Tercera y última parte de Amores Urgentes, un relato erótico en el que todo es algo diferente a lo que uno podía imaginar. Un alegato contra el prejuicio.
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Amores Urgentes III
1. 20:15 h miércoles 28 de un día de primavera.
Suena un móvil. El taxista activa el manos libres y contesta esgrimiendo una
sonrisa en la boca.
—¡Hola cariño!
—¿Qué tal?
— Uff, increíble
—¿Has acabado ya tu turno?
—Sí, estoy yendo para el barrio. ¿Tú dónde andas?
—En el Angel Caído
—¿Te recojo en Menéndez Pelayo a la altura del Paseo de Uruguay?
—Vale, perfecto, estaré allí en 5 minutos
El taxista se dirige al punto de encuentro y aparca . Al rato se abre la
puerta delantera del coche y se sube a él una chica preciosa, de unos 25
años que viste vaqueros y zapatillas y lleva una gran bolsa en la mano.
Sin mediar palabra con él le da un largo y sensual beso.
—Cariño, hoy si que te has superado. Esta sinceramente no me la
esperaba. Me ha costado reconocerte y la verdad es que iba cagado de
miedo . ¡Ha sido muy excitante, tía!
2. —¿Y qué has sentido cuando te la estabas cascando delante de las
tías esas?
—Me he imaginado que una de ellas eras tú.
—¿Ah si? ¿Te gustaría que fuera bollera?
—No sé, hay algo en la forma de hacérselo entre dos tías que me
pone mucho…
—¿Te gustaría hacer un trío entonces?
—¡Jo, tía, no me lo digas dos veces!
—¿Y si a mi me molara hacérmelo con dos tíos? ¿Te apuntarías?
—¿Pero en plan activo?
—Claro, a mi también me mola ver a dos tíos dándose por el culo.
—¡Estás muy salida, tía!
—Pero, ¿lo harías por mi o no?
—No sé si no estamos yendo demasiado lejos…
—Todo es cuestión de proponérselo.
—Eres perversa…Me vuelves loco…¡Ven aquí, que te voy a comer
entera!
—¿Sabes una cosa? Tú como estabas a lo tuyo no te has dado cuenta
de un detalle.
—¿Cuál?
3. —Que no estábais solos los tres
—Ya claro, estabas tú mirando
—No, no, aparte de mi había otro
—¡No jodas! ¿De verdad? ¿Y quién era?
—No sé, era un tío pero parecía una tía. Tenía el pelo teñido de rosa e
iba vestido de tía.
—¿Un travesti, entonces?
—Sí, eso es.
—¿Y qué hacía?
—También se la meneaba mientras estaba escuchando música por el
móvil.
—¡Qué fuerte! ¿no?
—Además parecía que estuviera llorando
—La peña está muy mal, de verdad…
—Anda, que quién fue a hablar…
— Oye—le susurró el taxista al oído y mordisqueándole la oreja al
mismo tiempo—¿y tú qué me vas a hacer para cenar?
—Pues no sé…¿qué te parece unas vieiras al horno?
—Uyyy, ¡qué ricas! Y con queso fundido por encima…
—Si te portas bien, igual hasta te dejo comerlas en la cama
—¡Guau! ¡Vaya planazo! Vámonos a casa cariño, que te voy a hacer
una exploración anatómica que te cagas. Te voy a sorber las vieiras
en…