La Primera Cruzada surgió en respuesta a una petición de ayuda del Emperador bizantino al Papa y por otras causas como retomar Jerusalén de los musulmanes, aliviar la sobrepoblación en Europa y detener la violencia interna. Los cruzados establecieron los reinos de Jerusalén, Edesa, Antioquía y Trípoli, y el Imperio bizantino recuperó territorio. Las consecuencias incluyeron la ruptura entre Constantinopla y Roma, nuevas campañas militares y el aumento de la violencia