2. Hace ya unos meses, anduve de vacaciones por
la provincia de Zamora, y fui invitado a visitar
una finca propiedad de un paisano donde
elaboraban unos jamones caseros muy
afamamados por toda la zona.
3. Al pasar por una de las pocilgas, me llamó la
atención la magnífica y extraña raza de una
hembra que amamantaba a una camada
de lechones.
Por curiosidad, le pregunté al hijo del patrón
que me estaba atendiendo, de qué raza
eran esos cerdos.
4. - Son de raza “española”…
pero espere que llamo a mi padre,
que él le cuenta cómo se consigue esta raza.
Por la puerta de la cocina emergió D.
Nicolás, un gigante de cabellos blancos que se
desplazaba dificultosamente asistido por un
bastón de 3 patas y me invitó a sentarme a la
mesa del porche donde reposaba un enorme
botellón de aguardiente de no menos de 60º.
5. -¿Ud. sabe cómo se cazan los cerdos
salvajes del monte?
me espetó el paisano sin más
trámite, mientras me servía un vasito chato
de ese fortísimo aguardiente.
6. - Bueno, creo que los perros los acorralan
y con un fusil los abaten, le contesté
prudentemente, presintiendo que la
historia venía por otro lado
y que el viejo sabía más que yo…
7. En este caso, no es así. -me dijo don Nicolás-
y prosiguió:
Y cuando le diga cómo los cazo yo y como los
“amanso”, Ud. entenderá porqué se los llama de
raza “española” y si es un hombre
inteligente, podrá sacar algunas conclusiones
acerca de porqué a los españoles nos va como nos
va.
8. En el fondo de la finca, detrás de aquel
bosque de álamos y hasta la orilla del
río, hay un monte agreste sin cultivar.
En ese monte abundan las manadas
de cerdos salvajes.
9. Para cazarlos comienzo por buscar un claro
sin maleza, donde tiro unos puñados
de maíz en el suelo.
Cuando los cerdos lo descubren,
van a comer todos los días,
y solo tengo que reponerles
diariamente la ración.
10. Una vez acostumbrados, construyo una cerca
en uno de los lados del claro y sigo
poniéndoles alimento.
Durante unos días van a desconfiar,
pero terminan por volver.
Entonces hago otra cerca formando una
“L” con la anterior, y les sigo poniendo
comida hasta que de nuevo dejan de
desconfiar y regresan a comer.
11. Y así sucesivamente, hasta que casi cierro
los cuatro lados y solo dejo una abertura
para un portón.
Para entonces se han acostumbrado al maíz
fácil, le han perdido el miedo a las cercas
y entran y salen casi con naturalidad…
12. Otro día coloco el portón, lo dejo abierto
y sigo poniendo maíz, hasta que encuentro
la piara comiendo, entonces cierro la puerta.
Al principio empiezan a correr en círculos
como locos, pero ya están sometidos.
Muy pronto se tranquilizan y vuelven al
alimento fácil, ya que se olvidaron de buscarlo
por si mismos, y aceptan la esclavitud.
13. Nosotros, los españoles debemos darnos
cuenta que los gobernantes que tenemos
(PSOE, PP, ¿etc.?)proceden de la misma
manera que yo con los cerdos…
14. Nos tiran maíz gratis disfrazado de
programas de ayuda, planes sociales,
empleos públicos, cargos políticos, jubilaciones
millonarias para esos políticos, sueldos para
liberados y asesores, dinero para los sindicatos y
partidos políticos, leyes proteccionistas,
sobornos electorales, etc.…
Todo a costa del sacrificio de las libertades que
nos van confiscando migaja a migaja…
15. Y muchos españoles no se dan cuenta que no
existe la comida gratis, y que no es posible que
alguien preste un servicio más barato que el
que uno mismo hace.
¿Acaso no ven que toda esa maravillosa “ayuda”
que reparte el gobierno, lo hace con el dinero
que el pueblo le entrega para bien administrarlo,
y no para depredar las libertades y los bienes
de la gente que trabaja y que produce?
16. Pero ¿cómo se puede pasar de vivir en un
paraíso y en unos años convertirlo en un infierno…?
¿Cómo pueden exigirnos sacrificios, si los
políticos derrochan nuestro dinero en suntuosos
gastos y a la vez ellos se enriquecen?
¡Sigamos así – sin más -, y que Dios nos
ayude cuando nos cierren el portón!
17. Don Nico apuró de un trago lo que
quedaba del cuarto vasito, me saludó
y se fue renqueando por la puerta de
la cocina.
18. Y yo, mareado por el alcohol, y más aún,
trastornado y apabullado por la verdad,
saludé al hijo y me volví rumiando mi mala
leche por el polvoriento camino de regreso a casa…
CUIDADO
Piensa bien cuando vayas a votar…
¡NOS ESTÁN CERRANDO EL PORTÓN!
Un abrazo