Damos gracias a Dios por el testimonio de Lucía, su entrega, su fidelidad y alegría en el ser discípula misionera (en la medida que las condiciones de su tiempo se lo permitieron)
1. Sembraste una sonrisa
para que haya más
alegría.
Sembraste una palabra consoladora,
para cosechar serenidad.
Sembraste una oración,
para que estemos más cerca de Dios.
Sembraste una lectura,
para gozo del Espíritu.
Sembraste un gesto de delicadeza,
para que haya más bondad.
Gracias Lucía.