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PLAN LECTOR-EL CASTIGO DEL ZORZAL.docx
1. EL CASTIGO DEL ZORZAL
El zorzal es un ave nativo silvestre muy conocido en los pueblos del Callejón de
Huaylas, el poblador quechua hablante lo llama yukis, precisamente este yukis fue
protagonista de un hecho singular que ha marcado a toda la humanidad.
Esto ocurrió en tiempos muy antiguos, en los inicios de la vida sobre la tierra. Dios
después de crear todo cuanto existe, exhausto pero satisfecho se puso a descansar
contemplando desde el cielo todo el desenvolvimiento de los seres vivos y criaturas
que había creado y... de pronto se dio cuenta que algo había quedado pendiente, es
que había creado a los humanos sin dientes y vio como estos no podían masticar los
alimentos, entonces muy preocupado quiso reparar de inmediato la falta y pensó
que los más indicados para ayudar en este menester serían las aves, quienes
vendrían volando del cielo hasta la tierra trayendo el envío.
Con esa convicción, allá en el paraíso celestial Dios habló en voz alta y dijo:
- ¡A ver, a ver, quiero un voluntario entre las aves para que lleve un encargo allá a la
tierra! y... de inmediato cantidad de aves, haciendo saltos, piruetas y trinos delante
del señor se ofrecieron a quitarse a traer dicho encargo, entre ellos el más insistente
y suplicante a la vez fue el zorzal:
- ¡Yo señor, yo quiero ir, por favor, por favor...¡
Viendo tanta muestra de diligencia, Dios decidió enviar el recado con el yukis,
entregándole para ello un cofrecito lleno de dientes de hueso, ordenando que
viniera a la tierra con prontitud y una vez llegado indicar a los humanos que se
coloquen esos dientes en sus bocas.
El yukis emprendió su vuelo muy emocionado, venía pensando en lo bonito que era
el paraíso terrenal y en la abundancia de frutas que en ella había. Una vez llegado
poco le importó cumplir con el mandato, más al contrario entre saltos y vuelos se
ubicó a comer entre capulíes, tunas y otras frutas de su predilección, en uno de esos
saltos cuando estuvo picoteando la tuna se abrió el cofrecito derramándose todos
los dientes; el yukis no supo qué hacer y estuvo muy asustado pues, se quedó
agarrado solo el cofrecito vacío, buscar imposible, pues los dientes se habían
introducido entre malezas y espinas perdiéndose en su totalidad.
El yukis estuvo volando un buen rato de un lugar a otro, pensando cómo reparar la
falta, en eso al volar sobre unos maizales vio como algunos de ellos tenían mazorcas
peladas que dejaban descubierta sus granos relucientes de maíz y de inmediato al
ver esto el zorzal se dio cuenta que tales granos, eran muy similares a los dientes
que había perdido, por lo que, sin pérdida de tiempo se puso a desgranar con
cuidado llenando con maíz el cofrecito, luego se presentó ante los humanos volando
de árbol en árbol, haciendo gorjeos en volumen:
-Chuic chuic choc, chouki chouki cho y entre esos trinos dijo:
- Dios ordena que se coloquen estos granos de maíz en sus bocas, los humanos un
tanto sorprendidos pero obedientes con el encargo de Dios se colocaron de
inmediato los granos de maíz a sus bocas, quedando en el acto con dentaduras muy
cómodas y apropiadas para masticar.
A partir de aquel instante para todos ellos comer fue un placer y agradecieron
mucho al señor por tan gentil encargo. Mientras tanto el zorzal regresó al cielo, pero
no se presentó hacia el señor a informar del deber cumplido, más al contrario estuvo
escondido por algún rincón sin imaginarse que Dios ya había visto todo, sin embargo,
el señor comenzó a preguntar entre las aves:
- ¿Han visto al yukis? ¿Ya habrá regresado?, muchas aves que habían visto regresar
al yukis como por toda respuesta voltearon la mirada hacia el yukis, pero el winchus
(picaflor) dijo: -Si señor aquí está, por lo que no habiendo lugar para seguir
ocultándose el zorzal se presentó hacia el señor y fue interrogado:
- ¿Qué tal te fue, entregaste mi encargo?
-Sí señor.
-Como les quedó las dentaduras?
-Huuy señor, excelente, ahora mastican bien y cuando sonríen exhiben unas
dentaduras relucientes.
Pero el informe no fue del agrado del señor, ya que el yukis al realizar el cambiazo
había alterado el orden y perfección de la creación del señor, pues más tarde esas
dentaduras de maíz tendrían consecuencias desastrosas para los humanos y sus
proles, razón por lo que el señor no soportó y se enfureció mucho, tomando de
inmediato un látigo para azotar al yukis, pero este en un acto de desesperación
2. comenzó a temblar y así todo alas sueltas, pico a punto de plantar, comenzó a
suplicar y pedir perdón, diciendo:
-Señor, perdóname por favor, perdóname, ¡Dame otra oportunidad y no te fallaré!
Dios en su infinita bondad terminó por perdonar y dar otra oportunidad al yukis sin
asestarle ningún latigazo.
Después de aquel acontecimiento no pasó mucho tiempo y el creador que siempre
estuvo atento y observando desde su mansión celestial todo el desenvolvimiento de
su maravillosa creación se percató que los humanos al tener buenas dentaduras no
solo disfrutaban de los buenos frutos del paraíso terrenal, sino que abusaban y no
sabían medirse ya que paraban comiendo en todo momento y casi todos ellos
permanecían empachados, razón por lo que el señor y para dar solución a esta gula
tomo las medidas correctivas, enviando para ello una orden a la tierra; con ese
propósito Dios requirió nuevamente la participación de las aves y dijo: - ¡Quiero un
voluntario para que lleve un recado a la tierra!, y... como siempre cantidad de aves
se ofrecieron venir trayendo el recado y entre ellos el yukis quien para lograr su
objetivo dijo: -Señor, suplico a Ud. enviarme a la tierra, recuerde Ud. que aceptó en
darme otra oportunidad para reivindicarme y que esta vez no le fallaré y... como no
podía ser de otra manera. Dios terminó por enviar a la tierra nuevamente al yukis
ordenándole que dijera a los humanos:
-Que, en cada tres días, coman solo una vez.
Escuchado y entendido el recado el zorzal emprendió muy contento con su vuelo
hacia la tierra y una vez llegado haciendo honor a su fama de tragón poco le importó
cumplir con el recado, pues se internó entre los árboles frutales como tunas,
capulíes, saucos, etc. A comer y comer gorjeando. Muy tarde se dio cuenta que tenía
que cumplir con el encargo divino y al querer hacerlo se dio cuenta que se había
olvidado lo que tenía que decir, por lo que realizó esfuerzos en actitud de recordar
y después de largo rato, creyó haber recordado y dijo:
- Aaa...ya se, lo que tengo que decir a los humanos, creyendo haber recordado voló
de árbol en árbol y se presentó hacia los humanos haciendo trinos en volumen y una
vez llamado la atención de todos ellos, dijo: - Escuchen, escuchen; traigo un recado
del señor; -Chuic chuic choc, chouki chouki cho, el señor ordena:
- Que en cada día coman tres veces.
Una vez cumplido con informar el zorzal regresó al cielo, pero por haberse
demorado mucho tuvo temor de presentarse hacia el señor a dar cuenta de la
misión cumplida, más al contrario se juntó con otras aves y estuvo escondido; pero,
el señor que había visto todo se enfureció mucho y esta vez llamó con furia:
- ¡Yukis, yukis, zorzal, ven aquí!, el zorzal como atraído por fuerzas extrañas resultó
frente al señor.
-Sí señor.
- ¿Qué dijiste a los humanos?
-Yo señor, les dije que en cada día coman tres veces.
-Y yo te encargué que: En cada tres días coman solo una vez, Yukis eres un
irresponsable.
Dios, sin mediar más palabras desató toda su furia contra el yukis, azotándole con
látigo de fuego y botándolo de la mansión celestial. Al yukis no le quedó otra cosa
que venirse todo mal herido a la tierra, es por eso que no existen los yukis en el
paraíso celestial y como consecuencia de los latigazos de fuego que recibió quedó
con estigmas ulcerosos en su poto el mismo que ha heredado a sus proles hasta
nuestros días.
Finalmente este acontecimiento ha marcado indeleble y desastrosamente a los
humanos, pues nuestras dentaduras como son de maíz se carean, así como el maíz
que se agusana, ya que si hubieran sido de hueso nunca hubiera ocurrido esto y no
hubiéramos visto jamás personas raqpis (desmolados) ni ancianos sin dientes y en
estas circunstancias y por añadidura, cuando los humanos aquí en la tierra se
encontraban con los dientes totalmente careados, allá en el cielo el añas (zorrillo) le
recordó al señor algo que hasta ese momento estaba pasando por desapercibido,
pues dijo el añas:
- Señor y el dolor de muelas para los humanos? Por lo que el señor dispuso que una
vez que se carearan las dentaduras los humanos tendrían que padecer intensos
dolores de muelas. Además, no hubiese existido la costumbre de tres comidas al día
desayuno, almuerzo y cena o peor aún, parece que algunas personas no han
obedecido hasta ahora ni este mandato, pues paran comiendo en todo momento.
FIN