Introducción a la Historia. Prof. Dr. Alejandro Villalobos M.
Heródoto de Halicarnaso y Tucídides
I. HERODOTO
1. “ La publicación que Heródoto de Halicarnaso va a presentar de su historia se dirige
principalmente a que no llegue a desvanecerse con el tiempo la memoria de los hechos públicos de
los hombres, ni menos a oscurecer las grandes y maravillosas hazañas, así de Griegos, como de los
bárbaros. Con este objeto refiere una infinidad de sucesos varios e interesantes y expone con
esmero las causas y motivos de las guerras que se hicieron mutuamente los unos a los otros. “
(Heródoto, Los 9 libros de la historia, Prefacio de la Obra)
2.- “ Me veo obligado a decir aquí lo que siento, pues aunque bien se en ello ha de ofender o
disgustar a muchísima gente, con todo, el amor, de la verdad no me da lugar a que la calle o
disimule”
(Heródoto, ibidem, VII, 139)
3.- “ Por lo que a mi me toca, miro como deber referir lo que se dice, pero no creerlo todo, y quiero
que esta mi prevención valga en toda mi historia…”
(Heródoto, ibidem, VII, 152)
4. - “Sea de esto lo que fuere, así nos lo cuentan al menos los Persas y Fenicios, y no me meteré
yo a decidir entre ellos, inquiriendo si la cosa pasó de este o del otro modo. Lo que sí haré…será
llevar adelante mi historia….”
(Heródoto, ibidem, I, 5)
5.- “…… críanse el pelo en la parte derecha de la cabeza, y se lo cortan en la siniestra; píntanse el
cuerpo de bermellón y pretenden ser descendientes de los Troyanos. Esta Región es Lidia, como
también lo restante de ella hacia el poniente, es mucho mas abundante en fieras y bosques que la
de los nómades, pues que la parte oriental de la Libia, que éstos habitan, es una tierra baja y
arenosa hasta llegar al río Tritón, pero la que de este río hacia el poniente, que es la parte que
habitan los lidios labradores, es un país en extremo montuoso, y muy poblado de árboles y de
fieras. Hay allí serpientes de enorme grandeza, hay leones, elefantes, osos y áspides. Vense asnos
con astas, hombres cinéfalos, y otros, si creemos a lo que nos cuentan, acéfalos, de quienes se
dice que tienen los ojos en el pecho, y otros hombres salvajes, así como machos y hembras..,”
(Heródoto, ibidem, IV, 191)
6.- “ …Por lo que a mi me toca, miro como un deber de referir lo que se dice, pero no creerlo todo,
y quiero que esta mi prevención valga en toda mi historia, ya que corre también otra voz que los
argivos fueron los que llamaron al Persa contra la Grecia, por no haberles salido muy mal la guerra
contra los Lacedemonios, queriendo vengarse por cualquier vía de sus enemigos, antes que sufrir la
pena de verse sujetados y vencidos.”
(Heródoto, ibidem, VII, 152)
Introducción a la Historia. Prof. Dr. Alejandro Villalobos M.
7.- “ Nada mas que indagar sobre el asunto, pero informándome cuan detenidamente fue posible,
he aquí lo que averigüé como testigo ocular hasta la ciudad de elefantina, y lo que supe de oídas
sobre el país que más adentro se dilata. Siguiendo pues, desde Elefantina arriba, darás con un
recuesto tan arduo, que es preciso para superarlo atar a tu barco por entreambos lados como un
buey sujeto por las astas, pues si rompiere por desgracia la cuerda, iríase río abajo la embarcación
arrebatada por la fuerza de la corriente. Cuatro días de navegación contarás con este viaje, durante
el cual no es el Nilo menos tortuoso que el meandro. El tránsito que tales precauciones requiere no
menos de doce shenos. Encuentras una llanura donde el río forma y circuye una isla que lleva el
nombre de Tacompso, habitada la mitad por los egipcios y la mitad por los etíopes, que empiezan a
poblar el país desde la misma Elefantina. Con la isla confina una gran laguna, alrededor de la cual
moran los Etíopes llamados nómadas...”
(Heródoto, ibidem, II, 29)
II. TUCIDIDES.
1.- “ En cuanto a los acontecimientos que tuvieron lugar la guerra, no creí oportuno escribirlas
enterándome por cualquiera ni guiándome por mi opinión, sino que relaté cosas en la que yo
estuve presente o sobre las que interrogué a los otros con toda la exactitud posible. La verdad fue
hallada con trabajo, por los testigos de cada suceso no decían lo mismo acerca de las mismas
cosas, sino de acuerdo con las simpatías o la memoria de cada uno. Para una lectura pública, la
falta de color mítico, de esta historia parecerá un tanto desagradable; pero me conformaría con
que cuántos quieran enterarse de la verdad de los sucedido y de las cosas que de alguna otra vez
hayan de ser iguales a semejantes, según la ley de los sucesos humanos, la juzguen útil. Pues es
una adquisición para siempre y no una obra de concurso que se desestima en un instante…”
(TUCIDIDES; Historia de la Guerra del Peloponeso, Prefacio, libro I.)
2. “ En cuanto a los discursos que unos y otros pronunciaron sea antes de la guerra, sea estando
ya en ella resultaba imposible rememorar la exactitud de lo que se dijo, tanto a mi como a quienes
me suministraban informaciones de cualquier parte; así los he narrado ateniéndome lo mas
estrictamente posible al espíritu general de lo que verdaderamente se dijo…”
(TUCIDIDES; Ibidem, I, 22.)
3.- “Durante todo el tiempo que, en la paz, estuvo al frente de la ciudad, la conducía con
moderación y la guardaba con seguridad, y bajo su mando se hizo muy poderosa, y una vez que
estalló la guerra, es evidente que en esta misma coyuntura previó su fuerza. Sobrevivió a su
comienzo dos años y seis meses, y cuando murió, se reconoció mejor el acierto de sus planes de
guerra pues afirmaba que los Atenienses vencerían si se mantenían a la defensiva, atendían
debidamente a la escuadra y o hacían nuevas conquistas durante la guerra ni exponían a la ciudad
al peligro; pero ellos hicieron todo lo contrario, y además se lanzaron, por ambiciones e intereses
particulares,… Y era aquello oficialmente una democracia pero era en realidad un gobierno del
primer ciudadano”.
(TUCIDIDES, II, 65)
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4.- en los discursos pronunciados por Alcibiales: “ No nos corresponde hasta qué limite queremos
mandar, sino que, puesto que estamos en esta situación la de tener un imperio, es una necesidad
para nosotros atacar a unos y no dejar en paz a los otros, puesto que corremos el peligro de ser
dominados por otros si no los dominamos nosotros a ellos…”
(TUCIDIDES VI,18)