El documento argumenta que la tecnología no debe reemplazar a los maestros en la educación. Los maestros comprometidos que enseñan bien pueden garantizar un futuro próspero y justo para los estudiantes, y cada maestro tiene el potencial de cambiar positivamente la historia de la educación a través de su trabajo. La tecnología solo debe usarse como una herramienta de apoyo, no como un sustituto de la enseñanza humana.