Naná Burukú, dueña de las aguas dulces, vivía entre plantas acuáticas. Un día, Oggún intentó cazar un venado en su territorio, asustando a los animales. Naná tomó la forma de un majá y asustó a Oggún para salvar al venado. El venado agradeció a Naná y ofreció sacrificios futuros de su especie en agradecimiento, pidiéndole usar un cuchillo de bambú en lugar de sus manos para no recordar a Oggún.