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Universidad Central de Venezuela – UCV
Facultad de Arquitectura y Urbanismo – FAU
Doctorado en Arquitectura




              Seminario: Técnica y Meta-Técnica.

                      Trabajo Final del Curso

FUE UN GUSTO LEERLO. PARA ESTO UNO OFRECE UN CURSO. NO TENGO
OBSERVACIONES



Profesor: Alfredo Vallota




Estudiante: Darío Álvarez




Tema: Don José Ortega y Gasset, su “Meditación de la Técnica”
Julio – septiembre de 2007

Justificación


Durante el Seminario navegamos, a manera de viaje, por las ideas e implicaciones
sobre la Técnica presentes en los Filósofos Ortega y Gasset, Heidegger, García
Bacca y Mayz Vallenilla, bajo la guía experta del Doctor Vallota al timón;
acostumbrado a la experiencia de cursos anteriores con el mismo Profesor, sabía
que para finalizar el Curso debería presentar una monografía o trabajo final, que a
priori visualicé como un escrito sobre la lectura de Mayz Vallenilla y su importante
aporte al pensamiento a través de la meta-técnica: siendo común la tendencia de
aprovechar los avances en las materias como pequeños escalones en el
desarrollo del Doctorado en Arquitectura, el “ir-mas-allá-de-la-técnica” sugerido por
la expresión meta-técnica, a primera vista me resultaba de perlas para continuar
trabajando las ideas que pretenden orientar mi investigación sobre el nuevo oficio
del arquitecto en la era digital.


Pretensión reforzada con la lectura del programa seminarial que ofrecía atender
“…principalmente la propuesta de Mayz Vallenilla acerca de la meta-técnica como
un modelo de la sociedad que podría desarrollarse en el siglo XXI y cuyos indicios
ya están entre nosotros…”


Hasta aquí, todo perfecto. Tan ideal como los amores a primera vista, pero como
muchos de esos enamoramientos repentinos: duró hasta que la sumatoria de
pequeñas imperfecciones acumuló tal energía que me hizo huir de aquel objeto de
adoración inicial. El seguimiento del Seminario me deja como aprendizaje que
poco o nada sabía de la Técnica (más concretamente que nunca acostumbraba a
reflexionar sobre el tema y que mis ideas respecto a la Técnica eran pobres o
nulas)


Aún más grave al aceptar que ni tan siquiera había rasgado la superficie del
pensamiento técnico y ya pretendía escalar las alturas de la meta-técnica, material


                                                                                   2
aun en desarrollo, con enorme y posiblemente aún inusitado potencial, muy lejos
todavía de ser explotado eficientemente. Mi aterrizaje de emergencia no se hizo
esperar.      Ya en terreno firme, recuperándome de los daños causados por mi
complejo de Ícaro, debo atender sin más dilaciones mi necesidad de regresar a las
fuentes, a las ideas primordiales, partiendo del intentar comprender ¿qué es la
técnica?, para lo cual asumo la conveniencia de entregarme a la lectura de un
viejo conocido: Ortega y Gasset.




Elogio de Ortega

Como porteño me resultó muy frecuente escuchar el nombre de Ortega durante mi
infancia: Ortega y Gasset en el colegio, en la televisión y la prensa, “el viejo
Ortega” más de una vez mencionado en los programas de radio 1; parecía estar
por doquier, su huella fue profunda en la Argentina del pasado siglo, pero en mi
mente infantil lo percibía distante, inalcanzable, mayormente por las resonancias
del término “filosofía” que me resultaban oscuras, herméticas, sólo comprensibles
para iniciados. Hasta que entre libros de Verne y Salgari (en tiempos que las
bibliotecas todavía podían prestar libros en la certeza que serían devueltos en
decente integridad) cayó entre mis manos la “Rebelión de las Masas” – no
recuerdo muy bien como ni porque, aunque no sería extraño atribuirlo a una tarea

1
  Eran muchas las figuras de la radio argentina en los setentas, pero la voz que más recuerdo citando “al viejo
Ortega” es la del locutor Antonio Carrizo, aun activo por la misma emisora AM, Radio Rivadavia,
http://www.rivadavia.com.ar (agosto de 2007) Carrizo surgió en la era en que reinaba la radio – sin
interferencia de la ahora omnipresente televisión - , época en que lo que hoy conocemos como locutores eran
llamados por su denominación inglesa de “speakers”. Por referencias supe que Carrizo fue el primero de
estos speakers – locutores en leer sus libretos directamente al aire, con claridad y precisión, de manera natural,
evitando engolamientos de la voz tan frecuentes por aquellos días, y lo más importante, sin los acostumbrados
ensayos previos : con todo esto creo escuela, y fue para nosotros, los oyentes, un modelo de “hombre culto”,
ejemplo del ciudadano formado en la primera mitad del siglo XX en que Argentina era primer mundo, donde
vivió Ortega y era leído con asiduidad en la prensa nacional – junto a otras destacadísimas plumas, muchas
también provenientes del duro exilio español a quien La Reina del Plata recibió con los brazos abiertos.
Disquisición adicional que mi paranoia temporal no me permite dejar por fuera de este escrito: el programa
radial de Antonio Carrizo en los setentas se llamaba “La Vida y el Canto”, pero en la conversación diaria yo
solía mencionarlo como “La Vida y el Tango”, no tanto porque su musicalización contuviera cantidad de
piezas del género rioplatense por excelencia, sino porque en mi corto entender, al interior de mi universo
infantil, el Tango era compendio de la Vida, creía firmemente ya por entonces que nada en la Vida es temática
ajena al Tango, situación que reafirmo en mi existencia adulta.


                                                                                                               3
escolar de esas que imponían “leer un libro a la semana y escribir sobre el”-.
“Rebelión” que en mi pensamiento de por aquel entonces tuvo ecos de
“revelación”:   la filosofía, al menos de la mano de Ortega, si eso era lo que
llamaban así, no era criptica ni obscura, tampoco pesada, más bien el librito
termino siendo de estos que al tomarlo uno lee de principio a fin sin detenerse, con
auténtico placer por la lectura, encontrando ecos en las cosas que uno veía a
diario y cuya razón no entendía o simplemente que uno no había analizado (y
porque no decirlo: tampoco contaba uno con elementos suficientes para hacerlo)


Descubrir al “hombre masa” en la convulsa Argentina de los setentas me resultó
revelador e incluso, perturbador: ¿cómo este hombre, este tan español Ortega, de
tan castillo castellano, se adelantó décadas a lo que estábamos viviendo y lo pudo
explicar de manera tan comprensible, con prosa tan elegante, digna de envidia? –
aún hoy quisiera poder escribir con una fracción de la calidad y claridad que el
autor exhibía en sus razonamientos. Amaba a mi idioma (tal vez herencia de mis
padres inmigrantes, hijos de la Guerra Civil, quienes a corta edad pusieron en mis
manos “El Quijote”) y Ortega me hizo redescubrir la fuerza y belleza del castellano.


Ya mayor, en Venezuela, en tiempos que la internet aun era tierra de
elucubraciones propias de la ciencia ficción y en que las lecturas se limitaban a los
libros que uno se agenciaba (entonces todavía a precios accesibles) o lo publicado
en prensa, siempre que llegaba a mis ojos algo de Ortega y Gasset era un placer
que había que saborear con detenimiento. Su célebre dualidad de “hombre y
circunstancia” me resultó invaluable en el intento de interpretar a un mundo del
que formaba parte pero que por mucho que me devanara los sesos terminaba por
tarea imposible el poder entender.


Siéndome la Filosofía aun distante y misteriosa, en buena medida por su ausencia
en nuestros programas de estudio (hecho inexplicable e injustificable: ¿qué clase
de profesional forma nuestra sociedad sin darle herramientas básicas para
formular preguntas?) ya en carrera académica me es revelada la Reforma



                                                                                   4
Universitaria, que sencillamente me cautivó; en gran medida por la desilusión
acumulada ante un organismo llamado Universidad que se muestra a destiempo
de los días y necesidades que vivimos. Reforma de la esencia de la Universidad
misma impulsada por quienes eran en razón su potencia:            los estudiantes,
aquellos que seguramente nutridos de ideas orteguianas, en su proclamación de
Córdoba sembraron cual reguero de pólvora su “Manifiesto” – no es sorpresa notar
luces de Ortega entre un movimiento que proclamaba “…Toda la educación es
una larga obra de amor a los que aprenden…”, surgiendo la Reforma en 1918 tras
el primer viaje de Ortega a la Argentina en 1916 (a la que viajó junto a su padre,
dando charlas y conferencias, alguna de ellas precisamente en “la docta” Córdoba)


La magnitud de Ortega y Gasset en la idea de Universidad moderna, más propia
del siglo XX que de sus raíces aristotélico – tomistas, forma parte de su amplísima
trayectoria dentro de la cual abordó exhaustivamente la problemática de esta
entidad en crisis (destacando su lúcida obra “La Misión de la Universidad y otros
Ensayos” de 1930, recogida en el Tomo IV de sus Obras Completas) También
muy de Ortega fue la actividad política ligada a la intelectualidad: el 23 de marzo
de 1914 pronuncia un discurso en el Teatro de la Comedia de Madrid titulado
“Vieja y Nueva Política” que se considera el acto fundacional de la Liga de
Educación Política Española, tomando como principios el liberalismo y la
nacionalización, postulándose como la vanguardia de la “España vital” enfrentada
a la “España oficial”.


Luego del regreso de su primer viaje a Argentina, desde 1917 Ortega se dedicó a
la política con mayor intensidad, en la búsqueda de respuestas al problema
constituyente español (Juliá 2005); prosiguiendo con la creación de la “Agrupación
al Servicio de la República”, grupo político en el que participaron otros
intelectuales de renombre como, por ejemplo, Gregorio Marañón ( 1887 – 1960 ) o
Ramón Pérez de Ayala ( 1880 – 1962 ). Esta agrupación permitió en 1931 la
elección de Ortega como Diputado a las Cortes Constituyentes de la Segunda
República Española, puesto que abandonó ante el descontento que le causara la



                                                                                 5
orientación ciertamente radical de la Constitución de aquel año marcada por la
aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña (circunstancia que en este
nuevo Siglo permanece aún abierta con las disputas por un nuevo Estatuto para
dicha Comunidad Autónoma) manteniendo siempre la posibilidad de ejercer
influencia en asuntos de Estado, aspiración que sostuvo incluso, según algunos
autores, durante la terrible Guerra Civil y los primeros años de la cruel dictadura
franquista, momentos en que ya se encontraba exilado, en el largo periplo que no
terminaría hasta poco antes de su muerte y que le llevara a largas temporadas en
París, Holanda, Argentina y Portugal.


Su prolífica labor como articulista contribuyó en buena medida a que el gran
público asociara a Ortega con la imagen de “hombre culto”: prácticamente no
hubo tema que el gran filósofo no abordara, que no hiciera llegar a las masas
aprovechando la claridad y contundencia de su escritura. Labor que acometió
desde su primera juventud, primero en las páginas de “El Imparcial”, periódico
fundado por su abuelo, prosiguiendo con “El Sol” del cual fue fundador,
mayormente en carácter de inspirador, ya que el aporte económico fue realizado
por el empresario vasco Nicolás de Urgoiti (quien a su vez en 1920 fundó la
Editorial Calpe, que se uniría mas tarde a la Editorial Espasa para dar lugar a la
prestigiosa organización que hoy conocemos como Espasa – Calpe donde Ortega
cumplió el aserto borgiano que mientras otros se jactaban de lo que escribían, el
se enorgullecía de lo que había leído, hecho demostrado al dirigir la influyente
Colección “Biblioteca de Ideas del Siglo XX”) Sus comentarios en periódicos y
revistas fueron habituales en variadas publicaciones internacionales y recopiladas
oportunamente en los ocho tomos de “El Espectador”( 1916 – 1935 )


Como fundador de publicaciones contó con la experiencia de la Revista “España”
(1915) aunque marcó el gran hito con la empresa de “La Revista de Occidente”
(1923) que sirvió para difundir hasta 1936 (inicio de la Guerra Civil) las tendencias
filosóficas y culturales vanguardistas en el primer cuarto del siglo pasado,
principalmente las de procedencia germánica y las obras de españoles, por



                                                                                   6
ejemplo, los célebres hermanos Machado y otros jóvenes poetas que serían
conocidos como la Generación del ´27.                     La publicación de “La Revista” fue
reemprendida por sus herederos, desde 1962 por su hijo José Ortega Spottorno y
posteriormente por su hija Soledad Ortega Spottorno (quien aún la encabeza,
como puede comprobarse en el sitio web de la publicación,
http://www.ortegaygasset.edu/revistadeoccidente/revista.html)


Como anécdota personal he trabajado asiduamente en el área de la Realidad
Virtual, relación que surgió en forma eminentemente técnico – informática y por mi
desempeño en las redes, pero que ante el descubrimiento del monográfico que
“La Revista” (Nº 153) dedicó en 1994 al tema, se enriqueció con ideas más
amplias y relevantes que me ayudaron sobremanera en la investigación de mi
Tesis de Maestría.


Otro aspecto apasionante en la vida de Ortega y Gasset es su pericia en un
valiosísimo arte en vías de extinción: la Tertulia, que presidía diariamente y a la
que asistían colaboradores, amigos y estudiantes, siendo marca distintiva de sus
tiempos en “La Revista de Occidente”.


Funda en 1948 junto a su discípulo Julián Marías ( 1914 – 2005 ) el Instituto de
Humanidades, tras lo cual y hasta su muerte en 1995 pronunciará varias
conferencias en Estados Unidos de Norteamérica, Alemania (donde destaca la de
Darmstadt en un evento del cual no había sido informado suficientemente con
anterioridad a su celebración y en el que se encuentra con Heidegger, de lo cual
escribiremos más adelante) y Suiza.


Más sobre Ortega por la radio

Recientemente (y antes de inscribirme formalmente en el presente Seminario, del
cual al menos en voluntad formo parte desde hace más de dos años 2) redescubrí

2
 Tiempo que demoraron las instancias administrativas de la Facultad (particularmente las de Postgrado) para
que este Seminario pudiera convertirse en realidad. Destacado reconocimiento merece el Profesor Antonio


                                                                                                         7
la importancia de Ortega escuchando la emisión del Programa Radial “Travesías
del Pensar”. Para la realización de este trabajo sentí conveniente volver a
escucharlo varias veces, y tomar nota de algunos contenidos, los cuales citaré a
continuación para completar esta panorámica del universo orteguiano.

Fueron dos afirmaciones en la audición radial sobre Ortega y Gasset las que me
causaron mayor impacto:


     la gran "…aptitud para visiones amplias y generales…" demostrada por Don
        José Ortega y Gasset
     el programa me reveló que"…tenemos ideas pero somos creencias…" (sic)


Afirmaciones válidas aún en estos nuestros inicios de nuestros nuevos siglo y
milenio: donde la planetarización de la sociedad exige este tipo de visiones lúcidas
y generosas para una interpretación de que está sucediendo; y en que frente al
bombardeo constante de información y el poder de los medios aun seguimos
siendo, en esencia, creencias – y los grandes asuntos globales siguen
respondiendo a esta realidad. Ortega, como gran pensador del Siglo XX, sigue
iluminándonos el camino en el Siglo XXI, el que pretende ser el de la “Sociedad
del Conocimiento”3.
La edición de “Travesías del Pensar” que nos ocupa constituye de por sí un gran
elogio de Ortega y Gasset, indicando que durante la mayor parte del Siglo XX el
personaje fue sinónimo de Filosofía en nuestro idioma. Según el Profesor Vallota
durante más de 30 años Ortega demostró que se podía hacer filosofía en
castellano, divulgándola en forma clara, brillante y de calidad, con prosa galante y


Conti sin cuyo tesón (rallante en la testarudez) no se habría ofertado. Ahora el reto es que se mantenga y
evolucione, que el estudio de la Filosofía de la Técnica y los principios meta-técnicos arraiguen en nuestras
casas de estudios.
3
  Tan cierto parece resultar su carácter visionario que recorriendo la web topé con el sitio de la “Casa del
Libro” ( http://www.casadellibro.com ) que se autoanuncia “Desde 1923, tu librería de confianza y tu compra
segura de libros en Internet” donde ofrecen a la venta la obra “Qué es Conocimiento” de Ortega y Gasset en
publicación de Alianza Editorial, S. A. (1992); traté de agenciarme un ejemplar, aprovechando también de
adquirir “Que es Filosofía” del mismo autor, edición Espasa-Calpe, S. A. de este año. Ya me llegaron ambos
libros y sinceramente, no veo la hora de terminar con el compromiso que representa este trabajo para poder
dedicarme de lleno al placer de leerlos con detenimiento.


                                                                                                           8
accesible, siendo fuente de inspiración para muchos pensadores de nuestra
lengua que hallaron en él un Maestro del pensar y del lenguaje filosófico. Logró
transcender el ámbito académico alcanzando un público amplio, al que despertó el
interés por la filosofía al difundir sus ideas de manera accesible, en la que el
propio Ortega y Gasset llamaba “la gentileza del que sabe”.


Tras su muerte su obra se opacó durante algunos años, tal vez por el hecho de
siempre considerarlo como propio en latinoamericana, porque Ortega y Gasset es,
ante todo, nuestro, sigue siendo uno de los grandes pensadores de la cultura
hispanoamericana. “Travesías…” señaló altibajos en la valorización que se ha
hecho de Ortega, dueño de un pensamiento que fluía en grandes intuiciones, a
veces geniales pero también muy generales, no se detenía en problemas
circunscriptos, sino que discurría en temas que resonaban en múltiples
cuestiones, como por ejemplo las relaciones de la razón con la vida, las relaciones
del individuo con la multitud, el origen del poder, la esencia de la Historia y la
esencia de la Técnica.             Ortega se movía con talento y visión sin par por
programas enteros de pensamiento y gran repercusión, pero que muchas veces
descubierta una nueva vía, avistando una idea novedosa, no se detenía a
analizarla en todos sus alcances, no las sometía a exámenes minuciosos, a
exhaustiva autocritica, sin plantear dificultades o formular contra argumentos de
manera sistemática.


Destacaba la emisión radial que Ortega y Gasset parecía desarrollar sus ideas por
imágenes, que prefería ejemplos llamativos a la definición precisa de conceptos,
privilegiando las metáforas sugerentes antes que la precisión, apelando "..al brillo
de la expresión cautivante, más que al análisis detallado..", lo cual lo caracteriza
como genial ensayista, género que privilegió. El propio Ortega definió el Ensayo
en sus "Meditaciones del Quijote" 4 como “…una ciencia menos la prueba



4
 Primer libro del autor, fechado en 1914 y contenido en el Tomo I de sus “Obras Completas” (desde 1902,
cuando dio su primer artículo a la prensa, hasta 1915)
Fuente: Centro de Estudios Orteguianos, http://www.ortegaygasset.edu/cortega/oc/t1.htm (agosto de 2007)


                                                                                                     9
explicita…”, lo cual expone muy bien su estilo, en que el ensayo resulta más
adecuado para exponer una visión intelectual que para desarrollar un proceso
argumentativo o de análisis exhaustivo.


Y así como la obra de Ortega se opacó tras su deceso, renace precisamente por
su destacada aptitud para las visiones amplias y generales; al volver a leerlo
encontramos vislumbres que siguen vivos, que todavía son precursores, que nos
sugieren caminos para la reflexión y brindan ayuda para situar los problemas de
hoy.     “Travesías…” destacó la distinción orteguiana de Ideas y Creencias,
contenida en el Tomo V de sus “Obras Completas”5: las ideas son pensamientos
nuestros que podemos tener o no tener, "... tenemos ideas pero estamos en la
creencias… " (dice Ortega)              “… las creencias son independientes de nuestro
razonamiento, están fuera de nuestra elección… ”. “… Aceptamos o no nuestras
ideas pero nuestras creencias se nos imponen… " resultas de lo cual “… tenemos
ideas pero somos nuestras creencias… "


Durante el programa radial el Profesor Vallota expuso los principios orteguianos
según los cuales “… pensamos con las ideas, contamos con las creencias …” así
como que “… un hombre queda mejor definido por aquello en lo que cree que por
aquello en lo que piensa …”                Narra que Ortega vivió bajo la admonición del
cambio, de las innovaciones, de los hallazgos, el aire de los nuevos tiempos que
representaba el siglo XX y por el que se sintió afectado al punto de hacerlo centro
de su preocupación filosófica. Siempre encaró la tarea filosófica con actitud de
descubrimiento, como si de avanzar sobre tierras vírgenes se tratase, que otorgó

Esta publicación inaugural de Ortega referida en el programa radial que nos ocupa resulta vital para
comprender la obra del pensador español; es precisamente su discípulo más directo, Julián Marias, quien
destacará el valor germinal de las “Meditaciones”, donde ya se esboza lo que será la tesis central de la
metafísica de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia” y que "… la reabsorción de la circunstancia
es el destino concreto del hombre …" Marias, en su prólogo a la tercera edición de este texto fundamental
destaca que: “…Meditaciones del Quijote no es un libro más de Ortega. Es el punto de partida de toda su
obra posterior, aquel en que su autor llegó a sí mismo, empezó a poseer su propia filosofía, a instalarse en
ella para seguir adelante. Si no se comprende en toda su hondura este libro, todo el conocimiento de la obra
orteguiana es penúltimo, privado de su primer fundamento; y más aún: de sus estímulos originarios, del
nacimiento de una vocación, del dramatismo de un pensamiento germinal…” (Madrid, abril de 1984)
5
  Para un índice exhaustivo de los contenidos del Tomo V de las “Obras Completas” (1932 – 1940) visitar el
Portal del Centro de Estudios Orteguianos, http://www.ortegaygasset.edu/cortega/oc/t5.htm (agosto 2007)


                                                                                                         10
al filosofo la misión de anunciar a la gente los nuevos tiempos, viéndose a si
mismo como un explorador que avanzaba sobre temas desconocidos para
mostrarlos al resto del mundo; presentó al filósofo atisbando nuevos horizontes,
las necesidades de un nuevo tiempo, enfrentando a la crisis más radical de la
historia moderna, crisis de fundamento, el final del tiempo que comenzó hace tres
siglos con Galileo y Descartes, fundado en la creencia en la razón y en su
producto la ciencia.


Ortega considera que la ciencia se encuentra en plena crisis ante la aparición de
la física probabilística, la física cuántica y la física de la relatividad, un nuevo
tiempo signado en el cambio de creencia, que sería el tiempo del cambio de la fe
en la razón por la fe en la vida. Cambio radical de los fundamentos, donde Ortega
y Gasset se ve como pensador comprometido con su tiempo, obligado a tratar de
entenderlo y conceptualizarlo, para lo cual acuñó la noción de creencia, más
concretamente del cambio de creencia. Persiguió entender las maneras en que se
producen los cambios en el mundo, no la suma de cosas existentes, sino el objeto
global de nuestros pensamientos y de nuestras opciones, no agotó el análisis de
sus propuestas, tuvo el mérito de los primeros que avistaron los nuevos tiempos y
trataron de entenderlos.


Según “Travesías…” Ortega cumplió con la misión que el mismo asignó a los
filósofos, anunciar el advenimiento de nuevos tiempos, de nuevas creencias que
marcarían los tiempos por venir, desde nuestras raíces hispanoamericanas, con
poderoso influjo en nuestra América.


Sobre la formación y desarrollo de Ortega

El presente “Elogio” de Ortega y Gasset no estaría completo sin detallar su
formación académica e intentar aproximarnos a la evolución de su pensamiento.
En etapas tempranas estuvo ligado a los jesuitas (Colegio de San Estanislao en
Miraflores del Palo – Málaga -, estudios superiores en la Universidad de Deusto –
Bilbao -), tras lo cual obtuvo su licenciatura de la Facultad de Filosofía y Letras de


                                                                                   11
la Universidad Central (Madrid) en 1902, doctorándose en Filosofía por la
Universidad de Madrid, con la tesis “Los terrores del año mil”6 (1904, 58 páginas)


Los estudios que desde 1905 y hasta 1907 realizó en Alemania marcaron su
pensamiento y obra: Leipzig, Nuremberg, Colonia, Berlin y muy particularmente
Marburgo que es donde toma contacto con las llamadas “musas alemanas”,
destacando el “neokantismo” de Herman Cohen ( 1842 – 1918 ) y de Paul Natorp
( 1854 – 1924 ) entre otros, que dejaron huella profunda en Ortega, quien en su
primera juventud fuera lector voraz de Nietzsche. Destacó durante toda su vida la
grandeza de la filosofía, la ciencia y la técnica alemanas, llegando su admiración
al punto de considerar al país germano como su “segunda patria”; experiencia que
contribuyó a imbuir en Ortega y Gasset un tan férreo como certero y visionario
europeísmo, que Miguel de Unamuno llegó a calificar despectivamente “propio de
papanatas”7
El acendrado europeísmo orteguiano contribuyó en gran medida a signar las
fuertes polémicas que sostuvo desde los inicios mismos de su amplísima


6
  Así que el viejo Ortega ¡me resultó milenarista!… con el loable mérito de su capacidad para presentar una
Tesis relativamente corta (hoy por hoy en mi Universidad exigen al menos el doble de páginas para aceptar
una tesis, como si claridad y aportes pudieran medirse con la cantidad de papel, otro soberano disparate al que
estamos sometidos)
7
  Unamuno y Ortega sostuvieron fuertes polémicas, originadas en cartas cruzadas desde que el segundo era
apenas un principiante; según José Sobrino Diéguez ambos “…divergían fundamentalmente en cuatro puntos:
el personalismo, la poesía, España y la mística. Cuatro temas eternos…” Sabemos por Ramón Gómez de la
Serna que el enfrentamiento Unamuno vs. Ortega perduraba aún en los días de la “Revista de Occidente”,
donde al entrar Don Miguel, el aún joven José se levantaba y se iba: “…El Viejo (refiriéndose a Unamuno)
nunca notaba esa ausencia…”
Ahondando en las diferencias entre ambos, Villar Ezcurra nos señala que: “…Si Unamuno se preocupó por el
“hombre de carne y hueso”, Ortega se interesó por el ser humano y su circunstancia vital. Junto al esfuerzo
orteguiano por hacer presente la filosofía en la vida, la misma vida se convierte muy pronto para Ortega en
la realidad radical, la realidad a la que deben referirse todas las otras realidades. Sin embargo, esta
atención a la vida no implicaba identificarse con determinados vitalismos. Es conocida la postura que Ortega
quiere adoptar y que ya en 1924 califica como “Ni vitalismo, ni racionalismo”…”
Tranquiliza que Sobrino Diéguez informe que finalmente “…ambos eran demasiado grandes para persistir
hasta la muerte en ese absurdo alejamiento…” y nos remite a palabras del propio Ortega: “…Unamuno, de
quien había vivido unos veinte años distante, se aproximó a mí en los postreros días de su vida, y hasta poco
antes de la guerra civil y de su muerte reculaba a prima noche en la tertulia de la “Revista de Occidente”
con su cuerpo ya muy combado, como el arco próximo a disparar la última flecha…” Para profundizar en tan
rica polémica recomendamos acudir a las fuentes epistolares, oportunamente enriquecidas por la propia hija
de Ortega, Soledad, con las necesarias introducción y notas: ORTEGA Y GASSET, José, Epistolario
completo Ortega-Unamuno / introducción y notas de Soledad Ortega Spottorno, edición y notas adicionales
de Laureano Robles Carcedo, Editorial El Arquero, Madrid, 1987, 190 páginas.


                                                                                                           12
trayectoria.   En el “Diccionario de Filosofía Contemporánea” encontramos al
respecto:


       “…Las polémicas que, a su vuelta de Alemania, sostiene con los intelectuales de la
       generación del 98 tienen como fondo la europeización de España y lo que ello
       supone: aprender la ciencia europea. Detrás de esta fachada se halla el afán de
       liderazgo del joven Ortega.      Sus polémicas con las máximas figuras de la
       intelectualidad española le proporcionan un prestigio que, unido a la formidable
       plataforma editorial que Ortega hereda de su propio medio familiar, le coloca a la
       cabeza de los notables de la cultura. … En su primer libro, “Meditaciones del
       Quijote” (1914), se destacan ya los temas centrales de su filosofía: perspectivismo y
       raciovitalismo. El perspectivismo, que desarrolla en “El tema de nuestro tiempo”
       (1923), es la orteguiana teoría del conocimiento según la cual no hay un punto de
       vista absoluto sobre la realidad, sino diversas perspectivas complementarias. El
       raciovitalismo consiste en considerar la vida como la «realidad radical», como la
       instancia a la que se subordinan todas las demás realidades, incluida la razón. Sin
       embargo, Ortega no pretende fundar un irracionalismo biologista, sino establecer
       la indisolubilidad entre razón y vida o, lo que viene a ser equivalente, entre razón y
       fluencia o historia.   De ahí que la razón vital pueda llamarse también razón
       histórica...” (páginas 362 y 363)


Mi admiración y empatía por Ortega se acrecientan en esta etapa existencial en
que, como argentino de origen español, el camino de la vida me trajo en senda
inversa al país del Maestro, mientras que redescubro día a día el valor de sus
enseñanzas de brillante visionario en los hechos que una y otra vez se repiten en
la Madre Patria en particular y Europa en general, que tan bien supo el analizar,
interpretar con prolijidad de disección:         sin ir muy lejos presiento que sus




                                                                                          13
planteamientos volcados en “España Invertebrada” 8 siguen siendo de vigencia
plena.


Justificación del trabajo y elogio de Ortega y Gasset que se han extendido más de
lo que inicialmente me proponía: largo sendero sin atajos a la vista, preferido por
la conveniencia de comprender al hombre y su circunstancia, entender la
dimensión y alcances de su vasta obra y abundante pensamiento a la luz de los
tiempos que vivió y reflexionó, dándonos luces para interpretar con rumbo cierto
este inicio de siglo y milenio.


La Técnica según Ortega y Gasset

Ya entrando en materia con la lectura de “La Meditación de la Técnica” de Ortega
y Gasset debo aclarar que para su escogencia contribuyó en buena medida el
“sabor” a clase magistral que la caracteriza, resultando tarea amena, diferente,
inteligente… algo que añoro de los cursos que tuve el honor de compartir con un
grupo de amigos bajo la dirección del Doctor Vallota. Y que tratando de alejarme
de mi área de conocimiento (Arquitectura) para enfrascarme solamente en Ortega
y la Técnica encuentro la sorpresa de su conferencia entre arquitectos realizada
en su querida Alemania, para entonces inmersa en plena reconstrucción de
postguerra – tema que retomaremos hacia el final del presente trabajo.


La obra leída se integra con las notas preparadas por Don José Ortega y Gasset
para el desarrollo del Curso “¿Qué es la Técnica?” que dictó en 1993 en la


8
  El subtítulo de “España Invertebrada” es "Bosquejo de algunos pensamientos históricos"; su intención es
"…definir la grave enfermedad que España sufre…"; Ortega y Gasset hace la advertencia que muchas de
estas dolencias españolas resultan comunes a toda Europa, aunque puedan resultar menos visibles,
anticipando que paulatinamente se irían manifestando… “…una falta de deseos…”, observaba Ortega, “…se
cierne sobre Europa, no hay apetitos, no se estima el presente…” Ortega se refiere a la nación como un
sistema dinámico, una empresa, que por lo tanto está integrándose o desintegrándose; para el lo que define
una nación es “…un proyecto sugestivo de vida en común…”, los grupos nacionales "…no conviven por estar
juntos, sino para hacer juntos algo…" Bajo esta óptica interpretaba Ortega a principios del siglo XX el
nacimiento en España de regionalismos, separatismos, nacionalismos, a manera de empecinada continuación
de la tendencia disgregadora iniciada durante el Imperio a fines del siglo XVI.



                                                                                                       14
Universidad de Verano de Santander. Notas que originalmente fueron publicadas
durante el año 1935 en forma de artículos (un total de doce, titulados “Sobre la
Técnica”) en el Diario “La Nación de Buenos Aires”, del cual Ortega fue asiduo
columnista de opinión. Siendo el caso que unos “editores fraudulentos de Chile”
(Ortega dixit) formaban con estos y otros de sus escritos volúmenes que
publicaban sin autorización alguna, el Filósofo aclara en el Prólogo que procedió a
“…cometer el fraude de publicar yo estos libros suyos, que son míos…” (1939)


Sobre la esencia de este conjunto de lecciones de Ortega nos dice Cordero del
Campo (2002):

       “…La técnica, en el pensamiento de Ortega, no es satisfacción sino liberación de
      la necesidad, pues lo único verdaderamente necesario es lo superfluo, determinado
      según el proyecto vital de cada ser humano. Así, la técnica está al servicio de este
      proyecto, y su facultad no es la inteligencia mecánica sino la imaginación. Por ello,
      no es probable la tecnocracia. Sin embargo, en mi opinión, el proyecto orteguiano
      exhibe características y actitudes propias de un proyecto técnico. Posición que
      podría llamarse "romanticismo técnico"…”



En la Introducción al Curso, que Ortega titula “La Universidad y la Técnica”, el
autor manifiesta de forma clara y tajante que. “…Sin la técnica el hombre no
existiría ni habría existido nunca. Así, ni más ni menos…” (p. 13)


El Maestro nos muestra a la Universidad separada de la técnica, quedando a
morbosa lejanía … del destino humano, es decir de la vida real. Mientras que “…
los ingenieros, sumergidos cada cual en su tecnicismo especial, sin la educación
panorámica y sintética que sólo la Universidad puede dar eran incapaces de
afrontar ni prever el problema que la técnica plantea hoy a la humanidad …” Creo
no errar afirmando que la Universidad permanece estancada en una pretensión
del “Saber” en franco desfase con los tiempos que corren, mientras que los
Ingenieros tienen por ocupación el “Saber Hacer”, necesitando aquella de estos


                                                                                        15
para afrontar con más oportunidades de éxito la vida real; a la vez que los
Ingenieros parecen alejarse de la tan conveniente universalidad que la
Universidad ofrece (sin ánimo de caer en reiteraciones o perogrulladas, pero no
encontramos otra forma de escribirlo) Separación radical de la Universidad y la
ingeniería (en cuanto técnica) como una de las grandes calamidades que ha
acarreado la increíble torpeza que el hombre de hoy está revelando en el
tratamiento de sus grandes angustias presentes.


Ortega no dice que la falta de contacto de la Universidad (que “… tuvo sus horas
de plena eficacia histórica …”) con la técnica siempre existiera, pero niega “…que
haya paridad entre la situación del hombre entonces (la edad media) y ahora, con
respecto a la técnica…”             Ante esta circunstancia la Universidad se nos revela
como no muy distante de su situación hace seis siglos, en que la porción de
técnica que intervenía en la existencia humana … era superlativamente menor que
la de hoy. Entonces todavía las actividades no técnicas del hombre contaban
mucho más que las técnicas; la Universidad medieval… no necesitaba ocuparse
de la técnica; actitud que luce similar en nuestra Universidad actual, nuestra UCV,
donde la técnica no es suficientemente estudiada, pensada, como parecieran
demostrar las dificultades y el tiempo que requirieron que este Seminario se
dictase – situación manifiesta en las restantes casas de estudio nacionales y que
da a la Universidad un carácter abstracto, ajeno a la realidad. Resulta paradójico
(trágico incluso) que sea en este marco circunstancial donde precisamente, un
venezolano, se dedique a pensar allende la técnica, Mayz Vallenilla 9 con su
propuesta meta - técnica.




9
  Rector Fundador (y Jardinero) de la Universidad Simón Bolívar (USB) institución que al menos en sus
orígenes y primeros tiempos mostró un modelo (pretensión de ser en acciones) más cercano, coherente, con
nuestros tiempos. Hoy también parece mostrarse estancada en el marasmo de cierta abstracción pura, incapaz
de dar respuestas a los complejos tiempos que vivimos, construyendo su propia irrealidad que como en el
conjunto de nuestras casas de estudio superior pareciera “ombligocéntrica, narcisista, endogámica y con
marcadas tendencias a cierta clase particular de autismo” (el encomillado para identificar mi postura personal
frente a nuestras universidades – la explicación de estas ideas queda para otra ocasión ya que puede dar lugar
a todo un tratado)


                                                                                                           16
Retornando a Ortega y su “Meditación…” este nos plantea que en el Medioevo la
vida extrauniversitaria ponía suficientemente en contacto con la técnica sencilla,
transparente del tiempo, y nos presenta la paradoja actual: La técnica, cuya misión
es resolverle al hombre problemas, se ha convertido de pronto en un nuevo y
gigantesco problema. Situación que se previó desde finales del siglo XIX, por lo
que algunos preocupados por todo ello quisieron reformar la educación y
especialmente la Universidad, pero no se les hizo caso y la reforma no se hizo a
tiempo. La Universidad siguió anquilosada en su tradición, creyendo que su misión
central era hacer latinistas o helenistas.


Con visión que sorprende por lo actual el filósofo prosigue diciendo que: “… Es
penoso observar a lo largo de la historia la incapacidad de las sociedades
humanas para reformarse.              Triunfa en ellas o la terquedad conservadora o la
irresponsabilidad y ligereza revolucionarias …”                       Lo cual complementamos
afirmando que cualquier similitud con la problemática venezolana no es simple
coincidencia, las circunstancias en que estamos inmersos no distan notoriamente
de las propias del medioevo (salvo en una fuerte carencia de valores religiosos,
que    muchos        venezolanos        han     reemplazado         por    actividades      mágico       –
supersticiosas, a lo que desde la calle del estado nuevo socialista del siglo XXI se
nos pretende atender con el culto al bolivarianismo)


Cerrando las notas de esta sesión introductoria y antes de entregarnos una
pregunta que será la clave para el desarrollo del curso, Ortega dice algo que
hacemos nuestro en este Seminario: “ …Ya es algo, para constreñirme a mi
asunto, que por vez primera se haya puesto en contacto dentro de ella (la
Universidad) la cultura universitaria con la ingeniería (arquitectura 10 en nuestro



10
   Arquitectura, disciplina compleja a la que interpreto con ciertas ventajas competitivas frente a la pura
ingeniería, ya que nuestro oficio de arquitecto, para ser tal, debe perseguir el ideal equilibrio de lo
humanístico con lo técnico; el triunfante modernismo arquitectónico del siglo XX causó un grave daño al
componente humanístico sin lograr que la predominancia de la técnica cubriera el vacío generado. Luego
tendencias recientes como el posmodernismo buscaron el regreso a las fuentes humanísticas perdidas (estimo
que sin mayor éxito, deviniendo muchas de sus posturas en mera moda)


                                                                                                        17
caso), es decir, con la técnica por antonomasia… ” La gran pregunta que el
filósofo nos formula para el desarrollo de su curso resulta ser: ¿Qué es la técnica?


En lo que da a llamar “primera escaramuza” nos dice que “ Uno de los temas que
en los próximos años se va a debatir con mayor brío es el del sentido, ventajas,
daños y límites de la técnica… ”      Expone que el hombre tiene una serie de
necesidades tales como por ejemplo calentarse (cuando llega el invierno, el
hombre siente frío) “… El frío es tal que el hombre se siente morir, esto es, siente
que el frío le mata, le aniquila, le niega. Ahora bien, el hombre no quiere morir; al
contrario, normalmente anhela pervivir…” Ortega deja de lado salir del paso (por
varias razones que explica claramente) alegando el instinto de conservación,
dando entonces por fallida tal explicación y preguntándose entonces: ¿Por qué
normalmente quiere el hombre vivir? ¿Por qué no le es indiferente desaparecer?
¿Qué empeño tiene en estar en el mundo? Afirmando de seguidas que al menos
por hoy nos basta “…con partir del hecho bruto: que el hombre quiere vivir y,
porque quiere vivir, cuando el frío amenaza con destruirle, el hombre siente la
necesidad de evitar el frío y proporcionarse calor. El rayo de la tormenta invernal
incendia una punta del bosque: el hombre entonces se acerca al fuego benéfico
que el azar le ha proporcionado para calentarse. Calentarse es un acto por el cual
el hombre subviene a su necesidad de evitar el frío, aprovechando sin más el
fuego que encuentra ante si…”


Otras necesidades además de calentarse como alimentarse, beber, etc. “…son
ellas condiciones naturalmente necesarias para vivir. El hombre reconoce esta
necesidad material u objetiva y porque la reconoce la siente subjetivamente como
necesidad…” Pero estas son necesidades puramente condicionales, es decir, que
según la propia voluntad del hombre este puede o no satisfacerlas, de manera
diferente a cuando se deja caer una piedra, ésta cae necesariamente, con
necesidad categórica o incondicional. Todas estas actividades permiten al hombre
vivir su verdadera necesidad. “…Este vivir es, pues, la necesidad originaria de
que todas las demás son meras consecuencias…”



                                                                                  18
El hombre actúa de manera contraria a los animales que siempre dependen de
sus necesidades biológicas u orgánicas. Sucede que el animal “… no tiene las
dotes intelectuales del hombre para defender su vida…” Si el hombre dependiera
como los animales exclusivamente de sus necesidades biológicas u orgánicas,
entonces estas no serían necesidades sino imposiciones; pero no lo siente como
aquello en lo que su vida consiste.


La técnica está constituida por todos los medios que utiliza el hombre para
conseguir sus fines, entonces podemos intentar una definición primaria de la
técnica como la reforma que el hombre impone a su circunstancia o naturaleza …
en vista de la satisfacción de sus necesidades.          Concluyendo esta primera
escaramuza con el tema también podemos definir a la técnica como:              “…la
reacción enérgica contra la naturaleza o circunstancia, que lleva a crear entre
éstas y el     hombre     una   nueva    naturaleza   puesta sobre aquella,     una
sobrenaturaleza…”


En la segunda lección del curso que Ortega encabeza en su título con la dualidad
“El Estar y el Bienestar” nos expone que un hombre sin técnica no es un hombre,
pero que la técnica no se reduce a facilitar la satisfacción de necesidades sino que,
quizá en mayor medida, se destina a proporcionarle cosas y situaciones
innecesarias, como la embriaguez.       Explica que: “… tan viejo y tan extendido
como el hacer fuego es el embriagarse – quiero decir, el uso de procedimientos o
sustancias que ponen al hombre en estado psicofisiológico de exaltación deliciosa
o bien de un delicioso estupor. La droga, el estupefaciente es un invento tan
primitivo como el que más… ” Prosigue manifestando que esto “…nos revela que
el primitivo no sentía menos como necesidad el proporcionarse ciertos estados
placenteros que el satisfacer sus necesidades mínimas para no morir; por tanto,
que   desde    el   principio   el   concepto   de    “necesidad   humana”   abarca
indiferentemente lo objetivamente necesario y lo superfluo…” Su discurso nos
demuestra que desde los inicios de la humanidad el concepto de necesidad



                                                                                  19
humana abarca lo objetivamente necesario así como lo superfluo: “… De donde
se deduce que el empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo, es
inseparable de su empeño de estar bien …” Luego para el hombre la vida no
significa simplemente estar, sino que también el estar bien, bienestar. Sólo esto le
parece necesario, el bienestar, las necesidades biológicas se convierten en
necesidades cuando aparecen como condiciones del estar en el mundo.
Paradójicamente observamos al hombre como un animal para el cual sólo lo
superfluo es necesario.


En esta sesión topamos con la técnica como la satisfacción de lo superfluo, el
medio para satisfacer las necesidades humanas.          Hombre, técnica y bienestar
están ligados íntimamente, las necesidades humanas lo son sólo en función del
bienestar. Entonces sólo podremos averiguar cuáles son estas necesidades
humanas cuando sepamos qué es lo que el hombre entiende por bienestar. Pero,
mientras vivir en sentido biológico es algo fijo para cada especie, el bienestar es
un término móvil en función de las necesidades: como la técnica está muy ligada a
las necesidades, su definición será también múltiple.
Una breve pausa en la lectura de Ortega para cerrar el tema sobre la relación
hombre – naturaleza (y lo “artificial” que en esencia resulta el primer componente
de este binomio indisoluble) conviene recordar la cita lapidaria del filósofo J. D.
García Bacca: “…Quien a estas alturas históricas viva y sea su ser de hombre fin
y final, cual naturaleza, es un anacronismo viviente…” (referenciado por Vallota,
2004)


Ortega y Gasset presenta las notas de la tercera sesión encabezadas con el
sugestivo título de “El esfuerzo para ahorrar esfuerzo”. Resume su propuesta en
tres puntos antes de proseguir:
        1º No hay hombre sin técnica;
        2º   Esta técnica varía en sumo grado y es sobremanera inestable,
        dependiendo cuál y cuánta sea en cada momento de la idea de bienestar
        que el hombre tenga a la sazón…



                                                                                 20
3º     Otra cuestión es si no hay en todas las técnicas pasadas un torso
      común que ha ido acumulando sus descubrimientos, aún a través de no
      pocas desapariciones, retrocesos y pérdidas.


De seguidas expone que la técnica disminuye el esfuerzo y que actos técnicos son
aquellos en que el hombre dedica el esfuerzo para inventar y ejecutar un plan de
actividad que le permita: asegurar la satisfacción de las necesidades, por lo ponto,
elementales; lograr esa satisfacción con el mínimo esfuerzo; y crearnos
posibilidades completamente nuevas produciendo objetos que no hay en la
naturaleza del hombre.     Entonces con la técnica vista como el esfuerzo para
ahorrar esfuerzo, en que este esfuerzo ahorrado se emplea en la creación del
bienestar arriba descrito. Tiempo y esfuerzo ahorrados por el hombre gracias a la
técnica, que entonces se dedican a una serie de quehaceres no biológicos, que se
inventan a sí mismos: vida inventada que el humano llama vida humana o
bienestar.


En el apartado (sesión) que Ortega titula “Excursiones al subsuelo de la Técnica”
“… nos encontramos con que en el universo acontece el siguiente hecho: un ente,
el hombre, se ve obligado, si quiere existir, a estar en otro ente, el mundo, o la
naturaleza…” para “… ese estar el uno en el otro – el hombre en el
mundo …“ considera que nuestra existencia consiste en estar rodeados
simultáneamente tanto de facilidades como de dificultades, y que si no
encontrásemos facilidades no podríamos estar en el mundo, es decir, que no
existiríamos. Mientras que el hallar dificultades hace que la existencia del hombre
no sea pasiva, sino conllevar que este tenga que sobreponerse y luchar contra las
dificultades, tiene por tanto que hacerse el hombre su propia existencia en cada
momento; ya que le es dada la posibilidad abstracta de existir, pero no la realidad,
a la cual el hombre tiene que conquistar.


Todo esto causado porque el ser del hombre y el ser de la naturaleza no coinciden
plenamente. Lo que el hombre tiene de natural se realiza por sí mismo, mientras



                                                                                 21
que su porción extranatural es una pretensión de ser, un proyecto de vida, eso que
llamamos personalidad. Así, a todo aquello cuyo modo de ser consiste en ser lo
que ya es y en el cual coincide su potencialidad con su realidad (lo que puede ser
con lo que es) lo llamamos cosa.


Ya en la sesión que titula “la Vida como fabricación de si misma” discurre hasta
llegar a las esencias de la Técnica y de los Deseos: afirma que la vida es
producción, fabricación y, después, pensamiento, teoría y ciencia; que la historia
del pensamiento humano es una serie de observaciones hechas por el hombre
para descubrir el mundo, razón por la cual al invento técnico también se le llama
descubrimiento. El hombre tiene una tarea extranatural, diferente a las tareas
biológicas propias de los animales y debe ahorrar esfuerzo, además de satisfacer
sus necesidades elementales, para dedicarlo a realizarse a sí mismo y a su vida.
Entonces todas las actividades humanas que son llamadas técnicas son
especificaciones de ese carácter general de autofabricación propio a nuestro vivir
humano.
Mientras que el deseo original es la invención por excelencia, el técnico o la
capacidad técnica del hombre tienen a su cargo inventar procedimientos para
lograr las necesidades del hombre.    Pero estas necesidades también son una
invención, constituyen lo que en cada época o pueblo el hombre pretende ser, por
lo cual esta primera invención pre − técnica es el deseo. Los deseos referentes a
cosas siempre se mueven dentro del perfil del hombre que deseamos ser. Este es
el deseo radical, la fuente de todos los demás deseos; cuando alguien no tiene
claro un sí mismo que realizar, entonces tiene pseudo − deseos. Siendo este y no
otro el problema del hombre actual: no sabe qué ser, al humano actual le falta
imaginación para inventar el argumento de su propia vida.


En este momento Ortega exhibirá parte de su gran conocimiento de las culturas, y
le veremos citar coloridos ejemplos tibetanos, ingleses o castizos españoles. Al
tratar la sesión dedicada al “destino extranatural del hombre y los programas de
ser”, expresa que los programas extranaturales del hombre han sido muchos y a lo



                                                                               22
largo de la historia muy distintos y variados, explayándose como ejemplos en la
descripción y características del bodhisatva hindú y del gentleman de 1850 en
Inglaterra. Bodhisatva y gentleman que son muy diferentes entre sí, ya que ser el
primero es creer que existir en este mundo de meras apariencias es no existir de
verdad y es aspirar a vivir lo menos posible, recogido en la meditación que ayuda
a llegar al éxtasis, por lo cual sus técnicas no producirán reformas de la naturaleza
material, sino en el cuerpo y la psique del hombre; mientras que en cambio, ser el
segundo, es ser un hombre que tiene que luchar en la vida, ya que el gentleman
tiene que ejercer todas las profesiones y oficios, sobre todo los prácticos.


Ahondando en la idea del gentleman manifiesta que este quiere vivir con
intensidad en este mundo y ser lo más individuo que pueda, aspirando a ser un
buen jugador en la mundanal aspereza; su elemento principal reside en el dominio
sobre la circunstancia y los hombres, persigue en toda su vida el decoro: alma y
cuerpo limpios, todo esto le supone riqueza. El gentleman ha sido el gran político
y el gran técnico. Pero ya que la riqueza de los hombres ha ido decayendo hay
que pensar en un tipo ejemplar de vida que conserve lo mejor del gentleman y sea,
a la vez, compatible con la pobreza. En este punto es donde surge la figura del
hidalgo, que a diferencia del gentleman, no trabaja, se limita a reducir sus
necesidades materiales sin crear técnicas, pero sabiendo dar soluciones dignas a
tales condiciones existenciales.


Ortega define cosa como la serie de condiciones que la hacen posible, es decir,
como su ser más profundo; para él la definición de una cosa, al enumerar sus
ingredientes, sus supuestos, se convierte en la pre - cosa, o sea, en el ser de la
cosa. Señala que aunque hombre y animal tienen inteligencia, esta es diferente
en ambos:     ya que el hombre tiene inteligencia capaz de descubrir nuevas
relaciones entre las cosas que le rodean, inteligencia que le permite inventar
instrumentos y métodos para la satisfacción de sus necesidades; mientras que el
animal cuenta con capacidad para producir instrumentos elementales, pero su
memoria e inteligencia creadoras son escasas. Afirma que al contar el animal con



                                                                                  23
poca imaginación, será incapaz de formarse un proyecto de vida y que por eso la
inteligencia se convierte en una función puramente mecánica, mientras que sólo
en un ente donde la inteligencia funciona al servicio de una imaginación creadora
de proyectos vitales puede constituirse la capacidad técnica, topándonos entonces
con el hombre como técnico.


Tratado el tema de los estadios de la técnica, Ortega dice que para dividir su
evolución en períodos, atenderemos a la relación entre el hombre y su técnica o,
para decirlo de manera más precisa, la idea que el hombre ha ido teniendo de su
técnica. Hecha la tarea, se pueden distinguir tres grandes estadios:


    La técnica del azar;
    La técnica del artesano; y,
    La técnica del técnico


La técnica primitiva del hombre pre y proto - histórico es la técnica del azar,
detentada actualmente por los grupos menos avanzados.           Es propio de este
estadio que el hombre ignore su propia técnica, ya que no se da cuenta que posee
la capacidad de reformar la naturaleza para satisfacer sus necesidades.          La
técnica del azar se caracteriza por el hecho que los actos técnicos son muy
escasos y sencillos, el hombre primitivo es más cercano al animal que al propio
hombre ya que desconoce el sentido de la técnica, ignora su capacidad de cambio
y progreso. El desarrollo de la técnica es colectivo, la única diferencia se produce
en el reparto de las tareas, hombres y mujeres se ocupan de asuntos diferentes y
no son conscientes de la invención ya que su técnica es fruto del azar, piensan la
técnica como algo mágico, la interpretan como un dimensión más de la naturaleza.


El segundo estadio lo constituye la técnica del técnico, la técnica como artesanía,
la técnica del artesano, propias de la antigua Grecia, de la Roma preimperial y de
la Edad Media. La técnica del artesano se caracteriza por el enorme crecimiento
de los actos técnicos, pese a que aún lo técnico no se ha convertido en la base



                                                                                 24
absoluta sobre la que se apoya el hombre, que sigue siendo todavía lo natural;
pero la técnica se complica y es necesario que ciertos hombres se encarguen de
ella dedicándole sus vidas: surgen entonces los artesanos. En este momento se
adquiere una conciencia de la técnica como algo especial y particular, aunque aún
no se sabe que hay técnica, todavía no se concibe la conciencia del invento. El
artesano tiene que aprender, es la época donde se instituye la relación entre
maestros y aprendices que cultivan técnicas ya elaboradas que les vienen por
tradición y a las que sin embargo introducen modificaciones y mejoras. Durante
este estadio de la técnica sólo se han llegado a producir instrumentos, no
máquinas, y cada técnica consiste en una invención y una ejecución, por lo cual el
artesano es a la vez técnico y obrero.


Arribados al tercer estadio, la técnica del técnico, observamos la invención de la
primera máquina, el telar de Robert (1825), primer instrumento que actúa por sí
mismo a la vez que produce el objeto. Es característico de este estadio que ya se
diferencian el Obrero y el Técnico, mientras que el hombre adquiere conciencia de
que posee capacidades diferentes a las de los animales o las de la naturaleza,
presentándosele la técnica como una capacidad ilimitada.


Tratada la relación en que se encuentran hoy el Hombre y su Técnica, Ortega nos
indica que la evolución de esta se caracteriza por el fabuloso crecimiento de actos
y resultados técnicos que integran la vida actual: los supuestos técnicos de la vida
superan hoy a los supuestos naturales, de manera que el hombre ya no puede
vivir sin técnica. El hombre actual está tan envuelto en la técnica y rodeado por
ella que puede llegar a perder la conciencia de la técnica. Hemos migrado del
instrumento a la máquina, ya no es el utensilio quien ayuda al hombre, sino que es
el hombre quien queda reducido a controlar y auxiliar la máquina en algunos
momentos.    La separación entre técnico y obrero ya es definitiva:      el primero
queda convertido en la expresión pura de la técnica, el ingeniero.     En el primer
estadio, inventar no podía ser un oficio porque el hombre ignoraba su propia




                                                                                 25
capacidad para hacerlo mientras que actualmente el técnico se dedica a inventar
porque sabe que tiene esa capacidad de invención, es consciente de ello.


El método intelectual que opera en la creación técnica es lo que conocemos como
tecnicismo, sin él no hay técnica.    El tecnicismo moderno es completamente
distinto a los anteriores, ya que cuando el técnico de antaño buscaba un invento lo
que hacía era partir del resultado propuesto y buscar medios para ello, entonces
buscaba actos o procedimientos que con una sola operación produjeran el
resultado deseado:    esto llevó a que el medio para conseguir una cosa se
pareciera a la cosa en sí misma, y como en muchos casos esta similitud no es
posible entonces el técnico se dedicaba a probar empíricamente diferentes medios.


Insiste en que el tecnicismo de la técnica moderna es totalmente diferente a los
anteriores y surge al mismo tiempo que la física como ciencia: las guerras de
fines del siglo XV y principios del siglo XVI dieron lugar al surgimiento del nuevo
tecnicismo. Ortega detalla que hacia 1540 están de moda las “mecánicas” (las
máquinas y su arte) y que en 1600 aún continúa dicha corriente, con Galileo,
padre de la ciencia mecánica. Es el momento en que todo el mundo quiere tener
aparatos, por ejemplo Carlos V, cuando se retira a Yuste, lleva consigo sólo dos
elementos del mundo que abandona: relojes y Juanelo Turriano (gran inventor
mecánico, el más famoso de su corte)           Es propio del nuevo tecnicismo
descomponer el resultado total en los resultados parciales del que surge, en sus
“causas” o ingredientes: esto es lo que hará Galileo en su ciencia, cuando ve
moverse un cuerpo, se pregunta de qué movimientos elementales se compone.
Surge entonces el nuevo modo de operar con el intelecto, aparece el “análisis de
la naturaleza”.


Para este momento la técnica ya no es inspiración mágica ni puro azar, sino que
alcanza la categoría de “método”, se constituye en camino preestablecido, firme y
consciente de sus fundamentos:       se establece la física mediante análisis y
experimento.



                                                                                26
Ortega finaliza la última sesión de su curso citando a Allen Raymond11 y su librito
“¿Qué es la tecnocracia?”12 ofreciendo datos extraídos del mismo sobre lo que
podido y puede hacer el tecnicismo, poniendo de manifiesto la casi ilimitación de
posibilidades en la técnica material contemporánea; ya para la década de los
treinta estas cifras resultan sorprendentes como veremos en la cita referida a uno
de materiales que utilizamos los arquitectos con mayor frecuencia:


        “…Los fabricantes de ladrillos, durante más de cinco mil años, nunca
        lograron, por término medio, más de 450 ladrillos por día y por individuo, en
        jornada de más de diez horas.                   Una fábrica moderna de fabricación
        continua de ladrillos producirá 400.000 ladrillos por día y por hombre…”
Si este crecimiento resultaba exponencial en la producción tecnocrática de los
años treinta, pensar en las magnitudes actuales, ochenta años después, remarca
drásticamente la postura de Ortega y Gasset; la casi ilimitación de posibilidades en
la técnica material contemporánea podría bien acabar con la vida humana sobre el
planeta, sea por el desarrollo incontrolado o por las armas de destrucción
masiva… ya nada volverá a ser como se plasmó en su “Meditación…”




Advertencias: Primitivismo y Técnica en “La rebelión de las masas”


Ortega siempre tuvo presente el problema de la técnica, años antes aun de reunir
las notas que dieron lugar a la “Meditación…” que acabamos de leer. En la que
constituye tal vez su obra más ampliamente conocida, “La rebelión de las masas”
(publicada nueve años antes), utiliza su Capítulo X para abordar la temática de los



11
   Reportero del New York Herald Tribune, publica en 1932 un conjunto de cuatro artículos sobre el tema que
posteriormente dará origen al libro citado por Ortega y Gasset en su “Meditación de la Técnica” (Fuente:
Anales de la Facultad de Derecho, Universidad de Chile,
http://www.analesderecho.uchile.cl/CDA/an_der_articulo/0,1361,SCID%253D3091%2526ISID%253D253,0
0.html (septiembre de 2007)
12
   Traducido del inglés por G. Sans Huélin es publicado por la “Revista de Occidente” en Madrid, 1933.


                                                                                                        27
progresos técnicos frente al primitivismo, sin dejar de efectuar oportunas
advertencias que estimo convenientes citar en este trabajo.


      “…A toda hora se habla hoy de los progresos fabulosos de la técnica; pero yo no
      veo que se hable, ni por los mejores, con una conciencia de su porvenir
      suficientemente dramático. El mismo Spengler, tan sutil y tan hondo -aunque tan
      maniático-, me parece en este punto demasiado optimista. Pues cree que a la
      “cultura” va a suceder una época de «civilización», bajo la cual entiende sobre todo
      la técnica ... Spengler cree que la técnica puede seguir viviendo cuando ha muerto el
      interés por los principios de la cultura. Yo no puedo resolverme a creer tal cosa. La
      técnica es, consustancialmente, ciencia, y la ciencia no existe si no interesa en su
      pureza y por ella misma, y no puede interesar si las gentes no continúan
      entusiasmadas con los principios generales de la cultura. Si se embota este fervor -
      como parece ocurrir-, la técnica sólo puede pervivir un rato, el que le dure la inercia
      del impulso cultural que la creó. Se vive con la técnica, pero no de la técnica. Esta
      no se nutre ni respira a sí misma, no es causa sui, sino precipitado útil, práctico, de
      preocupaciones superfluas, imprácticas…”
Valga aquí una apreciación personal: los arquitectos parecemos sufrir el mal de
Spengler; mucho se ha sacrificado el componente cultura en función de la
todopoderosa técnica en nuestro ámbito profesional, cuando en realidad estamos
construyendo toda una nueva cultura, cuyos alcances aun se muestran
insospechados y sobre la cual echará raíces todo el nuevo conjunto de avances
técnicos.


      “…Voy, pues, a la advertencia de que el actual interés por la técnica no garantiza
      nada, y menos que nada el progreso mismo o la perduración de la técnica. Bien está
      que se considere el tecnicismo como uno de los rasgos característicos de la “cultura
      moderna”, es decir, de una cultura que contiene un género de ciencia, el cual resulta
      materialmente aprovechable. Por eso, al resumir la fisonomía novísima de la vida
      implantada por el siglo XIX, me quedaba yo con estas dos solas facciones:
      democracia liberal y técnica. Pero repito que me sorprende la ligereza con que al



                                                                                          28
hablar de la técnica se olvida que su víscera cordial es la ciencia pura, y que las
      condiciones de su perpetuación involucran las que hacen posible el puro ejercicio
      científico. ¿Se ha pensado en todas las cosas que necesitan seguir vigentes en las
      almas para que pueda seguir habiendo de verdad «hombres de ciencia»? ¿Se cree en
      serio que mientras haya dólares habrá ciencia? Esta idea en que muchos se
      tranquilizan no es sino una prueba más de primitivismo…”


      “…Pero las ciencias experimentales sí necesitan de la masa, como ésta necesita de
      ellas, so pena de sucumbir, ya que en un planeta sin fisicoquímica no puede
      sustentarse el número de hombres hoy existentes…”



Ortega frente a Heidegger y la Arquitectura



Por experiencias previas sé que no suele resultar afortunado llevar esto al campo
de la propia experticia, pero la lectura de la participación de Ortega y Gasset en el
Coloquio de Darmstadt (1951, publicada en alemán en 1952) titulada “El Mito del
Hombre allende la Técnica”, efectuada ante arquitectos, hecho de lo cual no fue
prevenido pero si de la temática de la técnica y la presencia de Heidegger (a quien
en varios sentidos refutará, en parte, por lo oscuro de su trabajo, crítica hecha a la
filosofía en la Introducción de este trabajo y que Ortega aborda con su habitual
claridad de “traer a la superficie”) me hace ineludible citar algo en torno a la
Arquitectura, por lo lúcido, y, entendiendo que se produjo hace décadas, visionario
que resulta lo disertado:


       “...El arquitecto se encuentra en una relación con su oficio, con su arte, muy diferente de
       la que forma la relación de los demás artistas con sus artes respectivas. La razón es obvia:
       la arquitectura no es, no puede, no debe ser un arte exclusivamente personal. Es un arte
       colectivo.   El genuino arquitecto es todo un pueblo.        Este da los medios para la
       construcción, da su finalidad y da su unidad. Imagínese una ciudad construída por
       arquitectos “geniales” pero entregados, cada uno por si, a su estilo personal. Cada uno de



                                                                                                 29
estos edificios podría ser magnífico y, sin embargo, el conjunto sería bizarro e intolerable.
       En tal conjunto se acusaría demasiado y como a gritos un elemento de todo arte en que no
       se ha reparado bastante: lo que tiene de capricho. La caprichosidad se manifestaría
       desnuda, cínica, indecente, intolerable. No podríamos ver el edificio consistiendo en la
       soberana objetividad de un grandioso cuerpo mineral, sino que en sus líneas nos parecería
       ver el impertinente perfil de un señor a quien “la ha dado la gana” de hacer aquello...” (p.
       111)


(Cualquier similitud con el perfil arquitectónico de Caracas no es coincidencia;
Ortega describe con lúcida precisión las razones de la pobreza urbana e
incoherencia en el carácter edilicio de la ciudad)


Algunos fragmentos de la conferencia dictada allí por Ortega y Gasset reafirman,
redondean por así decirlo, las enseñanzas de su “Meditación de la Técnica”, por lo
cual los transcribiremos a continuación:


       “…Una de las leyes más claras de la historia universal es el hecho de que los
       movimientos técnicos del hombre han aumentado continuamente en número y en
       intensidad, es decir, que la ocupación técnica del hombre – en este sentido estricto
       – se ha desarrollado con un indudable progreso; o, lo que es lo mismo, que el
       hombre, en una medida creciente, es un ser técnico…”


Para su presentación narra un mito donde diferencia al hombre de otros animales,
“… los animales superiores que preceden al hombre, conforme se ha demostrado, tienen
entendimiento, pero no tienen, o apenas tienen memoria; o, lo que es lo mismo, no tienen
fantasía, la cual, igual que la memoria, es productiva a veces y otras, improductiva …”
Luego el hombre “… Estaba “naturalmente” loco; tan lleno de fantasía como no la
había tenido ningún animal antes que él, y esto significa que frente al mundo circundante
era el único que encontró, en sí, un mundo interior. Tiene un interior, un dentro, lo que
otros animales no pueden tener en absoluto… se encontró tal riqueza de imágenes internas,
la dirección de su atención realizó el más grande y patético giro desde fuera hacia dentro.




                                                                                                   30
Empezó a prestar atención a su interior, es decir, entró en sí mismo: era el primer animal
que se encontraba dentro de sí, y este animal que ha entrado en sí mismo es el hombre…”


Concluye la narración de su mito con un párrafo que actúa a manera de resumen:
       “…Este mito nos muestra la victoria de la técnica: ésta quiere crear un mundo
       nuevo para nosotros, porque el mundo originario no nos va, porque en él hemos
       enfermado. El nuevo mundo de la técnica es, por tanto, como un gigantesco
       aparato ortopédico que ustedes, los técnicos, quieren crear, y toda técnica tiene
       esta maravillosa y – como todo en el hombre – dramática tendencia y cualidad: la
       de ser una fabulosa y grande ortopedia…”




Comentarios Finales



Durante la Defensa de mi Tesis de Maestría, mi Tutor, como Jurado Principal, citó
con énfasis de sentencia indiscutible a un conocido Profesor de la FAU quien a
fines de los setentas declaró con todo el dramatismo y seriedad del caso que “…
la arquitectura ha muerto…”


Minutos después, comentando la exposición que realicé durante la Defensa de
Tesis de Maestría (precisamente en el área tecnológica), mi Tutora del Doctorado
en Arquitectura me preguntó durante el receso en que el jurado deliberaba: ¿hay
un cambio de paradigma en nuestro oficio? La respuesta es un sí rotundo.


Porque la Arquitectura no ha muerto, ha cambiado radicalmente y jamás volverá a
ser lo mismo.      Se nos presentan nuevos problemas, que requieren nuevas
soluciones. La arquitectura se enfrenta a novedosas circunstancias, radicalmente
diferentes a las que le tocaron en suerte en las centurias previas.             Los que
ejercemos este Oficio deberemos establecer nuevos consensos.




                                                                                       31
La Arquitectura no ha muerto, ha cambiado, mutación en que la técnica actúa
como agente fundamental. Pero intuyo que intentar explicar estas mutaciones
bajo la óptica de la técnica no será suficiente: que de ahora en más deberemos
considerar la meta - técnica para comprender la naturaleza de la crisis que
atravesamos y enfrentarnos así con mayores posibilidades de éxito a los cambios
radicales que registra el oficio de arquitecto.


Insisto entonces en que refuto que la arquitectura haya muerto:              cambio para
siempre, nunca volverá a ser lo mismo.            Experimentamos profundos y ràpidos
cambios de paradigmas en el más puro estilo kuhniano. El Oficio de Arquitecto ya
es otro, no simplemente lumínico - óptico (técnico) sino que deviene en meta -
técnico, conservando su necesario acervo humanístico (la “cultura” que en cita
anterior de “La rebelión de las masas” Ortega contrapone a “civilización” en la
discusión de primitivismo vs. Técnica)          Las circunstancias han cambiado, el
hombre como poseedor del oficio tampoco volverá a ser el mismo.


Comprender las raíces y llegar a la consecuencias de estos cambios en el oficio
de arquitecto no será tarea fácil… baste con una breve cita del prólogo que Mayz
realiza a la segunda edición de sus “Fundamentos de la meta - técnica” para
comprender que es mucho lo que debemos analizar, reflexionar, comprender:


       “… con mayor nitidez y claridad se advierte la radical crisis de los supuestos
       creenciales sobre los cuales se erige la civilización en que vivimos… Este libro
       aborda el fondo de semejante crisis y aspira a desentrañar su crisis: aquello que
       subrepticiamente la provoca. En efecto: su acción y realidad se hacen patentes al
       ser detectada la raigal transmutación sufrida por el logos que alimenta la
       racionalidad humana… como fruto de un proceso acicateado por los agentes que
       movilizan el avance y desarrollo de la ratio technica. Se produce, de tal modo, la
       sustitución del ingenito logos óptico – lumínico, que funciona como código
       ordenador de la innata racionalidad humana, por un logos meta - técnico, trans –
       óptico y trans – lumínico, desde el cual la alteridad se vertebra y organiza mediante



                                                                                         32
recursos, sintaxis y límites absolutamente distintos a los que prevalecen dentro de
        los tradicionales confines del logos óptico – lumínico…”


(Nota muy personal: sólo desearía que Mayz tuviera la claridad de Ortega, su
generosidad de hacerse comprender; por otra parte, tal vez ya la tenga y quien
esto escribe aun no se encuentre preparado para una interpretación adecuada, o
cuando menos digna)


Hasta lo que teníamos por cierto, nuestras creencias, hoy se tambalean. Para los
arquitectos ha llegado del momento de imitar menos a Gehry 13 o Eisenman 14 y
leer más, de manera reflexiva, buscando claves y caminos, a Ortega y a Mayz.
Tengo perfectamente claro que nada de esto será ajeno a la dualidad de la
arquitectura como saber y saber hacer humanista y técnico, y que los grandes
cambios vienen dados por la técnica, o más precisamente aún, allende la técnica,
es decir, por la meta – técnica.


Ante la opinión de quienes ven la arquitectura como ciencia y arte, contrapongo
que esta ha mutado, que ambas se cobijan en nuestro caso bajo el todopoderoso
resguardo de la técnica. El arte como cultura, la ciencia como “saber” quedan
minimizadas, arrolladas e inmersas en la Técnica:                         en nuestra Sociedad del
Conocimiento lo que vale es el “Saber Hacer”. La técnica subvierte todos los
órdenes y ya nada volverá a ser lo mismo – ni tan siquiera nuestro oficio, menos
aun la vana pretensión de conocerlo, dominarlo aparece de ahora en más como
una quimera. Llegó, para quedarse, el tiempo de la meta – técnica.


Apéndices

13
   Frank Owen Gehry (1929) arquitecto estadounidense de origen canadiense (nacido en Toronto bajo el
nombre de Ephraim Goldberg), famoso principalmente por su bizarro Museo Guggenheim en Bilbao, España.
14
   Peter Eisenman (1932) arquitecto norteamericano descendiente de emigrantes judíos alemanes de
Estrasburgo, internacionalmente reconocido por su visión provocadora de la arquitectura; actualmente en el
centro de la polémica por su Memorial del Holocausto en Berlín (que apenas dos años después de inaugurado
ya presenta agrietamientos que deberán repararse urgentemente) y la fallida “Cidade da Cultura” en el monte
Gaiás, a las afueras de Santiago de Compostela (faraónica construcción interrumpida, entre otros motivos, por
falta de fondos, cuyo presupuesto ya superó al menos en cuatro veces la cantidad total destinada para su
ejecución)


                                                                                                          33
A) Minibiografía de Don José Ortega y Gasset




Madrid 1883 – Madrid 1955

“...Doctor en Filosofía y Letras, filósofo y ensayista español. Estudió en los jesuitas de
Cádiz, y luego en la Universidad de Madrid, donde se doctoró en Filosofía y Letras en 1904.
Marchó a Alemania para ampliar sus estudios en las universidades de Leipzig, Berlín y
Marburg. De vuelta en España en 1910, obtiene la cátedra de Metafísica en la universidad
de Madrid, desde la que impulsó el regeneracionismo cultural español. Toda su filosofía
está influida por Kant, filosofía que estudió a fondo en su estancia en Alemania. Además de
numerosas obras como La deshumanización del arte (1925), España invertebrada (1921) o
La rebelión de las masas (1930), publicó numerosos artículos primero en el periódico El
Imparcial, fundado por su abuelo, y posteriormente en el diario que él mismo fundó: El Sol,
o revistas como España (1915) o La Revista de occidente (1923). Mostró su repulsa a la
dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), creando la Agrupación al Servicio de la
República, partido político por cuyas listas fue elegido diputado en 1931, abandonando su
cargo por su desacuerdo con la Constitución de 1931. Al estallar la Guerra Civil, dejó
España y vivió en países como Francia, Argentina y Portugal. En 1945, vuelve a España y
publica obras como: Papeles sobre Velázquez y Goya (1950) y póstumamente,
Meditaciones sobre Europa (1957)…”


(Tomado de: LIBROdot,com disponible en
http://www.librodot.com/searchresult_author.php?authorName=O)

B) El pensamiento de Ortega y Gasset según Ferrater Mora


“...Nació en Madrid, ha sido profesor de metafísica a partir de 1911 en la Universidad Central.
Aunque jubilado sólo en 1952 sus enseñanzas activas en la Universidad cesaron en 1936. Discípulo
de Hermann Cohen en Marburgo y educado, por tanto, en la tradición del neokantismo sus ideas
filosóficas no responden, sin embargo, al sentido de la tradición marburgiana. Cierto que en una
primera etapa en el desarrollo de su pensamiento, aproximadamente desde 1902 hasta 1910,
defendió una tendencia objetivista que llegaba hasta a afirmar el primado de las cosas (y de las
ideas) sobre las personas. Pero ya a partir de 1910 y especialmente desde 1914 su pensamiento se
orientó en la forma ulteriormente desarrollada. Dentro de la continuidad manifestada en tal


                                                                                             34
desarrollo se destacan, sin embargo, dos períodos. el primero, que abarca hasta 1923
aproximadamente, puede llamarse perspectivista; el segundo, desde 1923 hasta la fecha,
raciovitalista.

Característica del período 1910-1923 es el perspectivismo (véase), llevado hasta tales consecuencias
que Ortega indica que la substancia última del mundo es una perspectiva. El perspectivismo no es,
empero, solamente una doctrina accidental; se convierte en la piedra angular de la teoría del
conocimiento. En esta última se opone Ortega por igual al idealismo y al realismo. Contra el
idealismo, afirma que el sujeto no es el eje en torno al cual gira la realidad; contra el realismo, que
no es un simple trozo de la realidad. El sujeto es una pantalla que selecciona las impresiones o lo
dado. No es un ser abstracto, sino una realidad concreta que vive aquí y ahora. Es, por lo tanto, una
vida (v.). Tal vida no es sólo biológica; la defensa de lo vital, en la que Ortega insiste
ahincadamente, no equivale a la defensa de lo primitivo. Si bien la cultura (v.) es producida por la
vida y para la vida –y, por consiguiente, la vida es anterior a la cultura–, ello no significa que los
valores culturales sean secreciones de actividades vitales y menos aun meramente biológicas.
Significa que los valores culturales son funciones vitales, aunque funciones vitales que obedecen a
leyes objetivas, y que, por consiguiente, hay una continuidad completa entre lo vital y lo transvital o
cultural. Como consecuencia de esto puede afirmarse que la razón (v.) no está fuera de la vida ni
tampoco es la vida, sino una función de la vida.

El desarrollo de los temas a que le había conducido el perspectivismo lleva, pues, a Ortega a las
posiciones que hemos calificado con el nombre de racio-vitalismo. Algunas de estas posiciones
aparecen claramente en una de las primeras tesis filosóficas de Ortega: la tesis formulada en 1914
según la cual «Yo soy yo: yo y mi circunstancia». Esta tesis había conducido a Ortega a una
elaboración del concepto como cultivo de la espontaneidad en que la vida consiste, es decir, a una
doctrina del concepto como auténtico «órgano» de conocimiento. En el desarrollo posterior la tesis
en cuestión adquiere un papel todavía más fundamental: permite entender la noción de razón vital
sobre la cual va a girar su filosofía. Contra la abstracción del racionalismo y contra las
interpretaciones pragmatistas, biologistas y exclusivamente intuitivistas del vitalismo (v.), Ortega
mantiene que si quiere llamársele vitalista, habrá que entender por tal adjetivo la posición del que
afirma que el conocimiento, aunque siendo racional, está arraigado en la vida. Por lo tanto, la
doctrina de la razón vital (o razón viviente), el raciovitalismo, desconfía solamente de ciertas
interpretaciones dadas a la razón. En particular desconfía de la reducción de la razón a razón física y
abstracta y mantiene que toda razón es razón vital. 'Razón' es, pues, un término que designa todos
los actos que «dan razón de» y especialmente que dan razón de los hechos vitales. Por eso la
filosofía no es un pensamiento acerca de la vida, sino un partir del hecho de que toda razón es
viviente. En suma: 'razón vital' puede traducirse por 'vida como razón'. De ahí que el hombre no sea
para Ortega un ente dotado de razón, sino una realidad que tiene que usar de la razón para vivir.
Vivir es tratar con el mundo y dar cuenta de él, no de un modo intelectual abstracto, sino de un
modo concreto y pleno. De ello se deriva el saber (v.) como un saber a qué atenerse: el hombre ha
tenido que inventar la razón, porque sin ella se sentiría perdido en el universo. Ahora bien, la razón
vital no es solamente un método, sino también una realidad: es una guía en el sistema de la realidad
y la propia realidad que se guía a sí misma dentro del universo.

El hecho fundamental de que la vida tenga que saber a qué atenerse explica la diferencia entre las
ideas y las creencias (v. Creencia); Vivir en la creencia –lo mismo que vivir en la duda– constituye
un segmento fundamental –si no el más fundamental– de nuestra existencia. La doctrina orteguiana
del hombre lo tiene constantemente en cuenta. Pero esta doctrina necesita una fundamentación
todavía más radical. Ésta está dada en la tesis de que la vida es la realidad radical, dentro de la cual
se hallan las demás realidades. La vida no es, según Ortega, una cosa, pero tampoco un espíritu. En
rigor, no «es», propiamente hablando, nada: es un hacerse a sí misma continuamente, un


                                                                                                     35
«autofabricarse». La vida de cada cual es la existencia particular y concreta que reside entre
circunstancias haciéndose a sí misma y, sobre todo, orientándose hacia su propia mismidad,
autenticidad o destino. El hombre puede, ciertamente, alejarse de su propia autenticidad, pero
entonces será menos «real». A diferencia de las cosas, la vida humana admite grados de realidad
según su mayor o menor acercamiento a su propio destino. Por eso la vida puede ser caracterizada
por medio de la siguiente serie de notas: la vida es problema, quehacer, preocupación consigo
misma, programa vital y, en último término, «naufragio» –un naufragio del que el hombre aspira a
salvarse agarrándose a una tabla de salvación: la cultura. Por eso la vida es también drama y por eso
no puede ser una realidad biológica, sino biográfica. El método para acercarse a ella no es el
análisis, sino la narración. Sólo así puede entender el hombre que la propia vida es su fin y que, por
consiguiente, no hay que buscar ninguna trascendencia: lo trascendente para cada uno es la propia
existencia humana, la cual se descubre, así, como una realidad desilusionada.

El descubrimiento de la vida como «la realidad radical» –no, pues, como «realidad única», sino
como realidad en la cual «radican» todas las demás– supone, entre otras cosas, una superación tanto
del idealismo como de la fenomenología. Nos hemos referido a este punto en el artículo PONER,
POSICIÓN. Aquí nos limitaremos a destacar que, en relación estrecha con la idea de la vida como
realidad radical, y fundadas en ella, se encuentran en Ortega una serie de ideas filosóficas que
afectan a las cuestiones fundamentales de la metafísica. Una de estas ideas es la de que lo que los
filósofos han llamado «ser» es algo inventada por el hombre (para responder a una cierta situación
vital, especialmente a la situación en la cual se produjo un vacío dejado por la falta de creencia en
los dioses). Por lo tanto, Ortega no considera el ser como la realidad, sino lo contrario: la realidad es
anterior al ser. Éste es una interpretación –una entre otras– de «lo que hay». Ahora bien, «lo que
hay» no es algo que el hombre «pone», sino aquello que se le impone por sí. Descubrirlo, esto es,
sacarlo a luz, equivale a sacar a luz toda una serie de supuestos de que se han valido hasta ahora los
filósofos –supuestos tales como «lo que hay es lo racionalmente comprensible», «lo que hay es lo
experimentable», &c., &c. En esta busca de lo que subyace en las diversas interpretaciones que se
han dado de «lo que hay», Ortega descubre que lo que hay es más bien algo incompleto –en otros
términos, lo que hay es más bien un «intento de ser» que un ser completo. Con ello Ortega procede
a «desmontar» la filosofía misma, la cual no aparece como algo perteneciente a la naturaleza
humana, sino como una reacción ante una cierta situación histórica. Superficialmente se trata de un
«historicismo» o, si se quiere, de un «realismo historicista», pero hay que tener en cuenta que para
Ortega la historia misma está hecha de una serie de «invenciones» que produce el hombre con el fin
de mantenerse a flote.

La exposición anterior se refiere principalmente a las ideas metafísicas y gnoseológicas de Ortega,
pero conviene completarla con referencias a sus doctrinas que se hallan en otros artículos de la
presente obra (por ejemplo: CREENCIA, CULTURA, HISTORICISMO, IDEOMA,
NAUFRAGIO, PENSAR, PERSPECTIVISMO, RACIOVITALISMO, RAZÓN VITAL, VIDA,
VITALISMO, SABER). Diremos ahora algunas palabras sobre varios de los resultados de los
análisis sociológicos de Ortega, destacando sus aspectos teóricos.

El más importante de ellos está constituido por la doctrina de la sociedad. Según Ortega, no hay
ninguna «sociedad como tal». En su descripción de los rasgos fundamentales de la vida humana
había declarado Ortega que el hombre no tiene, propiamente hablando, una naturaleza, sino una
historia. Lo mismo cabe decir de la sociedad. El ser de ésta no puede, pues, captar la razón pura
(racionalista o naturalista), sino la citada razón vital. De ésta se desprende que la sociedad o mundo
social es un elemento en el cual el hombre-vive, que ejerce presión sobre él por medio de usos (v.
USO), costumbres, normas, &c.; que esta presión puede ser social pura y simplemente, o bien
estatal (la presión estatal es sólo «el superlativo de lo social»); que la presión en cuestión tiene una
doble característica: nos ayuda a vivir, pues el hombre no puede hacerlo todo solo, y nos oprime


                                                                                                      36
hasta el punto de que necesitamos salir de ella para no asfixiarnos por completo. La última doble
condición permite explicar ciertos fenómenos concretos de la vida histórica de las sociedades,
especialmente el hecho de que lo social puede a veces aparecer como la piel flexible que se pliega a
todas las articulaciones del organismo (y a ello podemos llamar libertad) y a veces ser como un
aparato ortopédico que nos oprime, pero del cual no podemos prescindir (y a ello podemos llamar
adaptación).

Las dificultades que plantea esta tesis, y sobre todo el conflicto entre ella y la doctrina de que la
sociedad es siempre, frente al individuo, algo inauténtico, pueden solucionarse, según aparece
probable, mediante una serie de distinciones. La más destacada de ellas es la teoría orteguiana de
que junto a las relaciones sociales hay las relaciones interindividuales (como el amor, la amistad,
&c.). De este modo puede entenderse la relación persona-sociedad como una relación no unívoca,
sino regida por una compleja red de relaciones e interdependencias en la que ciertas formas de
agrupación podrían tomar el camino intermedio entre la vida personal y la francamente «social».

El pensamiento de Ortega ha influido considerablemente no sólo en España y países de lengua
española, sino también en otros países, especialmente en Alemania. Entre los filósofos españoles
que más o menos directamente han sido influidos por Ortega o han sido incitados por sus
enseñanzas y sus escritos mencionamos a Manuel García Morente, Xavier Zubiri, Joaquín Xirau,
José Gaos, Julián Marías, María Zambrano, Luis Recaséns Siches, Pedro Laín Entralgo, José Luis
L. Aranguren (véanse). También han recibido su influencia, entre otros: Manuel Granell (Cartas
filosóficas a una mujer, 1946. – Estética de Azorín, 1949. – Lógica, 1949. – El hombre, un
falsificador, 1956. – El humanismo como responsabilidad, 1919. – Ortega y su filosofía, 1960
[colección de artículos, 1950-1957]), el cual ha aplicado tesis de Ortega a varias descripciones de la
vida humana y ha elaborado una nueva teoría de la naturaleza y significación del humanismo; Luis
Abad Carretero (nac. 1895 en Almería, y actualmente profesor en la Universidad Nacional de
México: Una filosofía del instante, 1954. – Niñez y filosofía, 1957. – Instante, querer y realidad,
1958. – Vida y sentido, 1960. – Presencia del animal en el hombre, 1962. – Aparición de la
visciencia, 1963. – Sentido vivo de la historia, en preparación) a cuyo pensamiento nos hemos
referido en los artículos INSTANTE y VISCIENCIA; Paulino Garagorri (Ortega: una reforma de
la filosofía, 1958. – La paradoja del filósofo, 1959)...”


                                   José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía
    Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1965, Tomo Segundo, páginas 347-350

(Fuente: Proyecto Filosofía en español, disponible en
http://www.filosofia.org/enc/fer/52347.htm)

Bibliografía Consultada:

Libros

Principal


ORTEGA Y GASSET, José (1939). Meditación de la Técnica y Otros Ensayos sobre
Ciencia y Filosofía. Revista de Occidente en Alianza Editorial. Colección editada por




                                                                                                   37
Paulino Garagorri (nuevas ediciones revisadas y ampliadas con textos inéditos) Quinta
reimpresión en “Obras de José Ortega y Gasset”, 1998. 170 p.


Referencias


JULIÁ, Santos (2005) España sin Guerra Civil. ¿Qué hubiera pasado sin la rebelión
militar de julio de 1936? En: - Historia Virtual - ¿Qué hubiera pasado si?, bajo la
dirección de Niall Fergusson. Páginas 11 a 40 inclusive.

MAYZ VALLENILLA, Ernesto (1990) Fundamentos de la meta-técnica. Fundación para la
Cultura Urbana, Caracas 2005. 206 p.

ORTEGA Y GASSET, José (1921) España Invertebrada. Bosquejos de algunos
pensamientos históricos. 1ª Ed. Alianza Editorial, Madrid, 2001. En Tomo III de las
“Obras Completas”.
                                (1930) La Rebelión de las Masas (con un prólogo para
franceses, un epílogo para ingleses y un apéndice: Dinámica del Tiempo) .4ª Ed. Espasa
- Calpe, Madrid, 1981. 264 p. En Tomo IV de las “Obras Completas”.
                              (1914) Meditaciones del Quijote. Ed. Cátedra, Madrid,
2001. 167 p. En Tomo I de las “Obras Completas”.

QUINTANILLA, Miguel A. – Director (1976) Diccionario de Filosofía Contemporánea.
Ediciones Sígueme, Salamanca (España) 481 p.


Artículos en Revistas

SERRANO, Máximo Martín (1998) El mito del hombre allende la técnica. José Ortega y
Gasset. En: Teorema, Revista Internacional de Filosofía, Vol. XVII/3.

VALLOTA, Alfredo D. (2004) La Técnica y el desafío del Siglo XXI. En: El Cuervo. Año
16, Número 31, enero a junio de 2004. Páginas 56 a 67, ambas inclusive.


Artículos en Internet

CORDERO DEL CAMPO, Miguel Ángel (2002) La Idea de la Técnica en Ortega.
(Resumen) En: Revista de estudios orteguianos, ISSN 1577-0079, Nº. 5, 2002 , pags.
169-181 Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=620234 (agosto
de 2007)

FERRATER MORA, José (1965) Diccionario de Filosofía. Editorial Sudamericana,
Buenos Aires (Argentina) Segundo Tomo, páginas 347 a 350. Portal “Proyecto Filosofía
en Español”, disponible en http://www.filosofia.org/enc/fer/52347.htm (agosto de 2007)

ORTEGA Y GASSET, José (1940) Ideas y Creencias. Creer y Pensar. Texto escrito por
el autor para su inclusión en el volumen Nuestra raza, libro de lectura manuscrita escolar.
Editorial Hispano - Americana. Reus, 1928. Contenido en el Tomo V de sus “Obras


                                                                                        38
Completas”. Descarga del documento disponible desde: http://www.librodot.com (junio
de 2007)
                            (1930) Misión de la Universidad (y otros ensayos afines)
Texto incluido en el Tomo IV de sus “Obras Completas”. Descarga del documento
disponible desde: http://www.librodot.com (junio de 2007)

PROYECTO FILOSOFÍA EN ESPAÑOL (2003) José Ortega y Gasset 1883 – 1955.
Biografía y bibliografía. Disponible en: http://www.filosofia.org (julio de 2007)

SALDIVIA MALDONADO, Zenobio (¿?) La Técnica en Ortega. Portal de la UTEM –
Universidad Tecnológica Metropolitana del Estado de Chile, disponible en:
http://www.utem.cl/trilogia/p_18_7.htm (agosto de 2007)

SOBRINO DIÉGUEZ, José (1952) Ortega y Gasset: ¡yo te perdono!. Artículo en Prensa
Libre, La Habana, Cuba, 29 de septiembre de 1952, versión digital disponible en el Portal
“Proyecto Filosofía en español”: http://www.filosofia.org/hem/195/pl520929.htm (agosto
de 2007)

VILLAR EZCURRA, Alicia (2006) Una filosofía desde la vida: Unamuno y Ortega. Portal
“Cuenta y Razón del Pensamiento Actual”, disponible en:
www.cuentayrazon.org/revista/pdf/144/Num144_002.pdf (agosto de 2007)


Audio

“José Ortega y Gasset” en “Travesías del Pensar”, programa radial del Doctor Alfredo
Vallota emitido por la Emisora Cultural de Caracas, auspiciado por el “Centro de Estudios
Teóricos y Filosóficos” – CETIF y la “Cátedra de Filosofía” de la UNESCO en Venezuela.
Guiòn de Alfredo Vallota. Disponible en formato podcast (mp3) desde
http://culturalibre.org.ve:9000/FCT/stories/390/ y
http://www.archive.org/details/Ortega_y_Gasset




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"Elogio de Ortega", ensayo por @darioalvarez para Seminario Doctor Vallota - 2007

  • 1. Universidad Central de Venezuela – UCV Facultad de Arquitectura y Urbanismo – FAU Doctorado en Arquitectura Seminario: Técnica y Meta-Técnica. Trabajo Final del Curso FUE UN GUSTO LEERLO. PARA ESTO UNO OFRECE UN CURSO. NO TENGO OBSERVACIONES Profesor: Alfredo Vallota Estudiante: Darío Álvarez Tema: Don José Ortega y Gasset, su “Meditación de la Técnica”
  • 2. Julio – septiembre de 2007 Justificación Durante el Seminario navegamos, a manera de viaje, por las ideas e implicaciones sobre la Técnica presentes en los Filósofos Ortega y Gasset, Heidegger, García Bacca y Mayz Vallenilla, bajo la guía experta del Doctor Vallota al timón; acostumbrado a la experiencia de cursos anteriores con el mismo Profesor, sabía que para finalizar el Curso debería presentar una monografía o trabajo final, que a priori visualicé como un escrito sobre la lectura de Mayz Vallenilla y su importante aporte al pensamiento a través de la meta-técnica: siendo común la tendencia de aprovechar los avances en las materias como pequeños escalones en el desarrollo del Doctorado en Arquitectura, el “ir-mas-allá-de-la-técnica” sugerido por la expresión meta-técnica, a primera vista me resultaba de perlas para continuar trabajando las ideas que pretenden orientar mi investigación sobre el nuevo oficio del arquitecto en la era digital. Pretensión reforzada con la lectura del programa seminarial que ofrecía atender “…principalmente la propuesta de Mayz Vallenilla acerca de la meta-técnica como un modelo de la sociedad que podría desarrollarse en el siglo XXI y cuyos indicios ya están entre nosotros…” Hasta aquí, todo perfecto. Tan ideal como los amores a primera vista, pero como muchos de esos enamoramientos repentinos: duró hasta que la sumatoria de pequeñas imperfecciones acumuló tal energía que me hizo huir de aquel objeto de adoración inicial. El seguimiento del Seminario me deja como aprendizaje que poco o nada sabía de la Técnica (más concretamente que nunca acostumbraba a reflexionar sobre el tema y que mis ideas respecto a la Técnica eran pobres o nulas) Aún más grave al aceptar que ni tan siquiera había rasgado la superficie del pensamiento técnico y ya pretendía escalar las alturas de la meta-técnica, material 2
  • 3. aun en desarrollo, con enorme y posiblemente aún inusitado potencial, muy lejos todavía de ser explotado eficientemente. Mi aterrizaje de emergencia no se hizo esperar. Ya en terreno firme, recuperándome de los daños causados por mi complejo de Ícaro, debo atender sin más dilaciones mi necesidad de regresar a las fuentes, a las ideas primordiales, partiendo del intentar comprender ¿qué es la técnica?, para lo cual asumo la conveniencia de entregarme a la lectura de un viejo conocido: Ortega y Gasset. Elogio de Ortega Como porteño me resultó muy frecuente escuchar el nombre de Ortega durante mi infancia: Ortega y Gasset en el colegio, en la televisión y la prensa, “el viejo Ortega” más de una vez mencionado en los programas de radio 1; parecía estar por doquier, su huella fue profunda en la Argentina del pasado siglo, pero en mi mente infantil lo percibía distante, inalcanzable, mayormente por las resonancias del término “filosofía” que me resultaban oscuras, herméticas, sólo comprensibles para iniciados. Hasta que entre libros de Verne y Salgari (en tiempos que las bibliotecas todavía podían prestar libros en la certeza que serían devueltos en decente integridad) cayó entre mis manos la “Rebelión de las Masas” – no recuerdo muy bien como ni porque, aunque no sería extraño atribuirlo a una tarea 1 Eran muchas las figuras de la radio argentina en los setentas, pero la voz que más recuerdo citando “al viejo Ortega” es la del locutor Antonio Carrizo, aun activo por la misma emisora AM, Radio Rivadavia, http://www.rivadavia.com.ar (agosto de 2007) Carrizo surgió en la era en que reinaba la radio – sin interferencia de la ahora omnipresente televisión - , época en que lo que hoy conocemos como locutores eran llamados por su denominación inglesa de “speakers”. Por referencias supe que Carrizo fue el primero de estos speakers – locutores en leer sus libretos directamente al aire, con claridad y precisión, de manera natural, evitando engolamientos de la voz tan frecuentes por aquellos días, y lo más importante, sin los acostumbrados ensayos previos : con todo esto creo escuela, y fue para nosotros, los oyentes, un modelo de “hombre culto”, ejemplo del ciudadano formado en la primera mitad del siglo XX en que Argentina era primer mundo, donde vivió Ortega y era leído con asiduidad en la prensa nacional – junto a otras destacadísimas plumas, muchas también provenientes del duro exilio español a quien La Reina del Plata recibió con los brazos abiertos. Disquisición adicional que mi paranoia temporal no me permite dejar por fuera de este escrito: el programa radial de Antonio Carrizo en los setentas se llamaba “La Vida y el Canto”, pero en la conversación diaria yo solía mencionarlo como “La Vida y el Tango”, no tanto porque su musicalización contuviera cantidad de piezas del género rioplatense por excelencia, sino porque en mi corto entender, al interior de mi universo infantil, el Tango era compendio de la Vida, creía firmemente ya por entonces que nada en la Vida es temática ajena al Tango, situación que reafirmo en mi existencia adulta. 3
  • 4. escolar de esas que imponían “leer un libro a la semana y escribir sobre el”-. “Rebelión” que en mi pensamiento de por aquel entonces tuvo ecos de “revelación”: la filosofía, al menos de la mano de Ortega, si eso era lo que llamaban así, no era criptica ni obscura, tampoco pesada, más bien el librito termino siendo de estos que al tomarlo uno lee de principio a fin sin detenerse, con auténtico placer por la lectura, encontrando ecos en las cosas que uno veía a diario y cuya razón no entendía o simplemente que uno no había analizado (y porque no decirlo: tampoco contaba uno con elementos suficientes para hacerlo) Descubrir al “hombre masa” en la convulsa Argentina de los setentas me resultó revelador e incluso, perturbador: ¿cómo este hombre, este tan español Ortega, de tan castillo castellano, se adelantó décadas a lo que estábamos viviendo y lo pudo explicar de manera tan comprensible, con prosa tan elegante, digna de envidia? – aún hoy quisiera poder escribir con una fracción de la calidad y claridad que el autor exhibía en sus razonamientos. Amaba a mi idioma (tal vez herencia de mis padres inmigrantes, hijos de la Guerra Civil, quienes a corta edad pusieron en mis manos “El Quijote”) y Ortega me hizo redescubrir la fuerza y belleza del castellano. Ya mayor, en Venezuela, en tiempos que la internet aun era tierra de elucubraciones propias de la ciencia ficción y en que las lecturas se limitaban a los libros que uno se agenciaba (entonces todavía a precios accesibles) o lo publicado en prensa, siempre que llegaba a mis ojos algo de Ortega y Gasset era un placer que había que saborear con detenimiento. Su célebre dualidad de “hombre y circunstancia” me resultó invaluable en el intento de interpretar a un mundo del que formaba parte pero que por mucho que me devanara los sesos terminaba por tarea imposible el poder entender. Siéndome la Filosofía aun distante y misteriosa, en buena medida por su ausencia en nuestros programas de estudio (hecho inexplicable e injustificable: ¿qué clase de profesional forma nuestra sociedad sin darle herramientas básicas para formular preguntas?) ya en carrera académica me es revelada la Reforma 4
  • 5. Universitaria, que sencillamente me cautivó; en gran medida por la desilusión acumulada ante un organismo llamado Universidad que se muestra a destiempo de los días y necesidades que vivimos. Reforma de la esencia de la Universidad misma impulsada por quienes eran en razón su potencia: los estudiantes, aquellos que seguramente nutridos de ideas orteguianas, en su proclamación de Córdoba sembraron cual reguero de pólvora su “Manifiesto” – no es sorpresa notar luces de Ortega entre un movimiento que proclamaba “…Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden…”, surgiendo la Reforma en 1918 tras el primer viaje de Ortega a la Argentina en 1916 (a la que viajó junto a su padre, dando charlas y conferencias, alguna de ellas precisamente en “la docta” Córdoba) La magnitud de Ortega y Gasset en la idea de Universidad moderna, más propia del siglo XX que de sus raíces aristotélico – tomistas, forma parte de su amplísima trayectoria dentro de la cual abordó exhaustivamente la problemática de esta entidad en crisis (destacando su lúcida obra “La Misión de la Universidad y otros Ensayos” de 1930, recogida en el Tomo IV de sus Obras Completas) También muy de Ortega fue la actividad política ligada a la intelectualidad: el 23 de marzo de 1914 pronuncia un discurso en el Teatro de la Comedia de Madrid titulado “Vieja y Nueva Política” que se considera el acto fundacional de la Liga de Educación Política Española, tomando como principios el liberalismo y la nacionalización, postulándose como la vanguardia de la “España vital” enfrentada a la “España oficial”. Luego del regreso de su primer viaje a Argentina, desde 1917 Ortega se dedicó a la política con mayor intensidad, en la búsqueda de respuestas al problema constituyente español (Juliá 2005); prosiguiendo con la creación de la “Agrupación al Servicio de la República”, grupo político en el que participaron otros intelectuales de renombre como, por ejemplo, Gregorio Marañón ( 1887 – 1960 ) o Ramón Pérez de Ayala ( 1880 – 1962 ). Esta agrupación permitió en 1931 la elección de Ortega como Diputado a las Cortes Constituyentes de la Segunda República Española, puesto que abandonó ante el descontento que le causara la 5
  • 6. orientación ciertamente radical de la Constitución de aquel año marcada por la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña (circunstancia que en este nuevo Siglo permanece aún abierta con las disputas por un nuevo Estatuto para dicha Comunidad Autónoma) manteniendo siempre la posibilidad de ejercer influencia en asuntos de Estado, aspiración que sostuvo incluso, según algunos autores, durante la terrible Guerra Civil y los primeros años de la cruel dictadura franquista, momentos en que ya se encontraba exilado, en el largo periplo que no terminaría hasta poco antes de su muerte y que le llevara a largas temporadas en París, Holanda, Argentina y Portugal. Su prolífica labor como articulista contribuyó en buena medida a que el gran público asociara a Ortega con la imagen de “hombre culto”: prácticamente no hubo tema que el gran filósofo no abordara, que no hiciera llegar a las masas aprovechando la claridad y contundencia de su escritura. Labor que acometió desde su primera juventud, primero en las páginas de “El Imparcial”, periódico fundado por su abuelo, prosiguiendo con “El Sol” del cual fue fundador, mayormente en carácter de inspirador, ya que el aporte económico fue realizado por el empresario vasco Nicolás de Urgoiti (quien a su vez en 1920 fundó la Editorial Calpe, que se uniría mas tarde a la Editorial Espasa para dar lugar a la prestigiosa organización que hoy conocemos como Espasa – Calpe donde Ortega cumplió el aserto borgiano que mientras otros se jactaban de lo que escribían, el se enorgullecía de lo que había leído, hecho demostrado al dirigir la influyente Colección “Biblioteca de Ideas del Siglo XX”) Sus comentarios en periódicos y revistas fueron habituales en variadas publicaciones internacionales y recopiladas oportunamente en los ocho tomos de “El Espectador”( 1916 – 1935 ) Como fundador de publicaciones contó con la experiencia de la Revista “España” (1915) aunque marcó el gran hito con la empresa de “La Revista de Occidente” (1923) que sirvió para difundir hasta 1936 (inicio de la Guerra Civil) las tendencias filosóficas y culturales vanguardistas en el primer cuarto del siglo pasado, principalmente las de procedencia germánica y las obras de españoles, por 6
  • 7. ejemplo, los célebres hermanos Machado y otros jóvenes poetas que serían conocidos como la Generación del ´27. La publicación de “La Revista” fue reemprendida por sus herederos, desde 1962 por su hijo José Ortega Spottorno y posteriormente por su hija Soledad Ortega Spottorno (quien aún la encabeza, como puede comprobarse en el sitio web de la publicación, http://www.ortegaygasset.edu/revistadeoccidente/revista.html) Como anécdota personal he trabajado asiduamente en el área de la Realidad Virtual, relación que surgió en forma eminentemente técnico – informática y por mi desempeño en las redes, pero que ante el descubrimiento del monográfico que “La Revista” (Nº 153) dedicó en 1994 al tema, se enriqueció con ideas más amplias y relevantes que me ayudaron sobremanera en la investigación de mi Tesis de Maestría. Otro aspecto apasionante en la vida de Ortega y Gasset es su pericia en un valiosísimo arte en vías de extinción: la Tertulia, que presidía diariamente y a la que asistían colaboradores, amigos y estudiantes, siendo marca distintiva de sus tiempos en “La Revista de Occidente”. Funda en 1948 junto a su discípulo Julián Marías ( 1914 – 2005 ) el Instituto de Humanidades, tras lo cual y hasta su muerte en 1995 pronunciará varias conferencias en Estados Unidos de Norteamérica, Alemania (donde destaca la de Darmstadt en un evento del cual no había sido informado suficientemente con anterioridad a su celebración y en el que se encuentra con Heidegger, de lo cual escribiremos más adelante) y Suiza. Más sobre Ortega por la radio Recientemente (y antes de inscribirme formalmente en el presente Seminario, del cual al menos en voluntad formo parte desde hace más de dos años 2) redescubrí 2 Tiempo que demoraron las instancias administrativas de la Facultad (particularmente las de Postgrado) para que este Seminario pudiera convertirse en realidad. Destacado reconocimiento merece el Profesor Antonio 7
  • 8. la importancia de Ortega escuchando la emisión del Programa Radial “Travesías del Pensar”. Para la realización de este trabajo sentí conveniente volver a escucharlo varias veces, y tomar nota de algunos contenidos, los cuales citaré a continuación para completar esta panorámica del universo orteguiano. Fueron dos afirmaciones en la audición radial sobre Ortega y Gasset las que me causaron mayor impacto:  la gran "…aptitud para visiones amplias y generales…" demostrada por Don José Ortega y Gasset  el programa me reveló que"…tenemos ideas pero somos creencias…" (sic) Afirmaciones válidas aún en estos nuestros inicios de nuestros nuevos siglo y milenio: donde la planetarización de la sociedad exige este tipo de visiones lúcidas y generosas para una interpretación de que está sucediendo; y en que frente al bombardeo constante de información y el poder de los medios aun seguimos siendo, en esencia, creencias – y los grandes asuntos globales siguen respondiendo a esta realidad. Ortega, como gran pensador del Siglo XX, sigue iluminándonos el camino en el Siglo XXI, el que pretende ser el de la “Sociedad del Conocimiento”3. La edición de “Travesías del Pensar” que nos ocupa constituye de por sí un gran elogio de Ortega y Gasset, indicando que durante la mayor parte del Siglo XX el personaje fue sinónimo de Filosofía en nuestro idioma. Según el Profesor Vallota durante más de 30 años Ortega demostró que se podía hacer filosofía en castellano, divulgándola en forma clara, brillante y de calidad, con prosa galante y Conti sin cuyo tesón (rallante en la testarudez) no se habría ofertado. Ahora el reto es que se mantenga y evolucione, que el estudio de la Filosofía de la Técnica y los principios meta-técnicos arraiguen en nuestras casas de estudios. 3 Tan cierto parece resultar su carácter visionario que recorriendo la web topé con el sitio de la “Casa del Libro” ( http://www.casadellibro.com ) que se autoanuncia “Desde 1923, tu librería de confianza y tu compra segura de libros en Internet” donde ofrecen a la venta la obra “Qué es Conocimiento” de Ortega y Gasset en publicación de Alianza Editorial, S. A. (1992); traté de agenciarme un ejemplar, aprovechando también de adquirir “Que es Filosofía” del mismo autor, edición Espasa-Calpe, S. A. de este año. Ya me llegaron ambos libros y sinceramente, no veo la hora de terminar con el compromiso que representa este trabajo para poder dedicarme de lleno al placer de leerlos con detenimiento. 8
  • 9. accesible, siendo fuente de inspiración para muchos pensadores de nuestra lengua que hallaron en él un Maestro del pensar y del lenguaje filosófico. Logró transcender el ámbito académico alcanzando un público amplio, al que despertó el interés por la filosofía al difundir sus ideas de manera accesible, en la que el propio Ortega y Gasset llamaba “la gentileza del que sabe”. Tras su muerte su obra se opacó durante algunos años, tal vez por el hecho de siempre considerarlo como propio en latinoamericana, porque Ortega y Gasset es, ante todo, nuestro, sigue siendo uno de los grandes pensadores de la cultura hispanoamericana. “Travesías…” señaló altibajos en la valorización que se ha hecho de Ortega, dueño de un pensamiento que fluía en grandes intuiciones, a veces geniales pero también muy generales, no se detenía en problemas circunscriptos, sino que discurría en temas que resonaban en múltiples cuestiones, como por ejemplo las relaciones de la razón con la vida, las relaciones del individuo con la multitud, el origen del poder, la esencia de la Historia y la esencia de la Técnica. Ortega se movía con talento y visión sin par por programas enteros de pensamiento y gran repercusión, pero que muchas veces descubierta una nueva vía, avistando una idea novedosa, no se detenía a analizarla en todos sus alcances, no las sometía a exámenes minuciosos, a exhaustiva autocritica, sin plantear dificultades o formular contra argumentos de manera sistemática. Destacaba la emisión radial que Ortega y Gasset parecía desarrollar sus ideas por imágenes, que prefería ejemplos llamativos a la definición precisa de conceptos, privilegiando las metáforas sugerentes antes que la precisión, apelando "..al brillo de la expresión cautivante, más que al análisis detallado..", lo cual lo caracteriza como genial ensayista, género que privilegió. El propio Ortega definió el Ensayo en sus "Meditaciones del Quijote" 4 como “…una ciencia menos la prueba 4 Primer libro del autor, fechado en 1914 y contenido en el Tomo I de sus “Obras Completas” (desde 1902, cuando dio su primer artículo a la prensa, hasta 1915) Fuente: Centro de Estudios Orteguianos, http://www.ortegaygasset.edu/cortega/oc/t1.htm (agosto de 2007) 9
  • 10. explicita…”, lo cual expone muy bien su estilo, en que el ensayo resulta más adecuado para exponer una visión intelectual que para desarrollar un proceso argumentativo o de análisis exhaustivo. Y así como la obra de Ortega se opacó tras su deceso, renace precisamente por su destacada aptitud para las visiones amplias y generales; al volver a leerlo encontramos vislumbres que siguen vivos, que todavía son precursores, que nos sugieren caminos para la reflexión y brindan ayuda para situar los problemas de hoy. “Travesías…” destacó la distinción orteguiana de Ideas y Creencias, contenida en el Tomo V de sus “Obras Completas”5: las ideas son pensamientos nuestros que podemos tener o no tener, "... tenemos ideas pero estamos en la creencias… " (dice Ortega) “… las creencias son independientes de nuestro razonamiento, están fuera de nuestra elección… ”. “… Aceptamos o no nuestras ideas pero nuestras creencias se nos imponen… " resultas de lo cual “… tenemos ideas pero somos nuestras creencias… " Durante el programa radial el Profesor Vallota expuso los principios orteguianos según los cuales “… pensamos con las ideas, contamos con las creencias …” así como que “… un hombre queda mejor definido por aquello en lo que cree que por aquello en lo que piensa …” Narra que Ortega vivió bajo la admonición del cambio, de las innovaciones, de los hallazgos, el aire de los nuevos tiempos que representaba el siglo XX y por el que se sintió afectado al punto de hacerlo centro de su preocupación filosófica. Siempre encaró la tarea filosófica con actitud de descubrimiento, como si de avanzar sobre tierras vírgenes se tratase, que otorgó Esta publicación inaugural de Ortega referida en el programa radial que nos ocupa resulta vital para comprender la obra del pensador español; es precisamente su discípulo más directo, Julián Marias, quien destacará el valor germinal de las “Meditaciones”, donde ya se esboza lo que será la tesis central de la metafísica de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia” y que "… la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre …" Marias, en su prólogo a la tercera edición de este texto fundamental destaca que: “…Meditaciones del Quijote no es un libro más de Ortega. Es el punto de partida de toda su obra posterior, aquel en que su autor llegó a sí mismo, empezó a poseer su propia filosofía, a instalarse en ella para seguir adelante. Si no se comprende en toda su hondura este libro, todo el conocimiento de la obra orteguiana es penúltimo, privado de su primer fundamento; y más aún: de sus estímulos originarios, del nacimiento de una vocación, del dramatismo de un pensamiento germinal…” (Madrid, abril de 1984) 5 Para un índice exhaustivo de los contenidos del Tomo V de las “Obras Completas” (1932 – 1940) visitar el Portal del Centro de Estudios Orteguianos, http://www.ortegaygasset.edu/cortega/oc/t5.htm (agosto 2007) 10
  • 11. al filosofo la misión de anunciar a la gente los nuevos tiempos, viéndose a si mismo como un explorador que avanzaba sobre temas desconocidos para mostrarlos al resto del mundo; presentó al filósofo atisbando nuevos horizontes, las necesidades de un nuevo tiempo, enfrentando a la crisis más radical de la historia moderna, crisis de fundamento, el final del tiempo que comenzó hace tres siglos con Galileo y Descartes, fundado en la creencia en la razón y en su producto la ciencia. Ortega considera que la ciencia se encuentra en plena crisis ante la aparición de la física probabilística, la física cuántica y la física de la relatividad, un nuevo tiempo signado en el cambio de creencia, que sería el tiempo del cambio de la fe en la razón por la fe en la vida. Cambio radical de los fundamentos, donde Ortega y Gasset se ve como pensador comprometido con su tiempo, obligado a tratar de entenderlo y conceptualizarlo, para lo cual acuñó la noción de creencia, más concretamente del cambio de creencia. Persiguió entender las maneras en que se producen los cambios en el mundo, no la suma de cosas existentes, sino el objeto global de nuestros pensamientos y de nuestras opciones, no agotó el análisis de sus propuestas, tuvo el mérito de los primeros que avistaron los nuevos tiempos y trataron de entenderlos. Según “Travesías…” Ortega cumplió con la misión que el mismo asignó a los filósofos, anunciar el advenimiento de nuevos tiempos, de nuevas creencias que marcarían los tiempos por venir, desde nuestras raíces hispanoamericanas, con poderoso influjo en nuestra América. Sobre la formación y desarrollo de Ortega El presente “Elogio” de Ortega y Gasset no estaría completo sin detallar su formación académica e intentar aproximarnos a la evolución de su pensamiento. En etapas tempranas estuvo ligado a los jesuitas (Colegio de San Estanislao en Miraflores del Palo – Málaga -, estudios superiores en la Universidad de Deusto – Bilbao -), tras lo cual obtuvo su licenciatura de la Facultad de Filosofía y Letras de 11
  • 12. la Universidad Central (Madrid) en 1902, doctorándose en Filosofía por la Universidad de Madrid, con la tesis “Los terrores del año mil”6 (1904, 58 páginas) Los estudios que desde 1905 y hasta 1907 realizó en Alemania marcaron su pensamiento y obra: Leipzig, Nuremberg, Colonia, Berlin y muy particularmente Marburgo que es donde toma contacto con las llamadas “musas alemanas”, destacando el “neokantismo” de Herman Cohen ( 1842 – 1918 ) y de Paul Natorp ( 1854 – 1924 ) entre otros, que dejaron huella profunda en Ortega, quien en su primera juventud fuera lector voraz de Nietzsche. Destacó durante toda su vida la grandeza de la filosofía, la ciencia y la técnica alemanas, llegando su admiración al punto de considerar al país germano como su “segunda patria”; experiencia que contribuyó a imbuir en Ortega y Gasset un tan férreo como certero y visionario europeísmo, que Miguel de Unamuno llegó a calificar despectivamente “propio de papanatas”7 El acendrado europeísmo orteguiano contribuyó en gran medida a signar las fuertes polémicas que sostuvo desde los inicios mismos de su amplísima 6 Así que el viejo Ortega ¡me resultó milenarista!… con el loable mérito de su capacidad para presentar una Tesis relativamente corta (hoy por hoy en mi Universidad exigen al menos el doble de páginas para aceptar una tesis, como si claridad y aportes pudieran medirse con la cantidad de papel, otro soberano disparate al que estamos sometidos) 7 Unamuno y Ortega sostuvieron fuertes polémicas, originadas en cartas cruzadas desde que el segundo era apenas un principiante; según José Sobrino Diéguez ambos “…divergían fundamentalmente en cuatro puntos: el personalismo, la poesía, España y la mística. Cuatro temas eternos…” Sabemos por Ramón Gómez de la Serna que el enfrentamiento Unamuno vs. Ortega perduraba aún en los días de la “Revista de Occidente”, donde al entrar Don Miguel, el aún joven José se levantaba y se iba: “…El Viejo (refiriéndose a Unamuno) nunca notaba esa ausencia…” Ahondando en las diferencias entre ambos, Villar Ezcurra nos señala que: “…Si Unamuno se preocupó por el “hombre de carne y hueso”, Ortega se interesó por el ser humano y su circunstancia vital. Junto al esfuerzo orteguiano por hacer presente la filosofía en la vida, la misma vida se convierte muy pronto para Ortega en la realidad radical, la realidad a la que deben referirse todas las otras realidades. Sin embargo, esta atención a la vida no implicaba identificarse con determinados vitalismos. Es conocida la postura que Ortega quiere adoptar y que ya en 1924 califica como “Ni vitalismo, ni racionalismo”…” Tranquiliza que Sobrino Diéguez informe que finalmente “…ambos eran demasiado grandes para persistir hasta la muerte en ese absurdo alejamiento…” y nos remite a palabras del propio Ortega: “…Unamuno, de quien había vivido unos veinte años distante, se aproximó a mí en los postreros días de su vida, y hasta poco antes de la guerra civil y de su muerte reculaba a prima noche en la tertulia de la “Revista de Occidente” con su cuerpo ya muy combado, como el arco próximo a disparar la última flecha…” Para profundizar en tan rica polémica recomendamos acudir a las fuentes epistolares, oportunamente enriquecidas por la propia hija de Ortega, Soledad, con las necesarias introducción y notas: ORTEGA Y GASSET, José, Epistolario completo Ortega-Unamuno / introducción y notas de Soledad Ortega Spottorno, edición y notas adicionales de Laureano Robles Carcedo, Editorial El Arquero, Madrid, 1987, 190 páginas. 12
  • 13. trayectoria. En el “Diccionario de Filosofía Contemporánea” encontramos al respecto: “…Las polémicas que, a su vuelta de Alemania, sostiene con los intelectuales de la generación del 98 tienen como fondo la europeización de España y lo que ello supone: aprender la ciencia europea. Detrás de esta fachada se halla el afán de liderazgo del joven Ortega. Sus polémicas con las máximas figuras de la intelectualidad española le proporcionan un prestigio que, unido a la formidable plataforma editorial que Ortega hereda de su propio medio familiar, le coloca a la cabeza de los notables de la cultura. … En su primer libro, “Meditaciones del Quijote” (1914), se destacan ya los temas centrales de su filosofía: perspectivismo y raciovitalismo. El perspectivismo, que desarrolla en “El tema de nuestro tiempo” (1923), es la orteguiana teoría del conocimiento según la cual no hay un punto de vista absoluto sobre la realidad, sino diversas perspectivas complementarias. El raciovitalismo consiste en considerar la vida como la «realidad radical», como la instancia a la que se subordinan todas las demás realidades, incluida la razón. Sin embargo, Ortega no pretende fundar un irracionalismo biologista, sino establecer la indisolubilidad entre razón y vida o, lo que viene a ser equivalente, entre razón y fluencia o historia. De ahí que la razón vital pueda llamarse también razón histórica...” (páginas 362 y 363) Mi admiración y empatía por Ortega se acrecientan en esta etapa existencial en que, como argentino de origen español, el camino de la vida me trajo en senda inversa al país del Maestro, mientras que redescubro día a día el valor de sus enseñanzas de brillante visionario en los hechos que una y otra vez se repiten en la Madre Patria en particular y Europa en general, que tan bien supo el analizar, interpretar con prolijidad de disección: sin ir muy lejos presiento que sus 13
  • 14. planteamientos volcados en “España Invertebrada” 8 siguen siendo de vigencia plena. Justificación del trabajo y elogio de Ortega y Gasset que se han extendido más de lo que inicialmente me proponía: largo sendero sin atajos a la vista, preferido por la conveniencia de comprender al hombre y su circunstancia, entender la dimensión y alcances de su vasta obra y abundante pensamiento a la luz de los tiempos que vivió y reflexionó, dándonos luces para interpretar con rumbo cierto este inicio de siglo y milenio. La Técnica según Ortega y Gasset Ya entrando en materia con la lectura de “La Meditación de la Técnica” de Ortega y Gasset debo aclarar que para su escogencia contribuyó en buena medida el “sabor” a clase magistral que la caracteriza, resultando tarea amena, diferente, inteligente… algo que añoro de los cursos que tuve el honor de compartir con un grupo de amigos bajo la dirección del Doctor Vallota. Y que tratando de alejarme de mi área de conocimiento (Arquitectura) para enfrascarme solamente en Ortega y la Técnica encuentro la sorpresa de su conferencia entre arquitectos realizada en su querida Alemania, para entonces inmersa en plena reconstrucción de postguerra – tema que retomaremos hacia el final del presente trabajo. La obra leída se integra con las notas preparadas por Don José Ortega y Gasset para el desarrollo del Curso “¿Qué es la Técnica?” que dictó en 1993 en la 8 El subtítulo de “España Invertebrada” es "Bosquejo de algunos pensamientos históricos"; su intención es "…definir la grave enfermedad que España sufre…"; Ortega y Gasset hace la advertencia que muchas de estas dolencias españolas resultan comunes a toda Europa, aunque puedan resultar menos visibles, anticipando que paulatinamente se irían manifestando… “…una falta de deseos…”, observaba Ortega, “…se cierne sobre Europa, no hay apetitos, no se estima el presente…” Ortega se refiere a la nación como un sistema dinámico, una empresa, que por lo tanto está integrándose o desintegrándose; para el lo que define una nación es “…un proyecto sugestivo de vida en común…”, los grupos nacionales "…no conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo…" Bajo esta óptica interpretaba Ortega a principios del siglo XX el nacimiento en España de regionalismos, separatismos, nacionalismos, a manera de empecinada continuación de la tendencia disgregadora iniciada durante el Imperio a fines del siglo XVI. 14
  • 15. Universidad de Verano de Santander. Notas que originalmente fueron publicadas durante el año 1935 en forma de artículos (un total de doce, titulados “Sobre la Técnica”) en el Diario “La Nación de Buenos Aires”, del cual Ortega fue asiduo columnista de opinión. Siendo el caso que unos “editores fraudulentos de Chile” (Ortega dixit) formaban con estos y otros de sus escritos volúmenes que publicaban sin autorización alguna, el Filósofo aclara en el Prólogo que procedió a “…cometer el fraude de publicar yo estos libros suyos, que son míos…” (1939) Sobre la esencia de este conjunto de lecciones de Ortega nos dice Cordero del Campo (2002): “…La técnica, en el pensamiento de Ortega, no es satisfacción sino liberación de la necesidad, pues lo único verdaderamente necesario es lo superfluo, determinado según el proyecto vital de cada ser humano. Así, la técnica está al servicio de este proyecto, y su facultad no es la inteligencia mecánica sino la imaginación. Por ello, no es probable la tecnocracia. Sin embargo, en mi opinión, el proyecto orteguiano exhibe características y actitudes propias de un proyecto técnico. Posición que podría llamarse "romanticismo técnico"…” En la Introducción al Curso, que Ortega titula “La Universidad y la Técnica”, el autor manifiesta de forma clara y tajante que. “…Sin la técnica el hombre no existiría ni habría existido nunca. Así, ni más ni menos…” (p. 13) El Maestro nos muestra a la Universidad separada de la técnica, quedando a morbosa lejanía … del destino humano, es decir de la vida real. Mientras que “… los ingenieros, sumergidos cada cual en su tecnicismo especial, sin la educación panorámica y sintética que sólo la Universidad puede dar eran incapaces de afrontar ni prever el problema que la técnica plantea hoy a la humanidad …” Creo no errar afirmando que la Universidad permanece estancada en una pretensión del “Saber” en franco desfase con los tiempos que corren, mientras que los Ingenieros tienen por ocupación el “Saber Hacer”, necesitando aquella de estos 15
  • 16. para afrontar con más oportunidades de éxito la vida real; a la vez que los Ingenieros parecen alejarse de la tan conveniente universalidad que la Universidad ofrece (sin ánimo de caer en reiteraciones o perogrulladas, pero no encontramos otra forma de escribirlo) Separación radical de la Universidad y la ingeniería (en cuanto técnica) como una de las grandes calamidades que ha acarreado la increíble torpeza que el hombre de hoy está revelando en el tratamiento de sus grandes angustias presentes. Ortega no dice que la falta de contacto de la Universidad (que “… tuvo sus horas de plena eficacia histórica …”) con la técnica siempre existiera, pero niega “…que haya paridad entre la situación del hombre entonces (la edad media) y ahora, con respecto a la técnica…” Ante esta circunstancia la Universidad se nos revela como no muy distante de su situación hace seis siglos, en que la porción de técnica que intervenía en la existencia humana … era superlativamente menor que la de hoy. Entonces todavía las actividades no técnicas del hombre contaban mucho más que las técnicas; la Universidad medieval… no necesitaba ocuparse de la técnica; actitud que luce similar en nuestra Universidad actual, nuestra UCV, donde la técnica no es suficientemente estudiada, pensada, como parecieran demostrar las dificultades y el tiempo que requirieron que este Seminario se dictase – situación manifiesta en las restantes casas de estudio nacionales y que da a la Universidad un carácter abstracto, ajeno a la realidad. Resulta paradójico (trágico incluso) que sea en este marco circunstancial donde precisamente, un venezolano, se dedique a pensar allende la técnica, Mayz Vallenilla 9 con su propuesta meta - técnica. 9 Rector Fundador (y Jardinero) de la Universidad Simón Bolívar (USB) institución que al menos en sus orígenes y primeros tiempos mostró un modelo (pretensión de ser en acciones) más cercano, coherente, con nuestros tiempos. Hoy también parece mostrarse estancada en el marasmo de cierta abstracción pura, incapaz de dar respuestas a los complejos tiempos que vivimos, construyendo su propia irrealidad que como en el conjunto de nuestras casas de estudio superior pareciera “ombligocéntrica, narcisista, endogámica y con marcadas tendencias a cierta clase particular de autismo” (el encomillado para identificar mi postura personal frente a nuestras universidades – la explicación de estas ideas queda para otra ocasión ya que puede dar lugar a todo un tratado) 16
  • 17. Retornando a Ortega y su “Meditación…” este nos plantea que en el Medioevo la vida extrauniversitaria ponía suficientemente en contacto con la técnica sencilla, transparente del tiempo, y nos presenta la paradoja actual: La técnica, cuya misión es resolverle al hombre problemas, se ha convertido de pronto en un nuevo y gigantesco problema. Situación que se previó desde finales del siglo XIX, por lo que algunos preocupados por todo ello quisieron reformar la educación y especialmente la Universidad, pero no se les hizo caso y la reforma no se hizo a tiempo. La Universidad siguió anquilosada en su tradición, creyendo que su misión central era hacer latinistas o helenistas. Con visión que sorprende por lo actual el filósofo prosigue diciendo que: “… Es penoso observar a lo largo de la historia la incapacidad de las sociedades humanas para reformarse. Triunfa en ellas o la terquedad conservadora o la irresponsabilidad y ligereza revolucionarias …” Lo cual complementamos afirmando que cualquier similitud con la problemática venezolana no es simple coincidencia, las circunstancias en que estamos inmersos no distan notoriamente de las propias del medioevo (salvo en una fuerte carencia de valores religiosos, que muchos venezolanos han reemplazado por actividades mágico – supersticiosas, a lo que desde la calle del estado nuevo socialista del siglo XXI se nos pretende atender con el culto al bolivarianismo) Cerrando las notas de esta sesión introductoria y antes de entregarnos una pregunta que será la clave para el desarrollo del curso, Ortega dice algo que hacemos nuestro en este Seminario: “ …Ya es algo, para constreñirme a mi asunto, que por vez primera se haya puesto en contacto dentro de ella (la Universidad) la cultura universitaria con la ingeniería (arquitectura 10 en nuestro 10 Arquitectura, disciplina compleja a la que interpreto con ciertas ventajas competitivas frente a la pura ingeniería, ya que nuestro oficio de arquitecto, para ser tal, debe perseguir el ideal equilibrio de lo humanístico con lo técnico; el triunfante modernismo arquitectónico del siglo XX causó un grave daño al componente humanístico sin lograr que la predominancia de la técnica cubriera el vacío generado. Luego tendencias recientes como el posmodernismo buscaron el regreso a las fuentes humanísticas perdidas (estimo que sin mayor éxito, deviniendo muchas de sus posturas en mera moda) 17
  • 18. caso), es decir, con la técnica por antonomasia… ” La gran pregunta que el filósofo nos formula para el desarrollo de su curso resulta ser: ¿Qué es la técnica? En lo que da a llamar “primera escaramuza” nos dice que “ Uno de los temas que en los próximos años se va a debatir con mayor brío es el del sentido, ventajas, daños y límites de la técnica… ” Expone que el hombre tiene una serie de necesidades tales como por ejemplo calentarse (cuando llega el invierno, el hombre siente frío) “… El frío es tal que el hombre se siente morir, esto es, siente que el frío le mata, le aniquila, le niega. Ahora bien, el hombre no quiere morir; al contrario, normalmente anhela pervivir…” Ortega deja de lado salir del paso (por varias razones que explica claramente) alegando el instinto de conservación, dando entonces por fallida tal explicación y preguntándose entonces: ¿Por qué normalmente quiere el hombre vivir? ¿Por qué no le es indiferente desaparecer? ¿Qué empeño tiene en estar en el mundo? Afirmando de seguidas que al menos por hoy nos basta “…con partir del hecho bruto: que el hombre quiere vivir y, porque quiere vivir, cuando el frío amenaza con destruirle, el hombre siente la necesidad de evitar el frío y proporcionarse calor. El rayo de la tormenta invernal incendia una punta del bosque: el hombre entonces se acerca al fuego benéfico que el azar le ha proporcionado para calentarse. Calentarse es un acto por el cual el hombre subviene a su necesidad de evitar el frío, aprovechando sin más el fuego que encuentra ante si…” Otras necesidades además de calentarse como alimentarse, beber, etc. “…son ellas condiciones naturalmente necesarias para vivir. El hombre reconoce esta necesidad material u objetiva y porque la reconoce la siente subjetivamente como necesidad…” Pero estas son necesidades puramente condicionales, es decir, que según la propia voluntad del hombre este puede o no satisfacerlas, de manera diferente a cuando se deja caer una piedra, ésta cae necesariamente, con necesidad categórica o incondicional. Todas estas actividades permiten al hombre vivir su verdadera necesidad. “…Este vivir es, pues, la necesidad originaria de que todas las demás son meras consecuencias…” 18
  • 19. El hombre actúa de manera contraria a los animales que siempre dependen de sus necesidades biológicas u orgánicas. Sucede que el animal “… no tiene las dotes intelectuales del hombre para defender su vida…” Si el hombre dependiera como los animales exclusivamente de sus necesidades biológicas u orgánicas, entonces estas no serían necesidades sino imposiciones; pero no lo siente como aquello en lo que su vida consiste. La técnica está constituida por todos los medios que utiliza el hombre para conseguir sus fines, entonces podemos intentar una definición primaria de la técnica como la reforma que el hombre impone a su circunstancia o naturaleza … en vista de la satisfacción de sus necesidades. Concluyendo esta primera escaramuza con el tema también podemos definir a la técnica como: “…la reacción enérgica contra la naturaleza o circunstancia, que lleva a crear entre éstas y el hombre una nueva naturaleza puesta sobre aquella, una sobrenaturaleza…” En la segunda lección del curso que Ortega encabeza en su título con la dualidad “El Estar y el Bienestar” nos expone que un hombre sin técnica no es un hombre, pero que la técnica no se reduce a facilitar la satisfacción de necesidades sino que, quizá en mayor medida, se destina a proporcionarle cosas y situaciones innecesarias, como la embriaguez. Explica que: “… tan viejo y tan extendido como el hacer fuego es el embriagarse – quiero decir, el uso de procedimientos o sustancias que ponen al hombre en estado psicofisiológico de exaltación deliciosa o bien de un delicioso estupor. La droga, el estupefaciente es un invento tan primitivo como el que más… ” Prosigue manifestando que esto “…nos revela que el primitivo no sentía menos como necesidad el proporcionarse ciertos estados placenteros que el satisfacer sus necesidades mínimas para no morir; por tanto, que desde el principio el concepto de “necesidad humana” abarca indiferentemente lo objetivamente necesario y lo superfluo…” Su discurso nos demuestra que desde los inicios de la humanidad el concepto de necesidad 19
  • 20. humana abarca lo objetivamente necesario así como lo superfluo: “… De donde se deduce que el empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo, es inseparable de su empeño de estar bien …” Luego para el hombre la vida no significa simplemente estar, sino que también el estar bien, bienestar. Sólo esto le parece necesario, el bienestar, las necesidades biológicas se convierten en necesidades cuando aparecen como condiciones del estar en el mundo. Paradójicamente observamos al hombre como un animal para el cual sólo lo superfluo es necesario. En esta sesión topamos con la técnica como la satisfacción de lo superfluo, el medio para satisfacer las necesidades humanas. Hombre, técnica y bienestar están ligados íntimamente, las necesidades humanas lo son sólo en función del bienestar. Entonces sólo podremos averiguar cuáles son estas necesidades humanas cuando sepamos qué es lo que el hombre entiende por bienestar. Pero, mientras vivir en sentido biológico es algo fijo para cada especie, el bienestar es un término móvil en función de las necesidades: como la técnica está muy ligada a las necesidades, su definición será también múltiple. Una breve pausa en la lectura de Ortega para cerrar el tema sobre la relación hombre – naturaleza (y lo “artificial” que en esencia resulta el primer componente de este binomio indisoluble) conviene recordar la cita lapidaria del filósofo J. D. García Bacca: “…Quien a estas alturas históricas viva y sea su ser de hombre fin y final, cual naturaleza, es un anacronismo viviente…” (referenciado por Vallota, 2004) Ortega y Gasset presenta las notas de la tercera sesión encabezadas con el sugestivo título de “El esfuerzo para ahorrar esfuerzo”. Resume su propuesta en tres puntos antes de proseguir: 1º No hay hombre sin técnica; 2º Esta técnica varía en sumo grado y es sobremanera inestable, dependiendo cuál y cuánta sea en cada momento de la idea de bienestar que el hombre tenga a la sazón… 20
  • 21. Otra cuestión es si no hay en todas las técnicas pasadas un torso común que ha ido acumulando sus descubrimientos, aún a través de no pocas desapariciones, retrocesos y pérdidas. De seguidas expone que la técnica disminuye el esfuerzo y que actos técnicos son aquellos en que el hombre dedica el esfuerzo para inventar y ejecutar un plan de actividad que le permita: asegurar la satisfacción de las necesidades, por lo ponto, elementales; lograr esa satisfacción con el mínimo esfuerzo; y crearnos posibilidades completamente nuevas produciendo objetos que no hay en la naturaleza del hombre. Entonces con la técnica vista como el esfuerzo para ahorrar esfuerzo, en que este esfuerzo ahorrado se emplea en la creación del bienestar arriba descrito. Tiempo y esfuerzo ahorrados por el hombre gracias a la técnica, que entonces se dedican a una serie de quehaceres no biológicos, que se inventan a sí mismos: vida inventada que el humano llama vida humana o bienestar. En el apartado (sesión) que Ortega titula “Excursiones al subsuelo de la Técnica” “… nos encontramos con que en el universo acontece el siguiente hecho: un ente, el hombre, se ve obligado, si quiere existir, a estar en otro ente, el mundo, o la naturaleza…” para “… ese estar el uno en el otro – el hombre en el mundo …“ considera que nuestra existencia consiste en estar rodeados simultáneamente tanto de facilidades como de dificultades, y que si no encontrásemos facilidades no podríamos estar en el mundo, es decir, que no existiríamos. Mientras que el hallar dificultades hace que la existencia del hombre no sea pasiva, sino conllevar que este tenga que sobreponerse y luchar contra las dificultades, tiene por tanto que hacerse el hombre su propia existencia en cada momento; ya que le es dada la posibilidad abstracta de existir, pero no la realidad, a la cual el hombre tiene que conquistar. Todo esto causado porque el ser del hombre y el ser de la naturaleza no coinciden plenamente. Lo que el hombre tiene de natural se realiza por sí mismo, mientras 21
  • 22. que su porción extranatural es una pretensión de ser, un proyecto de vida, eso que llamamos personalidad. Así, a todo aquello cuyo modo de ser consiste en ser lo que ya es y en el cual coincide su potencialidad con su realidad (lo que puede ser con lo que es) lo llamamos cosa. Ya en la sesión que titula “la Vida como fabricación de si misma” discurre hasta llegar a las esencias de la Técnica y de los Deseos: afirma que la vida es producción, fabricación y, después, pensamiento, teoría y ciencia; que la historia del pensamiento humano es una serie de observaciones hechas por el hombre para descubrir el mundo, razón por la cual al invento técnico también se le llama descubrimiento. El hombre tiene una tarea extranatural, diferente a las tareas biológicas propias de los animales y debe ahorrar esfuerzo, además de satisfacer sus necesidades elementales, para dedicarlo a realizarse a sí mismo y a su vida. Entonces todas las actividades humanas que son llamadas técnicas son especificaciones de ese carácter general de autofabricación propio a nuestro vivir humano. Mientras que el deseo original es la invención por excelencia, el técnico o la capacidad técnica del hombre tienen a su cargo inventar procedimientos para lograr las necesidades del hombre. Pero estas necesidades también son una invención, constituyen lo que en cada época o pueblo el hombre pretende ser, por lo cual esta primera invención pre − técnica es el deseo. Los deseos referentes a cosas siempre se mueven dentro del perfil del hombre que deseamos ser. Este es el deseo radical, la fuente de todos los demás deseos; cuando alguien no tiene claro un sí mismo que realizar, entonces tiene pseudo − deseos. Siendo este y no otro el problema del hombre actual: no sabe qué ser, al humano actual le falta imaginación para inventar el argumento de su propia vida. En este momento Ortega exhibirá parte de su gran conocimiento de las culturas, y le veremos citar coloridos ejemplos tibetanos, ingleses o castizos españoles. Al tratar la sesión dedicada al “destino extranatural del hombre y los programas de ser”, expresa que los programas extranaturales del hombre han sido muchos y a lo 22
  • 23. largo de la historia muy distintos y variados, explayándose como ejemplos en la descripción y características del bodhisatva hindú y del gentleman de 1850 en Inglaterra. Bodhisatva y gentleman que son muy diferentes entre sí, ya que ser el primero es creer que existir en este mundo de meras apariencias es no existir de verdad y es aspirar a vivir lo menos posible, recogido en la meditación que ayuda a llegar al éxtasis, por lo cual sus técnicas no producirán reformas de la naturaleza material, sino en el cuerpo y la psique del hombre; mientras que en cambio, ser el segundo, es ser un hombre que tiene que luchar en la vida, ya que el gentleman tiene que ejercer todas las profesiones y oficios, sobre todo los prácticos. Ahondando en la idea del gentleman manifiesta que este quiere vivir con intensidad en este mundo y ser lo más individuo que pueda, aspirando a ser un buen jugador en la mundanal aspereza; su elemento principal reside en el dominio sobre la circunstancia y los hombres, persigue en toda su vida el decoro: alma y cuerpo limpios, todo esto le supone riqueza. El gentleman ha sido el gran político y el gran técnico. Pero ya que la riqueza de los hombres ha ido decayendo hay que pensar en un tipo ejemplar de vida que conserve lo mejor del gentleman y sea, a la vez, compatible con la pobreza. En este punto es donde surge la figura del hidalgo, que a diferencia del gentleman, no trabaja, se limita a reducir sus necesidades materiales sin crear técnicas, pero sabiendo dar soluciones dignas a tales condiciones existenciales. Ortega define cosa como la serie de condiciones que la hacen posible, es decir, como su ser más profundo; para él la definición de una cosa, al enumerar sus ingredientes, sus supuestos, se convierte en la pre - cosa, o sea, en el ser de la cosa. Señala que aunque hombre y animal tienen inteligencia, esta es diferente en ambos: ya que el hombre tiene inteligencia capaz de descubrir nuevas relaciones entre las cosas que le rodean, inteligencia que le permite inventar instrumentos y métodos para la satisfacción de sus necesidades; mientras que el animal cuenta con capacidad para producir instrumentos elementales, pero su memoria e inteligencia creadoras son escasas. Afirma que al contar el animal con 23
  • 24. poca imaginación, será incapaz de formarse un proyecto de vida y que por eso la inteligencia se convierte en una función puramente mecánica, mientras que sólo en un ente donde la inteligencia funciona al servicio de una imaginación creadora de proyectos vitales puede constituirse la capacidad técnica, topándonos entonces con el hombre como técnico. Tratado el tema de los estadios de la técnica, Ortega dice que para dividir su evolución en períodos, atenderemos a la relación entre el hombre y su técnica o, para decirlo de manera más precisa, la idea que el hombre ha ido teniendo de su técnica. Hecha la tarea, se pueden distinguir tres grandes estadios:  La técnica del azar;  La técnica del artesano; y,  La técnica del técnico La técnica primitiva del hombre pre y proto - histórico es la técnica del azar, detentada actualmente por los grupos menos avanzados. Es propio de este estadio que el hombre ignore su propia técnica, ya que no se da cuenta que posee la capacidad de reformar la naturaleza para satisfacer sus necesidades. La técnica del azar se caracteriza por el hecho que los actos técnicos son muy escasos y sencillos, el hombre primitivo es más cercano al animal que al propio hombre ya que desconoce el sentido de la técnica, ignora su capacidad de cambio y progreso. El desarrollo de la técnica es colectivo, la única diferencia se produce en el reparto de las tareas, hombres y mujeres se ocupan de asuntos diferentes y no son conscientes de la invención ya que su técnica es fruto del azar, piensan la técnica como algo mágico, la interpretan como un dimensión más de la naturaleza. El segundo estadio lo constituye la técnica del técnico, la técnica como artesanía, la técnica del artesano, propias de la antigua Grecia, de la Roma preimperial y de la Edad Media. La técnica del artesano se caracteriza por el enorme crecimiento de los actos técnicos, pese a que aún lo técnico no se ha convertido en la base 24
  • 25. absoluta sobre la que se apoya el hombre, que sigue siendo todavía lo natural; pero la técnica se complica y es necesario que ciertos hombres se encarguen de ella dedicándole sus vidas: surgen entonces los artesanos. En este momento se adquiere una conciencia de la técnica como algo especial y particular, aunque aún no se sabe que hay técnica, todavía no se concibe la conciencia del invento. El artesano tiene que aprender, es la época donde se instituye la relación entre maestros y aprendices que cultivan técnicas ya elaboradas que les vienen por tradición y a las que sin embargo introducen modificaciones y mejoras. Durante este estadio de la técnica sólo se han llegado a producir instrumentos, no máquinas, y cada técnica consiste en una invención y una ejecución, por lo cual el artesano es a la vez técnico y obrero. Arribados al tercer estadio, la técnica del técnico, observamos la invención de la primera máquina, el telar de Robert (1825), primer instrumento que actúa por sí mismo a la vez que produce el objeto. Es característico de este estadio que ya se diferencian el Obrero y el Técnico, mientras que el hombre adquiere conciencia de que posee capacidades diferentes a las de los animales o las de la naturaleza, presentándosele la técnica como una capacidad ilimitada. Tratada la relación en que se encuentran hoy el Hombre y su Técnica, Ortega nos indica que la evolución de esta se caracteriza por el fabuloso crecimiento de actos y resultados técnicos que integran la vida actual: los supuestos técnicos de la vida superan hoy a los supuestos naturales, de manera que el hombre ya no puede vivir sin técnica. El hombre actual está tan envuelto en la técnica y rodeado por ella que puede llegar a perder la conciencia de la técnica. Hemos migrado del instrumento a la máquina, ya no es el utensilio quien ayuda al hombre, sino que es el hombre quien queda reducido a controlar y auxiliar la máquina en algunos momentos. La separación entre técnico y obrero ya es definitiva: el primero queda convertido en la expresión pura de la técnica, el ingeniero. En el primer estadio, inventar no podía ser un oficio porque el hombre ignoraba su propia 25
  • 26. capacidad para hacerlo mientras que actualmente el técnico se dedica a inventar porque sabe que tiene esa capacidad de invención, es consciente de ello. El método intelectual que opera en la creación técnica es lo que conocemos como tecnicismo, sin él no hay técnica. El tecnicismo moderno es completamente distinto a los anteriores, ya que cuando el técnico de antaño buscaba un invento lo que hacía era partir del resultado propuesto y buscar medios para ello, entonces buscaba actos o procedimientos que con una sola operación produjeran el resultado deseado: esto llevó a que el medio para conseguir una cosa se pareciera a la cosa en sí misma, y como en muchos casos esta similitud no es posible entonces el técnico se dedicaba a probar empíricamente diferentes medios. Insiste en que el tecnicismo de la técnica moderna es totalmente diferente a los anteriores y surge al mismo tiempo que la física como ciencia: las guerras de fines del siglo XV y principios del siglo XVI dieron lugar al surgimiento del nuevo tecnicismo. Ortega detalla que hacia 1540 están de moda las “mecánicas” (las máquinas y su arte) y que en 1600 aún continúa dicha corriente, con Galileo, padre de la ciencia mecánica. Es el momento en que todo el mundo quiere tener aparatos, por ejemplo Carlos V, cuando se retira a Yuste, lleva consigo sólo dos elementos del mundo que abandona: relojes y Juanelo Turriano (gran inventor mecánico, el más famoso de su corte) Es propio del nuevo tecnicismo descomponer el resultado total en los resultados parciales del que surge, en sus “causas” o ingredientes: esto es lo que hará Galileo en su ciencia, cuando ve moverse un cuerpo, se pregunta de qué movimientos elementales se compone. Surge entonces el nuevo modo de operar con el intelecto, aparece el “análisis de la naturaleza”. Para este momento la técnica ya no es inspiración mágica ni puro azar, sino que alcanza la categoría de “método”, se constituye en camino preestablecido, firme y consciente de sus fundamentos: se establece la física mediante análisis y experimento. 26
  • 27. Ortega finaliza la última sesión de su curso citando a Allen Raymond11 y su librito “¿Qué es la tecnocracia?”12 ofreciendo datos extraídos del mismo sobre lo que podido y puede hacer el tecnicismo, poniendo de manifiesto la casi ilimitación de posibilidades en la técnica material contemporánea; ya para la década de los treinta estas cifras resultan sorprendentes como veremos en la cita referida a uno de materiales que utilizamos los arquitectos con mayor frecuencia: “…Los fabricantes de ladrillos, durante más de cinco mil años, nunca lograron, por término medio, más de 450 ladrillos por día y por individuo, en jornada de más de diez horas. Una fábrica moderna de fabricación continua de ladrillos producirá 400.000 ladrillos por día y por hombre…” Si este crecimiento resultaba exponencial en la producción tecnocrática de los años treinta, pensar en las magnitudes actuales, ochenta años después, remarca drásticamente la postura de Ortega y Gasset; la casi ilimitación de posibilidades en la técnica material contemporánea podría bien acabar con la vida humana sobre el planeta, sea por el desarrollo incontrolado o por las armas de destrucción masiva… ya nada volverá a ser como se plasmó en su “Meditación…” Advertencias: Primitivismo y Técnica en “La rebelión de las masas” Ortega siempre tuvo presente el problema de la técnica, años antes aun de reunir las notas que dieron lugar a la “Meditación…” que acabamos de leer. En la que constituye tal vez su obra más ampliamente conocida, “La rebelión de las masas” (publicada nueve años antes), utiliza su Capítulo X para abordar la temática de los 11 Reportero del New York Herald Tribune, publica en 1932 un conjunto de cuatro artículos sobre el tema que posteriormente dará origen al libro citado por Ortega y Gasset en su “Meditación de la Técnica” (Fuente: Anales de la Facultad de Derecho, Universidad de Chile, http://www.analesderecho.uchile.cl/CDA/an_der_articulo/0,1361,SCID%253D3091%2526ISID%253D253,0 0.html (septiembre de 2007) 12 Traducido del inglés por G. Sans Huélin es publicado por la “Revista de Occidente” en Madrid, 1933. 27
  • 28. progresos técnicos frente al primitivismo, sin dejar de efectuar oportunas advertencias que estimo convenientes citar en este trabajo. “…A toda hora se habla hoy de los progresos fabulosos de la técnica; pero yo no veo que se hable, ni por los mejores, con una conciencia de su porvenir suficientemente dramático. El mismo Spengler, tan sutil y tan hondo -aunque tan maniático-, me parece en este punto demasiado optimista. Pues cree que a la “cultura” va a suceder una época de «civilización», bajo la cual entiende sobre todo la técnica ... Spengler cree que la técnica puede seguir viviendo cuando ha muerto el interés por los principios de la cultura. Yo no puedo resolverme a creer tal cosa. La técnica es, consustancialmente, ciencia, y la ciencia no existe si no interesa en su pureza y por ella misma, y no puede interesar si las gentes no continúan entusiasmadas con los principios generales de la cultura. Si se embota este fervor - como parece ocurrir-, la técnica sólo puede pervivir un rato, el que le dure la inercia del impulso cultural que la creó. Se vive con la técnica, pero no de la técnica. Esta no se nutre ni respira a sí misma, no es causa sui, sino precipitado útil, práctico, de preocupaciones superfluas, imprácticas…” Valga aquí una apreciación personal: los arquitectos parecemos sufrir el mal de Spengler; mucho se ha sacrificado el componente cultura en función de la todopoderosa técnica en nuestro ámbito profesional, cuando en realidad estamos construyendo toda una nueva cultura, cuyos alcances aun se muestran insospechados y sobre la cual echará raíces todo el nuevo conjunto de avances técnicos. “…Voy, pues, a la advertencia de que el actual interés por la técnica no garantiza nada, y menos que nada el progreso mismo o la perduración de la técnica. Bien está que se considere el tecnicismo como uno de los rasgos característicos de la “cultura moderna”, es decir, de una cultura que contiene un género de ciencia, el cual resulta materialmente aprovechable. Por eso, al resumir la fisonomía novísima de la vida implantada por el siglo XIX, me quedaba yo con estas dos solas facciones: democracia liberal y técnica. Pero repito que me sorprende la ligereza con que al 28
  • 29. hablar de la técnica se olvida que su víscera cordial es la ciencia pura, y que las condiciones de su perpetuación involucran las que hacen posible el puro ejercicio científico. ¿Se ha pensado en todas las cosas que necesitan seguir vigentes en las almas para que pueda seguir habiendo de verdad «hombres de ciencia»? ¿Se cree en serio que mientras haya dólares habrá ciencia? Esta idea en que muchos se tranquilizan no es sino una prueba más de primitivismo…” “…Pero las ciencias experimentales sí necesitan de la masa, como ésta necesita de ellas, so pena de sucumbir, ya que en un planeta sin fisicoquímica no puede sustentarse el número de hombres hoy existentes…” Ortega frente a Heidegger y la Arquitectura Por experiencias previas sé que no suele resultar afortunado llevar esto al campo de la propia experticia, pero la lectura de la participación de Ortega y Gasset en el Coloquio de Darmstadt (1951, publicada en alemán en 1952) titulada “El Mito del Hombre allende la Técnica”, efectuada ante arquitectos, hecho de lo cual no fue prevenido pero si de la temática de la técnica y la presencia de Heidegger (a quien en varios sentidos refutará, en parte, por lo oscuro de su trabajo, crítica hecha a la filosofía en la Introducción de este trabajo y que Ortega aborda con su habitual claridad de “traer a la superficie”) me hace ineludible citar algo en torno a la Arquitectura, por lo lúcido, y, entendiendo que se produjo hace décadas, visionario que resulta lo disertado: “...El arquitecto se encuentra en una relación con su oficio, con su arte, muy diferente de la que forma la relación de los demás artistas con sus artes respectivas. La razón es obvia: la arquitectura no es, no puede, no debe ser un arte exclusivamente personal. Es un arte colectivo. El genuino arquitecto es todo un pueblo. Este da los medios para la construcción, da su finalidad y da su unidad. Imagínese una ciudad construída por arquitectos “geniales” pero entregados, cada uno por si, a su estilo personal. Cada uno de 29
  • 30. estos edificios podría ser magnífico y, sin embargo, el conjunto sería bizarro e intolerable. En tal conjunto se acusaría demasiado y como a gritos un elemento de todo arte en que no se ha reparado bastante: lo que tiene de capricho. La caprichosidad se manifestaría desnuda, cínica, indecente, intolerable. No podríamos ver el edificio consistiendo en la soberana objetividad de un grandioso cuerpo mineral, sino que en sus líneas nos parecería ver el impertinente perfil de un señor a quien “la ha dado la gana” de hacer aquello...” (p. 111) (Cualquier similitud con el perfil arquitectónico de Caracas no es coincidencia; Ortega describe con lúcida precisión las razones de la pobreza urbana e incoherencia en el carácter edilicio de la ciudad) Algunos fragmentos de la conferencia dictada allí por Ortega y Gasset reafirman, redondean por así decirlo, las enseñanzas de su “Meditación de la Técnica”, por lo cual los transcribiremos a continuación: “…Una de las leyes más claras de la historia universal es el hecho de que los movimientos técnicos del hombre han aumentado continuamente en número y en intensidad, es decir, que la ocupación técnica del hombre – en este sentido estricto – se ha desarrollado con un indudable progreso; o, lo que es lo mismo, que el hombre, en una medida creciente, es un ser técnico…” Para su presentación narra un mito donde diferencia al hombre de otros animales, “… los animales superiores que preceden al hombre, conforme se ha demostrado, tienen entendimiento, pero no tienen, o apenas tienen memoria; o, lo que es lo mismo, no tienen fantasía, la cual, igual que la memoria, es productiva a veces y otras, improductiva …” Luego el hombre “… Estaba “naturalmente” loco; tan lleno de fantasía como no la había tenido ningún animal antes que él, y esto significa que frente al mundo circundante era el único que encontró, en sí, un mundo interior. Tiene un interior, un dentro, lo que otros animales no pueden tener en absoluto… se encontró tal riqueza de imágenes internas, la dirección de su atención realizó el más grande y patético giro desde fuera hacia dentro. 30
  • 31. Empezó a prestar atención a su interior, es decir, entró en sí mismo: era el primer animal que se encontraba dentro de sí, y este animal que ha entrado en sí mismo es el hombre…” Concluye la narración de su mito con un párrafo que actúa a manera de resumen: “…Este mito nos muestra la victoria de la técnica: ésta quiere crear un mundo nuevo para nosotros, porque el mundo originario no nos va, porque en él hemos enfermado. El nuevo mundo de la técnica es, por tanto, como un gigantesco aparato ortopédico que ustedes, los técnicos, quieren crear, y toda técnica tiene esta maravillosa y – como todo en el hombre – dramática tendencia y cualidad: la de ser una fabulosa y grande ortopedia…” Comentarios Finales Durante la Defensa de mi Tesis de Maestría, mi Tutor, como Jurado Principal, citó con énfasis de sentencia indiscutible a un conocido Profesor de la FAU quien a fines de los setentas declaró con todo el dramatismo y seriedad del caso que “… la arquitectura ha muerto…” Minutos después, comentando la exposición que realicé durante la Defensa de Tesis de Maestría (precisamente en el área tecnológica), mi Tutora del Doctorado en Arquitectura me preguntó durante el receso en que el jurado deliberaba: ¿hay un cambio de paradigma en nuestro oficio? La respuesta es un sí rotundo. Porque la Arquitectura no ha muerto, ha cambiado radicalmente y jamás volverá a ser lo mismo. Se nos presentan nuevos problemas, que requieren nuevas soluciones. La arquitectura se enfrenta a novedosas circunstancias, radicalmente diferentes a las que le tocaron en suerte en las centurias previas. Los que ejercemos este Oficio deberemos establecer nuevos consensos. 31
  • 32. La Arquitectura no ha muerto, ha cambiado, mutación en que la técnica actúa como agente fundamental. Pero intuyo que intentar explicar estas mutaciones bajo la óptica de la técnica no será suficiente: que de ahora en más deberemos considerar la meta - técnica para comprender la naturaleza de la crisis que atravesamos y enfrentarnos así con mayores posibilidades de éxito a los cambios radicales que registra el oficio de arquitecto. Insisto entonces en que refuto que la arquitectura haya muerto: cambio para siempre, nunca volverá a ser lo mismo. Experimentamos profundos y ràpidos cambios de paradigmas en el más puro estilo kuhniano. El Oficio de Arquitecto ya es otro, no simplemente lumínico - óptico (técnico) sino que deviene en meta - técnico, conservando su necesario acervo humanístico (la “cultura” que en cita anterior de “La rebelión de las masas” Ortega contrapone a “civilización” en la discusión de primitivismo vs. Técnica) Las circunstancias han cambiado, el hombre como poseedor del oficio tampoco volverá a ser el mismo. Comprender las raíces y llegar a la consecuencias de estos cambios en el oficio de arquitecto no será tarea fácil… baste con una breve cita del prólogo que Mayz realiza a la segunda edición de sus “Fundamentos de la meta - técnica” para comprender que es mucho lo que debemos analizar, reflexionar, comprender: “… con mayor nitidez y claridad se advierte la radical crisis de los supuestos creenciales sobre los cuales se erige la civilización en que vivimos… Este libro aborda el fondo de semejante crisis y aspira a desentrañar su crisis: aquello que subrepticiamente la provoca. En efecto: su acción y realidad se hacen patentes al ser detectada la raigal transmutación sufrida por el logos que alimenta la racionalidad humana… como fruto de un proceso acicateado por los agentes que movilizan el avance y desarrollo de la ratio technica. Se produce, de tal modo, la sustitución del ingenito logos óptico – lumínico, que funciona como código ordenador de la innata racionalidad humana, por un logos meta - técnico, trans – óptico y trans – lumínico, desde el cual la alteridad se vertebra y organiza mediante 32
  • 33. recursos, sintaxis y límites absolutamente distintos a los que prevalecen dentro de los tradicionales confines del logos óptico – lumínico…” (Nota muy personal: sólo desearía que Mayz tuviera la claridad de Ortega, su generosidad de hacerse comprender; por otra parte, tal vez ya la tenga y quien esto escribe aun no se encuentre preparado para una interpretación adecuada, o cuando menos digna) Hasta lo que teníamos por cierto, nuestras creencias, hoy se tambalean. Para los arquitectos ha llegado del momento de imitar menos a Gehry 13 o Eisenman 14 y leer más, de manera reflexiva, buscando claves y caminos, a Ortega y a Mayz. Tengo perfectamente claro que nada de esto será ajeno a la dualidad de la arquitectura como saber y saber hacer humanista y técnico, y que los grandes cambios vienen dados por la técnica, o más precisamente aún, allende la técnica, es decir, por la meta – técnica. Ante la opinión de quienes ven la arquitectura como ciencia y arte, contrapongo que esta ha mutado, que ambas se cobijan en nuestro caso bajo el todopoderoso resguardo de la técnica. El arte como cultura, la ciencia como “saber” quedan minimizadas, arrolladas e inmersas en la Técnica: en nuestra Sociedad del Conocimiento lo que vale es el “Saber Hacer”. La técnica subvierte todos los órdenes y ya nada volverá a ser lo mismo – ni tan siquiera nuestro oficio, menos aun la vana pretensión de conocerlo, dominarlo aparece de ahora en más como una quimera. Llegó, para quedarse, el tiempo de la meta – técnica. Apéndices 13 Frank Owen Gehry (1929) arquitecto estadounidense de origen canadiense (nacido en Toronto bajo el nombre de Ephraim Goldberg), famoso principalmente por su bizarro Museo Guggenheim en Bilbao, España. 14 Peter Eisenman (1932) arquitecto norteamericano descendiente de emigrantes judíos alemanes de Estrasburgo, internacionalmente reconocido por su visión provocadora de la arquitectura; actualmente en el centro de la polémica por su Memorial del Holocausto en Berlín (que apenas dos años después de inaugurado ya presenta agrietamientos que deberán repararse urgentemente) y la fallida “Cidade da Cultura” en el monte Gaiás, a las afueras de Santiago de Compostela (faraónica construcción interrumpida, entre otros motivos, por falta de fondos, cuyo presupuesto ya superó al menos en cuatro veces la cantidad total destinada para su ejecución) 33
  • 34. A) Minibiografía de Don José Ortega y Gasset Madrid 1883 – Madrid 1955 “...Doctor en Filosofía y Letras, filósofo y ensayista español. Estudió en los jesuitas de Cádiz, y luego en la Universidad de Madrid, donde se doctoró en Filosofía y Letras en 1904. Marchó a Alemania para ampliar sus estudios en las universidades de Leipzig, Berlín y Marburg. De vuelta en España en 1910, obtiene la cátedra de Metafísica en la universidad de Madrid, desde la que impulsó el regeneracionismo cultural español. Toda su filosofía está influida por Kant, filosofía que estudió a fondo en su estancia en Alemania. Además de numerosas obras como La deshumanización del arte (1925), España invertebrada (1921) o La rebelión de las masas (1930), publicó numerosos artículos primero en el periódico El Imparcial, fundado por su abuelo, y posteriormente en el diario que él mismo fundó: El Sol, o revistas como España (1915) o La Revista de occidente (1923). Mostró su repulsa a la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), creando la Agrupación al Servicio de la República, partido político por cuyas listas fue elegido diputado en 1931, abandonando su cargo por su desacuerdo con la Constitución de 1931. Al estallar la Guerra Civil, dejó España y vivió en países como Francia, Argentina y Portugal. En 1945, vuelve a España y publica obras como: Papeles sobre Velázquez y Goya (1950) y póstumamente, Meditaciones sobre Europa (1957)…” (Tomado de: LIBROdot,com disponible en http://www.librodot.com/searchresult_author.php?authorName=O) B) El pensamiento de Ortega y Gasset según Ferrater Mora “...Nació en Madrid, ha sido profesor de metafísica a partir de 1911 en la Universidad Central. Aunque jubilado sólo en 1952 sus enseñanzas activas en la Universidad cesaron en 1936. Discípulo de Hermann Cohen en Marburgo y educado, por tanto, en la tradición del neokantismo sus ideas filosóficas no responden, sin embargo, al sentido de la tradición marburgiana. Cierto que en una primera etapa en el desarrollo de su pensamiento, aproximadamente desde 1902 hasta 1910, defendió una tendencia objetivista que llegaba hasta a afirmar el primado de las cosas (y de las ideas) sobre las personas. Pero ya a partir de 1910 y especialmente desde 1914 su pensamiento se orientó en la forma ulteriormente desarrollada. Dentro de la continuidad manifestada en tal 34
  • 35. desarrollo se destacan, sin embargo, dos períodos. el primero, que abarca hasta 1923 aproximadamente, puede llamarse perspectivista; el segundo, desde 1923 hasta la fecha, raciovitalista. Característica del período 1910-1923 es el perspectivismo (véase), llevado hasta tales consecuencias que Ortega indica que la substancia última del mundo es una perspectiva. El perspectivismo no es, empero, solamente una doctrina accidental; se convierte en la piedra angular de la teoría del conocimiento. En esta última se opone Ortega por igual al idealismo y al realismo. Contra el idealismo, afirma que el sujeto no es el eje en torno al cual gira la realidad; contra el realismo, que no es un simple trozo de la realidad. El sujeto es una pantalla que selecciona las impresiones o lo dado. No es un ser abstracto, sino una realidad concreta que vive aquí y ahora. Es, por lo tanto, una vida (v.). Tal vida no es sólo biológica; la defensa de lo vital, en la que Ortega insiste ahincadamente, no equivale a la defensa de lo primitivo. Si bien la cultura (v.) es producida por la vida y para la vida –y, por consiguiente, la vida es anterior a la cultura–, ello no significa que los valores culturales sean secreciones de actividades vitales y menos aun meramente biológicas. Significa que los valores culturales son funciones vitales, aunque funciones vitales que obedecen a leyes objetivas, y que, por consiguiente, hay una continuidad completa entre lo vital y lo transvital o cultural. Como consecuencia de esto puede afirmarse que la razón (v.) no está fuera de la vida ni tampoco es la vida, sino una función de la vida. El desarrollo de los temas a que le había conducido el perspectivismo lleva, pues, a Ortega a las posiciones que hemos calificado con el nombre de racio-vitalismo. Algunas de estas posiciones aparecen claramente en una de las primeras tesis filosóficas de Ortega: la tesis formulada en 1914 según la cual «Yo soy yo: yo y mi circunstancia». Esta tesis había conducido a Ortega a una elaboración del concepto como cultivo de la espontaneidad en que la vida consiste, es decir, a una doctrina del concepto como auténtico «órgano» de conocimiento. En el desarrollo posterior la tesis en cuestión adquiere un papel todavía más fundamental: permite entender la noción de razón vital sobre la cual va a girar su filosofía. Contra la abstracción del racionalismo y contra las interpretaciones pragmatistas, biologistas y exclusivamente intuitivistas del vitalismo (v.), Ortega mantiene que si quiere llamársele vitalista, habrá que entender por tal adjetivo la posición del que afirma que el conocimiento, aunque siendo racional, está arraigado en la vida. Por lo tanto, la doctrina de la razón vital (o razón viviente), el raciovitalismo, desconfía solamente de ciertas interpretaciones dadas a la razón. En particular desconfía de la reducción de la razón a razón física y abstracta y mantiene que toda razón es razón vital. 'Razón' es, pues, un término que designa todos los actos que «dan razón de» y especialmente que dan razón de los hechos vitales. Por eso la filosofía no es un pensamiento acerca de la vida, sino un partir del hecho de que toda razón es viviente. En suma: 'razón vital' puede traducirse por 'vida como razón'. De ahí que el hombre no sea para Ortega un ente dotado de razón, sino una realidad que tiene que usar de la razón para vivir. Vivir es tratar con el mundo y dar cuenta de él, no de un modo intelectual abstracto, sino de un modo concreto y pleno. De ello se deriva el saber (v.) como un saber a qué atenerse: el hombre ha tenido que inventar la razón, porque sin ella se sentiría perdido en el universo. Ahora bien, la razón vital no es solamente un método, sino también una realidad: es una guía en el sistema de la realidad y la propia realidad que se guía a sí misma dentro del universo. El hecho fundamental de que la vida tenga que saber a qué atenerse explica la diferencia entre las ideas y las creencias (v. Creencia); Vivir en la creencia –lo mismo que vivir en la duda– constituye un segmento fundamental –si no el más fundamental– de nuestra existencia. La doctrina orteguiana del hombre lo tiene constantemente en cuenta. Pero esta doctrina necesita una fundamentación todavía más radical. Ésta está dada en la tesis de que la vida es la realidad radical, dentro de la cual se hallan las demás realidades. La vida no es, según Ortega, una cosa, pero tampoco un espíritu. En rigor, no «es», propiamente hablando, nada: es un hacerse a sí misma continuamente, un 35
  • 36. «autofabricarse». La vida de cada cual es la existencia particular y concreta que reside entre circunstancias haciéndose a sí misma y, sobre todo, orientándose hacia su propia mismidad, autenticidad o destino. El hombre puede, ciertamente, alejarse de su propia autenticidad, pero entonces será menos «real». A diferencia de las cosas, la vida humana admite grados de realidad según su mayor o menor acercamiento a su propio destino. Por eso la vida puede ser caracterizada por medio de la siguiente serie de notas: la vida es problema, quehacer, preocupación consigo misma, programa vital y, en último término, «naufragio» –un naufragio del que el hombre aspira a salvarse agarrándose a una tabla de salvación: la cultura. Por eso la vida es también drama y por eso no puede ser una realidad biológica, sino biográfica. El método para acercarse a ella no es el análisis, sino la narración. Sólo así puede entender el hombre que la propia vida es su fin y que, por consiguiente, no hay que buscar ninguna trascendencia: lo trascendente para cada uno es la propia existencia humana, la cual se descubre, así, como una realidad desilusionada. El descubrimiento de la vida como «la realidad radical» –no, pues, como «realidad única», sino como realidad en la cual «radican» todas las demás– supone, entre otras cosas, una superación tanto del idealismo como de la fenomenología. Nos hemos referido a este punto en el artículo PONER, POSICIÓN. Aquí nos limitaremos a destacar que, en relación estrecha con la idea de la vida como realidad radical, y fundadas en ella, se encuentran en Ortega una serie de ideas filosóficas que afectan a las cuestiones fundamentales de la metafísica. Una de estas ideas es la de que lo que los filósofos han llamado «ser» es algo inventada por el hombre (para responder a una cierta situación vital, especialmente a la situación en la cual se produjo un vacío dejado por la falta de creencia en los dioses). Por lo tanto, Ortega no considera el ser como la realidad, sino lo contrario: la realidad es anterior al ser. Éste es una interpretación –una entre otras– de «lo que hay». Ahora bien, «lo que hay» no es algo que el hombre «pone», sino aquello que se le impone por sí. Descubrirlo, esto es, sacarlo a luz, equivale a sacar a luz toda una serie de supuestos de que se han valido hasta ahora los filósofos –supuestos tales como «lo que hay es lo racionalmente comprensible», «lo que hay es lo experimentable», &c., &c. En esta busca de lo que subyace en las diversas interpretaciones que se han dado de «lo que hay», Ortega descubre que lo que hay es más bien algo incompleto –en otros términos, lo que hay es más bien un «intento de ser» que un ser completo. Con ello Ortega procede a «desmontar» la filosofía misma, la cual no aparece como algo perteneciente a la naturaleza humana, sino como una reacción ante una cierta situación histórica. Superficialmente se trata de un «historicismo» o, si se quiere, de un «realismo historicista», pero hay que tener en cuenta que para Ortega la historia misma está hecha de una serie de «invenciones» que produce el hombre con el fin de mantenerse a flote. La exposición anterior se refiere principalmente a las ideas metafísicas y gnoseológicas de Ortega, pero conviene completarla con referencias a sus doctrinas que se hallan en otros artículos de la presente obra (por ejemplo: CREENCIA, CULTURA, HISTORICISMO, IDEOMA, NAUFRAGIO, PENSAR, PERSPECTIVISMO, RACIOVITALISMO, RAZÓN VITAL, VIDA, VITALISMO, SABER). Diremos ahora algunas palabras sobre varios de los resultados de los análisis sociológicos de Ortega, destacando sus aspectos teóricos. El más importante de ellos está constituido por la doctrina de la sociedad. Según Ortega, no hay ninguna «sociedad como tal». En su descripción de los rasgos fundamentales de la vida humana había declarado Ortega que el hombre no tiene, propiamente hablando, una naturaleza, sino una historia. Lo mismo cabe decir de la sociedad. El ser de ésta no puede, pues, captar la razón pura (racionalista o naturalista), sino la citada razón vital. De ésta se desprende que la sociedad o mundo social es un elemento en el cual el hombre-vive, que ejerce presión sobre él por medio de usos (v. USO), costumbres, normas, &c.; que esta presión puede ser social pura y simplemente, o bien estatal (la presión estatal es sólo «el superlativo de lo social»); que la presión en cuestión tiene una doble característica: nos ayuda a vivir, pues el hombre no puede hacerlo todo solo, y nos oprime 36
  • 37. hasta el punto de que necesitamos salir de ella para no asfixiarnos por completo. La última doble condición permite explicar ciertos fenómenos concretos de la vida histórica de las sociedades, especialmente el hecho de que lo social puede a veces aparecer como la piel flexible que se pliega a todas las articulaciones del organismo (y a ello podemos llamar libertad) y a veces ser como un aparato ortopédico que nos oprime, pero del cual no podemos prescindir (y a ello podemos llamar adaptación). Las dificultades que plantea esta tesis, y sobre todo el conflicto entre ella y la doctrina de que la sociedad es siempre, frente al individuo, algo inauténtico, pueden solucionarse, según aparece probable, mediante una serie de distinciones. La más destacada de ellas es la teoría orteguiana de que junto a las relaciones sociales hay las relaciones interindividuales (como el amor, la amistad, &c.). De este modo puede entenderse la relación persona-sociedad como una relación no unívoca, sino regida por una compleja red de relaciones e interdependencias en la que ciertas formas de agrupación podrían tomar el camino intermedio entre la vida personal y la francamente «social». El pensamiento de Ortega ha influido considerablemente no sólo en España y países de lengua española, sino también en otros países, especialmente en Alemania. Entre los filósofos españoles que más o menos directamente han sido influidos por Ortega o han sido incitados por sus enseñanzas y sus escritos mencionamos a Manuel García Morente, Xavier Zubiri, Joaquín Xirau, José Gaos, Julián Marías, María Zambrano, Luis Recaséns Siches, Pedro Laín Entralgo, José Luis L. Aranguren (véanse). También han recibido su influencia, entre otros: Manuel Granell (Cartas filosóficas a una mujer, 1946. – Estética de Azorín, 1949. – Lógica, 1949. – El hombre, un falsificador, 1956. – El humanismo como responsabilidad, 1919. – Ortega y su filosofía, 1960 [colección de artículos, 1950-1957]), el cual ha aplicado tesis de Ortega a varias descripciones de la vida humana y ha elaborado una nueva teoría de la naturaleza y significación del humanismo; Luis Abad Carretero (nac. 1895 en Almería, y actualmente profesor en la Universidad Nacional de México: Una filosofía del instante, 1954. – Niñez y filosofía, 1957. – Instante, querer y realidad, 1958. – Vida y sentido, 1960. – Presencia del animal en el hombre, 1962. – Aparición de la visciencia, 1963. – Sentido vivo de la historia, en preparación) a cuyo pensamiento nos hemos referido en los artículos INSTANTE y VISCIENCIA; Paulino Garagorri (Ortega: una reforma de la filosofía, 1958. – La paradoja del filósofo, 1959)...” José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1965, Tomo Segundo, páginas 347-350 (Fuente: Proyecto Filosofía en español, disponible en http://www.filosofia.org/enc/fer/52347.htm) Bibliografía Consultada: Libros Principal ORTEGA Y GASSET, José (1939). Meditación de la Técnica y Otros Ensayos sobre Ciencia y Filosofía. Revista de Occidente en Alianza Editorial. Colección editada por 37
  • 38. Paulino Garagorri (nuevas ediciones revisadas y ampliadas con textos inéditos) Quinta reimpresión en “Obras de José Ortega y Gasset”, 1998. 170 p. Referencias JULIÁ, Santos (2005) España sin Guerra Civil. ¿Qué hubiera pasado sin la rebelión militar de julio de 1936? En: - Historia Virtual - ¿Qué hubiera pasado si?, bajo la dirección de Niall Fergusson. Páginas 11 a 40 inclusive. MAYZ VALLENILLA, Ernesto (1990) Fundamentos de la meta-técnica. Fundación para la Cultura Urbana, Caracas 2005. 206 p. ORTEGA Y GASSET, José (1921) España Invertebrada. Bosquejos de algunos pensamientos históricos. 1ª Ed. Alianza Editorial, Madrid, 2001. En Tomo III de las “Obras Completas”. (1930) La Rebelión de las Masas (con un prólogo para franceses, un epílogo para ingleses y un apéndice: Dinámica del Tiempo) .4ª Ed. Espasa - Calpe, Madrid, 1981. 264 p. En Tomo IV de las “Obras Completas”. (1914) Meditaciones del Quijote. Ed. Cátedra, Madrid, 2001. 167 p. En Tomo I de las “Obras Completas”. QUINTANILLA, Miguel A. – Director (1976) Diccionario de Filosofía Contemporánea. Ediciones Sígueme, Salamanca (España) 481 p. Artículos en Revistas SERRANO, Máximo Martín (1998) El mito del hombre allende la técnica. José Ortega y Gasset. En: Teorema, Revista Internacional de Filosofía, Vol. XVII/3. VALLOTA, Alfredo D. (2004) La Técnica y el desafío del Siglo XXI. En: El Cuervo. Año 16, Número 31, enero a junio de 2004. Páginas 56 a 67, ambas inclusive. Artículos en Internet CORDERO DEL CAMPO, Miguel Ángel (2002) La Idea de la Técnica en Ortega. (Resumen) En: Revista de estudios orteguianos, ISSN 1577-0079, Nº. 5, 2002 , pags. 169-181 Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=620234 (agosto de 2007) FERRATER MORA, José (1965) Diccionario de Filosofía. Editorial Sudamericana, Buenos Aires (Argentina) Segundo Tomo, páginas 347 a 350. Portal “Proyecto Filosofía en Español”, disponible en http://www.filosofia.org/enc/fer/52347.htm (agosto de 2007) ORTEGA Y GASSET, José (1940) Ideas y Creencias. Creer y Pensar. Texto escrito por el autor para su inclusión en el volumen Nuestra raza, libro de lectura manuscrita escolar. Editorial Hispano - Americana. Reus, 1928. Contenido en el Tomo V de sus “Obras 38
  • 39. Completas”. Descarga del documento disponible desde: http://www.librodot.com (junio de 2007) (1930) Misión de la Universidad (y otros ensayos afines) Texto incluido en el Tomo IV de sus “Obras Completas”. Descarga del documento disponible desde: http://www.librodot.com (junio de 2007) PROYECTO FILOSOFÍA EN ESPAÑOL (2003) José Ortega y Gasset 1883 – 1955. Biografía y bibliografía. Disponible en: http://www.filosofia.org (julio de 2007) SALDIVIA MALDONADO, Zenobio (¿?) La Técnica en Ortega. Portal de la UTEM – Universidad Tecnológica Metropolitana del Estado de Chile, disponible en: http://www.utem.cl/trilogia/p_18_7.htm (agosto de 2007) SOBRINO DIÉGUEZ, José (1952) Ortega y Gasset: ¡yo te perdono!. Artículo en Prensa Libre, La Habana, Cuba, 29 de septiembre de 1952, versión digital disponible en el Portal “Proyecto Filosofía en español”: http://www.filosofia.org/hem/195/pl520929.htm (agosto de 2007) VILLAR EZCURRA, Alicia (2006) Una filosofía desde la vida: Unamuno y Ortega. Portal “Cuenta y Razón del Pensamiento Actual”, disponible en: www.cuentayrazon.org/revista/pdf/144/Num144_002.pdf (agosto de 2007) Audio “José Ortega y Gasset” en “Travesías del Pensar”, programa radial del Doctor Alfredo Vallota emitido por la Emisora Cultural de Caracas, auspiciado por el “Centro de Estudios Teóricos y Filosóficos” – CETIF y la “Cátedra de Filosofía” de la UNESCO en Venezuela. Guiòn de Alfredo Vallota. Disponible en formato podcast (mp3) desde http://culturalibre.org.ve:9000/FCT/stories/390/ y http://www.archive.org/details/Ortega_y_Gasset 39