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1. VISITA ECUADOR
CRÓNICAS DE UN VIAJERO
Por: Steve León
Mi familia y yo nos sentimos honrados de haber tenido la oportunidad de pasar dos
semanas en la Pachamama. Les recomiendo que vengan, exploren las ciudades,
disfruten los paisajes, la comida y la gente hermosa que tiene Ecuador. Se enamorarán
de este país, nosotros lo hicimos.
Guayaquil
Aterrizamos en el galardonado aeropuerto de Guayaquil. Impresionante. En esa ciudad
conocimos la parte superior de El Faro, visitamos Las Peñas y paseamos por el
imperdible Malecón 2000. Vimos muchas iguanas en el Parque de las Iguanas, mientras
disfrutábamos de lo bien que se siente el clima cálido de la costa. Comimos pollo asado,
yuca, encebollado, de todo un poco, y nos refrescamos con una rica Pilsener, la cerveza
local.
Cuenca
Alquilamos un carro y decidimos lanzarnos a la aventura de viajar sin GPS. Fue una
gran manera de involucrarnos con la gente a nuestro paso. Nos decían “más allasito,
dele largo, siga recto, maneje hacia allá y luego sube y sigue por las montañas”.
Bautizamos este sistema como el GPS Humano, y nos acompañó durante todo el viaje.
Ruinas de Ingapirca
Las carreteras están en excelentes condiciones. Manejar a través de la neblina mientras
nos perseguían los perros, tomar curvas sinuosas, atravesar montañas, bosques y
kilómetros de plantaciones de banano, hicieron que sea una de las aventuras más
emocionantes de la vida. El carro alquilado era de palanca, toda una prueba para
demostrar destrezas en manejo. Para los menos expertos recomendamos tomar un bus o
mini van turística, y así los lugareños se ocuparán de este reto. Manejar en este país no
es para los débiles.
Cuenca
Llegamos a Cuenca, visitamos la ciudad, el Parque Nacional El Cajas, Gualaceo y
Chordeleg. Pasamos tres días viajando en esta zona, visitando iglesias coloniales,
bañándonos en aguas termales y comprando joyas artesanales. El Río Tomebamba que
atraviesa la ciudad es impresionante. Los cuencanos son muy serviciales y agradables.
La comida es deliciosa, mis hijos se enamoraron especialmente de las empanadas de
viento con azucar. La trucha, el locro y el chocolate caliente, son delicias por las que
darías la vida.
2. Ruinas de Ingapirca
Nos hospedamos en el hotel Inca Real, un antiguo convento que fue restaurado, ubicado
en el Centro Histórico de Cuenca. La estadía estuvo excelente; la comida, excepcional;
y el servicio destacaba la esencia de los locales.
Centro Histórico de Quito
Salimos de Cuenca y pasamos por las Ruinas de Ingapirca, el principal complejo
arqueológico de Ecuador, en donde tuvimos la suerte de tener una muy buena guía.
Llegamos a San Andrés, al norte de Riobamba, y las consecuencias de la altura, de la
que tanto nos habían comentado, frenó nuestro paso. El reconocido “soroche” nos
obligó a descansar para recargar energías para continuar. Tomamos bebidas con
electrolitos y canelazo en las montañas, y disfrutamos de nuestra estadía. Nos alojamos
en La Andaluza Hotel, ubicado a los pies del volcán Chimborazo, y tuvimos un día tan
despejado que vimos el Chimborazo y el Altar en todo su esplendor. Fue increíble!
Baños
El destino para el día siguiente fue Baños, en donde nos sentimos mucho mejor al
descender de la altura. Disfrutamos sus piscinas termales y dejamos que estas aguas
energicen nuestras almas. Finalmente llegamos a Tumbaco, lugar en el que hicimos base
para conocer Quito, Cayambe, Otavalo y Peguche.
Otavalo
En este punto, el hospedaje fue la casa de mi primo. Disfrutamos de indescriptibles
momentos familiares. Gracias Wilson, Paulina y Kiara, son lo mejor! Parrillada y vino
tinto con la familia y amigos antes de partir hacia el norte, a Cayambe y Otavalo,
lugares que están llenos de cultura. Las cascadas de Peguche, parada obligada en el
camino, son únicas. Almorzamos con los lugareños, vimos volcanes, comimos fritada,
bizcochos y tomamos chicha mientras los locales tocaban música andina. Fue genial.
En Quito recorrimos su Centro Histórico, y conocimos varias iglesias coloniales. Luego
partimos para Santo Domingo, uno de los momentos favoritos del viaje. Nos
hospedamos en Kashama Eco Lodge, donde nos atendieron con excelente servicio y una
maravillosa habitación. Mis hijos estaban encantados. Pasamos el día en cascadas y
caminatas entre los bosques, visitamos una plantación de banano y otras de distintas
frutas. La experiencia incluyó la escalada de un árbol, la hizo mi sobrino de 10 años, y
bajó la mejor papaya que he probado en mi vida. Gracias Tomás.