Este poema expresa el deseo de que un ramo de flores transmita mensajes de apoyo, esperanza y felicidad a la persona que los reciba, para recordarle que no está solo y que disfrute de los pequeños placeres de la vida. El autor espera que las flores ayuden a alejar las preocupaciones del destinatario y le hagan sentir la presencia divina, con el fin último de desearle que se encuentre bien.