El anciano mantuvo una conversación con un joven arrogante en un tren sobre ciencia y religión. El joven trató de convencer al anciano de que la religión era absurda a la luz de la ciencia moderna. Cuando el joven se bajó del tren, le pidió al anciano su tarjeta de presentación para enviarle libros sobre el ateísmo, pero resultó que el anciano era el famoso científico Louis Pasteur, director de un importante instituto de investigación.