3. ¿que es el abuso sexual infantil?
De forma genérica, se considera abuso sexual infantil (o pederastia) a toda
conducta en la que un menor es utilizado sin su consentimiento como objeto
sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de
desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder. Se trata de
un problema universal que está presente, de una u otra forma, en todas las
culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de
una combinación de factores individuales, familiares y sociales. (...) Supone
una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas
secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo.
El abuso sexual constituye una experiencia traumática y es vivido por la
víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto
contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la
infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de
maltrato físico, abandono emocional, etc. Si la víctima no recibe un
tratamiento psicológico adecuado, el malestar puede continuar incluso en la
edad adulta.
4. ¿Que tanto afecta a un niño(a) el abuso sexual
en cuanto a lo psicologico,biologico y social?.
El abuso sexual afecta el desarrollo biológico, psicológico y social del niño o
niña. La experiencia de este suceso puede ser dañina y dolorosa tanto para
la víctima como para los padres.
Pero sin duda, tiende a ser tanto o más dañino cuando el abuso lo
comete un familiar cercano. "En más del 80% de los casos, los autores de
abusos sexuales son personas conocidas por el niño o adolescente, y
muchas veces se trata de un familiar cercano, siendo precisamente esa
familiaridad y relación afectiva la que permite mantener el abuso en forma
reiterada en el tiempo y no necesariamente a través del uso de fuerza física.
"El adulto manipula la relación de confianza y afecto, y la dependencia del
niño, incitándolo a la participación de actos abusivos que él presenta como
un juego o comportamientos 'normales', haciendo participar al niño en esta
interacción, generando en muchos casos sentimientos de responsabilidad y
culpa en los niños", agrega.
5. "Al mismo tiempo, el adulto emplea una serie de mecanismos para mantener
esta interacción en secreto, utilizando la amenaza, la mentira, la
culpabilización, el chantaje y la manipulación psicológica", dice la psicóloga.
A pesar de los mecanismos empleados para mantener el silencio, el abuso
sexual es descubierto por terceros (familiares, vecinos, sistema escolar o de
salud, etc.). "En otros casos, la minoría, son los niños quienes terminan por
explicitar la situación de abuso, por ejemplo, cuando este comienza a
extenderse a otros hermanos, generalmente menores; cuando cuentan con
la presencia de alguien en quien confiar; cuando el abusador se aleja por lo
menos temporalmente; o cuando se contactan con algún programa de
prevención que les permita entender o simbolizar su experiencia", comenta
Carla Úbeda.
El hecho que sea una persona familiar, con quien tanto el niño como su
familia mantienen con éste estrechos vínculos afectivos, económicos,
sociales, suele dificultar en muchos casos el que la familia consulte
directamente por este motivo y, más aún, el que intente iniciar acciones
legales frente a este delito.
7. ¿Puede un niño inventar un abuso?
No. Los niños, cuando describen un abuso manejan información
que por su desarrollo no podrían conocer de otra manera. En
esos casos, el niño ha sido sometido la observación de
contenido erótico o ha sido víctima de abuso. Por otra parte, los
niños pueden llegar a inventar algo para evitarse un problema
(por ejemplo, miento porque me saqué una mala nota), pero no
mienten para ganarse un problema o castigo.
Si negamos el abuso no sólo causamos un sentimiento de
desprotección en el niño/a, sino que facilitamos el actuar de los
abusadores. Pensar que los niños mienten, que el abuso es
poco frecuente, que sólo lo sufren las niñas, que los abusadores
son locos o de apariencia peligrosa, o que no ocurre dentro de
la familia, son mitos que sólo evitan que nos enfrentemos a una
realidad dolorosa y traumática que, a pesar de no ser fácil
afrontar, es muy necesaria para la protección de los hijos.
8. ¿Cómo sospechar que un niño/a está
siendo abusado?
Debemos estar atentos a cambios en el comportamiento de los
niño/as como agresividad, inhibición o sensibilidad extrema,
desconfianza, problemas en el dormir, baja en el rendimiento escolar,
desinterés o rechazo inexplicable frente a los estudios, inusual mal
comportamiento en clases, miedo a los adultos, etc.
Otro indicador es la aparición de conductas sexuales que no guardan
relación con la edad del niño o cuando éste maneja información que
no puede haber aprendido por sí solo. Hay que poner atención a los
juegos, por ejemplo si realizan actos sexuales entre muñecas, y a los
dibujos que realizan en casa o en el jardín. También pueden surgir
conductas de masturbación compulsiva que interfieran con sus
actividades.
Los niños abusados están expuestos a una realidad que no pueden
integrar, lo que los lleva a reflejar en comportamientos o comentarios
las vivencias que les están ocurriendo.
9.
10. ¿Cómo proteger a los hijo/as del abuso?
La mejor manera es previniéndolos. Es fundamental mantener una
relación cercana con ellos de modo que si algo les ocurre, tengan la
confianza para contarnos. Además es importante enseñarles a auto
protegerse a medida que van creciendo.
A partir de los tres años podemos ayudarlos a conocer las partes de su
cuerpo. Así como tenemos brazos o piernas, también tenemos pene o
vagina. No debemos centrar la conversación en los genitales, sino que
enmarcarla en el conocimiento global del cuerpo.
También podemos enseñarles que en el cuerpo hay zonas privadas, que
no mostramos porque son especiales e íntimas, y explicarles que nadie
puede forzarlos para tocarles sus partes privadas aunque sea un tío,
primo o hermano. Es importante transmitirles que nadie puede obligarles
a guardar un secreto y que siempre deben tener la confianza para acudir
a sus papás si les ocurre algo. Explicarles, pero no exigirles, que digan
NO frente a caricias que no les gustan o les hacen sentir raros o
incómodos. Por diferencia de tamaño, fuerza y edad, para un niño es
prácticamente imposible enfrentar a un adulto y decir NO. Por eso no
debemos exigirles, ya que si no lo logra se puede sentir muy culpable.