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Mensaje a las internas y los internos de las penitenciarías del país
1. Mensaje a las internas y los internos de las penitenciarías del país
En ocasión de las celebraciones de fin de año y la clausura del año jubilar, queremos llegar junto a todos
los internos y las internas para manifestarles una vez más el amor compasivo y misericordioso de Dios,
nuestro Padre.
Llegamos a todos con un mensaje de amor, de solidaridad y de compromiso de pastores y hermanos.
El amor de Jesucristo a los presos fue tan grande, que lo llevó a identificarse plenamente con ellos (Mt.25,
36). Quiso quedarse preso en todas las celdas y en todos los calabozos donde está un ser humano.
Se identificó con todo preso, con los inocentes y los culpables. Por esta razón, el servicio a un interno y
una interna es un servicio a Jesucristo. El bajó junto a los hombres para levantar al caído y
darle oportunidad para levantarse de nuevo.
La Iglesia, fiel al deseo del Maestro, se ocupa de la situación de todos ustedes, desea que se les provea
de la protección y seguridad. No quisiéramos que se aumente por descuido o falta de recursos sus
sufrimientos.
Queremos igualmente llegar con el mismo mensaje a las autoridades y guardiacárceles para recordarles
que ustedes los internos son hermanos e hijos de Dios, en una situación muy difícil, necesitados de
comprensión, de respeto a su dignidad de persona para que puedan volver a creer en el amor y la justicia
de Dios y de la sociedad; y puedan así emprender el camino de su recuperación personal y de su
integración a la sociedad.
La privación de la libertad está establecida como medio para proteger a la sociedad y buscar la
rehabilitación de las personas caídas en desgracia. Siempre esperamos que no se pierda de vista y del
propósito de las autoridades estos objetivos.
Vemos con preocupación las condiciones infrahumanas de las penitenciarías del país. Son una grave
violación de los derechos humanos fundamentales de las personas, inaceptables desde todo punto de
vista, y las autoridades correspondientes tienen la obligación de remediar cuanto antes.
Después del don de la vida, la libertad es el regalo más grande que Dios nuestro Padre da al ser humano;
por tanto, la privación de la misma, por sí misma, es un grave castigo y una gran penitencia.
Hermanos y hermanas internos destinatarios de este mensaje: En este año de gracia, Dios ofrece
oportunidades e invitación real para el arrepentimiento y cambio de vida; el corazón del Padre recibe a
cada hombre que decide volver a EL.
Que Dios nuestro Padre, tan generoso siempre en misiericordia, de un modo extraordinario ahora en este
Jubileo, juntamente con Jesucristo, el Señor y Salvador, el Espíritu Santo animador y santificador de toda
persona, les fortalezca en la fe y esperanza en un mundo de justicia y de paz.
Que María nuestra madre bendiga y asista con su amor maternal a todos nuestros hermanos internos e
internas en las penitenciarías del país. Son los votos y objeto de las oraciones de los Obispos
del Paraguay para todos y cada uno de ustedes en esta ocasión de iniciar un nuevo año y un nuevo siglo.
Con todo afecto y estima en el Señor.
Asunción 28 de diciembre de 2000
2. Por la Presidencia de la CEP.
Mons. Pastor Cuquejo
Obispo Castrense – Secretario General de la CEP