Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Mitos y leyendas
1. Leyenda peruana del tesoro
Decían los pobladores que en la casa, donde actualmente se encuentra la posta medica de la
campiña de Huacho, vivían unos antiguos ancianitos. Vivieron muchos años en dicha pasaron
los años y estos murieron. Los nuevos inquilinos eran de ascendencia española; su primera
noche en la casa cuando el reloj dio las 12 de la noche estaban despiertos escucharon una voz
que decía: “Caigo o no caigo......” al escuchar esa voz salieron corriendo y al día siguiente
desalojaron dicha casa.
Mucho Tiempo después volvieron a habitar la casa, un señor y su esposa ellos se habían
enterado de lo sucedido pero no hicieron caso a los comentarios, después de tres días de
encontrarse en esta casa, a las 12 de la noche oyeron una voz: “Caigo o no Caigo .........” no
hicieron caso y a la tercera vez que la escucharon salieron corriendo y pidieron alojamiento a
los vecinos.
La casa estuvo mucho, mucho tiempo deshabitada luego llegaron unos señores ellos venían de
la sierra se enteraron de esto y manifestaron lo narrado era pura imaginación, fueron a vivir a
dicha casa. A las 11 de la noche estaban la señora estaba friendo su pescado y seguían
friendo, cuando de repente una voz decía: “Caigo o no caigo ............” y uno de ellos le dijo:
“cae nomás y cayó una pierna” y luego otra vez: “Caigo o no caigo ............” y el otro le
contestó: “cae nomás y cayo la otra pierna”; y así sucesivamente iba cayendo todas las partes
y cuando ya estaba formado un cuerpo, los señores voltearon y vieron un hombre alto que les
manifestó: “Ustedes son los mas valientes que he encontrado y les voy a dar todo el tesoro que
tengo aquí” y señalo debajo de una silla y desapareció. Empezaron a brotar monedas de oro y
hallaron dicho tesoro, desde esos momentos fueron ricos debidos a su valentía. Tenido
inagotable podían alimentarse todos los hombres de la tierra.
2. Leyenda de Costa Rica: El velo de la novia
Carmenza – la novia- se enredaba, entre el ir y venir, de una serie de pormenores relacionados
con su próximo matrimonio. Disfrutaba atendiendo –personalmente- los detalles de la boda y de
su “nidito de amor”… una blanca casita a la orilla del viejo camino de los Castro.
Su juventud trascurría entre el verdor de los cafetos y el floreado multicolor de los rústicos
caminos. Días antes, había iniciado la siembra de lo que soñaba sería un hermoso jardín
familiar.
Sus amigos y parientes, no terminaban de desearles, unos futuros plenos de felicidad,
sabedores de sus atributos y los de su futuro esposo Alfonso.
El novio, persona muy querida en el pueblo, donde era reconocido su espíritu humanitario; con
frecuencia prestaba desinteresada ayuda a quienes la demandaran. Pasaba la mayor parte de
su tiempo en las labores del campo, atendiendo las fincas de su familia paterna. Amigo
infaltable en las actividades sociales -centro de atención por su simpatía y habilidad con la
guitarra-.
Una de tantas noches, luego de regresar de un concurrido “turno” en la plaza del pueblo, dos
amigos, quienes cruzaban el barrio rumbo a sus casas, se vieron envueltos en un evento fuera
de lo normal… ¡se toparon de frente con una extraña y marchita mujer vestida de novia!
De pronto… un frío de muerte recorrió el lugar, la naturaleza hinchó los vientos -bajaron
aullando- levantando polvo y arrastrando cantidad de hojarasca que no terminaba de danzar
entre fuertes remolinos. La luna se tornó sombría y se fue a perder entre tenebrosos matices.
Un intermitente parpadeo de las luces públicas amenazaba con dejar el barrio en total
oscuridad. Algunos perros del vecindario, alarmados, cambiaron su amenaza: de ladridos a
pavorosos aullidos. La mujer de rostro pálido y triste mirada, estalló en desgarradores
sollozos… más que llanto, profundos gemidos salían de su atormentada alma.
Los amigos quedaron “jelados” – ¡No podían gritar! – quisieron correr y tropezaron aturdidos
dejando la marca de sus narices entre las piedras del camino. La espectral aparición, entre
llanto gemido y llanto, comenzó a flotar hasta perderse entre las ramas de un viejo árbol de
aguacate.
Varios vecinos “se tiraron a la calle”, pronto, eran muchedumbre. Una señora, entrada en años,
regó con agua bendita el sitio de la aparición. A los muchachos tuvieron que frotarlos en la
nuca con alcohol y por dentro con un “mechazo”. Se lo bebieron “corcor” como agua de
tamarindo… ¡y que conste! Nunca se habían tomado un trago… eran muy pollos.
Todavía, en estos tiempos, con frecuencia se comenta que en el barrio Las Américas, asusta
una mujer de triste mirada vestida enteramente de blanco. Mientras tanto, Alfonso, allá en la
eternidad, espera y ruega al Creador por el descanso del alma de su amada.
3. El origen del cosmos (wishókar) según una leyenda Machupe de la
patagonia
Al principio solo existían dos cosas: Kóoch, que siempre estuvo y una oscuridad absoluta que
no dejaba que las cosas existiesen.
Tanto tiempo pasó Kóoch en medio de las sombras y su soledad era tan grande que empezó a
llorar por tan enorme pena. Y lloró tanto y tan sinceramente por su profundo dolor que sus
lágrimas formaron el Arrok, el Mar Amargo de las tormentas y las tristezas.
Más tarde, aún en medio de tanta pena, pudo advertir como crecía la enorme cantidad de agua
que había llorado y entonces suspiró. Así creo a Xóchem, el viento, que inmediatamente
comenzó a correr arrastrando a las tinieblas y preparando el camino para la llegada de la luz.
Así fue como todo se iluminó y nació la alegría en Kóoch. Entonces tuvo ganas de seguir
creando los restantes elementos que le permitieron luego modelar el mundo en el que
finalmente vivirían los hombres.
Un día, en medio del mar que sus lágrimas habían creado, Kóoch quiso contemplar su obra y
vio que la luz no era suficiente. Enojado, levantó su brazo y sucedió que rasgó de lado a lado el
velo de la penumbra y encendió así una gran chispa de fuego: Kóoch había creado el sol al que
llamó 'xaleshem' cuya calidez al entrar en contacto con las aguas, creó las nubes y el viento,
que empezó a jugar con ellas corriéndolas por todo el cielo, con su risa alocada creo el trueno
(katrú) y ellas, que lo amenazaban con la mirada, crearon el relámpago (lüfke).
Un día Kóoch volvió a aburrirse, por eso pensó que su obra no estaba aún terminada. Entonces
hizo elevar parte de la tierra que se encontraba debajo del mar y formó una isla en la cual
modeló montañas y llanuras separadas por valles y cañadas. Todos sus hijos, el sol, el viento,
las nueves admiraron la belleza de la isla y comenzaron a derramar sus bondades sobre ella, lo
cual dio como resultado la formación de ríos, arroyos, lagos... el nacimiento de los peces, las
plantas, los árboles y las aves.
Pero sucedió que los primeros hijos de Kóoch sintieron al final, celos de esta nueva creación y
en ocasiones desataban su furia sobre la isla castigando duramente a árboles y otros
habitantes. Entonces Kóoch decidió reprenderlos hablándoles con firmeza y así la luz continuó
brillando para el deleite de la creación.
4. Mito celta del Dios Dagdé
Era uno de los dioses conocidos como los Tuatha de Danann. Padre de Angus y hermano de
Brigt. Fue considerado el «rey de los dioses», por lo que teóricamente era el dios supremo,
aunque este puesto parece estar en perpetua disputa con Lugh, que en la mitología irlandesa
parece gozar de un rango superior a él.
Dios de la Tierra y de las Cosechas era capaz de hacer que los hombres carecieran de lo más
elemental, trigo y leche, cuando éstos se enemistaban con los dioses, como ocurrió cuando
lucharon contra los Tuatha de Danann, alimentos que sólo recuperaron cuando firmaron un
tratado de paz con Dagdé.
A pesar de su carácter pacífico, organizó las batallas de los Tuatha de Danann contra los
fomoireos en unión a Lugh.
Poseedor de un arpa mágica, durante la batalla contra los fomoireos, éstos se la robaron. Lugh,
Dagdé y Ogmé entraron en la cueva donde se refugiaban los fomoireos para recuperarla, una
vez allí Dagdé gritó llamando a su arpa: «¡Ven!», y ésta, descolgándose de la pared, fue hacia
las manos de su amo, con tanta rapidez que mató a nueve personas a su paso.
Dagdé consiguió salir ileso del refugio gracias a las melodías que interpretó con su arpa, así
comenzó con una música que producía que el que la oyera empezara a llorar y a gemir. Las
mujeres de los fomoireos rompieron a llorar y a gritar apenadas; después interpretó una
segunda pieza que hizo que los jóvenes y las mujeres empezaran a reír de forma alocada; y,
finalmente, ejecutó una tercera que los dejó a todos dormidos, lo que aprovecharon los tres
para lograr salir sin sufrir daño alguno.
Cuando los Milé consiguieron derrotar a los Tuatha de Danann, Dagdé les entregó varios
palacios maravillosos, que estaban escondidos en las profundidades de la tierra, para que se
instalaran y vivieran en ellos definitivamente.
Con su arpa y las melodías que ejecutaba, atraía el cambio de las estaciones, además poseía
un caldero mágico, de cuyo contenido inagotable podían alimentarse todos los hombres de la
tierra.