2. Sueña el rey su grandeza
a veces con tal fortaleza
que toca el cielo con las manos.
Y al siguiente momento
el martillo del cantero
reduce su quimera a su tamaño.
Viene tras él el escultor presto
a recoger del sueño los restos
Cincela,
talla
desbarata
lo que el rey anhela.
Coloca una tras otra en el tablero
las piezas pulidas, labradas.
Ya puede comenzar
la brillante partida de los deseos.