La familia visitó una isla desconocida donde se alojaron con una familia de comerciantes que vendían sus capturas de pesca y pan. Disfrutaron de una cena tradicional y al día siguiente viajaron a su último destino, Ikodu, antes de dirigirse a El Porvenir al amanecer para tomar su vuelo de regreso, disfrutando de las vistas del mar con el sol y la luna pero lamentando tener que irse.