido habitado o funcional, las ventanas entablilladas
no dejaban dar paso a las luces de la ciudad al otro lado de la calle.
Alec sostenía su luz mágica diestramente con una mano mientras que
con la otra sujetaba una daga seráfica que iluminaba su rostro con su
luz brillante y ardiente, lista para cumplir su propósito, Alec siguió un
rastro en el suelo, un rastro que pudo haber sido dejado por un
animal del tipo molusco, la sustancia en el suelo era desagradable e
incluso con un olor repulsivo, por sobre los pocos muebles que aun se
encontraban en el lugar Alec noto una figura moviéndose torpemente,
este acelero el paso y se dirigió sin titubear hacia la misteriosa
presencia, cuando su luz mágica le permitió visualizar claramente al
demonio se pudo dar cuenta de la desagradable criatura, el cual no
dudo en atacar al Nephilim dejando ir su viscoso cuerpo en su contra,
Alec se aparto sin problemas y dio un paso hacia atrás para alejarse
del ahora un poco más molesto demonio, Alec precavido levanto su
daga intentando incitar al demonio el cual tomo la invitación muy en
serio, el demonio viscoso arrojo un gruñido al cielo y se abalanzo
contra Alec el cual solo se dio vuelta e inicio una carrera hacia el fondo
del edificio pasando por todo lo largo de este, conforme corría se
percataba de las presencias que una a una se unían a la persecución,
Alec atento a no ser alcanzado y no tropezar en el oscuro lugar, llego
finalmente a una habitación sin salida en donde se quedo quieto,
mirando de frente a los ahora múltiples atacantes y esperando que
11. decidieran atacarlo, no paso mucho tiempo antes de que esto
ocurriera, una sonrisa atravesó el rostro del Nephilim, al parecer había
logrado su objetivo pero esto termino en el segundo siguiente que
sorpresiva e inesperadamente una red de energía azul se poso frente a
él haciendo que los demonios al haber colisionado violentamente con
ella se desplegaran haciendo que varios de ellos salieran huyendo del
lugar.
Alec se quedo congelado con la boca abierta al ver lo que acababa de
ocurrir y aun más al ver a la figura frente a él.
-¿Magnus? –Dijo completamente perplejo.
Magnus se acerco apresuradamente hacia él y lo tomo por lo hombros.
-¿Estás bien?
-¿Qué haces aquí?
-Alexander te hice una pregunta, ¿Estás bien?
-Um… si… ¿Qué…?
-Por el amor de dios. –Magnus parecía estar examinando cada
articulación de Alec. -¿Qué fue eso?
-Es lo que yo quisiera saber. –Jace y los demás estaban detrás de
Magnus este giro hacia ellos.
-¿Dónde demonios estaban? –Exigió el brujo. –Esto no es exactamente
trabajo en equipo a mi parecer.
-Ocultos. –Dijo Clary dejando a Magnus un poco más molesto.
-Me disculpo entonces. –Dijo Magnus desbordando sarcasmo. –De
haberlo sabido…
-Lo echaste todo a perder brujo. –Dijo Jace.
12. Clary sonrió, Simón se encogió de hombros había pasado suficiente
tiempo junto a Magnus los pasados meses como para estar consciente
del inmenso poder y la malicia de este cuando se trataba de hacer
pagar las insolencias, sabía que Jace le temía hasta cierto punto, pero
Jace era temerario no solo al cazar, también al enfrentarse al novio de
su parabatai.
Magnus por fin soltó a Alec para fijar sus ojos sobre los astutos de
Jace. -¿Y podrías por favor explicarme de que hablas? –Dijo
claramente pidiendo a su ser la paciencia suficiente para no hacer
aparecer a Jace en pleno Central Park vistiendo un adorable vestido
victoriano con encajes y lentejuelas.
-Mi estrategia. –Dijo Jace como si eso lo explicara todo. –Si nos
hubieras dejado hacer nuestro trabajo ahora todos esos demonios
estarían hechos polvo a nuestros pies y no dispersos por todo el
edificio.
Magnus entrecerró los ojos hacia Jace, Alec decidió intervenir. –
Carnada –Dijo a Magnus, -Intentábamos reunirlos aquí para matarlos
a todos y…
-Ahorrar tiempo, -Dijo Jace. –Ahora por el contrario tenemos que ir
detrás de ellos.
Magnus miro hacia Alec el cual se miro sorprendido –Y supongo que
estas bien con el aspecto de andar por ahí ofreciéndote de carnada,
¿no?
-Mi turno era el siguiente. –Dijo Simón.
-Después el de Clary. –Dijo Jace y sintió el pequeño golpe de su novia
en su hombro.
Alec distraídamente estaba tomando una daga de su tobillo. –No es
para tanto… –Comenzó pero no dijo más al percatarse de la furiosa
13. mirada de Magnus. Alec solo cerró la boca y levanto las manos en
señal de: Olvídalo, no dije nada.
Isabelle intento ayudar a su hermano. –Aun hay demonios por aquí,
por si lo han olvidado.
-No tiene caso. –Dijo Jace y se notaba frustrado. –No falta mucho para
que amanezca, lo dejaremos para mañana.
Mañana, recordó Alec. Mañana por la noche. Inconscientemente metió
la mano al bolsillo de su chaqueta y sujeto con fuerza la caja que su
madre le había entregado.
Debes entonces tu hacerte cargo del anuncio. Las palabras flotaban de
un lado a otro dentro de su cabeza.
-¡Alexander! –Jace levanto la voz para despertar a su hermano. -
¿Sigues con nosotros? ¿Estás de acuerdo o qué?
Alec parpadeo. -¿De acuerdo con qué?
-Por el Ángel, -Jace tallo entre sus ojos con frustración y cansancio. –
Olvídalo. Ve a casa, mañana tal vez podamos cazar algunos demonios,
ya saben, Cazadores de Sombras. –Dijo haciendo énfasis en el titulo. –
Solo para variar.
-Estas de un encantador humor. –Dijo Simon guardando la espada
seráfica que Magnus le había regalado el día de su ascensión la cual
dejo de brillar al caer ágilmente sobre la funda que colgaba de su
espalda. -¿Puedo acompañarte a tu casa? –Simon levanto su luz
mágica para poder ver con más claridad el rostro de Jace, el cual solo
levanto su mano para hacer una seña digna de cualquier presidiario.
* * * * *
Sonido de llaves inundaron el apartamento de Brooklyn al llegar
Magnus y Alec y avisaron a Presidente que se acerco a ellos para
14. recibirlos con su ya común frotamiento felino entre sus tobillos.
Magnus pareció ignorarlo mientras se adentraba a su hogar haciendo
flotar su abrigo hacia una percha en la pared y entrando a la cocina
sin escalas y sin decir una palabra. Alec se quedo parado en la sala.
-Um… tomare una ducha. –Dijo esperando una contestación que no
llego y que le advirtió sobre el nivel de enfado de Magnus. Alec mordió
su labio con descontento y entro a la cocina.
-¿Tan molesto estas?
Magnus que parecía estar buscando algo en el refrigerador rompió por
fin el silencio. -¿De qué hablas? –Dijo secamente.
-Acabo de decir que tomare una ducha.
-Y te escuche.
-cuando digo eso, por lo general te diviertes diciendo algo
increíblemente vergonzoso como: Yo puedo encargarme de eso o
enseguida te ayudo.
Magnus dejo de fingir que buscaba algo en el refrigerador y finalmente
miro hacia su novio. Alec tenía que admitir que no era lo que esperaba
o quería pero era algo.
-Sí. –Admitió Magnus con cansancio. –Pero eso era cuando estaba
seguro de que no sería rechazado. –Magnus cerró el refrigerador con
fuerza. –Ahora no lo estoy.
-¿Rechazado? ¿Por qué dices algo así?
-Dímelo tú.
-Magnus…
15. Magnus pareció haber tenido suficiente y regreso a la sala, como si eso
le diera tiempo y espacio de escapar de lo que parecía inevitable, no
quería esto, no quería presionar a Alec, pero definitivamente deseaba
saber lo que pasaba. ¿Acaso todo lo ocurrido entre ellos había sido tan
intenso que estaba llegando a su fin? Como lo haría una llama
poderosa que inevitablemente hubiera consumido todo combustible a
su paso. Magnus sabía que era posible, lo había experimentado hacia
cientos de años con un antiguo amante con un rostro ya casi olvidado.
Sabía que amar a Alexander de la manera que lo hacía no implicaba
que él lo hiciera también, algo que también había experimentado antes
en múltiples ocasiones. El amor no correspondido era parte de la vida,
y más aun de una vida tan extensa como la suya.
Y ahí estaba con el amor de su vida frente a sus ojos y preguntándose
si realmente es el amor de su vida.
-Magnus… -Insistió Alec al seguirlo a la sala. –Yo no…
-Solo… -Magnus paro a Alec levantando una de sus manos y
deteniendo lo que fuera que quería decir. Alec no lo noto enojado si no
triste. –Si hice algo mal. – Dijo para asombro de Alec y no recordaba
haber visto a Magnus nunca así. Suplicante. –Dímelo y lo remediare,
lo intentare. Alexander…
Alec levanto ambas manos, ahora él detuvo a Magnus. -¿Algo mal?
Para nada. Tú… es decir… lo has hecho todo bien, espectacular. –Dijo
devastadoramente sincero. –Me has dado los mejores años de mi vida.
Creí que lo sabías.
-Lo creía. –Confeso Magnus y por un momento quiso escapar de
nuevo. Habían sido décadas de endurecimiento, de no permitirse
mostrarse ante los demás. Novio o no, nunca entregaba o mostraba
más de lo que quería o estaba dispuesto a perder al perder a ese ser al
cual había dado algo de él. Hasta ahora que Alec le mostraba su
sinceridad abrumadora a la que quería responder con mas sinceridad.
–Yo creí que éramos felices. Yo soy feliz, o lo era.
16. -¿Lo eras? –Alec se miro aterrado por un momento.
-Hasta hace unas semanas. –Dijo Magnus. –Comenzaste a evitarme, a
no querer conversar conmigo a no incluirme en tus días.
-Yo no intentaba nada de eso. –Dijo Alec y Magnus miro la verdad en
sus palabras.
-Tal vez no, pero…
-Magnus –Dijo Alec y lo tomo de una de sus muñecas. Para alguien
que había vivido cada día a lado de Alexander difícilmente se hubiera
dado cuenta de los cambios que este había obtenido, Alexander había
crecido tal vez dos centímetros, y su cuerpo estaba lentamente
dejando atrás el de el adolescente para dar paso a un joven fornido e
increíblemente atractivo, estos cambios podrían pasar desapercibidos
para cualquiera pero no para Magnus, ya que era algo que amaba
ocultamente y disfrutaba día a día –Quiero decirte algo, lo he
intentado por semanas pero… Es algo importante. Y…
-¿Quieres volver al instituto?
-¿Qué?
-Ese ha sido tu hogar siempre. –Dijo Magnus democráticamente. –En
realidad no veo porque no podemos detenernos, retroceder un poco. Si
quieres tener un poco más de libertad… Alexander, no tienes que vivir
conmigo si no lo quieres.
Alec se quedo en pausa por un momento No tienes que vivir conmigo si
no lo quieres. Las semanas pasadas llegaron a él como una visión en
cámara rápida, su comportamiento había llagado al punto de hacer
pensar a Magnus exactamente lo contrario de lo que deseaba, llego a
la conclusión de que había sido un verdadero idiota. Algo que debía
remediar cuanto antes.
17. Sin soltar su agarre de la muñeca de su novio Alec saco de su
chaqueta la caja para que este la mirara.
-¿Qué es? –Pregunto Magnus.
Alec respiro profundo y liberando a Magnus abrió la caja mostrando el
anillo que estaba dentro.
Magnus perdió el aliento por un instante pero con la experiencia que
lo inundaba se obligo a sí mismo a volver abruptamente a la realidad,
alejando todos los sueños que surgieron espontáneamente al ver el
anillo en la mano de Alec.
-Es un regalo muy bonito Alexander. –Dijo Magnus precavido. –Pero,
¿no crees que podría malinterpretarse?
Alec sonrió un poco por la no tan obvia propuesta pero se resigno a
continuar por el ya no tan impactante camino.
-Supongo que la sutileza no es algo que quieras de mi ahora ¿Cierto?
Los ojos de gato verde dorado de Magnus se abrieron a su máxima
capacidad en el momento en que miro a Alexander bajando al suelo,
colocándose sobre una de sus rodillas y levantando la caja con el
anillo dentro hacia él ofreciéndoselo. Sus ojos tan brillantes como las
mismas estrellas, su expresión ansiosa y segura al mismo tiempo.
-Magnus Bane –Dijo Alec con su voz ahora ya no tan de niño que
había escuchado por primera vez hacia más de dos años al conocerlo.
-¿Me harías el increíble honor de convertirte en mi esposo?
Magnus bajo hacia sus rodillas para poder tener el rostro del chico
más cerca del suyo. –Alec –Murmuro sin poder decir otra cosa y
enredando los dedos de ambas manos en el cabello del chico.
-Recuerdo ese día. –Dijo Alec. –En esa azotea, en Alicante cuando me
diste la primera entrega de tu vida escrita por ti. Recuerdo lo que me
18. ofreciste con ella. Tu pasado, tu futuro y tu vida. Magnus. Quiero más.
Quiero ser parte de tu historia. Quiero que escribas de mi dentro de
cientos de años y que entre esas palabras puedas llamarte mi esposo,
puedas escribir sin ninguna duda que el tiempo que hallas pasado
conmigo hayan sido los más felices de tu existencia, no es mucho lo
que puedo ofrecerte, seré viejo y moriré y mi vida será un suspiro al
lado de la tuya pero entonces, solo me queda entregarte todo, todo lo
que soy y todo cuanto seré y esta es mi manera de iniciar con eso.
Magnus estaba perdido en el momento, entre las palabras y en cada
facción del rostro de Alec, tatuando cada aspecto en su mente y su
corazón.
-Ese poema. –Continuo Alec. -Lo escribiste entre las paginas pero no
estaba muy seguro del porque “Que era la mitad de su alma, -Alec
comenzó a recitar con maestría, dejaba notar la cantidad de veces que
seguramente lo había leído. –“Porque yo creí que la mía y la suya
habían sido una sola alma en dos cuerpos. Y por eso me causaba horror
la vida, porque no quería vivir a medias y como dividido, y por eso quizá
temería el morirme, porque no muriese de todo punto aquel a quien
había amado tanto”.
-Confesiones. Libro IV, San Agustín. –Dijo Magnus dejando claro que
sabía de qué poema se trataba pero con la duda aun en su rostro.
-Ahora lo sé. No era de mí, lo escribiste porque es así como crees que
te sentirás cuando yo me valla. –Magnus bajo la mirada, pensar en la
despedida dolía sin importar el tiempo que faltaba para eso. –Pero lo
sabes, ¿Cierto? Sabes que tener a quien amas y después perderlo vale
la pena tan solo por el hecho de haberlo tenido, ¿No es así? Déjame
demostrarte que así es, te prometo que hare que cada día valga la
pena.
-Alexander –Magnus ya tenía sus brazos atravesando la espalda del
chico con fuerza y sin ninguna intención de soltarlo.
19. -“Y por eso quizá temería el morirme, porque no muriese de todo punto
aquel a quien había amado tanto”. –murmuro Alec en el oído de
Magnus. –Debo convertirme en parte de tu ser, para que sientas que
viviendo tu, lo hare también.
Magnus se aparto un poco para poder ver el rostro de Alec. –Oh mi
amado Alexander, ¿Cuándo te volviste tan sabio?
-En lo absoluto –Sonrió Alec apenado. –Solo dije lo que quería decirte.
Magnus se abalanzo de nuevo sobre los brazos de Alec. –Y yo aquí sin
poder decir palabra alguna.
-Quisiera que dijeras una sola.
Alec se aparto un poco y sostuvo el anillo de nuevo frente a Magnus.
Este se conmovió abrumadoramente y cedió su mano para que Alec
colocara el anillo. -¿Esto es un Si? –Pregunto el chico tímido.
-Definitivamente Alexander. –Dijo Magnus con gracia. –Esto es un
total y absoluto Si.
(*_*)/
MayGraciela♥