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1
Magíster: Historia
Asignatura: Historiografía Antigua y Medieval
Profesores: Diego Melo Carrasco – Ítalo Fuentes Bardelli
Alumno: Enzo Cruz Sáez
Fecha de entrega: 4 de enero de 2013
MIƵO	CID,	CRISTIANOS	Y	
MUSULMANES:	
LA	MIRADA	AL	OTRO	INFIEL
2
Marco teórico
n el contexto de la guerra de la Reconquista en la España medieval,
proceso que dura aproximadamente ocho siglos, tuvieron contacto dos
pueblos distintos entre sí, cada uno con paradigmas diferentes. El mundo
de las ideas tanto en el pueblo musulmán, como en el cristiano, se vio
influido por la imagen del otro. La imagen como expresión de la realidad
en determinados individuos desde una perspectiva subjetiva, y la autoimagen del enemigo,
son la llave para entender los procesos de contacto entre cristianos y musulmanes.
Este trabajo entonces, consiste en un tratado teórico sobre el punto de vista del “otro” en
las crónicas peninsulares del siglo XII principalmente, como las que narran las hazañas de
Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador. La “otredad” como
concepto, tiene que ver directamente con las imágenes y autoimágenes que tienen en algún
momento los sujetos históricos sobre los otros en una determinada época y espacio, como
es el caso del período de la Reconquista española en la Península Ibérica. El trabajo se
enmarca dentro de la Historia Cultural y de las Mentalidades específicamente, que son
tendencias historiográficas que comenzaron a tener gran importancia en las últimas décadas
del siglo XX, época en que la historiografía parecía estar sumida en un callejón sin salida a
E
3
que le habían abocado un discurso teórico con excesivo relativismo, la pérdida de su lugar
en el ámbito de las Ciencias Sociales y las tradiciones nacionales.
Teóricamente el adentrarse al estudio de realidades históricas pasadas, siempre es un
desafió para el historiador, ya que ello le supone circunscribirse a una serie de códigos de la
época que estudia para poder adaptarlos a su mente anclada al tiempo presente. En ese
contexto, se intentará por medio del presente trabajo, acercar al hombre de la Edad Media,
específicamente al de la España de la Reconquista, a nuestra estructura mental y cultural
del presente. Es la época en la que los musulmanes habían invadido la Península Ibérica,
pero ya adentrada en el siglo XI, en los tiempos del Cid1
.
Recordemos que por espacio de ochocientos años los árabes se establecieron en España,
proceso que se inicia en el siglo VIII en que habían conquistado gran parte del espacio de
oriente medio, norte de África, y que cruzando el Estrecho de Gibraltar llegaron a la
Península Ibérica. Este conflicto cristiano-musulmán ha suscitado gran atención por parte
de los investigadores modernos.
Ocho siglos de convivencia entre ambos pueblos, no fueron en vano y muchos
investigadores han tratado aspectos en todos los ámbitos posibles como el político, militar,
social, económico y cultural de dicho fenómeno, mientras que la mentalidad y el mundo de
las imágenes y las concepciones de ambos grupos se han estudiado indebidamente. “¿Qué
pensaban los autores de ese período sobre sus rivales y sobre sí mismos? ¿Cómo vieron,
describieron e imaginaron a su enemigo y cómo a sus propios héroes? Y todavía más,
¿Cuál fue la imagen que adquirieron esas dos comunidades de la Península Ibérica para
el historiador de ese entonces?” 2
Las imágenes son la expresión simbólica literal de la realidad en el criterio del escritor y no
se trata de descripciones objetivas de la realidad, sino que son el reflejo de las concepciones
subjetivas. Por lo tanto la verdad histórica es el reflejo de dicha verdad en la concepción
personal de los cronistas, ya sean estos cristianos o musulmanes.
1
Del árabe said que significa señor.
2
Ron Barkai, El enemigo en el espejo, Madrid, Ediciones Rialp 2007, p 11.
4
En la realidad española medieval, la autoimagen y la imagen del enemigo no pueden ser
percibidas de la misma manera, debido a que tanto en la sociedad cristiana como en la
sociedad musulmana, existía un pluralismo. Entonces tenemos que al examinar las crónicas
castellanas, es importante la comparación de las imágenes de los aragoneses o de los
francos con las de los musulmanes que se describen en ellas en el otro extremo. El mundo
muslim o musulmán, tiene también una variedad de grupos diversos como: mudéjares,
almohades, bereberes, almorávides, etc.
Marco contextual
En cuanto a las raíces históricas del Cid, para Ramón Menéndez Pidal el Poema de
Mío Cid es una obra castellana que viene a ser una manifestación de la politica de Alfonso
VI encarnada en la figura de un vasallo fiel.
Aparte de la idea de Pidal, se han formulado otras teorías que colocan al poema en un doble
plano histórico. Para estos críticos, habría que tener en cuenta el plano de la realidad
histórica de los hechos del Cid, pero también el plano de otra realidad posterior, en la que
estos mismos hechos habrían obtenido una interpretación, ya que las que se casan con los
príncipes de Navarra y Aragón no son hijas del Cid, sino sus nietas.
En cuanto a la autoría de la obra, se presume que Per Abbat o Pedro Abad es el autor y
copista del Cantar de Mío Cid. Colin Smith 3
en 1983 defendió la tesis de que Per Abbat
fue el autor del Cantar, aunque sin identificarlo con ninguna persona documentada
históricamente en particular, posteriormente en 1994 reconoció que probablemente Abbat
sólo fuera el copista. Para esta última teoría, se suele recurrir a la interpretación literal el
éxplicit con que acaba el documento:
3
Profesor de la Universidad de Cambridge. Se dedicó a estudiar la épica antigua castellana de la Edad
Media, refrescando algunos aspectos que habían pasado por alto bastantes estudiosos del Cantar de Mío
Cid.
5
Quien escrivió este libro del’ Dios paraíso, ¡amén!
Per Abbat le escrivió en el mes de mayo
en era de mil e. CC. xL. v años.4
A pesar de que por mucho tiempo se pensó en que la hipótesis pidiana daba el Cantar de
Mío Cid en 1145 como verdadera e indiscutible, ya no es así, dado a que en el siglo XX, de
modo contundente fueron agregándose nuevos argumentos y evidencias que retrasaron la
fecha de composición en el siglo XII o comienzos del XIII. Ateniéndose al Códice de
Vivar5
de más arriba, se convierte la era hispánica en era cristiana dando la fecha de 1207,
que es la data que se puede decir con absoluta certeza. Esto en referencia a los orígenes de
la obra.
En lo que respecta al contexto histórico, la España de la Reconquista es uno de los
escenarios más cruentos en el siglo XI, el del Cid. El continente europeo continúa inmerso
en toda clase de enfrentamientos. La Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano
Germánico deben lidiar con los desórdenes de sus vasallos. Occidente se ve sorprendido
por invasiones de escandinavos y magiares. El empuje del Islam desestabiliza al Imperio
Romano de Oriente y apenas consigue ser detenido en la Península Ibérica, donde los
almorávides refundan finalmente un poder unificado. Del papado que logra hacer
prevalecer su poder espiritual sobre el político del emperador germánico, derivará la
violencia secular europea hacia la lucha contra un enemigo externo, el Islam.
En ese contexto, podemos completar el presente marco con la reflexión de que el análisis de
la autoimagen y la del enemigo en esta “Guerra Santa” o “Yihad”, nos permitirán
comprender tanto el desarrollo y la fuerza de la mentalidad de hostilidad entre cristianos y
musulmanes como la consolidación de autoconciencia en el seno de ambos grupos rivales.
La exposición del problema desde ese ángulo facilita el entendimiento de la dinámica del
conflicto desde aquellos aspectos que no pueden ser definidos en términos jurídicos y
legales tampoco cronológicos y políticos, sino que pertenecen al espacio nebuloso cuya
4
Cantar de mío Cid, vv. 3731-3733; ed. de Montaner Frutos (2011:628)
5
Códice que se encuentra custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se trata de un códice hecho en
pergamino probablemente de cuero de cabra a modo de cuadernillo cosido entre sí.
6
existencia es posible constatar, pero que resulta difícil de definir. Ese ámbito está
compuesto de palabras, expresiones, epítetos y asociaciones que el hombre suele usar de
modo frecuente, aunque no se pronuncie al respecto en forma explícita. Es lo que puede ser
considerado con los términos de mentalidad y concepción.
En cuanto al método del estudio de las imágenes, es relativamente nuevo en la ciencia
historiográfica, especialmente cuando se intenta escribir sobre la Edad Media. El método se
origina en las ciencias de la conducta (psicología social) y el historiador que quiera estudiar
las imágenes y apartarse del relato trillado de los calificativos que un grupo atribuye a los
miembros del otro, debe recurrir a los instrumentos perfeccionados que las ciencias de la
conducta ponen a su disposición, sobre todo en lo que respecta a los conceptos que usa.
Marco conceptual
En este trabajo, es importante también resaltar todos los elementos que entran en la
investigación como son algunas fuentes primarias y estudios posteriores a la época que
tratamos que nos ayudan a la comprensión de algunos conceptos.
Durante la Edad Media, se dio que los autores de los documentos pertenecían a la Iglesia o
a la aristocracia, y la mayor parte de la población no dejó huella escrita, salvo los juglares o
mesteres de juglaría. Dentro de las fuentes medievales nos encontramos también con los
poemas épicos.
En la Edad Media en distintos lugares de Europa, comenzó a cultivarse una poesía épica en
lenguaje popular en la que se cantaban las hazañas de los héroes de la época, batallas y
conquistas de estos personajes históricos. En la zona de Castilla y en lengua romance se
recitaban y se cantaban los poemas épicos o cantares de gesta que eran interpretados por
juglares. Este oficio era propio de las gentes de baja posición social y a sus poemas les
agregaban variaciones imaginativas. De todos modos estos cantares de gesta sirvieron como
crónicas, y en ellas se hacía exaltación de los valores humanos de los héroes, por ser buenos
7
señores y vasallos con gran sentido del honor y de la justicia. Dentro de este marco, nos
cabe la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid.
Sin embargo, ya sabemos que la obra del Cid fue escrita por alguien que no sabemos quién
fue. No obstante, se tienen las sospechas de que fue escrita por alguien que estuvo muy
cerca del Cid, y que por tanto, suponemos naturalmente que era alguien perteneciente a sus
filas, un fiel soldado en la lucha contra los musulmanes. En la actualidad se tiene certeza de
que Per Abbat un clérigo español del siglo XIII, que habría asistido a la toma de Sevilla,
cuya gesta conmemoró con algunas poesías que gustaron al monarca Fernando III, habría
sido el copista de la obra, ya que en esa época escribir equivalía a copiar y fer o fazer
componer.
Sea cual haya sido su autor, no nos cabe duda de que quien escribió el poema, lo compuso
subjetivamente, encontrando en la figura cidiana el ideal del caballero honorable y leal,
imagen típica que se tiene del héroe cuando este está del lado de quien escribe, imágenes
tanto físicas como espirituales. Aunque sin desmerecer la imagen que probablemente tenía
el Cid, es probable que haya existido alguna exageración al describirlo y compararlo con la
del enemigo. El musulmán era visto por los cronistas cristianos de la época como diferente.
El infiel visto por los otros infieles.
En la Crónica Silence se puede apreciar la sensación de festividad por el éxito militar y
territorial logrado por los cristianos después de la conquista de Toledo, acontecimiento que
contribuyó grandemente a consolidar la autoconciencia hispánica general, que recibió su
expresión en la escritura cronística. Su cronista vivió durante el reinado de Alfonso VI
como punto decisivo y le dedicó a éste su obra. Siendo éste rey destituido por Sancho II y
exiliado en Toledo, y tras hacerse amigo del rey musulmán, aprovechó de fijarse en los
puntos vulnerables de la defensa de la ciudad, información que sirvió para apoderarse de la
fortaleza y quitársela a los paganos. Tal acontecimiento fue considerado por el cronista
como un acto de la Divina Providencia. Mientras tanto para los rivales de Toledo (Iglesia
de Santiago) en lo que respecta a la conducción de la Iglesia española, dijeron que tal
liberación fue un hecho único de ese rey excepcional. El redactor de las hazañas del Cid,
reprocha en sus escritos al rey por no haber sido amable con su héroe, y relata que Alfonso
8
“logró la mayor victoria concedida por la Divina Providencia, conquistando Toledo, la
renombrada ciudad”. 6
Por el contrario, la Crónica del reino de León, que parece haber sido escrita por el obispo
de Oviedo, Pelayo, expresa las concepciones de la clerecía independiente, hasta el punto
que no vacila en criticar duramente a los reyes de León. Esto tuvo como consecuencia el
menoscabo de la imagen del reino como expresión de la identidad hispánica y abanderado
de la lucha contra el Islam. En esta obra los milagros y prodigios tratan de magnificar la
imagen de los clérigos y de opacar la del reino, hecho que podría deberse a la lucha de las
investiduras, que sacudió a Europa antes de que se escribiera la crónica. En el caso del rey
Bermudo II (984-999), el cronista lo define como indiscriminado y tirano. Este rey atentó
en contra del obispo de Oviedo y lo encarceló durante tres años, y por si fuera poco,
también encarceló al obispo de Santiago tras haber sido víctima de calumnias. En ambos
casos, los religiosos fueron liberados de sus cargos y prisión por obra de los milagros de la
Divina Providencia. A pesar de que la crónica fue escrita a mediados del siglo XII, al
parecer no se interesa por la Reconquista y por su factibilidad. Su autor no destaca las
campañas del Cid ni los milagros de Santiago en la lucha de los cristianos contra el Islam.
Como podemos apreciar, en ambas crónicas, hay intereses distintos a la hora de sopesar las
concepciones de uno y otro, por un lado, la autoconciencia hispánica ostensible en los
cristianos tras la conquista de una ciudad en manos musulmanas, por otro, el resentimiento
de los clérigos ante la actitud injusta de un monarca frente al maltrato dado a sus
homólogos superiores sin importar la causa cristiana, ya que el autor no titubea en emitir
epítetos en su contra, además de no dar importancia a los milagros que favorecieron a los
cristianos en la causa de la Reconquista, pero sí a los milagros que favorecieron a los
clérigos. Esto a pesar del anacronismo existente entre un hecho y otro, pero siempre en el
marco de la guerra contra los invasores musulmanes.
La historia de Rodrigo es de gran importancia al momento de evaluar las imágenes y la
mentalidad de fines del siglo XI y de las primeras décadas del XII. Esta obra es la primera
escrita por un cristiano que destaca la figura del Cid. Se cree que fue redactada poco antes
de la muerte del héroe y cerca de la fecha en que sucedieron los hechos. Hay información
6
Ron Barkai, op. cit.
9
de que habría sido redactada en 1110, revisada y nuevamente elaborada en 1125 (Menéndez
Pidal); y otra versión de la data de la obra afirma que fue fechada en 1144 y 1147 (Antonio
Ubieto Arteta)7
. No obstante, las imprecisiones sobre su data exacta, lo interesante es la
controversia en la historiografía moderna sobre la figura del Cid que está centrada
principalmente en interpretaciones relacionadas con esa crónica.
La historia del Cid aclara aún más el cuadro que se obtiene de las imágenes de las Historias
de Compostela y de Sahagún pues dedican parte considerable de su contenido a las
relaciones con el Islam andalusí, mientras que en las crónicas antes tratadas en la historia de
la monarquía cristiana no es así. No nos sorprende el hecho de que el autor nos presente al
protagonista de la crónica como la imagen ideal del caballero héroe. Lo que se debe
dilucidar es si esa figura cidiana evita la formación de una conciencia reconquistadora y la
guerra santa cristiana como concepto. ¿Hay acaso en la crónica alguna expresión de una
conciencia de ese tipo?
Estas preguntas deben ser planteadas sobre el telón de fondo de la realidad especial que
distinguieron los activos años del Cid. Después que los reinos Taifas musulmanes se fueron
desmoronando bajo el dominio de Alfonso VI y le pagaron tributos anuales “parias”, se
detuvo la tendencia castellana a la expansión como consecuencia de la invasión de los
almorávides. Entonces a partir de ese momento, los almorávides pasaron a ser enemigos
principales de la fe cristiana y en cierta forma de las Taifas. Por cierto, la Taifa de Zaragoza
que pagaba impuestos a Alfonso VI, fue el centro de aspiraciones de expansión de Aragón
y Cataluña. Frente a este intento de expansión, tanto Alfonso VI como el Cid, estaban
dispuestos a acudir en ayuda de sus aliados musulmanes.
De lo anterior deduciremos que Alfonso VI y el Cid estaban guiados por una Realpolitik. 8
Es interesante estudiar las imágenes en el marco de la Realpolitik porque nos aportan un
cuadro de cierto respeto a las tendencias anímicas y a la mentalidad que prevalecía entre los
hombres del Cid. Cabe atribuir la gran importancia a la comparación entre las concepciones
del cronista referentes a Alfonso VI –el soberano del Cid- con la de los aliados musulmanes
del Cid. En su crónica el autor presenta al comienzo a un distinguido caballero de la
7
www.es.wikipedia.org
8
Del alemán, politica de la realidad.
10
nobleza de alta alcurnia como es Rodrigo, con el objeto de elogiar a sus antepasados como
héroes de guerra. Rodrigo llegó a la cúspide de la grandeza como caballero, un fidelissimus
vasallus, en el reinado de Sancho, que lo admiraba y lo amaba mucho y lo nombrara
caudillo de sus caballeros pasando ser “muy valiente luchador que dirige tanto el campo de
batalla como en la corte del rey Sancho”.
Pero aquí tenemos algo más interesante que es la imagen del espejo resaltando al
cristianismo y menoscabando al Islam. Esta posición es formulada nada menos que por los
enemigos musulmanes, que elogian al Apóstol Santiago, a quien admiran como defensor de
los cristianos, pues el objeto de adoración de ellos (Mahoma) no podría exhibir cualidades
semejantes.
En el contexto de la autoimagen cristiana en las crónicas españolas del periodo, conforme
al carácter que la distingue, serian: Primero una imagen nacional, cuya figura es el rey
seguido de otros personajes que encarnan cualidades especiales que expresan la ideología
contra el Islam. La figura notable encarnada en Alfonso VI, cuya alabanza se convirtió en
estereotipo de casi todas las crónicas que se presentan en la presente obra, excepto la del
Cid.
La imagen del héroe individual, figura que aparece por primera vez en las crónicas de su
periodo. Son escritos dedicados a un protagonista individual, que no expresa
necesariamente anhelos y conciencia de un héroe nacional, sino más bien el ideal de la
persona concebida por el autor. Si volvemos a la Crónica de Rodrigo, el héroe está
elaborado a semejanza de un caballero ideal, guerrero, obediente a los principios del honor
y lealtad, tal como se considerara en la Europa occidental de los siglos XI y XII. También
es la primera crónica cristiana que da importancia al aspecto físico de los musulmanes,
sobre todo en lo que respecta al color oscuro de la piel de los moros.
Los conceptos antes vistos, tienen el objeto de ayudar al lector a comprender el presente
trabajo para abordar distintos aspectos sobre la construcción de las imágenes y las practicas
discursivas que se proyectaron sobre el Islam y los musulmanes en la Castilla medieval, no
solo de los tiempos del Cid, sino también desde los inicios de la conquista árabe.
11
Objetivos
Se ha querido establecer en este trabajo, cierto marco de objetivos que nos permita
la comprensión de lo que es la mirada al otro infiel, mediante el concepto de imagen del
espejo durante la guerra de reconquista de España. Concepto que permite de modo
holístico, englobar todo el fenómeno de la otredad, ya sea vista desde el Islam, o desde la
mirada del Cristianismo. Por tanto, se pretende resaltar este planteamiento desde la
perspectiva del Cid histórico, como también desde las crónicas más conocidas de la época,
sin soslayar todo el proceso más temprano de la ocupación árabe y de la Reconquista
española en su totalidad, o sea, desde el año 711 en adelante.
Las imágenes del espejo se hayan en gran cantidad en las crónicas de la época medieval
española, completando el paradigma de las cruzadas. Estas imágenes se encuentran latentes
en la expresión más perfecta de las palabras de la nobleza castellana dirigidas al rey
Fernando III: “De nuestro lado se haya Cristo, Dios y hombre, y tal vez del lado de los
musulmanes se haya Mahoma, el maldito apóstata”.
En ese contexto, la sociedad castellana percibía en sus realidades cotidianas a las minorías
de moros, y además de los judíos como “los otros” confesionales, los cuales tenían que ser
adoctrinados en la única fe, pues se esperaba de ellos obtener una completa y verdadera
conversión al cristianismo.
En ese escenario, Ron Barkai postula que la imagen del musulmán es la de un ser falso, al
que no se le debe creer, es la idea que abunda en todas las crónicas cristianas desde las más
tempranas y que conservan el estereotipo central de la concepción del musulmán.
En cuanto a las cualidades sobrenaturales de los caballeros, un aspecto distinto en las
crónicas, el más sobresaliente es el caso del Cid: “El más destacado entre ellos es el Cid,
que podía vencer y rendir a un león solo con la mirada. Su aspecto físico era tan
impresionante que los musulmanes no podían sostenerle la vista ni hablarle frente a
frente” (…)
12
Por otro lado, la imagen negativa de los cristianos es cada vez más aborrecida y extremista
en las crónicas de los árabes, que los conciben de modo permanente como enemigos de los
musulmanes, agravando la hostilidad hacia ellos, describiéndoles como infieles enemigos
de Alá.
Hipótesis
Después de ver los antecedentes y argumentos señalados anteriormente, lo que se
pretende demostrar es que tanto en las crónicas como en el poema, en los que se afirma la
existencia del Cid, existió una visión del otro por medio de la imagen, y de la autoimagen
que se tenía de sí mismos. Ciertamente cuando el Islam se constituía en el mayor peligro
para la sociedad cristiana española, dicha sociedad miraba con terror y desdén a los moros
que habían invadido la tierra de sus hogares. Los miró como sus enconados enemigos, y
tanto en el poema de Mío Cid, como en los otros cantares de gesta, al menos así aparece
descrito. Sin embargo, tanto en los cantares de gesta ajenos a España, como en las
canciones de gesta francesas, aun en el mismo Cantar de Mío Cid, no se miraba a los moros
como enemigos irreconciliables. Los moros y moras bendicen al Cid, que ha vencido, pero
que los ha tratado con la humanidad propia de un caballero leal y piadoso. Recordemos el
pasaje del poema en que se narra la victoria sobre Valencia, reducto que estaba en manos
de los árabes (ver tirada 71 del poema en adelante: Conquista de toda la región de
Valencia).
En el curso de la narración, el Cid, “los deja sin pan” (…), el poema se conduele del
hambre que pasan los moros de Valencia durante el asedio de la ciudad.
Durante las campañas de Granada, se destacó Abengalbón quien era considerado moro de
paz, amigo del héroe castellano. Cuando la superioridad militar de los cristianos quedó de
manifiesta durante dichas campañas, por sobre las huestes musulmanas, el reino de Granada
no tuvo más remedio que convertirse en tributario de Castilla, sin representar ninguna
importante amenaza. En ese momento se suspendieron los avances de reconquista durante
13
los siglos XIV y XV, y los castellanos lejos de sentir repulsión hacia los moros refugiados
que estaban en minoría en el reino de Granada, se sintieron atraídos por su cultura.
Volviendo a nuestro Poema de Mío Cid, es indiscutible que se da un caso de alianza y
amistad personal entre distintos grupos étnicos y religiosos en la España medieval. El autor
ve a Abengalbón un señor moro de Molina, no solo a un amigo generoso del Cid, sino
también a alguien que gracias a su lealtad será recordado con reverencia, mostrando a la
vez a algunos personajes cristianos como figuras mezquinas y traicioneras. Podemos
agregar que se presentan otros casos de convivencia armoniosa entre cristianos y moros,
como en el Romancero y otros escritos de la literatura española medieval. Y en síntesis, no
podría haber sido de otra manera, pues de no haber sido así, ambos pueblos no se habrían
fusionado racialmente como ocurrió con el correr de los años una vez finalizada la guerra.
El pueblo español de los siglos venideros será la mezcla de las dos sangres, la mora y la
goda, que dará origen a una raza de guerreros que formarán los célebres tercios de Flandes
y que además serán la base de los ejércitos que vendrán siglos más tarde a la conquista de
América a partir de 1492.
Estado de la cuestión
Para el estudio del tema escogido se ha revisado un amplio corpus de lecturas que
hacen referencia a la obra del Cid, y para ello he escogido en primer lugar el propio Cantar
de Mío Cid, de autor anónimo, cuya obra se encuentra dividida en tres cantares,
subdivididos a su vez en 152 tiradas, a la cual le falta la primera hoja del códice del cantar
que se suple con un relato tomado de la Crónica de los veinte reyes. La he escogido como
lectura obligatoria para indagarla con el propósito de separar en dicha fuente los relatos
puramente históricos de los ficcionales, y para citar algunos hechos que están escritos en la
obra que sirvieron para fundamentar algunos análisis del trabajo.
Además en ese contexto, he revisado algunas obras ensayísticas que obedecen a estudios
posteriores sobre el Cid como: Historia y ficción en el Poema de Mío Cid. Hacia un
14
concepto de tiempo en la épica española, de Maximiliano Soler Bistué, Universidad de
Buenos Aires, SECRIT (CONICET). El trabajo se propone volver sobre el problema del
carácter histórico del Poema de Mío Cid no ya para determinar su valor como testimonio
histórico, sino para acercarse a la idea de tiempo histórico que el texto presenta al lector.
Para una crítica sobre el Cantar de Mío Cid, una reseña de la producción literaria realizada
en 2007, con motivo del octavo centenario de la copia del poema de Per Abbat: Los
estudios cidianos en el octavo centenario de la copia de Per Abbat, Leonardo Funes,
Universidad de Buenos Aires IBICRIT – CONICET. Aquí se comentan ediciones del
Poema, número de monografías, revistas especializadas, congresos y reuniones científicas.
Los principales tópicos de estos estudios son: edición del texto, recepción y resignificación
contemporáneas de la historia heroica cidiana, la comparación con otras traducciones épicas
europeas, tanto antiguas como medievales y diversos aspectos histórico-literarios, como la
configuración del héroe épico.
Para un análisis del Poema de Mío Cid en cuanto al texto, origen, los temas expuestos,
estructura, personajes, la forma del Poema, se han escogido El poema de Mío Cid de José
María González-Serna Sánchez, IES Carmen Laffón, San José de la Rda., Sevilla; y la
fuente electrónica: Cantar de Mío Cid de la enciclopedia virtual Wikipedia, para un estudio
general sobre el Poema como: argumento y estructura (interna-externa), Características y
temas, métrica, fuentes, estilo, el manuscrito, datación, sobre el autor y la fecha de
composición, notas y bibliografía, en la que se destaca como fuente principal la de
Montaner Frutos, Alberto (ed. lit.) Cantar de Mío Cid, Barcelona, Crítica, 2000, 1° edición
1993, corregida y aumentada en 2007 (Barcelona, Galaxia Gutenberg), y en 2011
(Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española). En la misma fuente electrónica
aparecen bajo la nominación de “Otras fuentes”, las siguientes obras: La Crónica, 33.2,
primavera de 2005; Deyermond, Alan, “El Cantar de mío Cid” y la épica medieval
española, Barcelona, Ariel, 1987; Deyermond, Alan, Historia de la literatura española. 1:
La Edad Media, Barcelona, Ariel, 1994; Diccionario de literatura española e
hispanoamericana, (dir. Ricardo Gullón), Madrid, Alianza, 1993; García Calvo, Agustín,
Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación, Torrejón de Ardoz, Lucina,
15
2006, págs. 1617-1623; Lacarra, María Eugenia, “El Poema del Mío Cid”. Realidad
histórica e ideología, Madrid, Porrúa Turanzas, 1980; Menéndez Pidal, Ramón,
En torno al “Poema del Cid”, Barcelona, Edhasa, 1963; Montaner Frutos, Alberto, El Cid
en Aragón, Zaragoza, CAI-Edelvives, 1998, Segovia, Tomás, “Reflexiones sobre el verso,
en recobrar el sentido, Madrid, Trotta, 2005, págs. 225-244; Sánchez de Uribe, Tomás
Antonio (ed. lit.), “Poema del Cid”, en Colección de poesías castellanas anteriores al siglo
XV, Madrid, Antonio Sancha, 1779, t. I, págs.. 220-405; Smith, Colin, La creación del
“Poema del Mío Cid”, Barcelona, Crítica, 1985.
Para tener una idea más acabada acerca del protagonista del Poema de Mío Cid (Rodrigo
Díaz de Vivar), se encuentra en la enciclopedia virtual Wikipedia un documento a
disposición que resume todos los aspectos posibles que tratan de la vida y hazañas del
héroe de este conocido cantar de gesta de la España medieval. Este documento comienza
con su biografía subdividida en aspectos como: Nacimiento, genealogía, juventud, al
servicio de Sancho II de Castilla, cuando fue caballero de confianza de Alfonso VI; Primer
destierro: al servicio de la taifa de Zaragoza, Reconciliación con Alfonso VI; Segundo
destierro: su intervención en Levante, conquista de Valencia, fallecimiento; El Cid en las
artes y en la cultura popular, El Cid en la literatura, fuentes historiográficas, fuentes árabes,
fuentes cristianas, desarrollo de la leyenda; El Cid en la pintura, El Cid en el cine y
televisión, El Cid en la opera; Referencias. Finalmente una Bibliografía: Coscallá Sans,
Vicente, La Valencia musulmana, Valencia, Carena Editors, 2003; Dozy, Reinhat, Le Cid
d’ après des nouveaux documents, Leyde, E.J. Brill, 1860, Fletcher, Richard, El Cid, San
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García Fitz, Francisco, Relaciones políticas y guerra: la experiencia castellano-leonesa
frente al Islam, siglos XI-XIII, Universidad de Sevilla (Historia y Geografía, 70), 2002;
Guichard, Pierre, Al-Andalus frente a la conquista cristiana: los musulmanes de Valencia,
siglos XI-XIII, Madrid, Biblioteca Nueva, Universidad de Valencia (Historia, 16);
Hernández Alonso, César (coord.), Actas del Congreso Internacional el Cid, Poema e
Historia (12-16 de julio de 1999), Burgos, Ayuntamiento, 2000; López Estrada, Francisco,
Panorama crítico sobre el “Poema del Cid”. Literatura y sociedad, Madrid, Castalia,
1982; Malo de Molina, Manuel, Rodrigo el Campeador, Madrid, Imprenta Nacional-
16
Servicio de Reproducciones de Libros; Martín, Georges, “¿Fue Mío Cid castellano?”,
Ibérica, 2 (1993), págs. 183-200. Versión digital en pdf), “El primer testimonio cristiano
sobre la toma de Valencia (1098)”, consultado el 28 de noviembre de 2011, 1951-6169
Versión al español de Sophie Hirel del artículo en francés presentado en el curso de verano
“Comtat d’Urgell”, Balaguer, 1105: cruilla de civilizacions” celebrado en Balaguer, 13-15
julio, publicado en actas en Flocel Subaté (ed.), Balaguer, 1105: cruilla de civilizacions,
2007, págs. 121-133; Martínez Diez, Gonzalo, El Cid histórico, Barcelona, Planeta, 1999;
Martínez García, Luis, “El patrimonio territorial de un miembro de la aristocracia feudal:
Rodrigo Díaz, El Cid”, en César Hernández Alonso (coord.), El Cid, poema e historia:
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89, 1926, págs. 8-9; La España del Cid, Madrid, Plutarco, 1929, 2 vols., citada por la 7a
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consulta: 29-11-2009, disponible en formato doc.; Montaner Frutos, Alberto (ed. lit.,
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17
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Galaxia Gutenberg, 2007, es ed. corregida y ampliada de la publicada en crítica, 1993, “La
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y por Galaxia Gutenberg en 2007, “La construcción de la Historia Roderici: datos, fuentes,
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págs. 159-191, “La Historia Roderici y el archivo cidiano: cuestiones filológicas,
diplomáticas, jurídicas e historiográficas”, e-Legal History Review, vol. 12, junio de 2011,
“La construcción biográfica de la Historia Roderici: La tensión arqueológica”, Edad
Media: Revista de Historia, vol. 13 (2012), págs. 269-298; Peña Pérez, Francisco Javier, El
Cid Campeador: historia, leyenda y mito, Burgos, Dossoles, 2000, Reed. Barcelona,
Planeta-Agostini, 2007, “Los monjes de San Pedro de Cardeña y el mito del Cid, José Luis
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realidad en la historia medieval: XIII Semana de Estudios Medievales, Nájera, del 29 de
julio al 2 de agosto de 2002, 2003, págs. 331-344, Mío Cid del Cantar. Un héroe medieval
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Siglo para las artes en Castilla y León, 2007; Torres Sevilla-Quiñones de León, Margarita
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el siglo XI de Cristo (V de la Hégira), Madrid, Instituto Egipcio de Estudios Islámicos,
1978; Viguera Molins, María Jesús, “El Cid en las fuentes árabes”, en César Hernández
Alonso (coord.), Actas del Congreso Internacional el Cid, Poema e Historia (12-16 de julo
de 1999), Ayuntamiento de Burgos, 2000, págs.55-92.
Respecto al presunto autor del Cantar de Mío Cid, Per Abbat, en el mismo sitio web de
wikipedia.org, existe un artículo minúsculo, pero claro sobre la supuesta autoría, aunque
más bien afirmando solamente que su intervención habría sido como copista y no como
autor de la obra. En dicho documento Francisco Javier Hernández; Historia y Epopeya. El
18
Cid entre 1147 y 1207, Actas del III Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura
Medieval, Salamanca, Universidad, 1994, vol. 1, págs. 453-467. Apud Montaner Frutos
(2011:278), que considera a Per Abbat un copista, sostiene que este habría sido canónigo de
Toledo documentado entre 1204 y 1211, si bien es cierto los datos geográficos ayudan a
confirmar fehacientemente dicha hipótesis, no hay prueba de que haya relación
necesariamente entre el poema y este canónigo. Dichas afirmaciones estarían respaldadas
por un documento hallado en la catedral de El Burgo de Osma en 1220, desde el cual se ha
creído identificarlo con un abad del mismo nombre, Per Abbat que vivió a principios del
siglo XIII en Fresno de Caracena, junto a Gormaz; pero otro grupo de investigadores en el
que se encontraba también Montaner Frutos, descubrieron que la fecha del documento es en
realidad 1274, por lo que el fundamento en que se apoyó la tesis se descarta. Colin Smith
en: The making of the “Poema de mío Cid”, Cambridge University Press, 1983, traduc. esp.
La creación del “Poema de mío Cid”, Barcelona, Crítica, 1985, Apud Montaner Frutos
(2011:277), propuso que Per Abbat fue un abogado burgalés, que frente a un presunto
pleito habría utilizado materiales cidianos para apoyar sus alegaciones que podrían haber
sido usados antes de 1207 para componer el poema. El mismo Smith postuló que Per Abbat
creó la épica castellana a partir de la emulación de cantares de gesta de origen francés.
Posteriormente, como ya sabemos, Smith replantea la hipótesis aceptando que Abbat habría
sido un mero copista, no siendo un autor no identificable, aunque sí, culto, que conocía de
leyes y que habría compuesto la obra antes de 1207.
Para la interpretación de la figura del Cid, se encuentra un documento que analiza dicha
figura cidiana, a través de la obra de Ramón Menéndez Pidal La España del Cid, en dos
tomos y 1006 páginas, incluidos apéndices, notas y numerosas ilustraciones, publicada en
Madrid en 1929. El documento fue redactado por Antonio Ballesteros-Beretta, conocido
historiador italiano, especialista en la historia de España y de América (1880-1949).
Ballesteros fue catedrático de esta materia en la Universidad de Madrid y miembro Real de
la Academia de Historia y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Cuentan
entre sus obras: Síntesis de la Historia de España (1920), Historia de España y su
influencia en la historia universal (12 vol., 1922-41), Alfonso el Sabio (1963), entre otras.
19
La Historia Roderici o Gesta Roderici Campidocti, es una crónica biográfica de Rodrigo
Díaz de Vivar. Esta obra fue escrita en idioma latín en el siglo XII, entre los años 1180 y
1190, por un autor que se cree que era de la provincia de la Rioja, probablemente un
najerense. Esta obra es la biografía más antigua del Cid y constituye la base actual del
conocimiento de su figura. En todo caso se cuestiona si la obra, fue o no, fuente del Cantar
de mío Cid, aunque ambas obras parecen haber tenido en cuenta las tradiciones orales muy
comunes en el período histórico en que se producía una transmisión y fijación en todos los
relatos folclóricos más que en la actualidad. También las notables lagunas que presenta la
obra, hacen dudar la tesis de que su autor habría sido miembro de las filas del Cid, o un
observador directo de los hechos que narra, tal como lo sostienen los defensores que
postulan una datación de la obra contemporánea a Rodrigo Díaz.
Otra fuente es el Carmen Campidoctoris o Poema latino del Cid. Este es un himno
panegírico neolatino escrito hacia el 1190 que celebra las hazañas del Cid Rodrigo Díaz de
Vivar en poco más de cien versos sáficos y adónicos. Otros autores, como el historiador
Gonzalo Martínez Diez, siguiendo al maestro Ramón Menéndez Pidal, lo datan entre el
1082 y 1093. Y pudo haber sido compuesto en Roda de Isábena y ser trasladado al
monasterio de Ripoll, en la provincia de Gerona, Cataluña.
Para entender al Cid en el contexto pedagógico de la enseñanza de la Historia, presento un
documento del historiador y militar español José María Gárate Córdoba, quien analiza la
figura del Cid histórico principalmente desde la obra de Menéndez Pidal y su La España
del Cid (1929), obra considerada por él como “laboriosa e inteligente investigación” (…) El
capítulo del Cid en la enseñanza de la Historia. En este documento Gárate afirma que
Menéndez Pidal, en su afán de facilitar la enseñanza de las hazañas del Cid, refundió sus
dos tomos de La España del Cid, para sintetizarlos en uno solo que permitiera su fácil
comprensión a los maestros de escuela, planteando que ha llegado el momento de planificar
¿Cómo enseñar el Cid a niños y muchachos?, porque entiende que es indudable la
influencia de lo aprendido en los primeros años.
Pero, la obra que nos parece fundamental para entender la figura del Cid, no es otra que La
España del Cid, de Menéndez Pidal en cualquiera de sus versiones, en líneas generales,
existen dos, ampliamente reeditadas: la original (Madrid, 1929), compuesta de dos tomos,
20
que presenta todo el aparato crítico típico de las obras eruditas (sesudas notas a pie de
página y largos apéndices presentando toda la documentación necesaria para el análisis
crítico del texto), y la versión que el propio Menéndez Pidal llamó abreviada (Buenos
Aires, 1939), que prescinde de la parafernalia o nomenclatura presentando un texto falto de
notas que facilita la lectura no especializada. Menéndez Pidal presenta su obra con un
marcado carácter global intentando no explicar únicamente el personaje sino también todo
su contexto. Por ello La España del Cid puede considerarse casi, una obra sobre el siglo XI
castellano en su totalidad, aunque el peso narrativo recaiga en Rodrigo Díaz de Vivar,
nunca se abandona la referencia castellana muy marcada en la época de las disputas entre
Sancho el Fuerte y Alfonso VI, en la toma de Toledo o en las consecuencias de la batalla de
Sagrajas el 23 de octubre de 1086, donde midieron fuerzas las tropas de Alfonso VI de
León y Castilla y las almorávides de Yasuf ibn Tasufin, con la derrota de las primeras.
Para finalizar con algunas de las fuentes que nos narran sobre el Cid, cito la Revista
especializada en Historia: Historia y vida, número 466, año XXXVIII, en su artículo: El Cid
quién se esconde tras el mito. Dossier Los enigmas del Cid, La historia de un héroe o un
villano, por Juan Carlos Losada Doctor en Historia, pp. 46 -55. El artículo hace alusión a
aspectos biográficos del Cid, los que se encuentran llenos de dudas que al momento no han
podido dar respuesta sobre la verdad de este héroe épico. También los acontecimientos de
los que se tiene noticia abren nuevas interrogantes sobre las razones que los motivaron.
Aun así, o tal vez también por ello, su difícil relación con el rey Alfonso VI y sus hazañas
en el campo de batalla despiertan tal fascinación.
Por otro lado, destaco entre otras fuentes primarias como la Crónica Silence, en la que
abundan expresiones que se refieren a la autoconciencia hispana frente a los éxitos militares
conseguidos por los cristianos, con la ayuda de la Divina Providencia, como en el caso de la
conquista de Toledo. La crónica considera al dominio musulmán como “bárbaro y
pérfido”, como una impureza que debe ser destruida. Dicha crónica también conocida
como Historia Silence, es un documento escrito en latín redactado alrededor del 1115, en la
que se ensalza el linaje entroncado con los reyes visigodos y las obras del reinado de
Alfonso VI de León y Castilla. Respecto a la historia del mismo documento, se pensó por
21
mucho tiempo que había sido escrito por un monje del monasterio de Santo Domingo de
Silos, de ahí su nombre.
Para los análisis que dicen relación con el tema de la otredad, he recurrido al libro del
conocido profesor de Historia de la Universidad de Tel Aviv, Ron Barkai El enemigo en el
espejo, que analiza la imagen que cada comunidad tenía de sus adversarios y de sus héroes
en los tiempos de la guerra entre moros y cristianos en la España medieval. Además de un
análisis original sobre la mentalidad que cada comunidad tenia de la otra. En dicho libro
aparecen varias crónicas que hacen alusión al tema del otro como la Historia
Compostellano, en la que se define al enemigo por sus peculiaridades físicas, sobre todo
por el color oscuro de la tez de los moros. El enemigo en el espejo, la primera edición fue
publicada con el título Cristianos y Musulmanes en la España medieval, ©1984 y ©2007
para la edición traducida al castellano por M. Bar-Kochaba y A. Komay, para todos los
países de habla castellana, by ediciones Rialp, S. A. Alcalá, Madrid.
En otra obra, A 1300 años de la conquista de Al-Andalus (711-2011), Historia, cultura y legado
del Islam en la Península Ibérica, de los profesores Diego Melo Carrasco y Francisco Vidal
Castro, se analiza la percepción del otro y vías de tolerancia en Al-Andalusí, haciendo un
alcance sincrónico entre tiempo pasado y presente entre la sociedad occidental y la
musulmana, es decir, con sus problemas de convivencia del antes y el después. Dicha obra
es editada en conmemoración a los 1300 años de la presencia musulmana en la Península
ibérica.
En ese contexto, cuando el Islam constituía un peligro para la España de los cristianos, no
se podía mirar a los moros sino como enemigos a los que había que combatir, entonces
aparece un apartado sobre maurofilia, (amor por lo moro), que es un término aparentemente
acuñado por Menéndez Pidal, que consiste en un estudio nuevo sobre este punto, basándose
en estudios de un profesor canadiense M. A. Buchanan, el que afirma que la estimación del
moro en España no se concibe sino hasta que es vencido en 1492 con la recuperación de
Granada. Aunque Menéndez Pidal dice más adelante, que este sentimiento de simpatía por
los moros, es posible apreciarlo después de la conquista de Valencia a manos del Cid, quien
fraternizó con ellos. Menéndez Pidal, “La maurofilia”, España, eslabón entre la
Cristiandad y el Islam, colección Austral, Espasa-Calpe S.A., Madrid, 1956.
22
En el mismo contexto del análisis de las imágenes y del tema del otro, existe un documento
académico titulado Las imágenes del Islam y de los musulmanes en la Corona de Castilla:
construcciones discursivas cristianas (ss. XII-XV), de María Florencia Mendizábal
académica de la Universidad de Buenos Aires, especialista en Historia Medieval. Dicho
trabajo tiene como objetivo abordar aspectos sobre la construcción de las imágenes y de las
prácticas que se proyectaron sobre el Islam y los musulmanes en la Castilla medieval. En
ese sentido se da cuenta del contexto mediterráneo y peninsular en la tensión Cristianismo-
Islam, y sobre las medidas que desde la Iglesia romana se proyectaban sobre los moros. El
documento también contempla antecedentes de polémicas antiislámicas dignas de citar, así
como del universo castellano ejemplificando estas disputas con algunos escritores cristianos
para analizar sus posturas respecto del Islam y lo verdadero de su religión.
Estructura
El trabajo consta de tres capítulos, estando el primero de ellos relacionado con una
breve reseña histórica sobre las culturas árabe e hispánica hasta el 711 de la era cristiana,
fecha en que ambos pueblos experimentan un encuentro de dos mundos que cambiará los
paradigmas culturales de cada uno de aquí en adelante. También se tratará el fundamento
ideológico-religioso que impulsó a cada uno de estos pueblos llevar a cabo su proyecto
cultural, que en el caso de los árabes se encuentra influenciado por cuestiones monoteístas
cristianas y judías que formaron en Arabia la religión del Islam, que conquista gran parte
del Cercano Oriente, que asimila las culturas bizantina, persa, hindú, etc., y transmite al
Occidente, aún atrasado, el pensamiento griego y los adelantos materiales del Oriente. En
tanto a lo que concierne a la cultura hispánica, debemos decir que dicha cultura y su
formación es consecuencia de las invasiones bárbaras que provocan el colapso y fin del
mundo antiguo al caer el Imperio Romano de Occidente en 476, dejando el protagonismo al
Imperio Romano de Oriente por otros mil años más. En ese contexto, podemos apreciar una
decadencia cultural de Occidente desde el siglo IX, en que floreció el imperio franco de
Carlomagno, caracterizada por un retraso, por ser una edad tenebrosa, en que a no ser por la
23
Iglesia Católica romana, hubiese desaparecido la cultura definitivamente en Occidente. Al
contacto con los decadentes romanos y los bárbaros sobreviene una decadencia de las
costumbres, prevaleciendo la violencia, característica que marcará la lucha por el poder por
medio de asesinatos para logarlo. Surge entonces una nueva cultura que deja el mundo
antiguo. Tal fue nuestra cultura occidental y cristiana formada en los primeros siglos de la
Edad Media por elementos romanos, cristianos y germánicos, todos, bajo la dirección de la
Iglesia. Dentro de ese marco la Hispania romana pasará a transformarse en la España
romana-visigoda, antecedente de la España moderna.
El segundo capítulo tratará sobre el carácter de las crónicas, visto desde la óptica de la
Historia cultural y de las mentalidades. Las crónicas estudiadas abarcarán desde la época de
la llegada de los árabes a la península Ibérica en el siglo VIII, hasta adentrado el siglo XIII,
desde la conquista de España hasta el fin de la gran Reconquista. Dichas fuentes serán
analizadas desde la perspectiva del otro, la imagen y autoimagen, en cada uno de los
cronistas, ya sea del lado cristiano o del musulmán. Dicha empresa queda un poco
supeditada a la deducción del historiador actual respecto de las percepciones que tenían los
redactores de la época estudiada, que como sabemos pertenecían a una delgada capa de la
sociedad identificada principalmente con élites ilustradas provenientes del el mundo de la
Iglesia o de la aristocracia medievales. No obstante la dificultad, el examen de las imágenes
tiene importancia debido a que en ellas se encuentran expresiones de la mentalidad popular,
ya sea que aparecieran de paso o que fueron transmitidas en modo explícito como símbolo
de expresión popular, y porque las fuentes escritas muchas veces reflejan a aquellos
sectores de la sociedad medieval influyentes y con capacidad de decisión, siendo esas
fuentes vehículos de expresión de esas capas, cuyas percepciones trascendieron en el
transcurso del conflicto entre ambas culturas. Conjuntamente a lo anterior, se analizan
algunos conceptos como “guerra santa” o “yihad”, en el contexto de cómo sentían el
conflicto, unos y otros dentro de la mentalidad de cruzada.
El tercer y último capítulo, está dedicado a estudios sobre el Cid Campeador, como figura
central de mi trabajo, resaltado como el protagonista más conocido y popular del conflicto
cristiano-musulmán. Su estudio abarcará los orígenes mismos de la obra, autor, época en
que fue escrita, su existencia real como personaje de la historia de España y su rol en un
24
período importante de la Reconquista, así como tratar de dilucidar qué se esconde tras su
mito. Pero también desde la perspectiva cultural y de las mentalidades, analizaremos al Cid
visto desde la mirada de algunos de los cronistas que contaron sobre sus hazañas, ya sea
desde la visión de los cronistas árabes o desde la mirada de los cristianos. La imagen de la
figura del Cid como aparece en la Crónica de Nájera en la que aparece como verdadero
héroe, no sólo por sus triunfos militares, sino que además es poseedor de la gracia divina
que Dios le concede, pertenece a la imagen positiva que el cronista tuvo desde su
perspectiva. Al lado contrario de esta crónica, está la Crónica de Ibn al Qutiya que tiene
una opinión negativa de la figura de Rodrigo cuando lo ve como un usurpador frente a
Vitiza, el último de los reyes godos, pues en él se concentra la imagen negativa de la
conquista. En síntesis, el Cid visto con la imagen del espejo, o simplemente con la mirada
del otro infiel. ***

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Trabajo final ham mio cid

  • 1. 1 Magíster: Historia Asignatura: Historiografía Antigua y Medieval Profesores: Diego Melo Carrasco – Ítalo Fuentes Bardelli Alumno: Enzo Cruz Sáez Fecha de entrega: 4 de enero de 2013 MIƵO CID, CRISTIANOS Y MUSULMANES: LA MIRADA AL OTRO INFIEL
  • 2. 2 Marco teórico n el contexto de la guerra de la Reconquista en la España medieval, proceso que dura aproximadamente ocho siglos, tuvieron contacto dos pueblos distintos entre sí, cada uno con paradigmas diferentes. El mundo de las ideas tanto en el pueblo musulmán, como en el cristiano, se vio influido por la imagen del otro. La imagen como expresión de la realidad en determinados individuos desde una perspectiva subjetiva, y la autoimagen del enemigo, son la llave para entender los procesos de contacto entre cristianos y musulmanes. Este trabajo entonces, consiste en un tratado teórico sobre el punto de vista del “otro” en las crónicas peninsulares del siglo XII principalmente, como las que narran las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador. La “otredad” como concepto, tiene que ver directamente con las imágenes y autoimágenes que tienen en algún momento los sujetos históricos sobre los otros en una determinada época y espacio, como es el caso del período de la Reconquista española en la Península Ibérica. El trabajo se enmarca dentro de la Historia Cultural y de las Mentalidades específicamente, que son tendencias historiográficas que comenzaron a tener gran importancia en las últimas décadas del siglo XX, época en que la historiografía parecía estar sumida en un callejón sin salida a E
  • 3. 3 que le habían abocado un discurso teórico con excesivo relativismo, la pérdida de su lugar en el ámbito de las Ciencias Sociales y las tradiciones nacionales. Teóricamente el adentrarse al estudio de realidades históricas pasadas, siempre es un desafió para el historiador, ya que ello le supone circunscribirse a una serie de códigos de la época que estudia para poder adaptarlos a su mente anclada al tiempo presente. En ese contexto, se intentará por medio del presente trabajo, acercar al hombre de la Edad Media, específicamente al de la España de la Reconquista, a nuestra estructura mental y cultural del presente. Es la época en la que los musulmanes habían invadido la Península Ibérica, pero ya adentrada en el siglo XI, en los tiempos del Cid1 . Recordemos que por espacio de ochocientos años los árabes se establecieron en España, proceso que se inicia en el siglo VIII en que habían conquistado gran parte del espacio de oriente medio, norte de África, y que cruzando el Estrecho de Gibraltar llegaron a la Península Ibérica. Este conflicto cristiano-musulmán ha suscitado gran atención por parte de los investigadores modernos. Ocho siglos de convivencia entre ambos pueblos, no fueron en vano y muchos investigadores han tratado aspectos en todos los ámbitos posibles como el político, militar, social, económico y cultural de dicho fenómeno, mientras que la mentalidad y el mundo de las imágenes y las concepciones de ambos grupos se han estudiado indebidamente. “¿Qué pensaban los autores de ese período sobre sus rivales y sobre sí mismos? ¿Cómo vieron, describieron e imaginaron a su enemigo y cómo a sus propios héroes? Y todavía más, ¿Cuál fue la imagen que adquirieron esas dos comunidades de la Península Ibérica para el historiador de ese entonces?” 2 Las imágenes son la expresión simbólica literal de la realidad en el criterio del escritor y no se trata de descripciones objetivas de la realidad, sino que son el reflejo de las concepciones subjetivas. Por lo tanto la verdad histórica es el reflejo de dicha verdad en la concepción personal de los cronistas, ya sean estos cristianos o musulmanes. 1 Del árabe said que significa señor. 2 Ron Barkai, El enemigo en el espejo, Madrid, Ediciones Rialp 2007, p 11.
  • 4. 4 En la realidad española medieval, la autoimagen y la imagen del enemigo no pueden ser percibidas de la misma manera, debido a que tanto en la sociedad cristiana como en la sociedad musulmana, existía un pluralismo. Entonces tenemos que al examinar las crónicas castellanas, es importante la comparación de las imágenes de los aragoneses o de los francos con las de los musulmanes que se describen en ellas en el otro extremo. El mundo muslim o musulmán, tiene también una variedad de grupos diversos como: mudéjares, almohades, bereberes, almorávides, etc. Marco contextual En cuanto a las raíces históricas del Cid, para Ramón Menéndez Pidal el Poema de Mío Cid es una obra castellana que viene a ser una manifestación de la politica de Alfonso VI encarnada en la figura de un vasallo fiel. Aparte de la idea de Pidal, se han formulado otras teorías que colocan al poema en un doble plano histórico. Para estos críticos, habría que tener en cuenta el plano de la realidad histórica de los hechos del Cid, pero también el plano de otra realidad posterior, en la que estos mismos hechos habrían obtenido una interpretación, ya que las que se casan con los príncipes de Navarra y Aragón no son hijas del Cid, sino sus nietas. En cuanto a la autoría de la obra, se presume que Per Abbat o Pedro Abad es el autor y copista del Cantar de Mío Cid. Colin Smith 3 en 1983 defendió la tesis de que Per Abbat fue el autor del Cantar, aunque sin identificarlo con ninguna persona documentada históricamente en particular, posteriormente en 1994 reconoció que probablemente Abbat sólo fuera el copista. Para esta última teoría, se suele recurrir a la interpretación literal el éxplicit con que acaba el documento: 3 Profesor de la Universidad de Cambridge. Se dedicó a estudiar la épica antigua castellana de la Edad Media, refrescando algunos aspectos que habían pasado por alto bastantes estudiosos del Cantar de Mío Cid.
  • 5. 5 Quien escrivió este libro del’ Dios paraíso, ¡amén! Per Abbat le escrivió en el mes de mayo en era de mil e. CC. xL. v años.4 A pesar de que por mucho tiempo se pensó en que la hipótesis pidiana daba el Cantar de Mío Cid en 1145 como verdadera e indiscutible, ya no es así, dado a que en el siglo XX, de modo contundente fueron agregándose nuevos argumentos y evidencias que retrasaron la fecha de composición en el siglo XII o comienzos del XIII. Ateniéndose al Códice de Vivar5 de más arriba, se convierte la era hispánica en era cristiana dando la fecha de 1207, que es la data que se puede decir con absoluta certeza. Esto en referencia a los orígenes de la obra. En lo que respecta al contexto histórico, la España de la Reconquista es uno de los escenarios más cruentos en el siglo XI, el del Cid. El continente europeo continúa inmerso en toda clase de enfrentamientos. La Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano Germánico deben lidiar con los desórdenes de sus vasallos. Occidente se ve sorprendido por invasiones de escandinavos y magiares. El empuje del Islam desestabiliza al Imperio Romano de Oriente y apenas consigue ser detenido en la Península Ibérica, donde los almorávides refundan finalmente un poder unificado. Del papado que logra hacer prevalecer su poder espiritual sobre el político del emperador germánico, derivará la violencia secular europea hacia la lucha contra un enemigo externo, el Islam. En ese contexto, podemos completar el presente marco con la reflexión de que el análisis de la autoimagen y la del enemigo en esta “Guerra Santa” o “Yihad”, nos permitirán comprender tanto el desarrollo y la fuerza de la mentalidad de hostilidad entre cristianos y musulmanes como la consolidación de autoconciencia en el seno de ambos grupos rivales. La exposición del problema desde ese ángulo facilita el entendimiento de la dinámica del conflicto desde aquellos aspectos que no pueden ser definidos en términos jurídicos y legales tampoco cronológicos y políticos, sino que pertenecen al espacio nebuloso cuya 4 Cantar de mío Cid, vv. 3731-3733; ed. de Montaner Frutos (2011:628) 5 Códice que se encuentra custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se trata de un códice hecho en pergamino probablemente de cuero de cabra a modo de cuadernillo cosido entre sí.
  • 6. 6 existencia es posible constatar, pero que resulta difícil de definir. Ese ámbito está compuesto de palabras, expresiones, epítetos y asociaciones que el hombre suele usar de modo frecuente, aunque no se pronuncie al respecto en forma explícita. Es lo que puede ser considerado con los términos de mentalidad y concepción. En cuanto al método del estudio de las imágenes, es relativamente nuevo en la ciencia historiográfica, especialmente cuando se intenta escribir sobre la Edad Media. El método se origina en las ciencias de la conducta (psicología social) y el historiador que quiera estudiar las imágenes y apartarse del relato trillado de los calificativos que un grupo atribuye a los miembros del otro, debe recurrir a los instrumentos perfeccionados que las ciencias de la conducta ponen a su disposición, sobre todo en lo que respecta a los conceptos que usa. Marco conceptual En este trabajo, es importante también resaltar todos los elementos que entran en la investigación como son algunas fuentes primarias y estudios posteriores a la época que tratamos que nos ayudan a la comprensión de algunos conceptos. Durante la Edad Media, se dio que los autores de los documentos pertenecían a la Iglesia o a la aristocracia, y la mayor parte de la población no dejó huella escrita, salvo los juglares o mesteres de juglaría. Dentro de las fuentes medievales nos encontramos también con los poemas épicos. En la Edad Media en distintos lugares de Europa, comenzó a cultivarse una poesía épica en lenguaje popular en la que se cantaban las hazañas de los héroes de la época, batallas y conquistas de estos personajes históricos. En la zona de Castilla y en lengua romance se recitaban y se cantaban los poemas épicos o cantares de gesta que eran interpretados por juglares. Este oficio era propio de las gentes de baja posición social y a sus poemas les agregaban variaciones imaginativas. De todos modos estos cantares de gesta sirvieron como crónicas, y en ellas se hacía exaltación de los valores humanos de los héroes, por ser buenos
  • 7. 7 señores y vasallos con gran sentido del honor y de la justicia. Dentro de este marco, nos cabe la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Sin embargo, ya sabemos que la obra del Cid fue escrita por alguien que no sabemos quién fue. No obstante, se tienen las sospechas de que fue escrita por alguien que estuvo muy cerca del Cid, y que por tanto, suponemos naturalmente que era alguien perteneciente a sus filas, un fiel soldado en la lucha contra los musulmanes. En la actualidad se tiene certeza de que Per Abbat un clérigo español del siglo XIII, que habría asistido a la toma de Sevilla, cuya gesta conmemoró con algunas poesías que gustaron al monarca Fernando III, habría sido el copista de la obra, ya que en esa época escribir equivalía a copiar y fer o fazer componer. Sea cual haya sido su autor, no nos cabe duda de que quien escribió el poema, lo compuso subjetivamente, encontrando en la figura cidiana el ideal del caballero honorable y leal, imagen típica que se tiene del héroe cuando este está del lado de quien escribe, imágenes tanto físicas como espirituales. Aunque sin desmerecer la imagen que probablemente tenía el Cid, es probable que haya existido alguna exageración al describirlo y compararlo con la del enemigo. El musulmán era visto por los cronistas cristianos de la época como diferente. El infiel visto por los otros infieles. En la Crónica Silence se puede apreciar la sensación de festividad por el éxito militar y territorial logrado por los cristianos después de la conquista de Toledo, acontecimiento que contribuyó grandemente a consolidar la autoconciencia hispánica general, que recibió su expresión en la escritura cronística. Su cronista vivió durante el reinado de Alfonso VI como punto decisivo y le dedicó a éste su obra. Siendo éste rey destituido por Sancho II y exiliado en Toledo, y tras hacerse amigo del rey musulmán, aprovechó de fijarse en los puntos vulnerables de la defensa de la ciudad, información que sirvió para apoderarse de la fortaleza y quitársela a los paganos. Tal acontecimiento fue considerado por el cronista como un acto de la Divina Providencia. Mientras tanto para los rivales de Toledo (Iglesia de Santiago) en lo que respecta a la conducción de la Iglesia española, dijeron que tal liberación fue un hecho único de ese rey excepcional. El redactor de las hazañas del Cid, reprocha en sus escritos al rey por no haber sido amable con su héroe, y relata que Alfonso
  • 8. 8 “logró la mayor victoria concedida por la Divina Providencia, conquistando Toledo, la renombrada ciudad”. 6 Por el contrario, la Crónica del reino de León, que parece haber sido escrita por el obispo de Oviedo, Pelayo, expresa las concepciones de la clerecía independiente, hasta el punto que no vacila en criticar duramente a los reyes de León. Esto tuvo como consecuencia el menoscabo de la imagen del reino como expresión de la identidad hispánica y abanderado de la lucha contra el Islam. En esta obra los milagros y prodigios tratan de magnificar la imagen de los clérigos y de opacar la del reino, hecho que podría deberse a la lucha de las investiduras, que sacudió a Europa antes de que se escribiera la crónica. En el caso del rey Bermudo II (984-999), el cronista lo define como indiscriminado y tirano. Este rey atentó en contra del obispo de Oviedo y lo encarceló durante tres años, y por si fuera poco, también encarceló al obispo de Santiago tras haber sido víctima de calumnias. En ambos casos, los religiosos fueron liberados de sus cargos y prisión por obra de los milagros de la Divina Providencia. A pesar de que la crónica fue escrita a mediados del siglo XII, al parecer no se interesa por la Reconquista y por su factibilidad. Su autor no destaca las campañas del Cid ni los milagros de Santiago en la lucha de los cristianos contra el Islam. Como podemos apreciar, en ambas crónicas, hay intereses distintos a la hora de sopesar las concepciones de uno y otro, por un lado, la autoconciencia hispánica ostensible en los cristianos tras la conquista de una ciudad en manos musulmanas, por otro, el resentimiento de los clérigos ante la actitud injusta de un monarca frente al maltrato dado a sus homólogos superiores sin importar la causa cristiana, ya que el autor no titubea en emitir epítetos en su contra, además de no dar importancia a los milagros que favorecieron a los cristianos en la causa de la Reconquista, pero sí a los milagros que favorecieron a los clérigos. Esto a pesar del anacronismo existente entre un hecho y otro, pero siempre en el marco de la guerra contra los invasores musulmanes. La historia de Rodrigo es de gran importancia al momento de evaluar las imágenes y la mentalidad de fines del siglo XI y de las primeras décadas del XII. Esta obra es la primera escrita por un cristiano que destaca la figura del Cid. Se cree que fue redactada poco antes de la muerte del héroe y cerca de la fecha en que sucedieron los hechos. Hay información 6 Ron Barkai, op. cit.
  • 9. 9 de que habría sido redactada en 1110, revisada y nuevamente elaborada en 1125 (Menéndez Pidal); y otra versión de la data de la obra afirma que fue fechada en 1144 y 1147 (Antonio Ubieto Arteta)7 . No obstante, las imprecisiones sobre su data exacta, lo interesante es la controversia en la historiografía moderna sobre la figura del Cid que está centrada principalmente en interpretaciones relacionadas con esa crónica. La historia del Cid aclara aún más el cuadro que se obtiene de las imágenes de las Historias de Compostela y de Sahagún pues dedican parte considerable de su contenido a las relaciones con el Islam andalusí, mientras que en las crónicas antes tratadas en la historia de la monarquía cristiana no es así. No nos sorprende el hecho de que el autor nos presente al protagonista de la crónica como la imagen ideal del caballero héroe. Lo que se debe dilucidar es si esa figura cidiana evita la formación de una conciencia reconquistadora y la guerra santa cristiana como concepto. ¿Hay acaso en la crónica alguna expresión de una conciencia de ese tipo? Estas preguntas deben ser planteadas sobre el telón de fondo de la realidad especial que distinguieron los activos años del Cid. Después que los reinos Taifas musulmanes se fueron desmoronando bajo el dominio de Alfonso VI y le pagaron tributos anuales “parias”, se detuvo la tendencia castellana a la expansión como consecuencia de la invasión de los almorávides. Entonces a partir de ese momento, los almorávides pasaron a ser enemigos principales de la fe cristiana y en cierta forma de las Taifas. Por cierto, la Taifa de Zaragoza que pagaba impuestos a Alfonso VI, fue el centro de aspiraciones de expansión de Aragón y Cataluña. Frente a este intento de expansión, tanto Alfonso VI como el Cid, estaban dispuestos a acudir en ayuda de sus aliados musulmanes. De lo anterior deduciremos que Alfonso VI y el Cid estaban guiados por una Realpolitik. 8 Es interesante estudiar las imágenes en el marco de la Realpolitik porque nos aportan un cuadro de cierto respeto a las tendencias anímicas y a la mentalidad que prevalecía entre los hombres del Cid. Cabe atribuir la gran importancia a la comparación entre las concepciones del cronista referentes a Alfonso VI –el soberano del Cid- con la de los aliados musulmanes del Cid. En su crónica el autor presenta al comienzo a un distinguido caballero de la 7 www.es.wikipedia.org 8 Del alemán, politica de la realidad.
  • 10. 10 nobleza de alta alcurnia como es Rodrigo, con el objeto de elogiar a sus antepasados como héroes de guerra. Rodrigo llegó a la cúspide de la grandeza como caballero, un fidelissimus vasallus, en el reinado de Sancho, que lo admiraba y lo amaba mucho y lo nombrara caudillo de sus caballeros pasando ser “muy valiente luchador que dirige tanto el campo de batalla como en la corte del rey Sancho”. Pero aquí tenemos algo más interesante que es la imagen del espejo resaltando al cristianismo y menoscabando al Islam. Esta posición es formulada nada menos que por los enemigos musulmanes, que elogian al Apóstol Santiago, a quien admiran como defensor de los cristianos, pues el objeto de adoración de ellos (Mahoma) no podría exhibir cualidades semejantes. En el contexto de la autoimagen cristiana en las crónicas españolas del periodo, conforme al carácter que la distingue, serian: Primero una imagen nacional, cuya figura es el rey seguido de otros personajes que encarnan cualidades especiales que expresan la ideología contra el Islam. La figura notable encarnada en Alfonso VI, cuya alabanza se convirtió en estereotipo de casi todas las crónicas que se presentan en la presente obra, excepto la del Cid. La imagen del héroe individual, figura que aparece por primera vez en las crónicas de su periodo. Son escritos dedicados a un protagonista individual, que no expresa necesariamente anhelos y conciencia de un héroe nacional, sino más bien el ideal de la persona concebida por el autor. Si volvemos a la Crónica de Rodrigo, el héroe está elaborado a semejanza de un caballero ideal, guerrero, obediente a los principios del honor y lealtad, tal como se considerara en la Europa occidental de los siglos XI y XII. También es la primera crónica cristiana que da importancia al aspecto físico de los musulmanes, sobre todo en lo que respecta al color oscuro de la piel de los moros. Los conceptos antes vistos, tienen el objeto de ayudar al lector a comprender el presente trabajo para abordar distintos aspectos sobre la construcción de las imágenes y las practicas discursivas que se proyectaron sobre el Islam y los musulmanes en la Castilla medieval, no solo de los tiempos del Cid, sino también desde los inicios de la conquista árabe.
  • 11. 11 Objetivos Se ha querido establecer en este trabajo, cierto marco de objetivos que nos permita la comprensión de lo que es la mirada al otro infiel, mediante el concepto de imagen del espejo durante la guerra de reconquista de España. Concepto que permite de modo holístico, englobar todo el fenómeno de la otredad, ya sea vista desde el Islam, o desde la mirada del Cristianismo. Por tanto, se pretende resaltar este planteamiento desde la perspectiva del Cid histórico, como también desde las crónicas más conocidas de la época, sin soslayar todo el proceso más temprano de la ocupación árabe y de la Reconquista española en su totalidad, o sea, desde el año 711 en adelante. Las imágenes del espejo se hayan en gran cantidad en las crónicas de la época medieval española, completando el paradigma de las cruzadas. Estas imágenes se encuentran latentes en la expresión más perfecta de las palabras de la nobleza castellana dirigidas al rey Fernando III: “De nuestro lado se haya Cristo, Dios y hombre, y tal vez del lado de los musulmanes se haya Mahoma, el maldito apóstata”. En ese contexto, la sociedad castellana percibía en sus realidades cotidianas a las minorías de moros, y además de los judíos como “los otros” confesionales, los cuales tenían que ser adoctrinados en la única fe, pues se esperaba de ellos obtener una completa y verdadera conversión al cristianismo. En ese escenario, Ron Barkai postula que la imagen del musulmán es la de un ser falso, al que no se le debe creer, es la idea que abunda en todas las crónicas cristianas desde las más tempranas y que conservan el estereotipo central de la concepción del musulmán. En cuanto a las cualidades sobrenaturales de los caballeros, un aspecto distinto en las crónicas, el más sobresaliente es el caso del Cid: “El más destacado entre ellos es el Cid, que podía vencer y rendir a un león solo con la mirada. Su aspecto físico era tan impresionante que los musulmanes no podían sostenerle la vista ni hablarle frente a frente” (…)
  • 12. 12 Por otro lado, la imagen negativa de los cristianos es cada vez más aborrecida y extremista en las crónicas de los árabes, que los conciben de modo permanente como enemigos de los musulmanes, agravando la hostilidad hacia ellos, describiéndoles como infieles enemigos de Alá. Hipótesis Después de ver los antecedentes y argumentos señalados anteriormente, lo que se pretende demostrar es que tanto en las crónicas como en el poema, en los que se afirma la existencia del Cid, existió una visión del otro por medio de la imagen, y de la autoimagen que se tenía de sí mismos. Ciertamente cuando el Islam se constituía en el mayor peligro para la sociedad cristiana española, dicha sociedad miraba con terror y desdén a los moros que habían invadido la tierra de sus hogares. Los miró como sus enconados enemigos, y tanto en el poema de Mío Cid, como en los otros cantares de gesta, al menos así aparece descrito. Sin embargo, tanto en los cantares de gesta ajenos a España, como en las canciones de gesta francesas, aun en el mismo Cantar de Mío Cid, no se miraba a los moros como enemigos irreconciliables. Los moros y moras bendicen al Cid, que ha vencido, pero que los ha tratado con la humanidad propia de un caballero leal y piadoso. Recordemos el pasaje del poema en que se narra la victoria sobre Valencia, reducto que estaba en manos de los árabes (ver tirada 71 del poema en adelante: Conquista de toda la región de Valencia). En el curso de la narración, el Cid, “los deja sin pan” (…), el poema se conduele del hambre que pasan los moros de Valencia durante el asedio de la ciudad. Durante las campañas de Granada, se destacó Abengalbón quien era considerado moro de paz, amigo del héroe castellano. Cuando la superioridad militar de los cristianos quedó de manifiesta durante dichas campañas, por sobre las huestes musulmanas, el reino de Granada no tuvo más remedio que convertirse en tributario de Castilla, sin representar ninguna importante amenaza. En ese momento se suspendieron los avances de reconquista durante
  • 13. 13 los siglos XIV y XV, y los castellanos lejos de sentir repulsión hacia los moros refugiados que estaban en minoría en el reino de Granada, se sintieron atraídos por su cultura. Volviendo a nuestro Poema de Mío Cid, es indiscutible que se da un caso de alianza y amistad personal entre distintos grupos étnicos y religiosos en la España medieval. El autor ve a Abengalbón un señor moro de Molina, no solo a un amigo generoso del Cid, sino también a alguien que gracias a su lealtad será recordado con reverencia, mostrando a la vez a algunos personajes cristianos como figuras mezquinas y traicioneras. Podemos agregar que se presentan otros casos de convivencia armoniosa entre cristianos y moros, como en el Romancero y otros escritos de la literatura española medieval. Y en síntesis, no podría haber sido de otra manera, pues de no haber sido así, ambos pueblos no se habrían fusionado racialmente como ocurrió con el correr de los años una vez finalizada la guerra. El pueblo español de los siglos venideros será la mezcla de las dos sangres, la mora y la goda, que dará origen a una raza de guerreros que formarán los célebres tercios de Flandes y que además serán la base de los ejércitos que vendrán siglos más tarde a la conquista de América a partir de 1492. Estado de la cuestión Para el estudio del tema escogido se ha revisado un amplio corpus de lecturas que hacen referencia a la obra del Cid, y para ello he escogido en primer lugar el propio Cantar de Mío Cid, de autor anónimo, cuya obra se encuentra dividida en tres cantares, subdivididos a su vez en 152 tiradas, a la cual le falta la primera hoja del códice del cantar que se suple con un relato tomado de la Crónica de los veinte reyes. La he escogido como lectura obligatoria para indagarla con el propósito de separar en dicha fuente los relatos puramente históricos de los ficcionales, y para citar algunos hechos que están escritos en la obra que sirvieron para fundamentar algunos análisis del trabajo. Además en ese contexto, he revisado algunas obras ensayísticas que obedecen a estudios posteriores sobre el Cid como: Historia y ficción en el Poema de Mío Cid. Hacia un
  • 14. 14 concepto de tiempo en la épica española, de Maximiliano Soler Bistué, Universidad de Buenos Aires, SECRIT (CONICET). El trabajo se propone volver sobre el problema del carácter histórico del Poema de Mío Cid no ya para determinar su valor como testimonio histórico, sino para acercarse a la idea de tiempo histórico que el texto presenta al lector. Para una crítica sobre el Cantar de Mío Cid, una reseña de la producción literaria realizada en 2007, con motivo del octavo centenario de la copia del poema de Per Abbat: Los estudios cidianos en el octavo centenario de la copia de Per Abbat, Leonardo Funes, Universidad de Buenos Aires IBICRIT – CONICET. Aquí se comentan ediciones del Poema, número de monografías, revistas especializadas, congresos y reuniones científicas. Los principales tópicos de estos estudios son: edición del texto, recepción y resignificación contemporáneas de la historia heroica cidiana, la comparación con otras traducciones épicas europeas, tanto antiguas como medievales y diversos aspectos histórico-literarios, como la configuración del héroe épico. Para un análisis del Poema de Mío Cid en cuanto al texto, origen, los temas expuestos, estructura, personajes, la forma del Poema, se han escogido El poema de Mío Cid de José María González-Serna Sánchez, IES Carmen Laffón, San José de la Rda., Sevilla; y la fuente electrónica: Cantar de Mío Cid de la enciclopedia virtual Wikipedia, para un estudio general sobre el Poema como: argumento y estructura (interna-externa), Características y temas, métrica, fuentes, estilo, el manuscrito, datación, sobre el autor y la fecha de composición, notas y bibliografía, en la que se destaca como fuente principal la de Montaner Frutos, Alberto (ed. lit.) Cantar de Mío Cid, Barcelona, Crítica, 2000, 1° edición 1993, corregida y aumentada en 2007 (Barcelona, Galaxia Gutenberg), y en 2011 (Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española). En la misma fuente electrónica aparecen bajo la nominación de “Otras fuentes”, las siguientes obras: La Crónica, 33.2, primavera de 2005; Deyermond, Alan, “El Cantar de mío Cid” y la épica medieval española, Barcelona, Ariel, 1987; Deyermond, Alan, Historia de la literatura española. 1: La Edad Media, Barcelona, Ariel, 1994; Diccionario de literatura española e hispanoamericana, (dir. Ricardo Gullón), Madrid, Alianza, 1993; García Calvo, Agustín, Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación, Torrejón de Ardoz, Lucina,
  • 15. 15 2006, págs. 1617-1623; Lacarra, María Eugenia, “El Poema del Mío Cid”. Realidad histórica e ideología, Madrid, Porrúa Turanzas, 1980; Menéndez Pidal, Ramón, En torno al “Poema del Cid”, Barcelona, Edhasa, 1963; Montaner Frutos, Alberto, El Cid en Aragón, Zaragoza, CAI-Edelvives, 1998, Segovia, Tomás, “Reflexiones sobre el verso, en recobrar el sentido, Madrid, Trotta, 2005, págs. 225-244; Sánchez de Uribe, Tomás Antonio (ed. lit.), “Poema del Cid”, en Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV, Madrid, Antonio Sancha, 1779, t. I, págs.. 220-405; Smith, Colin, La creación del “Poema del Mío Cid”, Barcelona, Crítica, 1985. Para tener una idea más acabada acerca del protagonista del Poema de Mío Cid (Rodrigo Díaz de Vivar), se encuentra en la enciclopedia virtual Wikipedia un documento a disposición que resume todos los aspectos posibles que tratan de la vida y hazañas del héroe de este conocido cantar de gesta de la España medieval. Este documento comienza con su biografía subdividida en aspectos como: Nacimiento, genealogía, juventud, al servicio de Sancho II de Castilla, cuando fue caballero de confianza de Alfonso VI; Primer destierro: al servicio de la taifa de Zaragoza, Reconciliación con Alfonso VI; Segundo destierro: su intervención en Levante, conquista de Valencia, fallecimiento; El Cid en las artes y en la cultura popular, El Cid en la literatura, fuentes historiográficas, fuentes árabes, fuentes cristianas, desarrollo de la leyenda; El Cid en la pintura, El Cid en el cine y televisión, El Cid en la opera; Referencias. Finalmente una Bibliografía: Coscallá Sans, Vicente, La Valencia musulmana, Valencia, Carena Editors, 2003; Dozy, Reinhat, Le Cid d’ après des nouveaux documents, Leyde, E.J. Brill, 1860, Fletcher, Richard, El Cid, San Sebastián, Nerea, 2001. Es trad. de The quest for El Cid, Londres, Hutchinson, 1989; García Fitz, Francisco, Relaciones políticas y guerra: la experiencia castellano-leonesa frente al Islam, siglos XI-XIII, Universidad de Sevilla (Historia y Geografía, 70), 2002; Guichard, Pierre, Al-Andalus frente a la conquista cristiana: los musulmanes de Valencia, siglos XI-XIII, Madrid, Biblioteca Nueva, Universidad de Valencia (Historia, 16); Hernández Alonso, César (coord.), Actas del Congreso Internacional el Cid, Poema e Historia (12-16 de julio de 1999), Burgos, Ayuntamiento, 2000; López Estrada, Francisco, Panorama crítico sobre el “Poema del Cid”. Literatura y sociedad, Madrid, Castalia, 1982; Malo de Molina, Manuel, Rodrigo el Campeador, Madrid, Imprenta Nacional-
  • 16. 16 Servicio de Reproducciones de Libros; Martín, Georges, “¿Fue Mío Cid castellano?”, Ibérica, 2 (1993), págs. 183-200. Versión digital en pdf), “El primer testimonio cristiano sobre la toma de Valencia (1098)”, consultado el 28 de noviembre de 2011, 1951-6169 Versión al español de Sophie Hirel del artículo en francés presentado en el curso de verano “Comtat d’Urgell”, Balaguer, 1105: cruilla de civilizacions” celebrado en Balaguer, 13-15 julio, publicado en actas en Flocel Subaté (ed.), Balaguer, 1105: cruilla de civilizacions, 2007, págs. 121-133; Martínez Diez, Gonzalo, El Cid histórico, Barcelona, Planeta, 1999; Martínez García, Luis, “El patrimonio territorial de un miembro de la aristocracia feudal: Rodrigo Díaz, El Cid”, en César Hernández Alonso (coord.), El Cid, poema e historia: Actas del Congreso Internacional (12-16 de julio, 1999), 2000, págs. 335-352; Menéndez Pidal, Ramón, “Autógrafos inéditos de Cid y de Jimena en dos diplomas de 1098 y 1101”, Revista de Filología Española, t. 5 (1918), Madrid, Sucesores de Hernando, 1918. Copia digital Valladolid, Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo. Dirección General de Promociones e Instituciones Culturales, 2009-2010; “Año y lugar del nacimiento del Cid”, (descargas virtuales), Boletín de la Real Academia de la Historia, t. 89, 1926, págs. 8-9; La España del Cid, Madrid, Plutarco, 1929, 2 vols., citada por la 7a ed. rev., Madrid, Espasa-Calpe, 1969; Michael, Ian, “Introducción”, ed. de Poema de Mío Cid, Madrid, Castalia, 1976; La imagen del Cid en la historia, la literatura y la leyenda, conferencia pronunciada en la Biblioteca Nacional de España, el 17 de Mayo de 2007, consulta: 29-11-2009, disponible en formato doc.; Montaner Frutos, Alberto (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mío Cid, Barcelona, Crítica (Barcelona Clásica, 1), 20004 , 1a ed. de 1993, El Cid en Aragón, Zaragoza, CAI-Edelvives, 1998 y Ángel Escobar, Carmen Campidoctoris o Poema latino del Campeador, Madrid, Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, 2001, págs. 13-188, ed. rev. Himno del Campeador (Carmen Campidoctoris), León, Universidad (en prensa), “El Cid. La historia” “La leyenda y el mito”, pagina web del Consorcio Camino del Cid, Burgos, 2002; Alfonso Boix Jovaní, Guerra en Sarq Al’andalus: Las batallas cidianas de Morella (1084) y Cuarte (1094), Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2005, “Ficción y falsificación en el cartulario cidiano”, Carlos Heusch y Georges Martin (dir.), Cahiers D’études Hispaniques Médiévales: Réécriture et falsification dans l’espagne médiévale, n° 29 (2006), Lyon, ENS (École normale supérieure Lettres et Sciences humaines), 2006, págs. 327-357, consultable
  • 17. 17 completo en sitio web persee.fr, (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mío Cid, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2007, es ed. corregida y ampliada de la publicada en crítica, 1993, “La carta de arras” del Cid: Algunas precisiones diplomáticas, filológicas y jurídicas”, “Rodrigo el Campeador como pinceps en los siglos XI y XII”, puesto en su sitio web e- Spania.revues. org, en línea el 22 de enero de 2011 y consultado el 12 de noviembre de 2011, (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mío Cid, Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española, 2011, es ed. corregida y ampliada de las publicadas por crítica en 1993 y por Galaxia Gutenberg en 2007, “La construcción de la Historia Roderici: datos, fuentes, actitudes”, Edad Media: Revista de Historia, vol. 12, 2011, Universidad de Valladolid, págs. 159-191, “La Historia Roderici y el archivo cidiano: cuestiones filológicas, diplomáticas, jurídicas e historiográficas”, e-Legal History Review, vol. 12, junio de 2011, “La construcción biográfica de la Historia Roderici: La tensión arqueológica”, Edad Media: Revista de Historia, vol. 13 (2012), págs. 269-298; Peña Pérez, Francisco Javier, El Cid Campeador: historia, leyenda y mito, Burgos, Dossoles, 2000, Reed. Barcelona, Planeta-Agostini, 2007, “Los monjes de San Pedro de Cardeña y el mito del Cid, José Luis Martín Rodríguez (dir.) y José Ignacio de la Iglesia Duarte (coord.), Memoria, mito y realidad en la historia medieval: XIII Semana de Estudios Medievales, Nájera, del 29 de julio al 2 de agosto de 2002, 2003, págs. 331-344, Mío Cid del Cantar. Un héroe medieval a escala humana, Madrid Silex, 2009; Sociedad Estatal de conmemoraciones culturales de España y Junta de Castilla y León, El Cid. Del hombre a la leyenda, Valladolid, Fundación Siglo para las artes en Castilla y León, 2007; Torres Sevilla-Quiñones de León, Margarita Cecilia, “El linaje del Cid”, en versión electrónica, Anales de la Universidad de Alicante, Historia Medieval, n° 13 (2000-2002), págs. 343-360; Turk, Alif, El reino de Zaragoza en el siglo XI de Cristo (V de la Hégira), Madrid, Instituto Egipcio de Estudios Islámicos, 1978; Viguera Molins, María Jesús, “El Cid en las fuentes árabes”, en César Hernández Alonso (coord.), Actas del Congreso Internacional el Cid, Poema e Historia (12-16 de julo de 1999), Ayuntamiento de Burgos, 2000, págs.55-92. Respecto al presunto autor del Cantar de Mío Cid, Per Abbat, en el mismo sitio web de wikipedia.org, existe un artículo minúsculo, pero claro sobre la supuesta autoría, aunque más bien afirmando solamente que su intervención habría sido como copista y no como autor de la obra. En dicho documento Francisco Javier Hernández; Historia y Epopeya. El
  • 18. 18 Cid entre 1147 y 1207, Actas del III Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Salamanca, Universidad, 1994, vol. 1, págs. 453-467. Apud Montaner Frutos (2011:278), que considera a Per Abbat un copista, sostiene que este habría sido canónigo de Toledo documentado entre 1204 y 1211, si bien es cierto los datos geográficos ayudan a confirmar fehacientemente dicha hipótesis, no hay prueba de que haya relación necesariamente entre el poema y este canónigo. Dichas afirmaciones estarían respaldadas por un documento hallado en la catedral de El Burgo de Osma en 1220, desde el cual se ha creído identificarlo con un abad del mismo nombre, Per Abbat que vivió a principios del siglo XIII en Fresno de Caracena, junto a Gormaz; pero otro grupo de investigadores en el que se encontraba también Montaner Frutos, descubrieron que la fecha del documento es en realidad 1274, por lo que el fundamento en que se apoyó la tesis se descarta. Colin Smith en: The making of the “Poema de mío Cid”, Cambridge University Press, 1983, traduc. esp. La creación del “Poema de mío Cid”, Barcelona, Crítica, 1985, Apud Montaner Frutos (2011:277), propuso que Per Abbat fue un abogado burgalés, que frente a un presunto pleito habría utilizado materiales cidianos para apoyar sus alegaciones que podrían haber sido usados antes de 1207 para componer el poema. El mismo Smith postuló que Per Abbat creó la épica castellana a partir de la emulación de cantares de gesta de origen francés. Posteriormente, como ya sabemos, Smith replantea la hipótesis aceptando que Abbat habría sido un mero copista, no siendo un autor no identificable, aunque sí, culto, que conocía de leyes y que habría compuesto la obra antes de 1207. Para la interpretación de la figura del Cid, se encuentra un documento que analiza dicha figura cidiana, a través de la obra de Ramón Menéndez Pidal La España del Cid, en dos tomos y 1006 páginas, incluidos apéndices, notas y numerosas ilustraciones, publicada en Madrid en 1929. El documento fue redactado por Antonio Ballesteros-Beretta, conocido historiador italiano, especialista en la historia de España y de América (1880-1949). Ballesteros fue catedrático de esta materia en la Universidad de Madrid y miembro Real de la Academia de Historia y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Cuentan entre sus obras: Síntesis de la Historia de España (1920), Historia de España y su influencia en la historia universal (12 vol., 1922-41), Alfonso el Sabio (1963), entre otras.
  • 19. 19 La Historia Roderici o Gesta Roderici Campidocti, es una crónica biográfica de Rodrigo Díaz de Vivar. Esta obra fue escrita en idioma latín en el siglo XII, entre los años 1180 y 1190, por un autor que se cree que era de la provincia de la Rioja, probablemente un najerense. Esta obra es la biografía más antigua del Cid y constituye la base actual del conocimiento de su figura. En todo caso se cuestiona si la obra, fue o no, fuente del Cantar de mío Cid, aunque ambas obras parecen haber tenido en cuenta las tradiciones orales muy comunes en el período histórico en que se producía una transmisión y fijación en todos los relatos folclóricos más que en la actualidad. También las notables lagunas que presenta la obra, hacen dudar la tesis de que su autor habría sido miembro de las filas del Cid, o un observador directo de los hechos que narra, tal como lo sostienen los defensores que postulan una datación de la obra contemporánea a Rodrigo Díaz. Otra fuente es el Carmen Campidoctoris o Poema latino del Cid. Este es un himno panegírico neolatino escrito hacia el 1190 que celebra las hazañas del Cid Rodrigo Díaz de Vivar en poco más de cien versos sáficos y adónicos. Otros autores, como el historiador Gonzalo Martínez Diez, siguiendo al maestro Ramón Menéndez Pidal, lo datan entre el 1082 y 1093. Y pudo haber sido compuesto en Roda de Isábena y ser trasladado al monasterio de Ripoll, en la provincia de Gerona, Cataluña. Para entender al Cid en el contexto pedagógico de la enseñanza de la Historia, presento un documento del historiador y militar español José María Gárate Córdoba, quien analiza la figura del Cid histórico principalmente desde la obra de Menéndez Pidal y su La España del Cid (1929), obra considerada por él como “laboriosa e inteligente investigación” (…) El capítulo del Cid en la enseñanza de la Historia. En este documento Gárate afirma que Menéndez Pidal, en su afán de facilitar la enseñanza de las hazañas del Cid, refundió sus dos tomos de La España del Cid, para sintetizarlos en uno solo que permitiera su fácil comprensión a los maestros de escuela, planteando que ha llegado el momento de planificar ¿Cómo enseñar el Cid a niños y muchachos?, porque entiende que es indudable la influencia de lo aprendido en los primeros años. Pero, la obra que nos parece fundamental para entender la figura del Cid, no es otra que La España del Cid, de Menéndez Pidal en cualquiera de sus versiones, en líneas generales, existen dos, ampliamente reeditadas: la original (Madrid, 1929), compuesta de dos tomos,
  • 20. 20 que presenta todo el aparato crítico típico de las obras eruditas (sesudas notas a pie de página y largos apéndices presentando toda la documentación necesaria para el análisis crítico del texto), y la versión que el propio Menéndez Pidal llamó abreviada (Buenos Aires, 1939), que prescinde de la parafernalia o nomenclatura presentando un texto falto de notas que facilita la lectura no especializada. Menéndez Pidal presenta su obra con un marcado carácter global intentando no explicar únicamente el personaje sino también todo su contexto. Por ello La España del Cid puede considerarse casi, una obra sobre el siglo XI castellano en su totalidad, aunque el peso narrativo recaiga en Rodrigo Díaz de Vivar, nunca se abandona la referencia castellana muy marcada en la época de las disputas entre Sancho el Fuerte y Alfonso VI, en la toma de Toledo o en las consecuencias de la batalla de Sagrajas el 23 de octubre de 1086, donde midieron fuerzas las tropas de Alfonso VI de León y Castilla y las almorávides de Yasuf ibn Tasufin, con la derrota de las primeras. Para finalizar con algunas de las fuentes que nos narran sobre el Cid, cito la Revista especializada en Historia: Historia y vida, número 466, año XXXVIII, en su artículo: El Cid quién se esconde tras el mito. Dossier Los enigmas del Cid, La historia de un héroe o un villano, por Juan Carlos Losada Doctor en Historia, pp. 46 -55. El artículo hace alusión a aspectos biográficos del Cid, los que se encuentran llenos de dudas que al momento no han podido dar respuesta sobre la verdad de este héroe épico. También los acontecimientos de los que se tiene noticia abren nuevas interrogantes sobre las razones que los motivaron. Aun así, o tal vez también por ello, su difícil relación con el rey Alfonso VI y sus hazañas en el campo de batalla despiertan tal fascinación. Por otro lado, destaco entre otras fuentes primarias como la Crónica Silence, en la que abundan expresiones que se refieren a la autoconciencia hispana frente a los éxitos militares conseguidos por los cristianos, con la ayuda de la Divina Providencia, como en el caso de la conquista de Toledo. La crónica considera al dominio musulmán como “bárbaro y pérfido”, como una impureza que debe ser destruida. Dicha crónica también conocida como Historia Silence, es un documento escrito en latín redactado alrededor del 1115, en la que se ensalza el linaje entroncado con los reyes visigodos y las obras del reinado de Alfonso VI de León y Castilla. Respecto a la historia del mismo documento, se pensó por
  • 21. 21 mucho tiempo que había sido escrito por un monje del monasterio de Santo Domingo de Silos, de ahí su nombre. Para los análisis que dicen relación con el tema de la otredad, he recurrido al libro del conocido profesor de Historia de la Universidad de Tel Aviv, Ron Barkai El enemigo en el espejo, que analiza la imagen que cada comunidad tenía de sus adversarios y de sus héroes en los tiempos de la guerra entre moros y cristianos en la España medieval. Además de un análisis original sobre la mentalidad que cada comunidad tenia de la otra. En dicho libro aparecen varias crónicas que hacen alusión al tema del otro como la Historia Compostellano, en la que se define al enemigo por sus peculiaridades físicas, sobre todo por el color oscuro de la tez de los moros. El enemigo en el espejo, la primera edición fue publicada con el título Cristianos y Musulmanes en la España medieval, ©1984 y ©2007 para la edición traducida al castellano por M. Bar-Kochaba y A. Komay, para todos los países de habla castellana, by ediciones Rialp, S. A. Alcalá, Madrid. En otra obra, A 1300 años de la conquista de Al-Andalus (711-2011), Historia, cultura y legado del Islam en la Península Ibérica, de los profesores Diego Melo Carrasco y Francisco Vidal Castro, se analiza la percepción del otro y vías de tolerancia en Al-Andalusí, haciendo un alcance sincrónico entre tiempo pasado y presente entre la sociedad occidental y la musulmana, es decir, con sus problemas de convivencia del antes y el después. Dicha obra es editada en conmemoración a los 1300 años de la presencia musulmana en la Península ibérica. En ese contexto, cuando el Islam constituía un peligro para la España de los cristianos, no se podía mirar a los moros sino como enemigos a los que había que combatir, entonces aparece un apartado sobre maurofilia, (amor por lo moro), que es un término aparentemente acuñado por Menéndez Pidal, que consiste en un estudio nuevo sobre este punto, basándose en estudios de un profesor canadiense M. A. Buchanan, el que afirma que la estimación del moro en España no se concibe sino hasta que es vencido en 1492 con la recuperación de Granada. Aunque Menéndez Pidal dice más adelante, que este sentimiento de simpatía por los moros, es posible apreciarlo después de la conquista de Valencia a manos del Cid, quien fraternizó con ellos. Menéndez Pidal, “La maurofilia”, España, eslabón entre la Cristiandad y el Islam, colección Austral, Espasa-Calpe S.A., Madrid, 1956.
  • 22. 22 En el mismo contexto del análisis de las imágenes y del tema del otro, existe un documento académico titulado Las imágenes del Islam y de los musulmanes en la Corona de Castilla: construcciones discursivas cristianas (ss. XII-XV), de María Florencia Mendizábal académica de la Universidad de Buenos Aires, especialista en Historia Medieval. Dicho trabajo tiene como objetivo abordar aspectos sobre la construcción de las imágenes y de las prácticas que se proyectaron sobre el Islam y los musulmanes en la Castilla medieval. En ese sentido se da cuenta del contexto mediterráneo y peninsular en la tensión Cristianismo- Islam, y sobre las medidas que desde la Iglesia romana se proyectaban sobre los moros. El documento también contempla antecedentes de polémicas antiislámicas dignas de citar, así como del universo castellano ejemplificando estas disputas con algunos escritores cristianos para analizar sus posturas respecto del Islam y lo verdadero de su religión. Estructura El trabajo consta de tres capítulos, estando el primero de ellos relacionado con una breve reseña histórica sobre las culturas árabe e hispánica hasta el 711 de la era cristiana, fecha en que ambos pueblos experimentan un encuentro de dos mundos que cambiará los paradigmas culturales de cada uno de aquí en adelante. También se tratará el fundamento ideológico-religioso que impulsó a cada uno de estos pueblos llevar a cabo su proyecto cultural, que en el caso de los árabes se encuentra influenciado por cuestiones monoteístas cristianas y judías que formaron en Arabia la religión del Islam, que conquista gran parte del Cercano Oriente, que asimila las culturas bizantina, persa, hindú, etc., y transmite al Occidente, aún atrasado, el pensamiento griego y los adelantos materiales del Oriente. En tanto a lo que concierne a la cultura hispánica, debemos decir que dicha cultura y su formación es consecuencia de las invasiones bárbaras que provocan el colapso y fin del mundo antiguo al caer el Imperio Romano de Occidente en 476, dejando el protagonismo al Imperio Romano de Oriente por otros mil años más. En ese contexto, podemos apreciar una decadencia cultural de Occidente desde el siglo IX, en que floreció el imperio franco de Carlomagno, caracterizada por un retraso, por ser una edad tenebrosa, en que a no ser por la
  • 23. 23 Iglesia Católica romana, hubiese desaparecido la cultura definitivamente en Occidente. Al contacto con los decadentes romanos y los bárbaros sobreviene una decadencia de las costumbres, prevaleciendo la violencia, característica que marcará la lucha por el poder por medio de asesinatos para logarlo. Surge entonces una nueva cultura que deja el mundo antiguo. Tal fue nuestra cultura occidental y cristiana formada en los primeros siglos de la Edad Media por elementos romanos, cristianos y germánicos, todos, bajo la dirección de la Iglesia. Dentro de ese marco la Hispania romana pasará a transformarse en la España romana-visigoda, antecedente de la España moderna. El segundo capítulo tratará sobre el carácter de las crónicas, visto desde la óptica de la Historia cultural y de las mentalidades. Las crónicas estudiadas abarcarán desde la época de la llegada de los árabes a la península Ibérica en el siglo VIII, hasta adentrado el siglo XIII, desde la conquista de España hasta el fin de la gran Reconquista. Dichas fuentes serán analizadas desde la perspectiva del otro, la imagen y autoimagen, en cada uno de los cronistas, ya sea del lado cristiano o del musulmán. Dicha empresa queda un poco supeditada a la deducción del historiador actual respecto de las percepciones que tenían los redactores de la época estudiada, que como sabemos pertenecían a una delgada capa de la sociedad identificada principalmente con élites ilustradas provenientes del el mundo de la Iglesia o de la aristocracia medievales. No obstante la dificultad, el examen de las imágenes tiene importancia debido a que en ellas se encuentran expresiones de la mentalidad popular, ya sea que aparecieran de paso o que fueron transmitidas en modo explícito como símbolo de expresión popular, y porque las fuentes escritas muchas veces reflejan a aquellos sectores de la sociedad medieval influyentes y con capacidad de decisión, siendo esas fuentes vehículos de expresión de esas capas, cuyas percepciones trascendieron en el transcurso del conflicto entre ambas culturas. Conjuntamente a lo anterior, se analizan algunos conceptos como “guerra santa” o “yihad”, en el contexto de cómo sentían el conflicto, unos y otros dentro de la mentalidad de cruzada. El tercer y último capítulo, está dedicado a estudios sobre el Cid Campeador, como figura central de mi trabajo, resaltado como el protagonista más conocido y popular del conflicto cristiano-musulmán. Su estudio abarcará los orígenes mismos de la obra, autor, época en que fue escrita, su existencia real como personaje de la historia de España y su rol en un
  • 24. 24 período importante de la Reconquista, así como tratar de dilucidar qué se esconde tras su mito. Pero también desde la perspectiva cultural y de las mentalidades, analizaremos al Cid visto desde la mirada de algunos de los cronistas que contaron sobre sus hazañas, ya sea desde la visión de los cronistas árabes o desde la mirada de los cristianos. La imagen de la figura del Cid como aparece en la Crónica de Nájera en la que aparece como verdadero héroe, no sólo por sus triunfos militares, sino que además es poseedor de la gracia divina que Dios le concede, pertenece a la imagen positiva que el cronista tuvo desde su perspectiva. Al lado contrario de esta crónica, está la Crónica de Ibn al Qutiya que tiene una opinión negativa de la figura de Rodrigo cuando lo ve como un usurpador frente a Vitiza, el último de los reyes godos, pues en él se concentra la imagen negativa de la conquista. En síntesis, el Cid visto con la imagen del espejo, o simplemente con la mirada del otro infiel. ***