2. En 1992, los expertos de 100 países y representantes de las organizaciones intergubernamentales y algunas ONG se reunieron en Dublín para la Conferencia Internacional del Agua y el Ambiente. La conferencia tuvo influencia en la preparación de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo, llevada a cabo un poco más tarde ese año en Río de Janeiro. Su breve conclusión es todavía una afirmación autorizada de la agenda de las políticas del agua; contiene cuatro "principios fundamentales", expuestos aquí con los comentarios que los acompañaban.
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11. La escasez de agua dulce y potable ha sido muy evidente y abundan los proyectos de desarrollo. Los gobiernos nacionales junto con las agencias donantes y las instituciones financieras internacionales generan nuevos sistemas de suministro a todas las escalas, desde bombas de agua hasta embalses gigantescos. Hasta cierto punto estos arreglos técnicos han funcionado. Se ha llevado agua dulce a muchas casas y haciendas y se ha capacitado a instituciones formales e informales para enfrentar la escasez de agua. Estos no son logros pequeños y no deben desconocerse en el renovado entusiasmo por la descentralización y el manejo local.
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13. A pesar de las ganancias, sin embargo, los proyectos hídricos de las primeras décadas del desarrollo, por mucho, se quedaron cortos ante sus expectativas. Se pueden citar muchas razones: la principal es que las soluciones técnicas para la escasez de agua fueron diseñadas para moldear los factores sociales y culturales en vez de haberlo hecho al contrario. Sólo en la última década se ha llegado a reconocer que, si se quiere tener éxito con los esfuerzos de mejorar la cantidad y la calidad del suministro de agua, no sólo deben ser técnicamente sólidos y económicamente factibles sino que deben estar también en relación directa con el alivio de la pobreza, el otorgamiento de poder a las localidades y la protección ecológica.
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15. La escasez de agua nos amenaza a todos; amenaza nuestro bienestar, arriesgando nuestros medios de subsistencia y en ocasiones poniendo en peligro nuestras vidas. En los países más prósperos la escasez de agua dificulta el crecimiento económico y disminuye la calidad de vida. En los países pobres – especialmente entre la gente de menores ingresos – la escasez de agua de buena calidad en cantidades adecuadas ya es una carencia mortal. Produce enfermedades, bloquea el desarrollo, profundiza las desigualdades en las oportunidades de ingresos y socava la supervivencia de sociedades enteras. En todas partes, el ambiente natural se pone en peligro por esta escasez y por los torpes intentos de sobreponerse a ella. El riesgo de conflictos se intensifica cuando la escasez de agua se presenta en los límites entre etnias o clases diferentes, en las fronteras internacionales o entre comunidades urbanas y rurales.
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17. Es justo decir que la escasez de agua no es nueva para la condición humana. Ciertamente, la Biblia, el Corán y otras escrituras sagradas abundan en referencias al agua y a los conflictos causados por el agua. Pero la futura escasez es más importante que nunca y lo es para más gente. El crecimiento demográfico, la industrialización y la urbanización están agotando y contaminando los lagos, ríos y acuíferos en forma irreversible. Las nuevas tecnologías nos permiten extraer agua más rápidamente que la tasa de recarga del acuífero. Nunca antes había sido posible causar el catastrófico daño ambiental que ahora causa el hombre a nivel global. Con las fuerzas integradoras de la globalización, ahora todos estamos comprometidos en los problemas de los demás, sin importar las distancias. (Los algonquinos nunca necesitaron preocuparse por la sed de la antigua Asiria; ignorarla y ser indiferentes a las tribulaciones de los demás países no son opciones válidas en el mundo actual).
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33. Lo que sigue, por tanto, es un corto estudio de las tres estrategias para el manejo local del agua, con énfasis en los hallazgos (y en los fracasos) más sobresalientes para mejorar las políticas y la práctica.
44. La devolución de la potestad de administrar el agua (no sólo la lectura de medidores o la reparación de escapes) no será fácil. Las fuerzas que mantienen el enfoque verticalista del manejo del agua están muy afianzadas y benefician a muchas elites del poder. Sin embargo, eso nunca va a suceder sin que se garantice que, bajo circunstancias apropiadas, el manejo por los pueblos, las comunidades, las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones de usuarios sean la vía más apropiada no sólo de proporcionar el agua sino también de conservar su calidad y su cantidad.