1. Arzobispado de Arequipa
Domingo 14
de febrero
del 2016
CUARESMA: TIEMPO DE GRACIA
Con el Miércoles de Ceniza, iniciamos la
Cuaresma, tiempo que la Iglesia nos da para
prepararnos para la Pascua que es la fiesta
central del cristianismo porque en ella
celebramos el triunfo de nuestro Señor
Jesucristosobreelpecadoylamuerte.
La Cuaresma es un tiempo de conversión en
el que, por un lado, estamos invitados a ver lo
que hay en lo profundo de nuestro corazón y,
al mismo tiempo, a alzar los ojos para
contemplar la misericordia de Dios que no se
escandaliza de nosotros sino que, por el
contrario, quiere cargar con nuestros pecados
y darnos a cambio su victoria sobre aquello
que nos impide ser verdaderamente felices.
El tiempo de Cuaresma, con todo lo que él
conlleva, es un medio para acercarnos más a
Dios ydejarqueÉlseacerquemásanosotros.
Cuando vivimos bien la Cuaresma,
descubrimos que, más allá de nuestras buenas
intenciones, la realidad es que todos somos
pecadores y necesitamos ser salvados por
Dios del yugo del mal. En ese sentido, la
Cuaresma es un tiempo de conversión, es
decir un tiempo para volver a Dios y
prepararnos para la salvación que Jesús nos
quiere regalar en la Pascua. Pero, para poder
acogernos a esa salvación, necesitamos saber
justamente en qué cosa estamos fallando, es
decir qué hay dentro de nuestro corazón que
nos impide ser fieles a Dios y realmente
libres.
Ahora bien: ¿Cómo se consigue esto? ¿Cómo
es posible saber qué hay dentro de nuestros
corazones para poder pedirle al Señor Jesús
que nos salve de esta realidad de pecado?
Esto es posible usando los medios que la
Iglesia nos da y que son fundamentalmente el
ayuno,laoraciónylalimosna.
Los cristianos solemos rezar todos los días.A
lo largo del año también hacemos limosna y,
aunque tal vez no con tanta frecuencia,
también hacemos ayunos. La diferencia con
el resto del año es que durante la Cuaresma
estamos llamados a hacer una limosna más
fuerte,algo que impliqueun desprendimiento
para ayudar al prójimo y sea a la vez un signo
que damos a Dios de que nos interesa ser
transformados por Él. Lo mismo sucede con
el ayuno, que durante la Cuaresma lo
hacemos todos los viernes y que puede ser de
alimentos o de algo de lo que, de alguna
manera, nos sintamos esclavizados o
dependientes. Y finalmente la oración, a la
que estamos llamados a dedicar más tiempo y
profundidadenlaCuaresma.
Aprovechemos, pues los cuarenta días que
comenzamos este Miércoles de Ceniza.
Usemos bien los medios que la Iglesia nos da
y preparémonos adecuadamente para la
Pascua, de modo que, al celebrarla, podamos
experimentar en nosotros la victoria sobre el
mal,elpecadoylamuerte.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba