El documento habla sobre la transitoriedad del mundo en comparación con la eternidad de Dios. Citando Salmos 102, señala que aunque el mundo y los cielos perecerán, Dios permanecerá. También incluye dos canciones cristianas, la primera acerca de cómo Cristo ofrece salvación en contraste con la vanidad del mundo, y la segunda sobre cómo el Espíritu Santo es la garantía de la herencia eterna de los creyentes.