Muns rubiol, profesor de eae business school comenta que El Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas dispondrá de 21.000 millones de euros, cantidad que garantizará los bonos que el Banco Europeo de Inversión (BEI) emitirá para poder prestar hasta 62.000 millones a empresas que lleven a cabo proyectos en infraestructuras de transporte y energéticas.
Muns rubiol, profesor de eae business school. la vanguardia
1. MIÉRCOLES, 10 DICIEMBRE 2014 O P I N I Ó N LA VANGUARDIA 23
MESEGUER
La distribución de la información
en la sociedad global es posible-mente
una de las revoluciones
sociales de más calado de la his-toria
moderna y contemporánea. Nunca
tantos habían sabido tanto mientras los
hechos acontecen, en tiempo real, en cual-quier
parte del planeta. Cuentan que la no-ticia
del descubrimiento de América por
Cristóbal Colón no llegó a Moscú hasta
seis meses después de que el navegante
regresara a laPenínsula. Estos días se cele-bra
el centenario de la heroica expedición
de Shackleton al polo Sur, que no se cono-ció
con cierto detalle hasta después del
fin de la Gran Guerra. Hoy,
aquella aventura de 27 hombres
que llegaron sanos y salvos, to-dos,
al final de la epopeya se ha-bría
seguido minuto a minuto
en todo el mundo.
Las nuevas formas de comuni-cación
no han anulado el perio-dismo,
sino que lo han hecho
más innovadorymás competiti-vo.
El periodista clásico ha per-dido
el monopolio y la hegemo-nía
de las noticias. Hay cientos
de miles de periodistas que nu-tren
las redes de informaciones
en tiempo real, con fotografías,
dibujos y vídeos. Los comenta-rios
y las opiniones surgen de
forma inmediata. El mundo cier-tamente
está mejor informado,
pero no estoy seguro que sepa
con toda precisión lo que está
ocurriendo porque la clave que
explica los hechos puede perma-necer
oculta para el gran públi-co.
Antes y ahora, con poca o
con mucha información es nece-sario
discernir para poder tener
una cierta idea de lo que está
ocurriendo.
Twitter es una auténtica revo-lución
que está cambiando la
forma de comunicarse yde rela-cionarse.
Los conflictos surgen primero
en las redes y después saltan a los grandes
medios escritos, radiofónicos o televisi-vos.
Todo es más fácil en la vida virtual,
dice Bauman, pero hemos perdido el arte
de las relaciones sociales y la amistad.
De vez en cuando, alguien de renombre
anuncia que deja momentáneamente de
utilizar Twitter. No resiste a las críticas
anónimas ni a los ataques sin fundamen-to.
No hay personajes con la seguridad su-ficiente
como Charles de Gaulle, que de-cía
que cuanto más lo atacaban los perio-distas,
más propaganda hacían de sus
ideas. La revolución de las nuevas tecnolo-gías
nos ha hecho más fuertes y a la vez
más frágiles. El escritor alemán Günter
Grass dijo hace unos años al verse ataca-do
por periodistas acerca de su pasado ju-venil
que “la escena mediática alemana
no es superable en infamia”.
Este río tan caudaloso de información y
opiniones nos ha conducido a la hiperde-mocracia,
que tiene una gestión mucho
más compleja que la democracia de pautas
más clásicas. Los jueces y la multitud de
periodistas que se expresan en todos los so-portes
mediáticos no son ya contrapoderes
esenciales, sino que se han convertido en
poderes de primer orden porque suelen ir
de la mano para cambiar, si se da el caso, el
destino de personas e instituciones. Esta-mos
en plena ebullición de los cambios en
los que opera el periodismo a través de las
nuevas tecnologías, pero no alcanzamos a
ver cuál será en el futuro el impacto del
caudal informativo, a veces controvertido,
sobre los mismos hechos.
El comediante británico Russell Brand
puede ser expulsado de Twitter al haber
publicado el número de teléfono de un
periodista del Daily Mail que intentaba
ponerse en contacto personal con él.
Brand tiene ocho millones de seguidores
y el teléfono del periodista fue conocido
por su vasta audiencia. Twitter no per-mite
que se utilice información particular
de sus usuarios si antes no obtiene el per-miso
del interesado. El diario The Guar-dian
del lunes ofrecía una amplia informa-ción
sobre este caso de conculcación de
derechos.
Pienso que el periodismo no desapa-recerá,
sino que habrá más y mejor pe-riodismo
que marcará las grandes pautas
de la opinión pública. El buen periodismo
se basará en la veracidad de los
hechos hasta donde estén al
alcance de los informadores.
Una definición correcta es la de
Carl Bernstein, cuando se re-fiere
a “la mejor versión obte-nible
de la verdad”. El perio-dismo,
en las versiones clásicas
y modernas, no es otra cosa que
un borrador para la historia, que
es la que suele tener la última
palabra con el paso del tiempo y
el distanciamiento de las pers-pectivas.
Alan Rusbridger, director de
The Guardian, hablaba hace
unos meses que la verdad, como
sabe cualquier periodista hones-to,
es que los periódicos están
llenos de errores. No sólo erro-res,
sino simplificaciones exage-radas,
énfasis desenfocados o in-terpretaciones
de hechos que de-berían
haberse expresado de
otra manera. El que afirme lo
contrario no sabe lo que es esta
profesión. Y, a pesar de ello, in-siste
Rusbridger, muchos me-dios
persisten en la creencia de
que son por lo general infalibles.
La veracidad de las informa-ciones
ha sidoydebe seguir sien-do
la pauta que seguir, también
en los nuevos tiempos. Otra cosa son las
opiniones que son libres y abiertas a todo
tipo de interpretaciones sobre una misma
realidad. Pero lo que no ha sido nunca
aconsejable es trabajar sobre suposicio-nes.
Eugeni Xammar escribía en sus cróni-cas
desde Berlín en los años treinta que la
dictadura es el régimen del rumor en con-traposición
a la democracia liberal, que es
el régimen de la opinión basada en la reali-dad.
Bienvenidas sean las grandes trans-formaciones
en el periodismo. Pero los he-chos
siguen siendo sagrados.c
El estímulo adecuado
Para los seguidores de Will
McAvoy, el mundo se divide
entre los que vemos la serie
Newsroom y los mortales que
ni la siguen, ni la conocen, ni falta que
les hace.Ydentro de ese territorio aco-tado
de newsroomeros existe una subdi-visión
que es igualmente tajante: los
que amamos sin ambages los deveni-res
de la vibrante redacción del News
Night (incluso su fatídica segunda tem-porada),
y los que la siguen para poder
decir que por fin Aaron Sorkin se ha
estrellado. Sólo hay alguien más apasio-nado
que el seguidor de una serie con
fuerte personalidad: su detractor. Así
que queda dicho para el nutrido ejérci-to
de fans y sus contrarios: soy del gru-po
que ama Newsroom.
¿Por qué? Quizás porque, incluso
asumiendo la exagerada pulcritud de
los personajes, me parece fascinante el
denso debate que la serie plantea so-bre
los límites de la información y có-mose
fortalece o sequiebra la credibili-dad
de un medio de comunicación. En
cualquier caso, como bien saben quie-nes
conoces el periodismo norteameri-cano,
el debate no está forzado, porque
forma parte del ADN del periodismo
que se hace en ese gran país, incluso
cuando esos mismos medios lo pervier-ten.
Dar, por ejemplo, una noticia
abiertamente falsa, sin contrastar nin-guna
fuente y con el único objetivo de
convertir la información en propagan-da,
es algo que muy difícilmente puede
ocurrir en EE.UU. Y, si ocurre, merece
el escarnio del resto de la profesión.
En España la exageración no se da
por pulcritud sino en su sentido inver-so.
Por supuesto son muchos los me-dios
que se preocupan por la veracidad
de las fuentes e intentan construir un
periodismo de categoría. Pero desgra-ciadamente
cohabitan con otros me-dios
cuya única finalidad es el más bur-do
agitprop, sin demasiado atisbo de
preocupación por el rigor informativo.
Es tal la facilidad con que se mezclan
las noticias serias con aquellas que han
nacido al albur del comisario político
de turno que, al final, todo queda muy
contaminado.
El último ejemplo de una larga lista
es el reportaje de Telemadrid mezclan-do,
en una misma información,aPode-mos
con ETA, emulando otro entraña-ble
reportaje en que las imágenes del
catalanismo político se mezclaban con
el nazismo. Es decir, igual que no se
trató en su momento de informar so-bre
el conflicto catalán, tampoco exis-te
ahora el interés en el fenómeno Po-demos,
porque el objetivo es otro: ensu-ciar,
demonizar, embrutecer de tal ma-nera
al mensajero que ya no quede
mensaje por debatir. Pero ello, que con-forma
la naturaleza depredadora de la
propaganda política, no tiene nada que
ver, o no debería, con el periodismo –y
menos en una cadena pública–, y es
por ello mismo que resulta sangrante.
Porque es la degradación de la informa-ción
en manos de la baja ideología. Di-jo
Arthur Miller que un buen periódi-co
es una nación hablándose a sí mis-ma.
Si es así, lo de España debe ser un
tortuoso psicoanálisis.c
Nuevas formas de periodismo
Europa por fin cuenta con un pro-grama
de estímulo. El Fondo
Europeo de Inversiones Estraté-gicas
dispondrá de 21.000 millo-nes
de euros, cantidad que garantizará los
bonos que el Banco Europeo de Inversión
(BEI) emitirá para poder prestar hasta
62.000 millones a empresas que lleven a
cabo proyectos en infraestructuras de
transporte y energéticas. El reto es conse-guir
que empresas inviertan durante los
próximos tres años en proyectos por va-lor
de 315.000 millones que generen tres
millones de empleos. No existirán cuotas
nacionales. El BEI concederá los présta-mos
a los proyectos que prometan más
rentabilidad.Muchos descartan la posibi-lidad
de alcanzar el objetivo de inversio-nes
y empleo, alegando que las empresas
aún tienen aversión al riesgo y argumen-tando
que los pedirán empresas que hu-bieran
invertido en cualquier caso. Multi-plicar
por quince la financiación del BEI
exigirá perseverancia y creatividad. Los
estados miembros podrán aportar recur-sos
adicionales al fondo que no contarán
de cara al límite de déficit público.
El escepticismo acerca del plan Jun-cker
es comprensible. Se han barajado y
pactado distintos mecanismos de estímu-lo,
pero la oposición de Alemania ha impe-dido
que llegaran a buen puerto. En este
caso Merkel ha bendecido el fondo, pero
ha advertido que Alemania aún vive más
allá de sus posibilidades. Los programas
de obras públicas han permitido a mu-chos
países recuperarse de recesiones pro-fundas.
Franklin Roosevelt puso a traba-jar
a millones de estadounidenses en la
construcción de carreteras, pantanos y
parques naturales apartir de 1932 para sa-car
a EE.UU. de la depresión. Obama
adoptó en su primer año un programa de
estímulo que salvó al país de una recesión
más profunda. Además de financiar infra-estructuras,
el programa de Obama permi-tió
a los estados pagar a sus funcionarios,
policías y bomberos. A diferencia del Go-bierno
federal, los estados están obliga-dos
por ley a tener un presupuesto equili-brado.
La ley de competencia de la UE ad-mite
muchas excepciones a la prohibi-ción
de otorgar ayudas públicas a las em-presas,
un recurso que deben usar las ad-ministraciones
públicas. Europa cuenta
con una oportunidad de emplear a para-dos
en la construcción de infraestructu-ras
transfronterizas. Aprovechémosla.c
‘Spanish
newsroom’
A. MUNS RUBIOL, profesor de EAE Business School
El periodismo serio
cohabita con otros medios
cuya única finalidad es el
más burdo ‘agitprop’
Lluís Foix
DEBATE. El futuro de Europa / Alexandre Muns Rubiol
Pilar Rahola