2. El Impresionismo es un movimiento pictórico que surge en Francia
a finales del S. XIX en contra de las fórmulas artísticas impuestas
por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los modelos a
seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales en el Salón parisino.
El objetivo de los impresionistas era conseguir una representación
del mundo espontánea y directa.
El Impresionismo parten del análisis de la realidad. Hasta ahora
la pintura reproducía un escenario en el que ocurría un acontec-
imiento que conformaba el mensaje para el espectador.
Ahora, se quiere que la obra reproduzca la percepción visual del
autor en un momento determinado, la luz y el color real que em-
ana de la naturaleza en el instante en el que el artista lo contem-
pla. Se centrarán en los efectos que produce la luz natural sobre los
objetos y no en la representación exacta de sus formas ya que la luz
tiende a difuminar los contornos.
Ven colores que conforman cosas, y esto es lo que plasman, formas
compuestas por colores que varían en función de las condiciones
atmosféricas y de la intensidad de la luz. Todo esto hace que ela-
boren una serie de un mismo objeto en diferentes circunstancias
atmosféricas y temporales, no les importa el objeto, sino las variac-
iones cromáticas que sufre éste a lo largo del día.
3. Los impresionistas elimina-
ron los detalles minuciosos
y tan sólo sugirieron las
formas, empleando para
ello los colores
primarios (azul, rojo y
amarillo) y los complemen-
tarios (naranja, verde y
violeta). Consiguieron
ofrecer una ilusión de la
realidad aplicando
directamente sobre el lienzo
pinceladas de color cortas
y yuxtapuestas.
Aunque los hallazgos del impresionismo francés resultaron deci-
sivos para la pintura del S. XX, conceptos como los de luz y color se
encontraban ya en la pintura veneciana de mediados del S. XVI.
Efectos que también están presentes en obras realizadas por Hals,
Velázquez y Goya. Los antecedentes inmediatos los encontramos en
los pintores como John Constable, Turner, Corot y en la escuela de
Barbizón, con su aportación de la pintura al aire libre.
El término impresionistas les fue impuesto de modo peyorativo por
el crítico Louis Leroy al ver la obra de Monet Impresión atarde-
cer o Impresión sol naciente en la exposición de 1874. Lo habitual
era exponer en el Salón Oficial, pero los nuevos artistas, conocidos
como “Los Rechazados”, tenían que buscar lugares alternativos
donde les permitieran exhibir sus obras.
Así, la primera exposición impresionista tuvo lugar el 15 de Abril
de 1874 en el Salón del fotógrafo Nadar. Las figuras principales del
movimiento fueron Eduard Manet, Degas, Claude Monet, Auguste
Renoir, Morisot, Pisarro y Sisley.
4. Eduard Manet
Se sitúa a caballo entre el realismo y el Impresionismo. Muchos
han clasificado su estilo como naturalista porque se basa en la ob-
servación de la realidad y su plasmación sin alteración alguna.
Representa la vida tal cual, sin adorno ni metáfora. Por ello sus
obras suscitan escándalos y polémicas como en su Desayuno sobre
la hierba que provocó la hostilidad de los críticos conservadores. El
tema ya contaba con antecedentes en el Renacimiento, pero Manet
lo interpreta adecuándolo a la modernidad.
Lo mismo sucede con Olimpia, para su desnudo no necesitó dio-
sas ni musas como en el Renacimiento y en el Barroco, sino que
representaba el desnudo de una prostituta, una mujer de la vida
contemporánea. Para captar la realidad y la fugacidad utilizó la
pincelada rápida y empastada, rasgo que identificará al Impre-
sionismo. Por ello podría decirse que Manet fue su precursor.
Es uno de los pintores que más contribuye al movimiento. Nunca
derivó hacia otras corrientes artísticas, sino que se mantuvo fiel al
Impresionismo hasta su muerte.
5. Claude Monet
Siempre se ha considerado a Monet como el máximo representante
del Impresionismo. Indudablemente, Monet es un impresionista
puro, él nunca abandonó sus planteamientos.
A lo largo de su dilatada carrera, llegó a ejecutar cerca de tres mil
cuadros. Su máxima preocupación es plamar la vibración cromáti-
co-lumínica en sus lienzos. En sus temas la luz engendra el color
y la forma. Su retina capta hábilmente el reflejo de la luz en cu-
alquier lugar: en una superficie acuática, en un suelo nevado o en
la portada de una catedral. Sus temas preferidos son las marinas,
escenas fluviales y paisajes.
En su infatigable investigación de la incidencia de la luz, observa
que ésta varía con el paso del tiempo, y así se producen múltiples
efectos que intenta rescatar con su ágil y rápida pincelada.
6. Nunca derivó hacia otras corrientes artísticas, sino que se mantuvo
fiel al Impresionismo hasta su muerte. Destacan otros casos como
el de Cézanne, que hace del Impresionismo, un personalísimo es-
tilo que camina por cauces diferentes. Otros pintores impresionistas
pero de personalidad distinta a la de Monet son Degas y Renoir, no
por ello menos importantes.
Monet fue un gran amante de la cultura y arte japonés. De ahí, que
se construyera un jardín a la oriental, con un puente y con nenú-
fares. Este fue un buen lugar para refugiarse en sus últimos años.
En este tiempo, un Monet casi ciego se deja “iluminar” por una luz
limpia incidiendo en el agua de su estanque y en todo lo que le ro-
dea. Ello le lleva a crear pinturas restallantes de vida, verdaderas
“sinfonías cromáticas”.
7. Edgar Degas
Es un impresionista más de la forma que del color. Es un hábil
dibujante, le preocupó captar el movimiento con fidelidad, de ahí
que desarrollara temas como las bailarinas y las carreras de ca-
ballos.
Es un gran observador de la mujer, capta las posturas más insóli-
tas, las poses naturales e instantáneas. Algunas de sus obras son:
Clase de danza, La bebedora de ajenjo, Bailarina en la escena,
Planchadores, Carreras. Cultivó el dibujo en detrimento del color,
por lo que no armonizó bien con el Impresionismo, y tampoco con
las tendencias conservadoras por sus temas contemporáneos.
8. Pierre-Auguste Renoir
Ofrece una interpretación más sensual del Impresionismo. Se pone
en relación con los pintores del S. XVIII que mostraban la sociedad
galante del Rococó.
En sus creaciones muestra la alegría de vivir, incluso cuando los
protagonistas son trabajadores. Siempre son personajes que se divi-
erten, en una naturaleza agradable. Trató temas de flores, escenas
dulces de niños y mujeres y sobre todo el desnudo femenino, que
recuerda a Rubens por las formas gruesas.
Renoir posee una vibrante y luminosa paleta que hace de él un
impresionista muy especial. El palco, El columpio, El Moulin de la
Galette, Le dèjeuner des canotiers, Bañistas, son sus obras más rep-
resentativas.