2. El Caos, un espacio infinito e indescriptible en el que todos
los elementos se mezclaban y confundían.
Como tal no es considerado un dios, ni tampoco un ser con
vida y consciencia propia. Sin embargo, estaba dotado de la
prodigiosa capacidad de engendrar por si mismo.
3. Nix (la Noche) y Erebo, hijos del Caos
Su nacimiento no hubiera sido posible sin la participación de otro ser tan
ancestral y divino como el Caos: Eros, el impulso creador que incita a procrear.
Se trata del posteriormente denominado Cupido.
4. Eros, potencia que
incitaba a unirse y
procrear
Caos
Nix (la Noche)
La Muerte, la Vejez, el
Destino, el Sueño, la
Angustia, la Discordia,
la Miseria
La Alegría, la Amistad,
y la Compasión
Las tres hespérides,
guardianas de la
manzana de oro
Erebos y Nix
Éter, el aire celaste; y
Hémera, la luz del día
5. Gea, la Madre Tierra, fue otra de las criaturas nacidas del Caos.
Ella es la procreadora más fértil de la mitología griega. Se unió a Urano, su primer
hijo, para dar lugar a los Titanes y a diversos seres monstruosos.
6. Gea, hija del
Caos
Urano (el cielo),
Las Montañas,
Ponto (la Ola del
Mar)
Gea + Urano
Titanes: Océano,
Ceo, Crío,
Hiperión, Jápeto y
Crono.
Titánides: Tía,
Rea, Temis,
Mnemósine, Febe
y Tetis.
Cíclopes: Arges,
Estéropes y
Brontes.
Centímanos: Coto,
Briareo y Giges.
Gea + la sangre
de Urano
Erinias, Gigantes y
Ninfas de los
fresnos
Gea + Ponto
Nereo, Taumante,
Forcis, Ceto y
Euribia.
Gea + Tártaro
Tifón y Equidna
Gea + Poseidón
Anteo
Gea + Éter
Tártaro
Gea engendró decenas de seres y
monstruos que posteriormente tendrían
sus propios descendientes. De estos
nacerían los Olímpicos actuales, que
serían las bases de los cultos griegos y
romanos de la edad Antigua.
Los helenos creían que el hombre había
nacido de la Tierra (de Gea), y que por
ello era lógico que volvieran a la misma
después de morir.
Urano nació con el objetivo de ser la
bóveda celeste que protegiera a Gea y
a su deseo de procrear. Fue el padre
de la mayoría de sus hijos, hasta que la
diosa se vio obligada a actuar al
contemplar como Urano arrojaba a
todos sus hijos al Tártaro por miedo a
que le despojaran del trono.
7. Gea forjó una enorme hoz con el acero obtenido de las profundidades de si misma
y se la dio al menor de los titanes, Crono, para llevar a cabo la castración de
Urano.
Crono lo mutiló como estaba previsto y arrojó sus órganos al mar. Luego, Gea
recogió la sangre que brotaba de la herida y dio a luz a las erinias y a los gigantes.
Algunas leyendas dicen que también a Afrodita.
8. Tifón y Equidna fueron dos de los
monstruos más temibles
engendrados por Gea y Tártaro.
Ellos, al unirse, dieron lugar a las
bestias más terroríficas y
conocidas de la mitología griega,
como la Esfinge, Cerbero, el León
de Nemea o el águila que
devoraba cada día el hígado de
Prometeo.
9. Tras la castración de Urano y su exilio, la obra de
la creación prosiguió. La unión más importante
fue la de Crono, el hijo menor de los titanes, y
su hermana Rea, una de las titánides.
Su enlace dio a luz a la siguiente y más poderosa
dinastía divina, encabezada por dioses tan
emblemáticos como Hades, Poseidón y Zeus.
Irónicamente, Cronos termino andando por el
mismo camino que su padre: a fin de no dejar
herederos, devoraba sus hijos tras el
nacimiento.
Así Rea, desolada, pidió ayuda a su madre, Gea,
para detener a Cronos. Cuando quedó encinta
de Zeus siguió el consejo de la Madre Tierra y
trasladó a su hijo a Creta, donde fue criado y
escondido en una profunda caverna.
Cuando Zeus se sintió lo suficientemente
poderoso como para derrocar a su padre, utilizó
una pócima creada por la titánide Metis que
obligó a Cronos a vomitar a todos sus hijos
devorados anteriormente.
Luego, Zeus desterró a Cronos al Tartaro.
10. Zeus pronto se convirtió en el
nuevo señor del Olimpo, pero aún
tuvo que luchar varias veces por el
trono.
Su primeros enemigos fueron los
titanes, que no estaban dispuestos
a tolerar el mandato de aquellos
dioses. Excepto Océano, todos los
titanes se sublevaron contra el
Olimpo.
Para ganar la guerra, Zeus obedeció
el consejo de Gea de liberar a los
cíclopes y los centimanos a cambio
de su alianza.
Los cíclopes proporcionaron a los
dioses armas tales como el rayo de
Zeus, el tridente de Poseidón, y el
yelmo que hacía a Hades invisible.
En el clímax de la batalla el universo
entero fue un basto terreno de
cenizas y destrucción, hasta que los
dioses lograron inclinar la balanza.
11. Tras la derrota de los titanes, a Zeus y sus hermanos se les unieron algunos de sus hijos,
como Ares, Atenea o Hefesto.
El origen de Afrodita está incierto. Algunos dicen que fue creada con la espuma de las olas
tras la castración de Urano, siendo ella su hija, y otros dicen que fue nacida de Zeus.
12. La segunda gran guerra de los Olímpicos se
libró contra los gigantes, enormes criaturas
nacidas de Gea y la sangre de Urano.
Sus jefes eran Porfirión y Alcioneo, que
encabezaron un ataque terriblemente
destructor armados hasta los dientes.
Los dioses les pagaron los la misma moneda:
Zeus con sus rayos, Hefesto proyectando hierro
candente, y Atenea y Poseidón enterrándoles
bajo islas enteras.
Los gigantes eran de origen divino, no se les
podía matar, pero el oráculo había dicho que
podría ser posible con la ayuda de un mortal.
Ese mortal fue Heracles (Hércules), hijo de Zeus
y Alcmena (a la que el dios había engañado),
que en medio de la batalla acabó con Alcioneo,
atravesó con sus flechas a Porfirión y mató a
muchos otros gigantes.
13. En una última medida desesperada
Gea, que no podía admitir la derrota
de sus hijos, envió al mayor de sus
monstruo contra Zeus: Tifón.
Este se describía como una enorme
bestia con cien cabezas de dragón
venenosas, ojos que despedían
llamas, y cintura de la que salían
innumerables víboras.
Al final, tras numerosos ataques en
vano, Zeus logra aplastarlo con el
volcán Etna, y desde entonces Tifón
ha quedado allí sellado.
A Tifón se le atribuye la paternidad
de diversos seres atroces: el león de
Nemea y la hidra de Lerna, que
derrotó Heracles; Quimera,
eliminada por Belerofonte con la
ayuda de Pegaso; y la terrible águila
que devorada el hígado de
Prometeo.
14. Los últimos es dudar de la supremacía de lo dioses fueron los gigantes Oto y Efialtes,
quienes amenazaron con desgarrar la bóveda celeste si las diosas Artemisa y Hera no
aceptaban su petición de matrimonio.
Tras su derrota, el mundo volvió a la paz: los volcanes se apagaron, los ríos fluían
tranquilos… Comenzó una nueva era.
15. Cuando los tres dioses omnipotentes se repartieron el mundo, Zeus se quedó con las
regiones antiguas del Éter (el cielo), Poseidón con el mar, y Hades con el reino de las
tinieblas (el Hades o inframundo).
Aunque es el hermano de Zeus, Hades reside en sus dominios junto con su esposa
Perséfone y la diosa Hécate, señora de la magia.
Las funciones principales de los dioses desde que se acabó la guerra fueron sencillamente
disfrutar de su eternidad, procurar que Zeus no descargara su ira sobre ellos y de vez en
cuando solucionar alguna que otra disputa (como la que inició la guerra de troya).
También disfrutaban de amplios banquetes escuchando la lira de Apolo y consumiendo
ambrosía y néctar.
16. Sin embargo, aún existía una fuerza divina a la que ni los dioses se podían oponer: se
trataba de Destino, hijo de la Noche (Nix), y representado por las tres moiras.
Nadie podía escapar de sus designios, y solo algunos oráculos podían predecir sus
decisiones.