1. Vachel Lindsay (1879-1931)
El Congo: estudio de la raza negra
I. SU BÁSICA FIEREZA
Gruesos ciervos negros en una bodega,
Los reyes de la casa barril, con pies inestables,
Flaqueaban y se tambaleaban y aporreaban la mesa,
Un bajo profundo.
Aporreaban la mesa,
Golpeaban un barril vacío con el mango de una escoba,
Tan fuerte como podían,
Bum, bum, BUM,
Con una sombrilla de seda y el mango de una escoba,
Boomlay, boomlay, boomlay, BUM.
ENTONCES tenía la religión, ENTONCES tuve una visión.
No pude transformar su deleite en escarnio.
ENTONCES VI EL CONGO, ARRASTRÁNDOSE A TRAVÉS DE LA
OSCURIDAD,
Más pausado. Coreado con solemnidad.
ABRIÉNDOSE CAMINO POR LA SELVA CON UN SENDERO
DORADO.
Entonces a lo largo de aquella orilla del río
Miles de millas
Caníbales tatuados bailaban en filas;
Entonces oí el estruendo de la canción de la sed de sangre
Y un fémur golpeando un gong de hojalata.
Un clímax de velocidad y ruido que crece rápidamente.
Y gritaban «SANGRE» los silbatos y los pífanos de los guerreros,
Gritaban «SANGRE» los hechiceros magros, con caras de calaveras,
«Gira el ruido mortal del vudú,
Hostiga a las tierras altas,
Roba todo el ganado,
Ruido-ruido, ruido-ruido,
Bing.
Boomlay, boomlay, boomlay, BUM»,
Una melodía ragtime, épica, estruendosa
Con una pausa filosófica.
De la boca del Congo
A las Montañas de la Luna.
2. La Muerte es un Elefante,
Observado por antorchas y horrible,
Con un compás muy acentuado y estridente.
Flanqueado de espuma y terrible.
BUM, roba los pigmeos,
BUM, mata a los árabes,
BUM, mata al hombre blanco,
BAH, BAH, BAH.
Escucha el grito del fantasma del Rey Leopoldo
Como el viento en la chimenea.
Ardiendo en el Infierno por su anfitrión de la mano mutilada.
Escucha como los demonios se ríen y gritan
Cortando sus manos, abajo en el Infierno.
Escucha la espeluznante proclamación,
Tocada a través de las guaridas del país de la selva,
Tocada al pasar la colina de arcilla de las termitas,
Tocada al pasar la marisma donde juegan las mariposas: --
O Mumbo-Jumbo, Dios del Congo,
Todas las «O» suenan muy puras. Los acentos fuertes, muy fuertes.
Los acentos débiles, muy débiles. La última línea susurrada.
Y todos los demás
Dioses del Congo,
Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte,
Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte,
Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte».
II. SU IRREPRIMIBLE ALEGRÍA
Salvajes tiradores de dados con un chillido y un grito
Bastante estridente y alto.
Bailaron la juba en su salón de juego
Y se rieron listos para matar, e hicieron temblar la ciudad,
Y parodiaban a los policías y los ridiculizaban
Con un boomlay, boomlay, boomlay, BUM.
ENTONCES VI EL CONGO, ARRASTRÁNDOSE A TRAVÉS DE LA
OSCURIDAD,
Leído igual que en la primera parte.
ABRIÉNDOSE CAMINO POR LA SELVA CON UN SENDERO
DORADO.
Apareció el negro país de las hadas,
Poner énfasis en las ideas sutiles. Mantener tan ligero como sea posible.
Un río errante
Donde los sueños se hacen realidad.
3. El palacio de ébano se erige en las alturas
A través de los árboles que florecen al atardecer.
Brillaban las ventanas y las terrazas con incrustaciones
Con oro y marfil y huesos de elefante.
Y la multitud negra se rió hasta que le dolieron los costados
Del mayordomo babuino en la puerta de ágatas,
Y de las conocidas melodías de la banda de loros
Que trinaban sobre los arbustos de aquella tierra mágica.
Vino un grupo de hechiceros con caras de calaveras
Con pomposidad.
A través de la entrada de ágatas con trajes en llamas,
Sí, fracs de larga cola cubiertos con pan de oro
Y sombreros cubiertos con polvo de diamante.
Y la multitud en el tribunal dio un chillido y un grito
Y bailaron la juba de un lado a otro.
Pero los hechiceros apaciguaron al gentío
Con una gran calma y espiritualidad.
Con una mirada fría y severa, y una canción vieja y severa: --
«Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte». ...
Justo entonces desde la entrada, gordas como las cerdas,
Con convicción aplastante, buena ovación y pompa.
Vinieron las princesas del baile de los pasteles con sus largas capas rojas,
Bastones con un luminoso brillo lacado,
Y sombreros altos de seda que eran rojos como el vino.
Y brincaban allí con sus compañeras las mariposas,
Con creciente velocidad y un ritmo del baile nítido y notable
Doncellas negras como el carbón con perlas en el pelo,
Faldas por la rodilla adornadas con jazmín dulce,
Y cascabeles en los tobillos y pequeños pies negros.
Y las parejas enloquecían con el cántico y el ceño
Magro de los hechiceros, y los ridiculizaban.
(Oh lo raro era el deleite, y bien valioso mientras
Eso hiciera sonreír a los ceñudos hechiceros).
La realeza del baile de los pasteles empezó entonces
A ir por un pastel que era alto como un hombre
Al ritmo de «Boomlay, boomlay, BUM»,
Mientras los hechiceros se reían, con un aire siniestro,
Con un toque de dialecto negro, y tan rápidamente como era posible
hasta el final.
Y cantaban con los sureños brincando allí: --
«Camina con cuidado, camina con cuidado,
4. O Mumbo-Jumbo, Dios del Congo,
Y todos los demás
Dioses del Congo,
Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte,
Cuidado, cuidado, camina con cuidado,
Boomlay, boomlay, boomlay, bum.
Boomlay, boomlay, boomlay, bum.
Boomlay, boomlay, boomlay, bum.
Boomlay, boomlay, boomlay,
BUM».
Oh lo raro era el deleite, y bien valioso mientras
Lenta calma filosófica.
Eso hiciera sonreír a los ceñudos hechiceros.
III. LA ESPERANZA DE SU RELIGIÓN
Un buen viejo negro en las chabolas de la ciudad
Bajo fuerte. Con una imitación literal del paseo de la ceremonia
religiosa, y trance.
Sermoneaba a una hermana por su vestido de terciopelo.
Le gritaba a un hermano por sus maneras infames,
Sus días de ladrón, de comilonas, de merodeos.
Golpeó la Biblia hasta que la gastó
Comenzando el grito del renacer del jubileo.
Y algunos tuvieron visiones, mientras se subían a las sillas,
Y cantaron a Jacob, y las escaleras doradas,
Y todos se arrepintieron, un millar
De su estupor y ferocidad y su pecados y ofensas
Y cerraron de golpe sus cantorales hasta que hicieron temblar la habitación
Con «gloria, gloria, gloria»,
Y «Bum, bum, BUM».
ENTONCES VI EL CONGO, ARRASTRÁNDOSE A TRAVÉS DE LA
OSCURIDAD,
Exactamente como en la primera sección. Empezar con terror y
poder, acabar con alegría.
ABRIÉNDOSE CAMINO POR LA SELVA CON UN SENDERO
DORADO.
Y el cielo gris se abrió como un velo nuevo rasgado
Y mostró a los Apóstoles con sus cotas de malla.
En acero blanco brillante estaban sentados
Y sus ojos en llamas miraban la herida del Congo.
Y los doce Apóstoles, desde sus tronos en las alturas
5. Estremecieron a todo el bosque con su grito celestial: --
«Mumbo-Jumbo morirá en la jungla;
Cantado con la melodía de «Hark, ten thousand harps and voices».
Nunca más os traerá mala suerte.
Nunca más os traerá mala suerte.
Después a lo largo de aquel río, miles de millas
Con una alegría y calma creciente.
Las vides cayeron en filas.
Ángeles colonizadores despejaron el camino
Para un paraíso del Congo, para criaturas jugando,
Para capitales sagradas, para templos limpios.
Se fueron con los hechiceros magros con caras de calaveras.
Allí, donde los dioses fantasmales habían llorado
En una clave bastante alta -- con tanta delicadeza como sea posible.
Un millón de barcos de los ángeles zarparon
Con remos de plata, y proas azules
Y banderines de seda a través de los que brillaba el sol.
Era una tierra transformada, era una nueva creación.
Oh, un viento silbante arrasó la nación negra
Y a través de los claros de los bosques volaban: --
«Mumbo-Jumbo ha muerto en la jungla.
Con la melodía de «Hark, ten thousand harps and voices».
Nunca más os traerá mala suerte.
Nunca más os traerá mala suerte.
Se redimió a los bosques, a las bestias y a los hombres,
Y sólo el buitre osaría de nuevo
En las lejanas, solitarias montañas de la luna
Gritar, en el silencio, la melodía del Congo: --
«Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte,
Apagándose en un susurro aterrado, penetrante.
Mumbo-Jumbo os traerá mala suerte.
Mumbo ... Jumbo ... os ... traerá ... mala suerte».