¿ Por qué participamos de las redes sociales online?
Ayala andersson ensayo
1. Universidad Estatal de Bolívar Extensión San Miguel
Estudiante: Andersson Ayala
Profesor: Paul Zavala
Asignatura: Informática II
Ciclo: Segundo
Paralelo: A
ENSAYO: DILEMA DE LAS REDES
INTRODUCCION:
Este documental es una mirada desde adentro a las consecuencias que están
teniendo y que tendrán las sociedades que no le pongan freno al capitalismo de
la información.
“Esta es la última generación de personas que sabrán cómo era la vida antes de
la ilusión”
Internet y sus expertos, que replican “fórmulas de éxito” sin rechistar, sin
pensar, nos han hecho creer que la característica principal de esta era es la
inmediatez. Pero nada más alejado de la realidad. Para hacer un análisis social
de las consecuencias de Internet hay un factor ineludible: el tiempo. Internet es
un invento reciente y tendrá que pasar una nueva generación para que
sepamos con certeza cuáles han sido sus consecuencias.
Hoy son muchas las plataformas que pelean por nuestra atención. Y al
“interactuar” alimentamos sofisticadas máquinas de Inteligencia Artificial. Somos
el producto porque los algoritmos saben cada vez más como obligarnos a hace
2. lo que quieren: “el producto es el cambio gradual que sufre tu conducta, lo que
piensas, lo que haces, lo que eres.
Las empresas en Internet venden seguridad, predicciones para lo cual
necesitan garajes cantidades de información a fin de establecer un nexo entre
su publicidad y la de los usuarios que son quienes generan altos rangos de
ganancia que es lo que les interesa a ellos.
DESARROLLO:
El gran problema que le veo a esto es que mucha gente no cree que haya un
problema real, y que detrás de estas plataformas hay negocios millonarios que
difícilmente van a cambiar su rumbo si no tienen un incentivo económico
importante.
En El dilema de las redes sociales se acercan a datos dicientes. Desde 2010-
2011, correlativamente con la época en la que creció el uso de Internet, aumentó
un 62% el número de mujeres adolescentes que se hacían heridas a sí mismas
con respecto a la década anterior. En preadolescentes aumentó 189%. Y el
mismo patrón aplicó para los suicidios.
A medida que las Big Tech crecen en su influencia, crecen los casos de adicción
a dispositivos electrónicos o la depresión; nacen también nuevas enfermedades,
como una mencionada en el documental, la “Dismorfia de Snapchat”: un
trastorno relacionado con la distorsión entre la imagen real y la imagen
atravesada por los filtros.
Si bien vale la pena decir que el psicoanálisis nos ha enseñado que la imagen
que nos construimos de sí mismos está atravesada por la mirada del Otro, lo que
ha hecho Internet es amplificar la edición de sí mismo a niveles insospechados
3. e inmanejables. Las posibilidades de cambiarse la imagen en Internet no están
al alcance ni de los cirujanos de Michael Jackson. Eso, al parecer, está
generando malestar en los jóvenes.
La participación en Internet es una ilusión
Tristán Harris, extrabajador de Google, adicto a su correo y presidente del Centro
de tecnología humana, es la voz protagonista del documental. Cuando todavía
trabajaba en Google, cuenta, hizo circular entre la compañía una presentación
que era también un llamado para hacer menos adictivas las plataformas de la
compañía. En aquel entonces todos hablaron de ello. Se discutió en varias
reuniones.
En los ambientes especializados es común escuchar publicistas maravillados
con el discurso de la interactividad, de la capacidad de “los usuarios” para
“participar” en Internet. Tanto la “interactividad” como ese el invento posmoderno
de capitalizar la “experiencia” son fetiches publicitarios sobrevalorados. Se
utilizan como técnicas deseables para replicar en línea sin ningún reparo ético
en la seguridad, la privacidad o la reflexión.
Paradójicamente, lo que en apariencia es participar en la vida social (postear,
compartir una opinión, retuitear, dar Me gusta, etc.), para las redes sociales es
alimentar el algoritmo. Sumar información para que, cada vez más, el algoritmo
nos complazca. En esa demanda de interacción y de información constante lo
que en una semana fue importante la siguiente parece obsoleto. Habrá que
participar en otra cosa para sentirse vigente.
Empresas como Facebook construyen modelos que predicen nuestras acciones,
como si fuéramos un muñeco vudú al que puyan para que interactúe. Y son
nuestras acciones las que permiten la creación de ese modelo. Experimentan
con nosotros todo el tiempo. Nos muestran y ocultan cosas para medir nuestras
respuestas.
Tristán Harris explica que, a diferencia de herramientas como, por ejemplo, una
bicicleta, que está ahí esperando para cuando necesitemos movilizarnos, las
4. redes sociales se constituyen no como una herramienta. No esperan, sino que
exigen cosas, demandan atención. “Las redes sociales no son una herramienta
que espera ser usada, te seduce. Usa tu piscología en tu contra”.
“La tecnología supera las debilidades humanas”
Resulta curioso como la mayoría de los entrevistados en El dilema de las redes
sociales coinciden en que, aun sabiendo cómo funcionan los trucos, somos
vulnerables. Si la gente que diseñó las plataformas se vio atrapada por su
adicción, ¿qué podemos esperar los demás? ¿Evolucionamos para saber lo que
100 personas piensan de nosotros? ¿Requerimos recompensas a corto plazo?
Todos coinciden en que la estimulación que produce la aprobación en línea deja
a los usuarios más vacíos y carentes que antes. Pero el problema trasciende al
individuo.
CONCLUSIONES:
El peligro es real y no se trata de destruir las plataformas sociales, sino de
reenfocarlas y educar en su buen uso, lo que no se va a lograr tan prontamente
si no con el paso de los años, pues es una problemática situación que abarca al
mundo entero.