6. (Casa donde nació Martín, ahora es un asilo de
ancianos y clínica para los pobres)
7. Hijo ilegítimo de Juan de Porres, noble español perteneciente a la
Orden de Alcántara y descendiente de cruzados, y de Ana Velásquez,
negra liberta, panameña. Martín fue despreciado por su padre debido
a su color.
9. Fue bautizado en la misma pila bautismal en que
siete años más tarde lo sería también Santa Rosa
de Lima.
10. De temperamento dócil, compasivo y piadoso, desde pequeño
fue conducido por el Espíritu Santo en las vías de la santidad.
11. Después de algunos años, su padre lo legitimó, así
como a su pequeña hermana Juana, llevando a
ambos a Guayaquil, donde aprendieron a leer y
escribir.
12. De regreso a Lima, Martín entró en calidad de aprendiz
en la botica de Mateo Pastor, quien ejercía el oficio de
cirujano ,farmacéutico, dentista y barbero. Allí el joven
mulato aprendió los rudimentos de la medicina.
13. El jóven Martín progresaba en el aprendizaje del oficio, pero
avanzaba mucho más aún en la ciencia de los santos, el amor
divino. Fue lo que lo llevó, a los 15 años, a pensar en servir
solamente a Dios, ingresando en un convento dominico.
14. En aquella feliz época de fervor religioso la santidad
florecía en Lima, la capital del Virreinato del Perú.
15. Ese mismo fervor religioso llevaría a Martín y sus
amigos, Rosa y Juan por los caminos de la santidad
en la Orden Dominica.
16. Fue en el convento del Santo Rosario donde Martín quiso
entrar en calidad de donado, es decir, casi como un esclavo.
Se comprometía a servir toda la vida, sin ningún vínculo con la
comunidad, y con el único beneficio de vestir el hábito religioso
17. Convento del Santo Rosario de Lima
(Escalera donde el demonio tentó a Fray Martín y la Sala
Capitular de los frailes)
18. Convento del Santo Rosario de Lima
(Entrada a la Sacristía y pasillo de las celdas)
20. Convento del Santo Rosario de Lima
(Failes dominicos rezando la Liturgia de las Horas)
21. Desde el primer día Martín se dedicó de cuerpo y alma a servir
a los frailes en los oficios más bajos y humillantes. Animado
por un profundo espíritu sobrenatural, para él no era sólo una
alegría, sino incluso una gracia, el servir a los sacerdotes,
siervos de Dios.
22. Aquello no agradó a su orgulloso padre, de quien llevaba
el apellido. Don Juan pidió a los superiores dominicos
que recibiesen a Martín, de tan ilustre estirpe por el lado
paterno, al menos en calidad de hermano lego.
23. “Yo estoy contento en este estado –respondió–; es
mi deseo imitar lo más posible a Nuestro Señor, que
se hizo siervo por nosotros”.
24. El donado Martín sufrió muchas veces la discriminación de parte de
algunos frailes quienes lo llamaban “perro mulato”. Un día viendo la
necesidad económica del convento se ofreció a ser vendido como
esclavo. “Yo quedaré contento de haber podido servir para algo a mis
hermanos.”
25. Durante nueve años Martín sirvió a los frailes como donado y sus
virtudes fueron reconocidas por todos y traspusieron los muros del
convento. Esto llevó a los superiores a hacer una excepción y recibir a
Martín como Hermano Lego, uniéndose así a la Orden como fraile por
los tres votos de pobreza, obediencia y castidad.
26. Como Hermano Lego, Fray Martín se hizo cargo de la barbería,
la farmacia y la enfermería. Sin embargo continuó haciéndose
cargo de la limpieza del convento y de la ropería.
27. Fray Martín era un enfermero muy dedicado a sus pacientes. Veía a Cristo
sufriente en cada uno de ellos. “Estimo más un momento en el ejercicio de
enfermero que muchos días en el palacio arzobispal.” Una vez el superior lo
regañó por meter a un mendigo enfermo y sangrante en su celda. Martín
respondió: “Padre, contra la caridad no hay precepto, ni siquiera la obediencia.”
28. En Fray Martín confluyeron las tradiciones medicinales
española, indígena y africana; solía sembrar en un huerto una
variedad de plantas que luego combinaba en remedios. “Yo te
curo y Dios te sana”, le decía a sus pacientes. A los pobres
nunca les cobraba.
29. Fray Martín estaba también a cargo de distribuir las limosnas
del convento y cada día reunía la comida sobrante del
convento y alimentaba a cientos de pobres. Milagrosamente la
comida nunca se acababa, por muy grande que fuera el gentío.
30. Además de todas estas actividades, Fray Martín salía
también del convento a visitar benefactores para
recaudar más limosnas para sus pobres y para todos los
necesitados.
31. Fray Martín también emprendió la construcción del orfanato de
la Santa Cruz para los niños abandonados de la ciudad y
reunió suficiente dinero para contratar maestros para
educarlos.
32. Como fraile dominico predicador enseñaba la doctrina cristiana
y la fe en Jesucristo a los negros e indios y gente sencilla que
asistían a escucharlo en las calles y en las haciendas cercanas
a las propiedades de la Orden ubicadas en Limatambo.
33. La caridad de Martín no se circunscribía a las personas, sino que
también se proyectaba a los animales, sobre todo cuando los veía
heridos o hambrientos. Tenía en la casa de su hermana Juana un
lugar donde albergaba a gatos y perros y curaba a los llagados y
enfermos.
34. Fray Martín fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo
dos o tres horas en una cama dura, mayormente por las tardes.
Se flagelaba todas las noches y usaba siempre un simple y
burdo hábito blanco con una capa larga de color negro.
35. Recreación de la celda de Fray Martín.
(Museo de los santos peruanos)
36. Fray Martín era un hombre de intensa oración. Pasaba las
noches enteras en oración frente al Sagrario o frente al crucifijo
de la Sala Capitular. También tenía una gran devoción a la
Virgen María y rezaba varias veces al día el Santo Rosario.
37. El Crucifijo de la Sala Capitular y la Virgen del
Rosario, testigos de las oraciones de Fray Martín.
38. Pero la más grande devoción de Fray Martín era asistir a la
Santa Misa y recibir la Santa Comunión todos los días. No
solamente participaba sino que siempre que podía, servía en el
altar devotamente como monaguillo.
40. Fray Martín, después de servir a Dios en el convento del Santo
Rosario por 45 años, con el cuerpo consumido por el exceso
de trabajo, el ayuno contínuo y la penitencia, partió de este
mundo a los 60 años. Expiró mientras recitaba con devoción el
credo.
41. A su lecho de moribundo acudieron el Virrey, Obispos, eclesiásticos y
todo el pueblo que consiguió entrar. Su funeral fue una glorificación.
Todos querían venerar a aquel santo moreno que nunca había
buscado su propia gloria, sino solamente la de Dios.
42. A pesar de la vida ejemplar del mulato Martín de Porres, convertido en
devoción de las castas y gentes de color, la sociedad colonial no
quería un negro en los altares. La esclavitud en el Perú no fue abolida
hasta 1854. Su proceso de beatificación terminó en 1962, bajo el
papado de Pablo VI.
43. Los milagros que fueron aceptados para la
canonización de Fray Martín.
44. Martín sube a los altares
El Papa Juan XXIII sentía una verdadera devoción por Martín de
Porres, es así que el 6 de mayo de 1962 lo canoniza nombrándolo
"Santo Patrono de la Justicia Social”.