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D A N T H O M P S O N
ReflexionessobrelaoraciónenlosSalmosConversacionesFRANCAS
Casi todos oramos. Es posible que tengamos sentimientos
encontrados en cuanto a la oración, pensando que no lo hacemos
muy bien, o que no entendemos completamente lo que estamos
haciendo pero, aún así, al menos oramos. ¿Por qué requiere tanto
esfuerzo? Este libro toma varias lecciones de los Salmos para
enfocarse en la verdadera pregunta: “¿Cómo logro que mi corazón
desee más a Dios, para entonces desear dedicar más tiempo para
hablar con Él?”. Todo comienza con “Conversaciones francas”.
Dan Thompson nació en Placetas, Cuba. Es
el segundo de los cuatro hijos del Rev. Les
Thompson. Luego de graduarse del Moody
Bible Institute, la Universidad de Miami y el
Reformed Theological Seminary, fue pastor en
iglesias de Carolina del Sur y Mississippi. Hoy
día es pastor de Christ Community Church en
Titusville, Florida, la cual se fundó bajo su
tutela hace más de 25 años.
	 Dan y su esposa Margaret tienen cuatro hijos y un nieto. Dan es
un ávido pescador y amante de la naturaleza.
Reflexionessobrelaoración enlos Salmos
ConversacionesFRANCAS Conversaciones
FRANCAS
ReflexionessobrelaoraciónenlosSalmos
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Reflexiones sobre la oración en los Salmos
D A N T H O M P S O N
Conversaciones
FRANCAS
Conversaciones FRANCAS – Reflexiones sobre la oración en los
Salmos por Dan Thompson
© 2015 Todos los derechos reservados
www.logoi.org
Ninguna parte de este libro podrá reproducirse de
ninguna forma sin permiso escrito previo de los editores,
con la excepción de citas breves en revistas o reseñas.
Traducción: Raúl Lavinz Roca
Angie Torres Moure
Editora: Angie Torres Moure
Diseño: Meredith Bozek
ISBN: 978-1-938420-52-8
DEDICATORIA
Este libro lo dedico a la familia de
Christ Community Church en Titusville, Florida.
Gracias por darme la libertad
para dedicar tiempo a la oración semana tras semana
y para estudiar la Palabra de Dios.
Agradezco especialmente a mi esposa, Margaret,
quien ha orado fielmente junto a mi y por mi,
por más de 30 años.
5Dan Thompson /
INDICE
Dedicatoria
Introducción.......................................................................................... 7
Capítulo 1: Cuando ores................................................................. 14
Parte I: “Padre nuestro que estás en los cielos...”................................ 29
Capítulo 2: ¿Es la oración una conversación de una sola vía?...... 30
Capítulo 3: Cuando Dios permanece en silencio................................ 44
Parte II: “Santificado sea tu nombre”.................................................. 59
Capítulo 4: Examíname, oh Dios................................................... 60
Capítulo 5: Piensa antes de orar.................................................... 78
Capítulo 6: Habla con Dios acerca de lo que él ha hecho............. 92
Parte III: “Venga tu reino, hágase tu voluntad”................................. 108
Capítulo 7: Sediento de Dios........................................................ 110
6 / Conversaciones Francas
Capítulo 8: Proclama su gloria entre las naciones...................... 122
Parte IV: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy...”...................... 137
Capítulo 9: ¿Puedes decir gracias?............................................... 138
Parte V: “Perdónanos nuestras deudas como también hemos perdonado
a nuestros deudores”.......................................................................... 153
Capítulo 10: La confesión no es suficiente.................................. 154
Capítulo 11: Un corazón contrito y humillado............................ 171
Parte VI: “No nos metas en tentación”.............................................. 187
Capítulo 12: Solamente Dios........................................................ 189
7Dan Thompson /
INTRODUCCIÓN
s irónico que yo esté escribiendo acerca de la oración. No soy un
experto en el tema. Con frecuencia me encuentro decepcionado con mi
vida de oración y me siento culpable por no orar con más frecuencia o
pasión. Tengo buenas intenciones pero no las llego a materializar. Sé algunas
cosas acerca de la oración, pero eso no necesariamente significa que oro bien.
	 El origen de los capítulos que vienen a continuación es una serie de
sermones que prediqué en la primavera y verano de 2013, en respuesta a
un pedido de parte de los ancianos de la iglesia donde llevo 24 años como
pastor. Mientras me encontraba terminando una serie de sermones basados
en el evangelio de Marcos, estos ancianos me pidieron que predicara unos
cuantos sermones sobre la oración basados en los Salmos. Uno de ellos dijo,
“He empezado a darme cuenta que no sé orar. Necesito un poco de estímulo
y ayuda para entender el tema de la oración a cabalidad”.
	 A medida que empezaba a preparar los sermones, mi deseo no era darle
a la gente técnicas para orar, o un mejor método de oración. He escuchado
gran cantidad de consejos, con el paso de los años, acerca de cómo orar, que
no han producido en mi vida un deseo mayor para, realmente, orar. Sé lo que
debería hacer. Sin embargo, lo que con frecuencia está faltando es el deseo
de hacerlo. Así que la pregunta que me hice fue: “¿Qué hago para que mi
corazón tenga un mayor deseo por Dios de tal manera que me vuelva hacia
El con más frecuencia y disfrute hablándole en oración más de lo que lo hago
ahora? ¿Qué tiene que ocurrir en mi corazón para que la oración sea una
parte más natural de mi vida en vez de un deber que debo cumplir?”
	 La razón por la cual me agradó la idea de hablar acerca de la oración
relacionada con los Salmos, fue porque los Salmos presentan un rico cuadro
acerca de la persona y el carácter de Dios. Pienso que nadie va a orar más,
o mejor, a menos que crezca su deleite en Dios. ¿Qué mejor lugar que los
Salmos puede uno encontrar, en la Escritura, al cual volverse para hallar
E
8 / Conversaciones Francas
expresiones de deleite en Dios?
	 Empecé la serie de sermones con una introducción al tema de la oración.
En nuestra iglesia tenemos primero el culto de adoración seguido por un
tiempo de conversación. Comencé a hacer esto hace cinco o seis años porque
quería saber lo que la gente estaba realmente escuchando en los sermones
que yo predicaba. Es fácil para un pastor suponer que la gente ha entendido
lo que él está explicando, que la aplicación ha sido clara y que la gente se
iría a sus casas y reflexionaría sobre lo que se había dicho y seguirían las
sugerencias hechas en la aplicación. Pero ese no es necesariamente el caso.
Para las personas es muy sencillo irse, después de un servicio de adoración,
y decir que el sermón fue bueno pero nunca más volver a pensar sobre el
mismo. Pensé que un tiempo de discusión, luego del sermón de cada semana,
podría ayudar a reforzar las ideas presentadas en el mismo. De manera que
ese ha sido nuestro patrón durante varios años.
	 Siempre hay cosas que quisiera decir en un sermón pero que tengo
que dejar fuera a causa de restricciones de tiempo. El rato de discusión me
permitía tratar el tema con un poco más de profundidad. También le daba
a la gente la oportunidad de hacer preguntas sobre algo que no hubiera
quedado claro en el sermón. También me daba una oportunidad de hacer
preguntas que ayudarían a las personas a que aplicaran las ideas presentadas
en el sermón.
	 Después de hacer la introducción al tema de la oración, y ubicarme en
los Salmos, invitaba a la gente a que hicieran las preguntas que tuvieran
acerca del tema y la práctica de la oración. Tomaba nota de sus preguntas
y les prometía hacer todo lo que pudiera para abordar algunas de esas
preguntas. Sus preguntas no me sorprendían. Me han hecho esas mismas
preguntas durante años y yo mismo me he hecho muchas de ellas:
	 “¿Realmente la oración cambia a algo?”
	 “¿Por qué, con frecuencia, Dios parece estar tan lejano?” Jesucristo nos
invita a pedirle al Padre por aquello que está en nuestros corazones, pero
9Dan Thompson /
¿qué debería yo pensar cuando Dios parece no responder mis oraciones? A
veces se siente como que si Dios ¡ni siquiera estuviera presente!”
	 “¿Es correcto exigir que Dios escuche, como algunos de los salmistas lo
hicieron?”
	 “¿Podemos cuestionar lo que Dios decide hacer en nuestras vidas, o sería
eso falta de fe y un insulto a Dios?”
	 “¿Cuál es la relación entre la soberanía de Dios y nuestras oraciones?
Si Dios ya ha determinado lo que va a hacer en una situación dada, ¿qué
diferencia puede causar mi oración?”
	 “¿Qué papel juega mi fe en las oraciones?, es decir, ¿debería yo suponer
que la razón por la cual Dios no ha respondido mis oraciones es porque no
tengo la suficiente fe; que si yo creyera más fervientemente mis peticiones se
cumplirían?”
	 “¿Por qué debería Dios preocuparse por mis insignificantes peticiones
cuando hay tanta gente en el mundo por la cual se tiene que preocupar?
¿Molesto a Dios con mis peticiones?”
	 A medida que escuchaba las honestas preguntas de la gente, y las escribía,
nuevamente me daba la impresión de que lo que la gente necesitaba no
era una serie de respuestas simplistas a aquellas preguntas. Necesitaban una
visión mayor acerca de quién es Dios y lo que significa para nosotros estar en
relación con él.
	 Obviamente hay mucho más de lo que yo dije sobre la oración, que
se pudo haber dicho, en esos mensajes. Hay muchos buenos libros sobre
la oración que están disponibles para aquellos quienes quieran leer más al
respecto. Hay libros disponibles acerca de hombres y mujeres cuyas prácticas
de oración son, o fueron, mucho más ricas de lo que han sido las mías, y
quienes, por consiguiente, están más cualificados para dar los consejos que
yo no me siento cualificado a dar. Como ya mencioné, no soy un experto
en la oración—pueden preguntarle e mi esposa—, necesito estímulo como
cualquier otra persona, cuando se trata de la práctica de la oración. Así que
10 / Conversaciones Francas
mi aproximación a todo esto es como la de un compañero de lucha.
	 Lo que he tratado de hacer es proveer algo de reflexión, acerca de la
persona y el carácter del Dios a quien oramos, y aplicaciones relacionadas con
lo que los Salmos dicen acerca de Dios y nuestra relación con El. He hallado
que disfruto más de la oración, y que con más frecuencia me dirijo a Dios en
oración, cuando me estoy deleitando en la persona y obra de Dios.
	 Probablemente, la mayoría de nosotros sabe algunas cosas respecto a
la oración. Hemos escuchado sermones y leído libros, o artículos de revistas,
acerca de la oración. Sabemos algunas cosas respecto a la teoría y teología
de la oración. Sería fácil convencernos a nosotros mismos de que el saber
algunas cosas acerca de la oración es tan bueno como orar. Sin embargo, saber
algunas cosas sobre la oración no es lo mismo que ser una persona de oración.
	 Tal como lo expresó el teólogo J.I. Packer: “Si hallas un vago disfrute
en una investigación de biblioteca acerca de la oración, pero terminas sin
tiempo, energía, o motivación para hacer más que balbucear unas cuantas
palabras de buenas noches a Dios al final del día, antes de irte a dormir, no
eres una persona de oración” (J.I. Packer en: La Oración: Encontrando nuestro
camino al deleite a través del Deber, p. 9).
	 En un ensayo titulado, “Meditación debajo de un cobertizo”, el escritor
cristiano C.S. Lewis escribió:
“Hoy estaba parado bajo el oscuro cobertizo. El sol brillaba afuera
y, a través de la grieta, en lo alto de la puerta, entró un rayo de sol.
Desde donde yo estaba parado, ese rayo de luz con motas de polvo
flotando en el mismo, fue lo más impactante en ese lugar. Todo lo
demás tenía un tono casi negro. Yo estaba viendo el rayo, no estaba
viendo las cosas que alumbraba.
“Luego me moví así que la luz cayó sobre mis ojos. Instantáneamente
todo el cuadro anterior se desvaneció. No ví más el cobertizo,
y (sobre todo) ningún rayo. En su lugar, ví, teniendo como marco
11Dan Thompson /
la irregular rendija en la parte alta de la puerta, hojas verdes
moviéndose en las ramas de los árboles afuera, y más allá de eso,
unos 135 millones de kilómetros a la distancia, el sol. Ver con el rayo
de luz y ver el rayo de luz son experiencias muy distintas”.
Lewis termina su analogía con una aplicación: “…es perfectamente
fácil ir, durante toda tu vida, dando explicaciones acerca del amor, la
religión, la moralidad, el honor, y cosas por el estilo, sin haber estado
dentro de ninguna de ellas…Continúas explicando una cosa sin saber
lo que es (C.S. Lewis, Dios en el Muelle).
	 La semana que me topé con ese ensayo había estado en Miami para
ver a mi sobrino David jugar su primer partido de béisbol como miembro
del equipo de la Universidad de Miami. He observado a David jugar béisbol,
siempre que podía ir a un partido, desde que él tenía cinco o seis años de
edad. Durante años, el sueño de David había sido jugar en el equipo de esa
universidad. Debido a que soy pastor y tenía que estar en casa a tiempo
para predicar el domingo, sólo pude observar el primero de una serie de tres
partidos. Los otros partidos los escuché por radio. Ellos ganaron los tres juegos
en su serie de apertura y David tuvo un gran fin de semana en el plato.
	 Cuando fue entrevistado en la radio, después de la serie, David dijo,
“Todo lo que aprendí acerca del béisbol lo aprendí de mi papá”. Decir eso fue
algo verdaderamente hermoso (el ama a su padre—mi hermano Ed—quien
toda su vida ha sido el fanático más grande de David). Sin embargo, eso fue
un poco exagerado.
	 Ed jugó fútbol en la secundaria y en la universidad (o, como el dice, donó
sus dos rodillas al fútbol universitario). Nosotros jugamos bastante béisbol en
el patio trasero de la casa mientras crecíamos. Creo que todos mis hermanos
y yo hicimos una corta temporada en las Pequeñas Ligas y jugamos en la Liga
de sofbol de la iglesia cuando estábamos en secundaria. A todos nosotros nos
gusta el béisbol.
12 / Conversaciones Francas
	 Ed ha estado observando a David jugar béisbol desde el tiempo en que
David casi empezaba a caminar. La primera palabra que pronunció David fue
“pelota”. Ed fue, probablemente, la primera persona en lanzarle una pelota a
David de modo que la pudiera golpear con un bate. Ed le mostró cómo lanzar
y atrapar. Ed hizo que David jugara en equipos organizados, tan pronto como
David tuvo la edad suficiente. A través de los años Ed ha aprendido bastante
acerca del béisbol: ha escuchado las cosas que los entrenadores de David han
comentado. Ha estudiado el juego. Ha observado a David jugar cientos de
partidos, desde las ligas menores pasando por los campeonatos estadales de
secundaria, y ahora en el béisbol universitario. Durante años, Ed y David han
ido a partidos de béisbol en la universidad de Miami. Han visto a los Marlins
de Miami en vivo y en televisión. Ellos, inclusive, compraron las camisetas
cuando Miami ganó la serie mundial en 2003.
	 En la actualidad, Ed sabe bastante acerca del juego de béisbol. El ama
el béisbol. Puede hablar durante horas acerca del mismo. Sin embargo,
aparte del patio trasero de la casa y, a lo mejor, algo de las pequeñas ligas,
realmente ¡nunca ha jugado béisbol! Nunca se ha parado en el plato de bateo
para enfrentar un lanzamiento de bola rápida a una velocidad de 135 kph.
	 No estoy menospreciando a mi hermano menor. Estoy seguro que si él
no hubiera estado en una prueba de selección, después de cada temporada
de fútbol, probablemente habría sido un buen jugador de béisbol—él era
un buen atleta todo terreno. Sin embargo, como ocurrió con el rayo de luz
de C.S. Lewis, hay una diferencia abismal entre saber acerca del béisbol y
experimentarlo en realidad al jugarlo.
	 He sido pastor durante treintiún años. En esos años he leído muchos
libros y sermones acerca de la oración escritos por personas como Charles
Spurgeon, Martín Lutero, y otros. He leído colecciones completas de oraciones
de los puritanos. He escuchado algunos sermones muy buenos acerca de la
oración. He orado con, y por, mucha gente—personas que estaban enfermas,
otros agonizando, gente que venía pidiendo consejo pastoral. He guiado
13Dan Thompson /
oraciones colectivas semana tras semana, año tras año. He predicado acerca
de la oración y enseñado en relación con pasajes de la Escritura que tienen
que ver con el tema de la oración. Sin embargo, conocer acerca de la oración
y orar verdaderamente, son dos cosas diferentes.
	 La mayoría de nosotros probablemente sabe lo suficiente, acerca de la
oración, como para auto-convencernos de que saber algo acerca de la oración
es tan bueno como hacerlo. Sin embargo, saber algunas cosas acerca de la
oración no es lo mismo que ser una persona de oración.
	 Mi deseo, al ir a los Salmos para considerar los patrones y modelos de
oración, fue animar a la gente de nuestra congregación a disfrutar a Dios
y aprender a expresar ese placer simplemente hablando con Dios más
frecuentemente. Espero que estos sermones sean un estímulo para usted y
fomenten que usted vaya al Padre con más frecuencia y naturalidad en
oración.
¿
C
Capítulo 1
14 / Conversaciones Francas
ómo aprendiste a orar?
Si estás con cristianos por un tiempo, tarde o temprano
vas a oír a alguien orar más o menos así: “Te suplicamos,
misericordioso Señor y Padre Celestial, que atiendas nuestras peticiones al
humillarnos delante de ti esta mañana…”. Por alguna razón la persona que
está orando piensa que Dios todavía habla el lenguaje antiguo de la Biblia.
	 En el otro extremo, recientemente escuché decir, a alguien a quien se le
había pedido que orara antes de una reunión: “Oye, Jesús. Sí. Solo queremos
venir a ti y agradecerte, Señor…”. ¿Oye, Jesús?, eso suena un tanto informal
para dirigirse a un rey, ¿no crees?
	 La gente aprende a orar, generalmente, escuchando orar a otras personas.
Tú escuchas orar a alguien a quien respetas, como cristiano, y supones que
esa es la forma correcta de orar. Consciente, o inconscientemente, imiítas esas
oraciones o, al menos, el vocabulario y estilo de dichas oraciones.
	 Si creciste dentro de una familia cristiana y asististe a la iglesia toda tu
vida, el concepto de oración te es familiar. Es algo que los cristianos hacen o,
al menos, algo que ellos deberían hacer. Honestamente, el tema de la oración
es, probablemente, algo acerca de lo cual te sientes culpable. Sabes que no lo
Cuando ores
15Dan Thompson /
haces tan bien o tan frecuentemente como debieras. Sin embargo, la idea de
lo que es la oración no te suena como algo extraño.
	 Ahora bien, si no creciste asistiendo a la iglesia, o en una familia cristiana,
la idea de lo que es la oración probablemente te sea un tanto extraña.
Imagina que nunca has visitado ninguna iglesia de ningún tipo ni has oído
nada acerca de la Biblia. Entonces, un amigo que es cristiano te invita a su
casa a un estudio bíblico y piensas que eso lo alegraría así que accedes y vas.
Te pareció interesante. Un grupo de personas se sentó y conversó acerca de
algo que leyeron en la Biblia.
	 Luego la reunión se volvió algo rara. Todos cerraron sus ojos y empezaron
a hablar en voz alta a alguien que uno no podía ver. Nadie dio una
miradita, sólo tú lo hiciste. Pensaste, “¿Por qué todos cierran sus ojos si
de todas maneras no pueden ver a Dios?”. Escuchaste, y algunas personas
del grupo le hablaron a Dios, y otros no. En verdad tú no lo hiciste porque
pensaste, “No sabría qué decir…”. Tenías temor de que si empezabas a
hablarle a Dios justo allí, en frente de otras personas, aun cuando sus ojos
estuvieran cerrados, reconocerían tu voz y sabrían de inmediato que no tenías
ni idea de qué se trataba esto.
	 Sin embargo, puede ser que después de unas semanas, o meses, lo que
estabas escuchando acerca de Dios, en la Biblia, empezó a tener sentido y te
convertiste en cristiano. Empezaste a ir a un servicio de adoración en el local
de una iglesia. Por fin, cuando te reuniste con un grupo de cristianos tuviste la
suficiente valentía para tratar de orar en público. Como ya habías escuchado a
otros del grupo, tomaste el vocabulario. De esa manera, una semana en que
el grupo se reunió para cenar te ofreciste para orar antes de la comida.
Oraciones a la hora de comer
	 Probablemente fue algo como esto: “Padre celestial, bendice esta comida
para que nutra nuestros cuerpos, y a nosotros para servirte. En el nombre de
Jesucristo. Amén”. Entonces pensaste, “¡Lo hice. Oré y nadie se rió!”. No tenías
16 / Conversaciones Francas
ni idea de lo que esas palabras realmente significaban, sin embargo oraste
en público. Ahora, ya sabías cómo orar. Además, a su tiempo, hasta corriste
el riesgo de hacer una oración un poco más larga en el tiempo de oración del
grupo.
	 Luego de esto, lo intentaste en tu casa. Después de todo se supone que
los cristianos deben orar. Así que por un sentido de deber lo intentaste. No
oraste en voz alta porque no había nadie alrededor. Sólo fue como pensando
las palabras, y pediste a Dios que ayudara a alguien que estaba enfermo, o
bendijera a un misionero al cual la iglesia estaba apoyando.
	 Tal vez intentaste eso durante unos días. Sin embargo, después de un
tiempo daba la sensación que era algo sin sentido. No era tan significativo o
divertido. Honestamente era un poco aburrido. Le hablabas a Dios, pero El no
te hablaba. Era difícil mantener tu mente enfocada, así fuera durante unos
pocos minutos. De esa manera, decidiste dejar la oración para los expertos (el
pastor y los líderes de la adoración en la iglesia). De vez en cuando, si algo te
recuerda que deberías orar, o cuando parece ser una buena idea, haces una
corta oración. Aparte de eso, la oración no es parte de tu vida diaria.
	 Tengo la sospecha de que tu experiencia es mucho más común de lo que te
imaginas.
	 Puede ser que parte del problema sea que no entendemos lo que es la
oración y no hemos acudido a las fuentes adecuadas para aprender cómo
orar. El salmista escribe, “Guíame, Señor, por tu camino…” (Salmo 27:11). El
está pidiéndole instrucciones a Dios. Esa es la fuente adecuada cuando se
trata de aprender a orar. Si quieres aprender cómo orar, necesitas ir a Dios, a
través de su palabra, la Biblia. No seas simplemente imitador de alguien cuya
oración te impresione. Tampoco supongas que aprenderás a orar, de manera
instintiva, a medida que transcurra tu tiempo de vida como cristiano.
	 La forma correcta de acercarse a Dios en oración se aprende de Dios en
la medida que él nos enseña mediante su Espíritu, obrando a través de su
palabra. Además, él nos ha dado excelentes instrucciones en la Escritura,
17Dan Thompson /
particularmente en los Salmos: ciento cincuenta modelos de alabanza,
acción de gracias, petición, intercesión, y meditación que deberían ponernos
al corriente sobre la forma de acercarnos, y hablarle, a Dios.
Enséñanos a orar
	 Estoy seguro que fue algo accidental, pero los discípulos de Jesús se
hicieron eco del pedido del Salmo 27 (Guíame, Señor, por tu camino) cuando
le pidieron a Jesús “Señor, enséñanos a orar, así como Juan le enseñó a sus
discípulos” (Lucas 11:1). Jesús estaba orando y sus discípulos lo vieron, y
oyeron, cuando oraba. Había algo diferente acerca de la forma en que
Jesús oraba. El no trataba de impresionar a nadie. Era genuino, verdadero y
atractivo. No recitaba oraciones memorizadas, si no ellos podrían haber
memorizado las palabras usadas por Jesús y orar como El lo hizo. De manera
que le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”.
	 En el relato de Lucas, Jesús les dio lo que nosotros llamamos el
Padrenuestro. Mateo, al relatar el mismo hecho nos dice que, primero, Jesús
les dijo algunas cosas a ser evitadas:
“Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para
llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les
dará ninguna recompensa. Por eso, cuando des a los necesitados, no
lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las
sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les
aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien,
cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo
que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre,
que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Cuando oren, no
sean como los *hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les
aseguro que ya han obtenido toda su recompensa” (Mateo 6:1-5).
18 / Conversaciones Francas
	 Aquellos a quienes Jesús identificó como hipócritas oraban a fin de ser
vistos y admirados. Estaban más preocupados por lo que otras personas
pensaran acerca de ellos, que por lo que Dios pensaba. Ellos no estaban
orando, estaban actuando.
	 Cuando Jesús oraba era diferente. Jesús le hablaba a Dios como un niño
habla con su padre. Sus oraciones eran espontáneas, plenas de la convicción
de que Dios no está distante sino cercano.
	 Jesús continuó, diciendo:
“Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta
y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se
hace en secreto, te recompensará” (Mateo 6:6).
	 Soy pastor y tengo que orar en público cada semana. ¿Está Jesús diciendo
que orar en público es una mala idea? No. Es la actitud del corazón lo que
importa.
	 Estoy seguro que te has encontrado en situaciones en las cuales sabías
que había otras personas que esperaban que oraras en voz alta. Puedo
recordar el terror verdadero que eso me causaba cuando era más joven. El
pastor de jóvenes nos pidió que oráramos alrededor de un círculo formado.
Yo estaba en el círculo. Todos se darían cuenta si yo no oraba. Tenía que decir
algo. Mientras otras personas estaban orando, yo contaba cuántos faltaban
antes de que me correspondiera orar. Mentalmente, iba practicando lo que
iba a decir de manera que no pareciera un idiota cundo llegara mi turno.
	 ¿Era eso orar? De ninguna manera. Yo no estaba pensando acerca de Dios
ni hablándole en absoluto. Estaba preocupado de lo que otros en el grupo
pensarían de mí. Estaba “orando” para ser visto por los hombres, para obtener
su admiración.
	 Jesús les dijo a sus discípulos que no fueran como los hipócritas que se
aseguran de terminar en la esquina de una calle en las horas prescritas del
día para la oración, de manera que pudieran tener audiencia. Deseaban ser
19Dan Thompson /
	 admirados, que la gente los admirara. Ellos recibieron su “recompensa”—la
aprobación de otros hombres. Sin embargo, Dios no se deja impresionar con
todo aquello. Eso no es oración.
Frases vacías
	 Además, Jesús continuó,
“Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los *gentiles, porque
ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No
sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes
de que se lo pidan” (Mateo 6:7-8).
	 Algo parecido a lo que nosotros llamamos “oración” está ocurriendo
en todo el mundo, ahora mismo, en todos los tipos de religiones: se están
ofreciendo oraciones a varios dioses en la India, a Allah en el Medio Oriente,
a los ancestros en varias culturas, a los santos y a la vírgen María, la madre de
Jesús, por parte de los católicos romanos. Los cristianos no son los únicos que
oran. Sin embargo, en todas estas “oraciones”, ¿qué puedes discernir acerca
del concepto que la gente tiene de Dios, o de sus dioses, por la forma en que
oran?
	 Posiblemente hayas visto fotos de ruedas de oración en las montañas
de Nepal. A un molinete impulsado por el viento se le adjuntan
fragmentos de papel con oraciones escritas. Simplemente piensa cuántas
veces da la vuelta la oración en un día verdaderamente ventoso. ¿Qué
piensan, acerca de cómo son sus dioses, aquellos que colocan sus oraciones
en un “molinete” de oración”? Lo que parece importar no es el corazón de
la persona que ora, sino el número de veces que se hace la oración. Los
dioses son movidos a dar una respuesta por el número de veces que una
petición es hecha. La persona que hace la petición no sabe cuál es ese número
(cuántas veces la oración tiene que dar la vuelta para obtener la atención de
los dioses), sin embargo hace que la petición vaya dando vueltas, una y otra
vez, esperando que llegue al número preciso y obtenga una respuesta de
20 / Conversaciones Francas
parte de los dioses.
	 En el Islamismo, los musulmanes devotos oran a Allah en los momentos
prescritos, cinco veces al día. No importa dónde estén, cuando se hace el
llamado a la oración, se arrodillan con el rostro en la dirección correcta, se
inclinan ante Dios, que es la posición correcta, y repiten las oraciones prescri-
tas. Probablemente hayas visto cuadros de musulmanes de rodillas tocando
el piso con sus frentes, en sus esterillas de oración. Día tras día ellos siguen
sus patrones prescritos para la oración como parte de su devoción a Dios.
	 Aquí hay, probablemente, algo que podemos aprender de los budistas
acerca de la persistencia en la oración por algo que nos interese. Además,
hay algo que podríamos aprender de los musulmanes sobre ser devotos a
la oración persistente. Sin embargo, ¿qué tipo de Dios se deja impresionar
más con el mero volumen de palabras y horas invertidas orando que con las
actitudes de corazón de la persona que ora? ¿Qué tipo de Dios se preocuparía
más por el momento del día en que oras que por los deseos y actitudes de tu
corazón?
	 Jesús nos dijo que no fuéramos como los gentiles quienes piensan que
serán escuchados porque usan una gran cantidad de palabras. Por otra parte,
la forma en que tú oras y las palabras que usas cuando oras, ¿qué revelan
acerca de lo que tú crees sobre cómo es Dios?
Una ayudita, por favor
	 Jack Miller, el fundador de la Misión Cosecha Mundial, dijo que una vez
le preguntó a su esposa, “Rose Marie, si pudieras cambiar algo de mí, ¿qué
sería?” Ella le respondió, “Tú no sabes escuchar”. De esa forma, Jack empezó
a orar así, “Señor, perdóname por no escuchar a mi esposa. Ayúdame a ser un
mejor oyente”.
	 ¿Ves algún problema con esa oración? Simplemente, en base a esas
palabras, ¿qué era lo que Jack Miller creía acerca de Dios y de sí mismo? Al
decir, “Ayúdame”, lo que Jack quiso decir fue, “Dios, yo lo puedo hacer. Puedo
21Dan Thompson /
ser un mejor oyente con un empujón de tu parte. Todo lo que necesito es algo
de ayuda”.
	 Un año más tarde, después de haberle pedido a Dios que lo ayudara a ser
un mejor oyente, volvió a preguntarle a su esposa, “Rose Marie, si pudieras
cambiar algo de mí, ¿qué sería?”. Ella le respondió, “Tú no sabes escuchar”.
El se sintió impactado. Comentó que le había tomado un tiempo entender
que no se podía cambiar a sí mismo sólo con una pequeña ayuda de Dios.
Necesitaba un cambio de corazón, y sólo Dios podría cambiar su corazón. Esa
convicción operó un cambio en su manera de orar. En vez de decir solamente,
“Ayúdame a hacer esto”, comenzó a pedirle a Dios que cambiara en él lo que
él no podía cambiar mediante sus propios esfuerzos. Algunas veces, cuando le
pedimos ayuda a Dios, reconocemos nuestra dependencia de El. Sin embargo,
a veces ello representa pronunciar “frases huecas”, palabras que suenan
piadosas, pero que no significan nada.
	 ¿En qué otro contexto tendemos a repetir oraciones que se convierten
en palabras huecas? ¿Qué tal con nuestras oraciones antes de las comidas?
¿Con qué frecuencia has escuchado, u orado, algo parecido a esto: “Bendice
estos alimentos para que nutran nuestros cuerpos…”. Eso suena muy espiri-
tual, así que tomaste, y usaste, esas palabras. Pero, ¿qué significan? ¿Acaso la
comida no sería una bendición o no nutriría nuestros cuerpos físicos si no le
pidiéramos a Dios que la usara para esos fines? ¿Es que Dios lleva a cabo un
milagro especial cuando se le pide que bendiga la comida para el nutrimiento
de nuestros cuerpos? ¿Elimina Dios los gérmenes que podrían habernos
enfermado si no hubiésemos orado? ¿Es esa la razón para orar antes de comer?
	 ¿Qué es lo que quieres decir cuando le pides a Dios que “bendiga esta
comida”? En cierta oportunidad estuve en una reunión familiar y uno de mis
sobrinos llegó tarde a la cena. Todos lo saludamos y alguien le dijo, “Toma
asiento y come, la comida ya ha sido bendecida”. ¿Qué significa eso? ¿Significa
que repetimos el conjuro mágico prescrito para invocar la protección de la
deidad sobre la comida y que ahora está apta para comerla?
22 / Conversaciones Francas
	 ¿No es acaso la razón para orar antes de una comida el recordar que todas
las cosas provienen de Dios? Jesús nos enseñó a orar, “Danos hoy nuestro pan
de cada día”. Dios nos ha dado comida que comer, de modo que venimos
delante de El, recordamos nuestra dependencia en él y expresamos nuestra
gratitud por su bendición sobre la comida y la bebida.
	 Jesús les dijo a sus discípulos que, en vez de un montón de palabras
repetidas vez tras vez, oraran con sinceridad. Es el corazón lo que importa y
tu creencia acerca de quién y cómo es Dios moldeará la forma en que ores.
La oración tiene que ver con las relaciones
	 Si hablaras con tu esposa sólo cuando otras personas pudieran ver y
oír lo que dices y si tu propósito fuera el de impresionar a esas personas
para que pensaran cuán maravilloso esposo eres, debido a tus amorosas
expresiones, ¿crees que a tu esposa le gustaría escuchar tus palabras? Ella
quiere que le hables, no con floridas palabras que has memorizado, o
diciendo exactamente lo mismo que has venido diciendo todos los días
durante años. ¡Ella quiere que le hables verdaderamente! Ella quiere que
desees conocerla y que le permitas conocerte diciéndole lo que piensas y
cómo te sientes acerca de cosas que hayan ocurrido.
	 Dios es una persona. El nos ha hablado mediante la creación y, más
claramente, en su palabra escrita. Nos ha dado su espíritu para abrir nuestras
mentes a lo que dice en su palabra. También nos invita a conversar con él, a
expresarle lo que pensamos, lo que sentimos, lo que tememos, lo que no nos
gusta y lo que sí nos gusta.
Un modelo de oración
	 Después de haberles advertido en contra de orar simplemente para
impresionar a otros, y contra la repetición de palabras sin sentido, Jesús les
dio a sus discípulos un modelo de oración. Lo llamamos El Padrenuestro,
pero no es una oración que Jesús haya hecho una y otra vez. ¡No puede
23Dan Thompson /
ser! La petición “Perdónanos nuestras deudas (nuestras transgresiones)”, está
incluida. Jesús nunca necesitó pedirle al Padre que lo perdonara. El nunca
pecó. Así que, habiendo advertido a sus discípulos que no hicieran de la
oración un asunto de repetir palabras una y otra vez, con toda certeza no
les habría dado una oración que debieran memorizar y orar palabra por
palabra, día tras día. No hay nada equivocado en recitar el Padrenuestro en
un contexto de adoración. Sin embargo, lo que Jesús nos dio es un modelo
de oración.
	 El les dijo:
“Vosotros, pues, oraréis así: ‘Padre nuestro que estás en los
cielos,santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad,
como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en tentación, sino
líbranos del mal’” (Mateo 6:9-13).
	 En los capítulos que siguen vamos a observar patrones de oración que
podemos encontrar en los Salmos. Lo que se encuentra en este modelo
de oración, que Jesús nos dio, son aspectos de la oración profundamente
arraigados en los Salmos. El Padrenuestro es una oración modelo, un patrón
para orar. Jesús les dio a sus discípulos algunos tipos de cosas por las cuales
orar. Dichos tipos de cosas por las cuales orar las vamos a encontrar en los
Salmos. En un sentido, al esqueleto del Padrenuestro se le da cuerpo en
los Salmos.
	 Permítanme explicarlo brevemente demostrando cómo se pueden
encontrar en los Salmos cada una de las peticiones del Padrenuestro.
Padre nuestro que estás en el cielo
	 Ningún judío piadoso, antes del tiempo de Jesús, se dirigía a Dios
como “padre”. Ese íntimo término relacional fue introducido por Jesús. Los
24 / Conversaciones Francas
salmistas, escribiendo cientos de años antes del tiempo de Jesús, no se
dirigieron a Dios como “Padre”. Esa es una forma distintivamente cristiana de
dirigirse a Dios. Sin embargo, a medida que prestes a tención a las distintas
formas en que los salmistas se dirigían a Dios, lo que encuentras son términos
que implican una relación de intimidad.
“Oh SEÑOR, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda
la tierra!” (Salmo 8:1).
“¡Sálvame, SEÑOR mi Dios, porque en ti busco refugio!” (Salmo 7:1).
	 El término SEÑOR (todo en mayúsculas), en nuestras traducciones
bíblicas, es la palabra Yahweh. Cuando Moisés se encontró con Dios en la
zarza ardiente y Dios le ordenó que regresara a Egipto para decirle al Faraón
que dejara en libertad al pueblo de Israel, Moisés le dijo a Dios: “Supongamos
que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha
enviado a ustedes.” ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?” —
YO SOY EL QUE SOY —respondió Dios a Moisés. Y esto es lo que tienes que
decirles a los israelitas: “YO SOY me ha enviado a ustedes” (Éxodo 3:13-14).
	 Cuando un Salmo comienza dirigiéndose a Dios como SEÑOR, el nombre
que se usa es este nombre revelado por Dios. Literalmente se puede traducir
como “Yo soy”. Sin embargo, en el contexto del Pacto del Antiguo Testamento
esta expresión significa “Yo estoy contigo para bendecirte”.
	 De tal manera, el nombre de Dios al comienzo del Salmo refleja una
intimidad, una cercanía, un cierto privilegio que le pertenece al pueblo de
Dios. Jesús intensificó ese sentido de intimidad con Dios al animarnos para
dirigirnos a Dios como “padre”. Sin embargo, la oración en la Biblia siempre
ha asumido una relación de cercanía con Dios.
Santificado sea tu nombre
	 A la oración le concierne la gloria de Dios. Los Salmos son una rica
fuente, no sólo de información acerca de Dios sino para aprender maneras de
25Dan Thompson /
deleitarse en la majestad, belleza y gloria de Dios. Dios es santo. Dios
está en lo alto y es exaltado. El es trascendente—está muy por encima de
nosotros. Nuestro Padre en el cielo es infinitamente santo y esa realidad crea
un equivalente de reverencia y temor al venir ante Dios. Somos pecadores—
perdonados, justificados, adoptados, pero todavía pecaminosos.
	 Esta petición, “santificado sea tu nombre” tiene su paralelo en los Salmos:
“¡Exaltad al SEÑOR!”, “¡Magnificad al SEÑOR!”. Exaltar es poner en lo alto,
desde una posición de humildad a una posición de honor. Aumentar en
estatus, dignidad y honor. No podemos hacer que Dios esté en un estatus más
alto que en el cual ya está. No podemos hacer que Dios sea más dignificado
o más digno de honor. No podemos hacer que Dios sea más santo de lo que
ya es. Entonces, ¿por qué los salmistas nos llaman a exaltar y magnificar a
Dios? ¿A qué estatus más alto puedes elevarlo? ¿Qué posición más elevada se
le puede dar a Dios que la de Rey de Reyes y Señor de Señores? ¿Quién es más
alto que el Dios altísimo?
	 Exaltar a Dios significa que nuestra estima de él sea elevada, o levantada
más alto. De la forma en que pienses de Dios depende que él sea santificado
y honrado con el respeto que le corresponde.
Venga tu reino
	 Dios gobierna sobre todas las cosas. El es soberano sobre hombres y
naciones. En esta petición no le estamos solicitando a Dios que empiece a
reinar. Estamos expresando un anhelo porque el reino visible de Dios se
extienda en este mundo. Estamos pidiendo que la gente, incluyéndonos a
nosotros mismos, honre a Dios y reconozca su señorío.
	 Si Dios está reinando como rey soberano sobre toda la tierra, ¿por qué
existe tanto mal y quebrantos en nuestro mundo? Los Salmos te darán
ejemplos del tipo de preguntas honestas que le puedes hacer a Dios y de la
perspectiva que él te dará a medida que hagas esas preguntas. Los Salmos
están repletos de expresiones de deseos porque el rReino de Dios sea evidente
26 / Conversaciones Francas
en la vida. Los anhelos expresados en los Salmos son para que las personas y
las naciones de este mundo conozcan y honren a Dios.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo
	 Las oraciones en los Salmos están, con frecuencia, enfocadas en las
dificultades que las personas experimentan en este mundo caído. Lo que
experimentamos en la vida no tiene sentido si es que Dios gobierna sobre
todas las cosas. Lo que tiene lugar en nuestro mundo con frecuencia no
parece ser la voluntad de un Dios bueno y amoroso. A menudo nos
confundimos porque lo que experimentamos no encaja con las ideas que
tenemos acerca de cómo debiera obrar Dios en nuestras vidas. Por lo tanto
el pueblo de Dios clama a él por justicia, por cambios, por entendimiento.
Danos hoy nuestro pan de cada día
	 El hecho de que podamos ir a la tienda de víveres y comprar lo que
necesitamos sin ninguna dificultad, así como que tengamos comida en la
despensa, y el refrigerador, hace que nos sea fácil olvidar que Dios es quien
nos provee cada día lo que necesitamos para vivir. Cuando estás sin trabajo y
no puedes encontrar un empleo, y se empiezan a amontonar las deudas, te
ves forzado a reconocer cuán desesperadamente necesitas que Dios te provea
lo que necesitas para vivir. Cuando tienes hambre y se te provee la comida,
ser agradecido es sencillo. Cuando tienes todo lo que necesitas es fácil olvidar
el darle gracias a Dios por su provisión.
	 Los Salmos están repletos de acciones de gracias y aprecio por las
provisiones de Dios para su pueblo. Los escritores de los Salmos expresaron
su dependencia de Dios para todas las cosas.
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores
	 Somos pecadores. El pecado crea una deuda relacional con Dios—no
le hemos honrado como debiéramos. Pecamos contra Dios, contra otras
27Dan Thompson /
personas, y otras personas pecan contra nosotros. Jesús les enseñó a sus
seguidores a reconocer sus deudas de pecado ante Dios en forma habitual.
También a enfrentar la verdad acerca de la forma en la cual nuestros pecados
afectan nuestra relación con Dios y entender que necesitamos su perdón. A
veces comprendemos la forma en que nuestros pecados impactan a Dios al
sentir el impacto de los pecados de otras personas contra nosotros.
	 En los Salmos hay grandes ejemplos de remordimiento, confesión y
arrepentimiento. Necesitamos entender que hay una gran diferencia entre
admitir simplemente que hemos pecado, y arrepentirnos verdaderamente
volviéndonos a Dios reconociendo nuestra necesidad de la misericordia y
gracia de Dios. Los Salmos nos proporcionan una comprensión más profunda
de lo que significa orar pidiendo, “perdónanos nuestras deudas…”.
Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal
	 Mientras leemos los Salmos no nos tomará mucho tiempo encontrar a
los salmistas pidiéndole protección a Dios, reconociendo sus debilidades, y
buscando a Dios para que les libre de sus enemigos, de la oposición y del
maligno. En los Salmos hay una honestidad en relación al quebranto de
nuestro mundo, a los males que sufrimos y a la sensación que tenemos,
cuando sufrimos injusticias, de que necesitamos un defensor y un vengador.
	 Cuando pecan contra nosotros, la tentación es querer tomar la venganza
en nuestras propias manos. No queremos solamente estar a mano, queremos
ir adelante en el marcador. Sin embargo terminamos empeorando las cosas.
	 Es más, las experiencias de injusticias en contra nuestra, a menudo nos
conducen a la tentación de rechazar a Dios. Las mentiras y tentaciones de
Satanás no han cambiado a lo largo de los siglos. “¿En verdad Dios dijo eso?
Dios sabe que eso no sucederá. Dios no es bueno, les está ocultando algo
que sería bueno para ustedes”. En esos momentos en los cuales Dios permite
que experimentemos sufrimiento, o que pequen contra nosotros en forma
dolorosa, sentiremos la tentación de no creer que Dios es sabio en lo que elige
y que no es bueno en lo que hace.
28 / Conversaciones Francas
	 Los Salmos nos enseñan a traerle a Dios aquellas formas en que hemos sufrido
injusticias e implorarle que se encargue de quienes han pecado contra nosotros—
que nos libre del mal. Y, los Salmos nos traen de vuelta nuestras preguntas, no
respondidas, acerca de la obra de Dios en nuestras vidas para recordarnos que
Dios es bueno y sabio en todo lo que hace.
La oración es un privilegio
	 Los Salmos no fueron escritos para darnos un método de oración, o proveernos
instrucciones sobre la técnica correcta para orar. En realidad ellos son una
colección de cantos. Sin embargo, en esos cantos de alabanza y adoración, de
confesión y petición, podemos aprender mucho acerca del Dios al cual oramos.
	 No estoy diciendo que tengamos que ir más allá de lo que Jesús nos enseñó
acerca de la oración. Estoy diciendo que lo que Jesús expresó también se
encuentra en los Salmos. Jesús conocía estos cantos y oraciones de Israel. Con
frecuencia estaban en su mente—hasta cuando estaba clavado en la cruz (el Salmo
22 empieza y termina con palabras que Jesús clamó en la cruz). El Dios que Jesús
describió, cuando les enseñó a sus discípulos a entender la disposición de Dios de
escuchar sus oraciones, es el mismo Dios que se puede encontrar en los Salmos.
	 La oración bíblica asume esta verdad acerca de Dios: El es una persona que
quiere conocernos y ser conocido. Una fuerza, o un poder impersonal, no puede
escuchar ni responder. Dios es una persona que escucha, que se preocupa, que
invita, que ama, que protege y se deleita en ser conocido.
	 El privilegio de aproximarnos a Dios de esta manera es impactante. Jesús es
exclusivamente el hijo de Dios, y Dios es exclusivamente su pPadre. Cuando Jesús
oraba se acercaba a su padre como su hijo único. Sin embargo, ahora el deja en
claro que aquellos que están en relación con él han sido traídos a esta relación
íntima con Dios. Ahora podemos llamar a Dios “Padre” y venir a él como hijos
amados.
	 En última instancia, es lo que creemos acerca de Dios en nuestros corazones
lo que moldeará la forma en que oramos.
29Dan Thompson / 29
“Padre nuestro que estás en los cielos...”
ESÚS NOS ENSEÑÓ A ORAR A DIOS COMO “PADRE”. Un aspecto
clave de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas es
convencernos de que somos hijos e hijas adoptivos de Dios. Él
nos enseña a clamar a Dios como “¡Abba! ¡Padre! “
	 Si Dios es nuestro Padre, ¿por qué a menudo sentimos que la oración
es una conversación de una vía? A menudo pensamos que Dios está muy
lejos, difícil de alcanzar, indiferente a nuestra vida cotidiana. Muchas veces le
pedimos a Dios que intervenga en una situación difícil o para mostrar su
gloria y poder cambiando circunstancias que tienen que cambiar, pero Dios no
parece intervenir y las circunstancias no cambian. ¿Por qué a menudo
sentimos que Dios no nos está escuchando cuando oramos?
	 Los salmistas nos recuerdan de muchas maneras que Dios no está callado
– él está hablando todos los días en formas que son claras y personales. Y los
salmos nos invitan a derramar nuestros corazones a Dios cuando la vida no
tiene sentido y parece que Dios está muy lejos.
PARTE I
30 / Conversaciones Francas
UE UNA MANERA INOPORTUNAMENTE SILENCIOSA de
comenzar un seminario sobre la oración. Antes de comenzar
la enseñanza, Paul Miller pidió a aquellas personas que
habían llegado para aprender más acerca de la oración que
pasaran cinco minutos orando. Luego, les pidió que le dijeran lo que habían
experimentado en esos cinco minutos de silencio mientras oraban. Ellos
respondieron:
	 “Parecía una conversación de una sola vía. Yo solo fui el que
habló”.
	 “Fue aburrido”.
	 “Parecía que el tiempo se prolongaba—dio la sensación que
fueron más de 10 minutos. Me pregunté a mí mismo, ‘¿no han pasado
ya los cinco minutos’?”.
	 “Mi mente se distrajo. No me pude concentrar”.
	 “Parecía que Dios no estaba allí y yo simplemente estaba
pensando en palabras”.
¿Es la oración una conversación de una sola vía?
Capítulo 2
F
31Dan Thompson /
	 Luego de haber escrito sus respuestas en una pizarra, las leyó al grupo
y pasó a lo que la gente había dicho en seminarios anteriores. Después, les
preguntó qué pensarían de alguien que describiera su relación con su padre
biológico así:
“Cuando hablo con mi papá es como si fuera una conversación en
una sola vía. El nunca dice nada. Es aburrido. Mi mente divaga. No
me puedo concentrar. El tiempo parece prolongarse”.
	 ¿Qué pensarías acerca de la relación de esa persona con su padre?
	 Eso habla de una relación disfuncional. Esa es una relación muy triste.
¿Qué clase de padre cruel se sentaría sin decir nada mientras su hijo intenta
conversar? ¿Qué tipo de hijo pasa un rato difícil disfrutando, aunque sean
cinco minutos, de hablar con su padre?
	 El señalamiento que Paul Miller quería hacer es muy importante: ¿Qué
tiene que ver la forma en que oramos con lo que pensamos acerca de quién es
Dios como nuestro padre? Gran parte de la batalla para disfrutar de la oración
no es tanto el aprender las técnicas correctas como aprender más acerca de
tu padre celestial y entender cómo te habla.
	 En los albores de la creación, Adán y Eva caminaban con Dios en el huerto
y hablaban con él, cara a cara, como amigos que pasean juntos en la tarde.
Pero, cuando se rebelaron contra Dios fueron sacados del huerto y un fiero
ángel con una espada encendida vigilaba el camino de regreso al huerto. El
mensaje era claro: Adán y Eva habían perdido su acceso directo a Dios. Su
pecado les mantenía alejados de la presencia inmediata de Dios.
	 La sorprendente promesa que encontramos en la Escritura es que ha
de llegar el día en que veremos a Dios cara a cara. Estaremos con Dios y
disfrutaremos del tipo de conversación cara a cara con El que Adán y Eva
disfrutaron en el huerto. ¿Y qué de la actualidad? Jesús dijo que debemos
orar siempre sin cesar. Nos advirtió en contra de usar la oración como una
herramienta para dejar en otros la impresión de cuán maduros somos
32 / Conversaciones Francas
espiritualmente, o convertirla en un tipo de balbuceo sin sentido, repitiendo
palabras que han perdido cualquier significado real para nosotros. Nos dio un
modelo de oración. Así que, obviamente, Jesús, nuestro salvador y rey quiere
que oremos.
	 La oración no es sólo para algunas personas. Es para todos los que somos
salvos por la gracia de Dios. El quiere que oremos. Sin embargo, ¿cómo ha
sido tu experiencia con la oración? Muchos dirían: “Honestamente, pareciera
como una conversación de una sola vía. Yo soy el único que hablo mientras
que Dios está callado”.
Confusión
	 Lo que hace todo esto aún más confuso es que tienes amigos cristianos,
o has oído a algunos cristianos que dicen: “Estaba orando el otro día y Dios
me dijo…”. De inmediato pensaste para ti mismo: “¿En serio? ¡Dios le habló
a ella? ¿Por qué Dios no me habla a mí”?
	 Por otra parte, el haber oído a personas hablando acerca de lo que ellos
aseguran que Dios les dijo, hace que te preguntes si en verdad escucharon
a Dios o se lo imaginaron. Algunas veces, las cosas que la gente asegura que
Dios les dijo son bastante inofensivas. Otras veces, las palabras que ellos
aseguran que vienen de parte de Dios suenan como algo de la Biblia (y es
fascinante que Dios todavía hable el castellano antiguo de la versión Reina
Valera). Sin embargo, algunas veces la cosa se pone más que un poco extraña.
	 En una oportunidad un hombre me dijo que Dios le había asegurado que
se casaría con una dama soltera de la iglesia. Tal como se desenvolvieron las
cosas, parece que Dios no cumplió con informar a la dama. De modo que
cuando el hombre le manifestó que Dios le había dicho que ella se casaría
con él, ella no le creyó y se casó con otro. Por tanto, este hombre se convenció
de que esa dama había escogido ir en contra de la voluntad de Dios.
	 También escuché a otro hombre que estaba enseñando acerca de cómo
escuchar a Dios. Mencionó que todos los pensamientos que pasan por tu
33Dan Thompson /
mente, todo el tiempo, son la forma en que Dios te está hablando. Además,
que si tan solo te detienes un poco y escuchas esos pensamientos, vas a oír a
Dios. Yo pensé, “¿Realmente le atribuiría a Dios muchos de los pensamientos
que pasan por mi cabeza? No lo creo”.
	 Cuando se trata del tema de la oración, y de escuchar a Dios, como parte
de la oración, existen muchas ideas confusas. No quiero defender ni negar
lo que la gente afirma acerca de cómo Dios les habla. Dios tiene la potestad
de hacer mucho más de lo que yo puedo imaginar. Sin embargo, la Biblia es
clara al manifestar que Dios se está comunicando con nosotros todo el tiempo.
Por tanto, si tú vas a crecer en términos del disfrute de la oración y el deleite
en Dios, tienes que creer que Dios se está comunicando y necesitas oír lo que
está diciendo.
Razón para orar
	 La razón por la cual la Biblia nos convoca y anima a orar, es porque cuando
Dios deja caer Su gracia sobre nosotros se nos hace partícipes de una relación
con Dios que no es como una relación esclavo-rey. A un rey no le interesa
saber lo que piensa, o siente, el esclavo. No le preocupa lo que piensa o siente
su esclavo. Sólo quiere que el esclavo esté quieto y trabaje fuertemente.
	 Nuestra relación con Dios no es así.
“Pero cuando se cumplió el plazo Dios envió a su Hijo, nacido de una
mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley,
a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos.
Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:
‘¡Abba! ¡Padre!’. Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo,
Dios te ha hecho también heredero” (Gálatas 4:4-7).
	 Si Dios te ha salvado por su gracia y te ha dado vida por su Espíritu,
algo dentro de ti empieza a volverse, instintivamente, hacia Dios como Padre.
“Abba” es un término de intimidad, como cuando mi hija me llama “Papi”.
34 / Conversaciones Francas
Una de las potentes maneras en que el Espíritu Santo obra en el pueblo de
Dios es dándoles la convicción de que Dios es su Padre.
“Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba!
¡Padre!»  El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios.  Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo…” (Romanos 8:15-17a).
	 Cuando uno piensa acerca de la intimidad en el matrimonio, una de las
maneras más sencillas de definir intimidad, es definirla como la experiencia de
estar cerca a otra persona. La intimidad es conocer a alguien, y ser conocido,
en un ambiente seguro y confiable. Es disfrutar de alguien y que esa
persona te disfrute. La intimidad brota de entregarse uno mismo a otra
persona y que esa persona se entregue a sí misma a nosotros.
	 Dios nos creó con la capacidad de conocer y ser conocidos además de la
necesidad de conocer y ser conocidos. Esta necesidad es satisfecha a través
del proceso de comunicación. La comunicación es esencial para una relación
matrimonial. En muchas maneras, no te conoces a ti mismo hasta que tienes
que expresar lo que sientes y piensas acerca de tu cónyuge. En la medida
que expresas tus más profundos pensamientos y sentimientos, empiezas a
entenderte mejor a tí mismo.
	 La comunicación, en el matrimonio o en una buena amistad, requiere
compartir no sólo hechos e ideas, sino también conversar acerca de lo que
sientes—decepciones, temores, penas, alegrías, esperanzas, anhelos.
	 Todo eso no me ha sido fácil en mi matrimonio. Sentía temor de que si
le decía a Margaret lo que pensaba, o cómo me sentía acerca de algo, ella
no me querría. Lo que hallé fue que, de hecho, nuestra cercanía aumentó
en la medida que aprendí a compartir lo que había en mi corazón. También
ha aumentado mi comprensión de lo que mueve mi corazón al tratar de
expresar mis pensamientos y sentimientos. La conozco mucho mejor que
35Dan Thompson /
cuando estábamos recién casados, y ella también me conoce mejor. Ambos
podemos comprender, con mayor claridad, cuán diferentes somos en
temperamento, cómo difieren nuestras respuestas ante las mismas
situaciones, y ahora sabemos, mucho mejor que al comienzo de nuestro
matrimonio, cómo amarnos y animarnos el uno al otro. Ese crecimiento ha
llegado como producto de una larga, y a veces difícil lucha, por comunicarnos
mejor el uno al otro.
	 Lo mismo también es cierto en relación a la oración. A medida que
escuchas lo que Dios dice acerca de sí mismo y acerca de ti, y a medida que
le dices lo que hay en tu corazón—dudas, preguntas, asuntos que no puedes
entender, cosas que te molestan, lo que te gusta o disgusta—tu intimidad con
Dios irá aumentando en profundidad, tu amor por El se hará más fuerte, y tu
confianza en Su bondad y fidelidad llegará a ser más inconmovible.
Comunicación constante
	 Los Salmos nos dicen que Dios se está comunicando con nosotros todo el
tiempo. Cuando te diga cómo está Dios llevando a cabo esta comunicación
me vas a decir, “Ah, sí, ya sabía eso…”. Sin embargo, te recuerdo que tener
algo en tu cabeza como conocimiento, es una cosa, pero creerla en tu corazón
y experimentarla en la práctica es algo muy distinto. Puedes saber mucho
acerca de algo sin haberlo experimentado jamás por ti mismo.
	 Esto es lo que las Escrituras afirman respecto a que Dios nos está hablando:
Dios nos habla todos los días a través de las cosas que ha hecho.
Dios nos habla con mayor claridad a través de Su Palabra escrita.
Teológicamente tú sabes eso. Sin embargo, ¿qué tiene que ver esto con la
oración? Quiero que prestes atención al hecho de que la oración no es una
conversación de una sola vía en la cual tú eres el único que habla y Dios
permanece en silencio. En la medida que creas esto se conformará, y
36 / Conversaciones Francas
moldeará, la forma de tu aproximación, y el disfrute que encuentres, en
la oración.
Un idioma universal
	 En uno de nuestros himnos cantamos, “En el crujido de la grama yo le
oigo pasar, El me habla por doquier”. ¿Alguna vez pensaste en lo que decías
al cantar estas palabras y te preguntaste, ‘¿En verdad, Dios me habla por
doquier?’”. Ciertamente. Los salmistas lo afirman. ¡Dios nos habla todos los
días en voz alta y audible!
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra
de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra
se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible”
(Salmo 19:1-3).
	 Declarar algo significa anunciarlo claramente—¡expresarlo! Proclamar
significa el equivalente de: manifestar, declarar. Los poetas hebreos
encontraban belleza en el paralelismo de enunciados, no en las líneas
que rimaban. Compartir la noticia significa que hay un constante flujo de
palabras. Lo que Dios está diciendo a través de la obra de sus manos está
claro en todos los idiomas del mundo. ¡Dios es un comunicador erudito!
	 Sin embargo, es una cosa para que alguien la diga—inclusive bien dicha y
con claridad. Es algo diferente y la gente debe entender lo que se está
diciendo. Si alguien llegara a un servicio de la iglesia, se pusiera frente al
auditorio y empezara a declarar algo importante y a proclamarlo en voz
alta en Japonés, ninguno de nosotros podría entender una sola palabra de
lo dicho.
	 La Proclamación diaria de Dios no está en un lenguaje que no podamos
entender.
	 “Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible” (Salmo 19:3). No
37Dan Thompson /
importa qué idioma o palabras use alguien, lo que Dios dice está claro. Se
comunica. Sus palabras llegan (v. 4) “hasta los confines del mundo”.
	 Declarando la verdad acerca de sí mismo y proclamando cosas acerca
de sí mismo, a través de lo que ha hecho, el mensaje es comunicado a las
personas de toda cultura, en todo lenguaje, en todo el mundo, en un idioma
que se pueda entender. Hay verdades acerca de Dios de que literalmente El
está, desde los cielos, hablando a gritos cada día de nuestras vidas.
	 Yo vivo en el estado de la Florida (en USA). Algunas veces en la primavera,
el olor de las flores de naranjo es inexorable. Me encanta la época del año
en la cual las Azaleas florecen con su rica gama de colores. En Florida casi
no tenemos cambios de estación, sin embargo, hay algo placentero acerca
del primer frente frío del otoño, cuando llega la humedad y, finalmente,
está el indicio de un cambio que se avecina. Una estación sigue a la otra
en un orden predecible. Las aves que se habían ido durante todo el verano
empiezan a aparecer nuevamente y oímos su trino en el bosque detrás
de nuestra casa. Pronto las naranjas estarán maduras y, nuevamente,
probaremos su dulce sabor.
	 Sal afuera en una noche fría, despejada y mira las estrellas. Si nos
trepamos en el techo de nuestra casa, que está frente al patio trasero, el
arco del techo impide que entre la luz de los postes que están al frente, en la
calle. A veces trepamos allí para dar un vistazo a las estrellas. Cierta noche,
toda mi familia estaba allí para observar una lluvia de meteoritos que fue
espectacular.
	 Enfoca la luna llena, con unos buenos binoculares, o mira fotos, por
internet, de galaxias distantes, tomadas con el telescopio Hubble. Son
indescriptiblemente hermosas. Dependiendo de donde vivas, podrás
experimentar tornados, terremotos, poderosas tormentas eléctricas,
o aún huracanes. Se puede ver el poder de la naturaleza en esas fuerzas
aterradoras y destructivas.
38 / Conversaciones Francas
Dios nos habla constantemente
	 ¿Qué está diciendo Dios acerca de sí mismo a través de todo esto que
podemos ver, oler, sentir y escuchar? El nos está diciendo continuamente,
“Soy majestuosamente glorioso. Soy terriblemente poderoso. Me deleita
la rica gama de colores, sonidos, sabores y olores”. Está diciendo, “Soy
bondadoso. Soy el Dios que, diariamente, da la provisión para las aves, los
peces y los otros animales. Soy hermoso. Soy más grande de lo que puedes
imaginar. En el universo existe orden y diseño porque soy un Dios de orden
e intencionalidad”.
	 Existe una sorprendente variedad de plantas y especies animales en
nuestro mundo. Los científicos nos informan que, en la actualidad, se han
extinguido cientos, aun miles, de especies sobre este planeta, que una vez
fueron comunes. Piensa en la persona con la creatividad para inventar tal
variedad, y con el poder de realmente hacer lo que ha ideado. ¿Qué está
diciendo Dios? Está declarando, “Soy infinito en sabiduría”.
	 En Romanos 1, el apóstol Pablo destaca que nadie se podrá presentar
delante de Dios el Día del Juicio diciendo, “No sabía que tú existías”:
“Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para
ellos, pues él mismo se lo ha revelado.  Porque desde la creación del
mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su
naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó”
(Romanos 1:19-20).
	 Tú puedes decir, “Sí, no puedo entender que tantas personas no crean
que Dios creó el universo sino que elijan creer en un proceso de evolución
mecánico, sin dirección, para explicar el origen del universo. Yo creo lo que
la Biblia dice acerca de la creación”. Eso es fabuloso. Sin embargo, ¿valoras lo
que Dios todavía te está diciendo, día tras día, a través de lo que ha hecho?
	 El ver, probar y oler lo que Dios ha hecho, ¿te motiva a decir: “Prefiero
recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño.
39Dan Thompson /
Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas. ¿qué dios hay
tan excelso como nuestro Dios? Tú eres el Dios que realiza maravillas” (Salmo
77:11-14a).
	 Probablemente el salmista está refiriéndose al hecho de recordar las
grandes cosas que Dios hizo en la historia de Israel al darse a conocer a Su
pueblo. Dios les libró de sus enemigos. Los alimentó. Los guió en el desierto.
Sin embargo, creo que el salmista está diciendo más que eso cuando declara,
“Evocaré todas tus obras”.
	 Dios se está comunicando constantemente. Si hay alguien que pudiera
pensar que la oración es una conversación de una sola vía, ese es Dios. El
habla constantemente. El declara su gloria, poder y majestad en todas partes,
todos los días. Y nosotros le respondemos, de vez en cuando.
	 Deleitarse en lo que Dios ha hecho es, en los Salmos, parte de la oración.
“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí
fijaste” (Salmo 8:3).
	 Piensa en ello de esta manera: si tu papá fuese un artista de renombre
mundial y tu estuvieses visitándolo en su casa, y te mostrase su último cuadro,
¿le dirías?, “Está lindo. Pero, hablemos de algo más importante. Necesito que
me ayudes con…”. Está bien que le pidas ayuda a tu padre. Sin embargo, ¿no
sería mejor si te interesaras en lo que ha expresado a través de su obra de
arte? ¿No sería honroso para él que observaras con detenimiento la forma en
que ha volcado su corazón en su obra de arte?
	 Si quieres conocer a un artista, observar lo que es importante para él, a
través de algo que haya hecho, te indicará las cosas que ama. La primera vez
que veas su cuadro, puede que digas, “Es muy bonito…realmente me gusta”.
Mientras más lo veas serás más capaz de poder decirle, específicamente, qué
es lo que te gusta del mismo o qué es lo que no entiendes.
	 Necesitamos aprender a ver a Dios, y a oír su voz, en lo que él ha hecho,
así como disfrutar y deleitarnos en Dios, en oración, respondiendo a lo que
nos está diciendo. Una forma de orar es decirle a Dios, “Me gusta eso. Es muy
40 / Conversaciones Francas
amable de tu parte dejarme verlo. Cuán glorioso debes ser como para haber
hecho algo tan precioso. Si este mundo está caído y aun así es tan glorioso,
¿cómo será el mundo venidero? Anhelo ese mundo…y te anhelo a ti”.
¿En qué otra forma nos habla él?	
“La ley del SEÑOR es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del
SEÑOR es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos del
SEÑOR son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del SEÑOR
es claro: da luz a los ojos. El temor del SEÑOR es puro: permanece
para siempre. Las sentencias del SEÑOR son verdaderas: todas ellas son
justas. Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son
más dulces que la miel, la miel que destila del panal. Por ellas queda
advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa”
(Salmo 19:7-11).
“¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos!”.
“Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley… ¡Cuánto
amo yo tu ley! Todo el día medito en ella”.
“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la
miel a mi boca! Tu siervo soy: dame entendimiento y llegaré a conocer
tus estatutos” (Salmo 119:12, 18, 97, 103, 125).
	 La Escritura afirma que Dios se está comunicando, con claridad, todo el
tiempo, a través de sus obras y a través de su palabra. Por eso cantamos: “El
habla y escuchando su voz nueva vida el muerto recibe, Los acongojados y rotos
corazones se regocijan, el humilde pobre cree…ESCUCHEN, ustedes sordos; su
alabanza, ustedes mudos, empleen vuestras lenguas aflojadas”…
Aprendamos a escuchar a Dios
	 Ahora bien, la pregunta es, “¿Cómo puede uno aprender a escuchar a Dios
41Dan Thompson /
cuando habla a través de supalabra?”. La respuesta más sencilla se encuentra
en el Salmo 1: “En su ley medita el justo día y noche”.
	 Escucha cuando la Escritura es leída en público. Léela por tu cuenta.
Luego piensa y medita en ella.
	 Esas palabras asustan a algunas personas. Generalmente, las técnicas de
meditación tratan de ayudar a la gente a vaciar sus mentes como una forma
de aliviarse del estrés y la ansiedad. Eso no es lo que la Biblia quiere decir con
meditar. Cuando el salmista dice, “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito
en ella” (Salmo 119:97), significa claramente que está pensando en lo que Dios
ha dicho a lo largo del día.
	 Tómate un poco de tiempo para encontrar una porción de la Palabra de
Dios antes de tener algo en lo que tu mente y tú reflexionen. Al hacer eso,
entiende que lo que has leído en la Biblia no es sólo lo que dijeron Moisés,
David o Pablo. Esto es lo que Dios dice:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios”...(2 Ti. 3:16).
“Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros ante-
pasados en otras épocas por medio de los profetas”…(Hebreos 1:1).
	 Este tipo de reflexión en lo que Dios ha dicho crea un tipo de diálogo en
tu mente. Puedes decirle a Dios qué es lo que te gusta de algo de lo que has
leído, o qué es lo que no entiendes, y pedirle que te dé perspicacia.
	 Es más, en la medida que cavilas en estas palabras, el Espíritu de Dios las
personaliza. Empiezas a escuchar a Dios diciéndote: “He quitado tus pecados
como está lejos el oriente del occidente. Te he amado con un amor eterno. Te
he adoptado como mi hijo. Quiero que me conozcas como tu padre”.
	 Dios te está hablando mediante su espíritu a través de su palabra. ¡Ahora
tú le respondes! Puedes decirle, “Padre, creo lo que has dicho, sin embargo
ayuda mi incredulidad. Tú satisfaces mi sed, pero sigo bebiendo de otras
fuentes. Perdóname. Cambia mi corazón”.
	 Cuando te menciono esto, probablemente piensas, “Está bien. Pero lo que
42 / Conversaciones Francas
acabas de describir no es todavía el cuadro de una persona sentada hablando
conmigo cara a cara. Todavía siento que la oración es una conversación de
una sola vía”.
	 Lo que tú sientes no es la determinación final de lo que es verdad.
Te estoy animando a creer lo que dice la Biblia—que Dios está, a diario,
comunicando tiernamente su poder, realidad, fidelidad, bondad, suficiencia
y amor por ti. Estas no son solamente figuras de lenguaje.
Dios desea que lo conozcamos verdaderamente
	 ¡La verdad es que Dios quiere intimar contigo! El te hizo para que
conozcas y para ser conocido, y quiere que le conozcas y experimentes su
presencia y poder. El no está en algún lugar alejado y por lo tanto difícil de
ser contactado. El está cerca. Está contigo. El está dentro de tí a través del don
del Espíritu Santo.
	 Es el Espíritu de Dios quien abre nuestras mentes y corazones para que
creamos lo que Dios dice. Dios es aquel que nos da oídos para oír y corazones
para creer lo que ha dicho en su Palabra. El Espíritu de Dios es aquel que
nos conduce a que apliquemos, personalmente, la palabra de Dios de modo
que el mensaje no sea simplemente un tipo de carta para la raza humana
en general, sino que se convierta en una carta, que Dios te dirige, en la que
manifiesta su amor por ti.
	 Puede que sea de ayuda el comenzar leyendo algo de la palabra de Dios.
Los planes de lectura bíblica son de gran valor. La mayoría de esos planes te
hacen leer los Salmos completos una o dos veces en el año.
	 Al leer alguna porción de las Escrituras hazte las preguntas, “¿Qué me dice
este pasaje acerca de Dios? ¿Cómo me señala a Jesús? ¿Qué dice acerca del
amor de Dios por mí?”.
	 Deja que ese pasaje, y sus aplicaciones, rueden por tu mente y se
sumerjan en tu corazón. Díle a Dios qué es lo que te gusta del pasaje.
43Dan Thompson /
Díle qué es lo que no entiendes—El no se ofenderá si algo te confunde o
si no entiendes algo. Pídele que abra tus ojos para que puedas ver cosas
maravillosas en su palabra.
	 Agradécele por las cosas que te ha prometido. Alábale por lo que estás
viendo acerca de su carácter.
Dios nos llama a entrar en esta relación
	 Dios se paseaba y conversaba con Adán y Eva, en el huerto del Edén,
cuando el mundo había sido recién creado. Algún día Dios se paseará, y
conversará, con nosotros. Entonces será cara a cara, como lo fue en el huerto
cuando la tierra era joven. Sin embargo, ¿crees que ser hijo de Dios por
su gracia quiere decir que Dios te da la bienvenida a este tipo de relación
ahora? La Biblia no promete que algún día Dios estará contigo. Promete
que él está siempre contigo. Que no te dejará solo. El nunca dejará ni
abandonará a aquellos que han sido rescatados por su gracia. Dios nos
llama a disfrutar está relación mientras nuestras almas se deleitan en él, en
adoración y oración.
44 / Conversaciones Francas
UE HACE CASI DOS AÑOS CUANDO RESPONDÍ una llamada
en la que me decían que a mi padre lo estaban llevando a
una operación de emergencia. Conduje mi auto hasta Miami
y pude verlo en la sala de recuperación donde parecía estar mejorando.
Luego lo mudaron a un cuarto privado en el hospital. Sin embargo un par
de días después lo tuvieron que llevar nuevamente para volverlo a operar.
Entendiendo que la primera operación no había sido exitosa, mi padre
sabía que estaba a punto de morir. Mi mamá y mi hermano eran las únicas
personas con él y el doctor nos recomendó reunir a la familia porque parecía
que mi padre ya no viviría mucho tiempo.
	 A medida que empezaron a llegar mis familiares para visitarlo, mi
papá se fortaleció. Él se recuperó. Oró con sus nietos y pudo decirles cuánto
significaban para él. Parecía que se recobraría, pero a un buen día le seguía
otro malo. Estuvo en el hospital y luego en un hogar de cuidado durante
cerca de dos meses antes de morir. En esos dos meses sufrió mucho dolor,
quería morir, le rogaba a Dios que le permitiera morir para terminar con el
sufrimiento, pero Dios no le dejaba morir.
F
Capítulo 3
Cuando Dios permanece en silencio
45Dan Thompson /
	 Me sentía tan inútil. Yo quería que él viviera, pero no de esta manera.
Podía escuchar sus oraciones en las que le pedía a Dios que se lo llevara y
empecé a sentirme molesto con Dios. Le preguntaba a Dios, “¿Por qué no
nos concedes esta petición y le dejas morir? Él está listo. Está sufriendo.
¿Por qué no acabas con su sufrimiento?”.
	 En una oportunidad un hombre se acercó a Jesús y le dijo, “’…si
puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos’. Y Jesús le dijo,
‘¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible’. ‘¡Sí creo!’ exclamó
de inmediato el padre del muchacho. ‘¡Ayúdame en mi poca fe!’” (Marcos
9:22-24). El hombre no le dijo, “si tienes la disposición”, sino que le dijo
“si puedes”. “Poder” implica “capacidad”. Lo que estaba diciendo era,
“Jesús, si eres capaz de hacer algo, te lo agradecería”. En su respuesta,
Jesús hace que brote la duda de este hombre sobre su capacidad y poder
para sanar.
	 La razón por la cual me sentía molesto porque Dios no contestaba la
oración de mi papá es que yo creía que él podía hacer lo que mi padre
le pedía. Dios tiene la capacidad de sanar. Sino era eso lo que él iba a
hacer, ciertamente era capaz de dejar que se acabaran las miserias de mi
padre, dejando que pasara pacíficamente de esta vida a la presencia de
Dios. Parecía una crueldad de Dios dejar a mi padre sufrir. En vez de eso,
Dios permitió que sufriera, día tras día, durante semanas.
	 Si yo creía que Dios quería responder su oración pero que era
impotente para actuar no tenía razón para molestarme. Sin embargo, lo
que yo creía acerca de Dios hacía que fuera, verdaderamente, más difícil
aceptar Su silencio.
	 En el gran cuadro de las cosas, lo que mi padre experimentó fue
intrascendente, en comparación a lo que han experimentado otras
personas. Su sufrimiento llegó a su fin y el pasó a la presencia de Dios,
pacíficamente, al final de cuentas. Sin embargo, hay muchas personas, a
las cuales conozco, que han experimentado el silencio de Dios. Personas
46 / Conversaciones Francas
que han orado pidiendo a Dios que hiciera algo que nunca llegó a ocurrir.
	 En nuestra familia de la iglesia, hay una dama de edad avanzada quien ha
estado postrada en cama durante seis años. Nunca se casó, así que no tiene
hijos que la visiten o la cuiden. Por varios años, cada vez que iba a visitarla,
ella me susurraba al oído: “Si firmo una carta y doy mi permiso, ¿podrías
hacer que un doctor me inyectara algo para que me durmiera y no me
despertara?” Durante seis años la ví irse debilitado más y más. Ella quería
morir pero su cuerpo no la dejaba. Le ha rogado a Dios que la deje morir,
pero él no le ha concedido lo que ella ha pedido. Tarde o temprano ella va a
morir. ¿Qué habría de malo en dejarla partir?
	 Tengo otra amiga que le ha pedido a Dios, durante varios años, encontrar
a alguien con quien casarse. No quiere vivir soltera y solitaria toda la vida. Sin
embargo, Dios no ha contestado su oración.
	 Tengo un amigo que perdió su empleo hace un par de años y no le ha sido
posible conseguir otro. Le ha pedido a Dios que le permita tener cualquier
tipo de empleo, pero ninguna oportunidad de trabajo se le ha presentado. La
familia de nuestra iglesia se le ha unido pidiéndole a Dios que le provea un
trabajo, pero hasta ahora el sigue sin empleo.
	 Una devota dama, en la familia de nuestra iglesia, es la única cristiana
en su familia extensa. Uno de sus más profundos deseos es que alguien de su
familia llegue a la fe en Jesucristo. Ha orado durante años por la conversión
de miembros de su familia, y ninguno ha llegado a Cristo.
	 Tengo un amigo cercano que ha orado durante años porque Dios traiga
cambios en su matrimonio. Que su esposa muestre alguna señal de querer,
verdaderamente, continuar su matrimonio con él. Sin embargo, esto no ha
ocurrido.
	 Tengo amigos que le han rogado a Dios que les libere de algún
hábito pecaminoso que los ha esclavizado, sin embargo parecen no hallar
dicha libertad.
	 Tengo otra amiga a quien se le diagnosticó cáncer. Ella oró por sanidad
47Dan Thompson /
y Dios sanó su cuerpo cuando ella se sometió a las quimioterapias. Sin
embargo, tengo otro amigo a quien se le diagnosticó cáncer, sufrió mucho al
someterse a la quimioterapia y radiación para, finalmente, morir.
	 Recuerdo una pareja de la familia de nuestra iglesia. Ellos podrían haber
sido unos padres maravillosos y oraron para que Dios les permitiera tener
hijos. Sin embargo, nunca han podido concebir un niño.
Religiones en el mundo
	 Si tú fueras Hindú y creyeras en el Karma, cosas como el cáncer, la
pérdida de empleo, incapacidad para tener hijos y la muerte de seres amados
harían que te sintieras triste. Pero no pensarías que hay algo que no está bien
ni te molestarías por eso. Es simplemente el karma y nada ni nadie lo puede
cambiar. La palabra sánscrita “karma” significa “acciones” u “obras”. Más
específicamente, Karma es una manera de entender lo que ocurre en la vida
cuando las cosas son difíciles. Las acciones y obras en perspectiva son aquellas
que se hicieron en una vida anterior y que afectan lo que uno experimenta
en esta vida. La ley del karma dice que toda la vida está gobernada por un
estricto sistema de causa y efecto, de acción y reacción. Lo que le ocurre a
cualquiera, en este mundo, es el resultado directo de cosas hechas en una
vida anterior. Es una forma de explicar el mal y la mala fortuna en el mundo,
especialmente cuando le suceden cosas malas a alguien que parece no
merecerlas. Debe ser que ellos hicieron cosas equivocadas en una vida previa.
Si ese es el caso, no tienen por qué molestarse con nadie sino consigo mismos.
	 Los musulmanes que experimentan sufrimientos o decepciones en la vida
sienten tristeza como cualquier otra persona. Sin embargo, ellos no piensan
que algo anda mal. Se les ha enseñado a creer que el destino no se puede
cambiar. Todo lo que pueden hacer cuando sufren es someterse a la voluntad
de Dios y aceptarla. Tienen que resignarse y aceptar las cosas como son. No
ayuda en nada molestarse con Dios. Dios no va a cambiar su voluntad para
para adaptarse a la de un ser humano.
48 / Conversaciones Francas
Cuando los cristianos asumen
	 Sin embargo, como cristianos, como personas que leemos la Biblia, y
creemos en ella, hay un conjunto de supuestos que traemos cuando vamos a
orar: Dios gobierna este mundo. Él es todopoderoso. Él es capaz de hacer lo
que determine hacer. Nada puede detener a Dios de hacer lo que él desee.
No hay poder superior al de Dios, como el destino, al que se tenga que
rendir. Además, es bueno, bondadoso, amoroso, generoso y dadivoso. Es un
padre más amoroso que cualquier padre humano. Dios no está lejano ni
despreocupado por lo que pasa en nuestras vidas. Él está cercano a nosotros
y nos llama a traerle nuestras preocupaciones y a pedirle cosas que sean
importantes para nosotros.
	 ¿De dónde sacamos la idea de que Dios es todo lo anterior? Pues de Dios
mismo: “Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temen como lo es un padre
con sus hijos…” (Salmo 103:13). Es de Jesús, quien es Dios encarnado, de quien
obtenemos la idea de que Dios es bueno, compasivo, cuidadoso, ansioso por
escuchar nuestras peticiones: “¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le
pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le
dará un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas
a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se
lo pidan!” (Lucas 11:11-13). El pasaje paralelo en Mateo 7:11 lo pone de esta
manera: “¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los
que le pidan!”. Dios no es como aquel juez injusto, en la parábola de Jesús,
quien se da por vencido porque está cansado de escuchar que alguien se está
quejando. No fue difícil conseguir su atención, como en el caso de los
profetas de Baal en el Monte Carmelo, quienes pasaron medio día clamando,
“¡Oh Baal, escúchanos!”, mientras se cortaban para mostrar cuán sinceros
eran. Dios no es así. Él está al tanto de nuestras necesidades antes que le
pidamos algo.
	 El apóstol Pablo nos dice que pensemos en Dios como alguien que “…
puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir…”
49Dan Thompson /
(Efesios 3:20). También Jesús añadió, a nuestras expectativas en la oración, lo
siguiente: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le
abre” (Mateo 7:7-8).
	 Como cristianos no somos fatalistas, ni pensamos que sólo tenemos que
someternos a cualquier cosa que ocurra como si fuera la inalterable
voluntad de Dios. No creemos en el karma, que es inalterable, o que nuestro
sufrimiento sea, de alguna manera, merecido a causa de nuestra conducta en
vidas pasadas. Sabemos que vivimos en un mundo caído. Experimentamos,
tanto como otras personas que no tienen fe en Cristo, el quebranto de nuestro
mundo. Sufrimos, nos enfermamos, perdemos nuestros empleos, y morimos,
porque compartimos la naturaleza caída de la raza humana.
Tiempo de tensión
	 Sin embargo, también creemos que Dios nos está redimiendo de este
quebranto. Él nos salvó en la esperanza (Romanos 8) de que el mundo
será liberado de su esclavitud a la corrupción, y que nosotros que somos
hijos e hijas adoptivos de Dios seremos libres de todas las formas en que el
pecado afecta nuestro mundo y nuestras vidas. Pero vivimos en un tiempo de
tensión, el tiempo entre la segunda venida de Jesucristo y la restauración
final de todas las cosas, cuando Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos.
Además, gemimos interiormente, tal como lo expresa Pablo en Romanos 8,
mientras aguardamos la redención de nuestros cuerpos.
	 Algunas veces ese gemido es porque no entendemos el porqué Dios
escoge obrar en nuestras vidas en una manera particular, que no tiene sentido
para nosotros. Nuestro gemir se intensifica porque creemos en un Padre
celestial que es personal, cuidadoso, y amoroso. Sabemos que Dios podría
cambiar nuestras circunstancias ya que no está limitado por el destino o el
karma. Creemos que él gobierna con sabiduría y que él es bueno. De esa
manera acudimos a Dios en oración y clamamos diciendo: “¿Por qué demoras
50 / Conversaciones Francas
tanto en responder mis oraciones? ¿Acaso no puedes escuchar mi gemir?”.
	 Sin embargo, esto es lo que ocurre. En nuestra experiencia, con frecuencia
pedimos y no recibimos. No entendemos por qué eso es así. El apóstol
Santiago dice en su epístola, “ustedes piden pero no reciben porque piden
con motivaciones egoístas”. Ciertamente, eso es verdad a veces, pero no
siempre. Nuestra experiencia es que pedimos creyendo que Dios es capaz de
intervenir y cambiar una situación difícil, pero pareciera que Dios no está
presente. No hay cambios. Dios no responde. Pedimos, pero no recibimos.
Nuestra experiencia colisiona con la revelación de Dios en la Escritura y
terminamos preguntándonos, “Si Dios es bueno, ¿por qué permite que
esto ocurra?”.
	 En su libro Alejándose de la Fe, Ruth Tucker escribe:
“…la muerte de mi mamá fue algo que no pude reconciliar
fácilmente con mi percepción de Dios. El accidente no fue un choque
en cadena de veinte autos en medio de una tormenta de nieve en
Wisconsin. Sucedió en una despejada tarde a principios del otoño en
una remota intersección de una carretera en el campo. Y por si fuera
poco, ocurrió a la distancia de un tiro de piedra de la casa en que
mi madre pasó su infancia y como a cinco kilómetros de la granja
en la cual yo crecí. Yo había cruzado por esa intersección (que no
tenía señal de pare) cientos de veces y NUNCA había visto un carro
que se estuviera aproximando. Sin embargo, ese día hubo dos carros
aproximándose a la misma intersección y ninguno de los dos
conductores vió al otro a tiempo para detenerse.
	 “Aparte de las dudas abstractas con las que ya estaba luchando,
ahora tenía dudas muy personales acerca del Dios al que adoraba y la
forma en que este incidente, este accidente, se correspondía con mi
fe. ”Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”—
conozco el versículo (Romanos 8:28) de memoria. Sin embargo, grité
51Dan Thompson /
¡No, no, no todas las cosas obran para bien. Y en este caso, si es que
verdaderamente hay un Dios todopoderoso allá afuera, ¿por qué, oh
Dios, por qué—pregunté—no impediste este terrible accidente…?”
(p. 21).
	 Esa es una pregunta que sólo tiene sentido si crees que Dios pudo haber
impedido un terrible accidente. Si crees que Dios es todopoderoso y también
bueno, algunas de las cosas que experimentas en la vida no van a tener
sentido. Y, si oras cuando enfrentas una situación difícil, dolorosa, o que pone
en peligro tu vida, creyendo que Dios es capaz de cambiar tus circunstancias,
pero las cosas no cambian, tus creencias están siendo puestas a prueba.
¿Has malentendido las promesas que hay en la Biblia sobre la oración? ¿Has
malentendido el carácter de Dios?
Seamos honestos
	 No estamos solos cuando hacemos esas preguntas. Puedes encontrar que
en los Salmos se hace el mismo tipo de preguntas:
“¿Por qué, SEÑOR, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en
momentos de angustia?” (Salmo 10:1).
“¿Hasta cuándo, SEÑOR, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo
esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y
he de sufrir cada día en mi *corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me
seguirá dominando? SEÑOR y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina
mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte; así no dirá mi enemigo:
«Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída” (Salmo
13:1-4).
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para
salvarme,lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y
no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo” (Salmo 22:1-2).
52 / Conversaciones Francas
“Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. ¡Óyeme
y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran las
amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan
sufrimiento y en su enojo me insultan. Se me estremece el corazón
dentro del pecho, y me invade un pánico mortal” (Salmo 55:1-4).
	 Hacer este tipo de preguntas hace que algunas personas se sientan muy
incómodas. Una cosa es leerlas en los Salmos y otra es verbalizar preguntas
similares que pueden ser inquietantes para los cristianos. Por alguna razón
pensamos que los cristianos no deberían hablar de esta manera. Sabemos
por experiencia que compartir este tipo de pensamientos y sentimientos con
amigos cristianos tiende a producir consejos inútiles y trillados: “Bueno, tú
sabes, todas las cosas ayudan para bien…”. “¡Sólo necesitas tener más fe!”.
“Puede ser que tengas algún pecado en tu vida que impide que Dios te oiga”.
¡Los amigos de Job están vivitos y coleando en la comunidad cristiana!
	 Sin embargo, seamos honestos. ¿Qué ocurre en tu corazón cuando ruegas
a Dios por algo que verdaderamente tiene importancia para tí, confiando en
que él es capaz de hacer mucho más de lo que le estás pidiendo, y sigues
pidiendo durante un largo tiempo y te parece que Dios está callado? Lo que
le pides a Dios no sucede. Dios parece lejano. ¿Cómo has experimentado el
silencio de Dios? ¿Cómo has experimentado la sensación de un Dios distante?
¿En qué forma has manejado dicha experiencia?
	 Como pastor he conversado con muchas personas que han abandonado
todo lo que tiene que ver con la oración debido a que han experimentado
a un Dios distante y silencioso. Las personas me han dicho, “la oración no
funciona”. Al preguntarles qué esperaban que sucediera, podía oír sus penas,
su desencanto, su ira contra Dios por causa de la decepción experimentada
con la oración. Ellos decían, “Dios no se manifestó conmigo”. “Parecía que allí
no había nadie. Oraba, pero Dios nunca respondía”.
53Dan Thompson /
¿Qué podemos aprender de estos Salmos?
	 Lo primero que podemos aprender de Salmos, como los antes
mencionados, es que está bien hacerle a Dios este tipo de preguntas. Está bien
ponerle voz a lo que sientes. Dios no se va a sentir ofendido si le preguntas
por qué parece estar tan lejos, tan silente. Estos Salmos son parte de la
Escritura, inspirados por Dios. Los Salmos nos enseñan cómo alabar a Dios,
cómo deleitarnos en El, cómo darle gracias, cómo confesar nuestros pecados
y venir ante él en arrepentimiento.
	 Dada la cantidad de Salmos que contienen lamentos y preguntas acerca
del silencio de Dios, yo planteo que los Salmos también nos enseñan cómo
orar cuando lo que Dios hace en nuestras vidas no tiene sentido. Parte de la
oración es contarle a Dios las tensiones que experimentamos cuando lo que
creemos ser cierto acerca de él no parece amoldarse a lo que experimentamos
en la vida.
	 Estos Salmos no nos ofrecen técnicas para conseguir que Dios haga lo
que queremos, como si le despertáramos y señaláramos en qué está fallando
de manera que él dé un salto y haga lo que pensamos que debe ser hecho.
Parte de nuestro problema con la oración es que nuestras expectativas están
moldeadas por nuestras propias definiciones. Jesús nos dice que pidamos.
Nos dice que nuestro Padre celestial no está distante ni despreocupado y que
responderá con rapidez a sus hijos que le claman. Así que pensamos que el
hecho de que Dios responda nuestras oraciones quiere decir que nos otorgará
lo que le pedimos al hacer exactamente lo que le es solicitado.
	 Los Salmos nos enseñan que es bueno, y adecuado, volcar ante Dios
nuestra confusión en oración. Como los salmistas, puedes decirle a Dios
lo que no tiene sentido y pedirle que lo ponga en perspectiva. Necesitas
saber la razón por la cual puedes confiar en Dios y creer lo que él dice en la
Escritura, aun cuando tu experiencia en relación a la providencia de Dios sea
confusa. A medida que leas estos Salmos de lamento, estos clamores pidiendo
54 / Conversaciones Francas
entendimiento, muchos de ellos se van transformando en expresiones de
confianza en Dios. Aun cuando los salmistas no recibían una respuesta a todas
sus preguntas, ellos todavía expresaban confianza en el carácter de Dios: Él es
sabio y bueno, está lleno de un amor inalterable por su pueblo.
	 Pudiera ser que, a su tiempo, llegues a entender por qué Dios no hizo
lo que le pediste. En algún momento de tu existencia, puede que su silencio
tenga sentido, con el paso del tiempo. Pero también pudiera ser que nunca
llegues a saber, en este mundo, por qué Dios escogió actuar en tu vida de
la manera que lo hizo. ¿Podrías aún confiar en él? ¿Podrías descansar en su
amor? ¿Podrías regocijarte en su bondad?
	 En última instancia, las preguntas que debes hacer son estas: ¿Quién va
a decidir lo que es mejor para tu vida, tú o Dios? ¿Qué criterios usarás para
decidir lo que es verdad acerca de Dios, tu experiencia o su auto-revelación
en la Escritura?
	 Para mí es de ayuda encontrar en los Salmos expresiones de confusión
acerca de la providencia de Dios. Me ayuda saber que no estoy solo en la
experiencia de clamar a Dios y sentir que está distante y silente. También
me es de ayuda ver que aquellos que le expresan a Dios estos sentimientos
todavía se aferran a él en fe. Algo sucede cuando somos honestos con Dios,
cuando le decimos lo que sentimos y le rogamos que nos dé entendimiento,
ello nos ayuda a retomar la perspectiva de las cosas.
Nuestra ineficaz razón
	 Un himno escrito en 1774 por William Cowper se titula “Dios se Mueve
de Maneras Misteriosas”. Escucho a personas usar esa frase como una figura
de lenguaje para expresar “nunca seremos capaces de encontrar sentido
en lo que Dios hace”. Encogen sus hombros y se resignan al hecho de que,
lo que Dios hace es algo desconcertante. Sin embargo, eso no fue lo que
Cowper quiso decir. Él estaba expresando confianza en Dios. Cuando atraviesas
una tragedia, o una experiencia difícil de algún tipo, las palabras de este
55Dan Thompson /
himno aconsejan: No juzgues al Señor con ineficaz razón sino confía en Él por
Su gracia”.
	 “Ineficaz razón” describe a nuestros sentidos, que son limitados y débiles.
Sabemos tan poco de lo que Dios hace, y aun así emitimos juicios acerca de él
basados en nuestra limitada comprensión: “no está actuando como un buen
Dios”. “Él no está haciendo lo que es sabio, o lo mejor, en esta situación”.
Sin embargo, esas conclusiones provienen de nuestra poca comprensión, de
nuestra ineficaz razón de la realidad.
	 En vez de eso, Cowper nos urge a confiar en Dios por su gracia. Nuestra
seguridad, nos dice, es ésta: “Detrás de una fruncida providencia él esconde
un rostro sonriente”. Una “fruncida providencia” significa esos tiempos en
que pareciera que Dios está molesto contigo, o que ha quitado su sonrisa, o
aprobación, porque tú no sientes que te está bendiciendo. En esos momentos,
lo que necesitas saber es que la sonrisa de Dios no se te ha quitado. Está
guardada para ti detrás de la “fruncida providencia”. Sin embargo, la sonrisa
de Dios por tí, o su aprobación, como su hijo adoptivo, no ha cambiado. Su
amor por tí no ha cambiado. Puede que no lo veas, pero él siempre está
actuando con amor para contigo.
	 Cowper no miraba la vida a través de un par de cristales de color rosa. Él
conocía la realidad del sufrimiento y del mal. Sin embargo, sí rechazaba la
idea de que el mal y el sufrimiento fuesen la última palabra – que vencieran
al final. Se necesita valentía en el evangelio para aferrarse a Dios frente a una
“fruncida providencia”.
	 He aquí las palabras de su himno:
Dios se mueve de una manera misteriosa para llevar a cabo sus mara-
villas; El Planta sus huellas en el mar y cabalga sobre la tormenta.
En inconmensurables y profundas minas de pericia infalible, atesora
sus brillantes designios y obra Su soberana voluntad.
Vosotros santos temerosos tomen fresco valor, las nubes que
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56 / Conversaciones Francas
vosotros tanto teméis, están llenas de misericordia, y romperán en
bendiciones sobre sus cabezas.
No juzgues al Señor con ineficaz razón, sino confía en Él por su gracia;
Detrás de una fruncida providencia Él esconde un rostro sonriente
Sus propósitos rápido madurarán desplegándose a toda hora; el
capullo un sabor más amargo puede tener pero dulce será la flor.
La ciega incredulidad seguro errará y en vano su trabajo oteará; Dios
es su propio intérprete y lo dejará todo en claro.
¿Puedes confiar en él?
	 ¿Y si Dios no lo deja en claro durante el tiempo que vivas? ¿Qué ocurre
si nunca, durante tu vida, llegas a comprender por qué Dios escogió permitir
cualquier cosa que fuera, o por qué no escogió hacer lo que tú pensaste que
era bueno? ¿Podrías confiar en Él?
	 El valor de expresar tus quejas, confusión, ira o frustración sobre lo que
cause la impresión de que Dios está distante y silente, es que ayuda a poner
las cosas en perspectiva. Profundiza tu comprensión de Dios.
“¿Hasta cuándo, SEÑOR, me seguirás olvidando?¿Hasta cuándo
esconderás de mí tu rostro?¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he
de sufrir cada día en mi corazón?¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá
dominando? SEÑOR y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis
ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte; así no dirá mi enemigo:
«Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída. Pero yo
confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. Canto
salmos al SEÑOR. ¡El SEÑOR ha sido bueno conmigo!” (Salmo 13:1-6).
	 Puede que no entiendas qué es capaz de hacer Dios en tu vida, pero
esto es lo que puedes saber acerca de Dios: él es bueno, compasivo, amable,
paciente, longánimo, abundante en amor incondicional. Él es sabio—sabe lo
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Conversaciones francas online

  • 1. D A N T H O M P S O N ReflexionessobrelaoraciónenlosSalmosConversacionesFRANCAS Casi todos oramos. Es posible que tengamos sentimientos encontrados en cuanto a la oración, pensando que no lo hacemos muy bien, o que no entendemos completamente lo que estamos haciendo pero, aún así, al menos oramos. ¿Por qué requiere tanto esfuerzo? Este libro toma varias lecciones de los Salmos para enfocarse en la verdadera pregunta: “¿Cómo logro que mi corazón desee más a Dios, para entonces desear dedicar más tiempo para hablar con Él?”. Todo comienza con “Conversaciones francas”. Dan Thompson nació en Placetas, Cuba. Es el segundo de los cuatro hijos del Rev. Les Thompson. Luego de graduarse del Moody Bible Institute, la Universidad de Miami y el Reformed Theological Seminary, fue pastor en iglesias de Carolina del Sur y Mississippi. Hoy día es pastor de Christ Community Church en Titusville, Florida, la cual se fundó bajo su tutela hace más de 25 años. Dan y su esposa Margaret tienen cuatro hijos y un nieto. Dan es un ávido pescador y amante de la naturaleza. Reflexionessobrelaoración enlos Salmos ConversacionesFRANCAS Conversaciones FRANCAS ReflexionessobrelaoraciónenlosSalmos www.logoi.org
  • 2. Reflexiones sobre la oración en los Salmos D A N T H O M P S O N Conversaciones FRANCAS
  • 3. Conversaciones FRANCAS – Reflexiones sobre la oración en los Salmos por Dan Thompson © 2015 Todos los derechos reservados www.logoi.org Ninguna parte de este libro podrá reproducirse de ninguna forma sin permiso escrito previo de los editores, con la excepción de citas breves en revistas o reseñas. Traducción: Raúl Lavinz Roca Angie Torres Moure Editora: Angie Torres Moure Diseño: Meredith Bozek ISBN: 978-1-938420-52-8
  • 4. DEDICATORIA Este libro lo dedico a la familia de Christ Community Church en Titusville, Florida. Gracias por darme la libertad para dedicar tiempo a la oración semana tras semana y para estudiar la Palabra de Dios. Agradezco especialmente a mi esposa, Margaret, quien ha orado fielmente junto a mi y por mi, por más de 30 años.
  • 5.
  • 6. 5Dan Thompson / INDICE Dedicatoria Introducción.......................................................................................... 7 Capítulo 1: Cuando ores................................................................. 14 Parte I: “Padre nuestro que estás en los cielos...”................................ 29 Capítulo 2: ¿Es la oración una conversación de una sola vía?...... 30 Capítulo 3: Cuando Dios permanece en silencio................................ 44 Parte II: “Santificado sea tu nombre”.................................................. 59 Capítulo 4: Examíname, oh Dios................................................... 60 Capítulo 5: Piensa antes de orar.................................................... 78 Capítulo 6: Habla con Dios acerca de lo que él ha hecho............. 92 Parte III: “Venga tu reino, hágase tu voluntad”................................. 108 Capítulo 7: Sediento de Dios........................................................ 110
  • 7. 6 / Conversaciones Francas Capítulo 8: Proclama su gloria entre las naciones...................... 122 Parte IV: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy...”...................... 137 Capítulo 9: ¿Puedes decir gracias?............................................... 138 Parte V: “Perdónanos nuestras deudas como también hemos perdonado a nuestros deudores”.......................................................................... 153 Capítulo 10: La confesión no es suficiente.................................. 154 Capítulo 11: Un corazón contrito y humillado............................ 171 Parte VI: “No nos metas en tentación”.............................................. 187 Capítulo 12: Solamente Dios........................................................ 189
  • 8. 7Dan Thompson / INTRODUCCIÓN s irónico que yo esté escribiendo acerca de la oración. No soy un experto en el tema. Con frecuencia me encuentro decepcionado con mi vida de oración y me siento culpable por no orar con más frecuencia o pasión. Tengo buenas intenciones pero no las llego a materializar. Sé algunas cosas acerca de la oración, pero eso no necesariamente significa que oro bien. El origen de los capítulos que vienen a continuación es una serie de sermones que prediqué en la primavera y verano de 2013, en respuesta a un pedido de parte de los ancianos de la iglesia donde llevo 24 años como pastor. Mientras me encontraba terminando una serie de sermones basados en el evangelio de Marcos, estos ancianos me pidieron que predicara unos cuantos sermones sobre la oración basados en los Salmos. Uno de ellos dijo, “He empezado a darme cuenta que no sé orar. Necesito un poco de estímulo y ayuda para entender el tema de la oración a cabalidad”. A medida que empezaba a preparar los sermones, mi deseo no era darle a la gente técnicas para orar, o un mejor método de oración. He escuchado gran cantidad de consejos, con el paso de los años, acerca de cómo orar, que no han producido en mi vida un deseo mayor para, realmente, orar. Sé lo que debería hacer. Sin embargo, lo que con frecuencia está faltando es el deseo de hacerlo. Así que la pregunta que me hice fue: “¿Qué hago para que mi corazón tenga un mayor deseo por Dios de tal manera que me vuelva hacia El con más frecuencia y disfrute hablándole en oración más de lo que lo hago ahora? ¿Qué tiene que ocurrir en mi corazón para que la oración sea una parte más natural de mi vida en vez de un deber que debo cumplir?” La razón por la cual me agradó la idea de hablar acerca de la oración relacionada con los Salmos, fue porque los Salmos presentan un rico cuadro acerca de la persona y el carácter de Dios. Pienso que nadie va a orar más, o mejor, a menos que crezca su deleite en Dios. ¿Qué mejor lugar que los Salmos puede uno encontrar, en la Escritura, al cual volverse para hallar E
  • 9. 8 / Conversaciones Francas expresiones de deleite en Dios? Empecé la serie de sermones con una introducción al tema de la oración. En nuestra iglesia tenemos primero el culto de adoración seguido por un tiempo de conversación. Comencé a hacer esto hace cinco o seis años porque quería saber lo que la gente estaba realmente escuchando en los sermones que yo predicaba. Es fácil para un pastor suponer que la gente ha entendido lo que él está explicando, que la aplicación ha sido clara y que la gente se iría a sus casas y reflexionaría sobre lo que se había dicho y seguirían las sugerencias hechas en la aplicación. Pero ese no es necesariamente el caso. Para las personas es muy sencillo irse, después de un servicio de adoración, y decir que el sermón fue bueno pero nunca más volver a pensar sobre el mismo. Pensé que un tiempo de discusión, luego del sermón de cada semana, podría ayudar a reforzar las ideas presentadas en el mismo. De manera que ese ha sido nuestro patrón durante varios años. Siempre hay cosas que quisiera decir en un sermón pero que tengo que dejar fuera a causa de restricciones de tiempo. El rato de discusión me permitía tratar el tema con un poco más de profundidad. También le daba a la gente la oportunidad de hacer preguntas sobre algo que no hubiera quedado claro en el sermón. También me daba una oportunidad de hacer preguntas que ayudarían a las personas a que aplicaran las ideas presentadas en el sermón. Después de hacer la introducción al tema de la oración, y ubicarme en los Salmos, invitaba a la gente a que hicieran las preguntas que tuvieran acerca del tema y la práctica de la oración. Tomaba nota de sus preguntas y les prometía hacer todo lo que pudiera para abordar algunas de esas preguntas. Sus preguntas no me sorprendían. Me han hecho esas mismas preguntas durante años y yo mismo me he hecho muchas de ellas: “¿Realmente la oración cambia a algo?” “¿Por qué, con frecuencia, Dios parece estar tan lejano?” Jesucristo nos invita a pedirle al Padre por aquello que está en nuestros corazones, pero
  • 10. 9Dan Thompson / ¿qué debería yo pensar cuando Dios parece no responder mis oraciones? A veces se siente como que si Dios ¡ni siquiera estuviera presente!” “¿Es correcto exigir que Dios escuche, como algunos de los salmistas lo hicieron?” “¿Podemos cuestionar lo que Dios decide hacer en nuestras vidas, o sería eso falta de fe y un insulto a Dios?” “¿Cuál es la relación entre la soberanía de Dios y nuestras oraciones? Si Dios ya ha determinado lo que va a hacer en una situación dada, ¿qué diferencia puede causar mi oración?” “¿Qué papel juega mi fe en las oraciones?, es decir, ¿debería yo suponer que la razón por la cual Dios no ha respondido mis oraciones es porque no tengo la suficiente fe; que si yo creyera más fervientemente mis peticiones se cumplirían?” “¿Por qué debería Dios preocuparse por mis insignificantes peticiones cuando hay tanta gente en el mundo por la cual se tiene que preocupar? ¿Molesto a Dios con mis peticiones?” A medida que escuchaba las honestas preguntas de la gente, y las escribía, nuevamente me daba la impresión de que lo que la gente necesitaba no era una serie de respuestas simplistas a aquellas preguntas. Necesitaban una visión mayor acerca de quién es Dios y lo que significa para nosotros estar en relación con él. Obviamente hay mucho más de lo que yo dije sobre la oración, que se pudo haber dicho, en esos mensajes. Hay muchos buenos libros sobre la oración que están disponibles para aquellos quienes quieran leer más al respecto. Hay libros disponibles acerca de hombres y mujeres cuyas prácticas de oración son, o fueron, mucho más ricas de lo que han sido las mías, y quienes, por consiguiente, están más cualificados para dar los consejos que yo no me siento cualificado a dar. Como ya mencioné, no soy un experto en la oración—pueden preguntarle e mi esposa—, necesito estímulo como cualquier otra persona, cuando se trata de la práctica de la oración. Así que
  • 11. 10 / Conversaciones Francas mi aproximación a todo esto es como la de un compañero de lucha. Lo que he tratado de hacer es proveer algo de reflexión, acerca de la persona y el carácter del Dios a quien oramos, y aplicaciones relacionadas con lo que los Salmos dicen acerca de Dios y nuestra relación con El. He hallado que disfruto más de la oración, y que con más frecuencia me dirijo a Dios en oración, cuando me estoy deleitando en la persona y obra de Dios. Probablemente, la mayoría de nosotros sabe algunas cosas respecto a la oración. Hemos escuchado sermones y leído libros, o artículos de revistas, acerca de la oración. Sabemos algunas cosas respecto a la teoría y teología de la oración. Sería fácil convencernos a nosotros mismos de que el saber algunas cosas acerca de la oración es tan bueno como orar. Sin embargo, saber algunas cosas sobre la oración no es lo mismo que ser una persona de oración. Tal como lo expresó el teólogo J.I. Packer: “Si hallas un vago disfrute en una investigación de biblioteca acerca de la oración, pero terminas sin tiempo, energía, o motivación para hacer más que balbucear unas cuantas palabras de buenas noches a Dios al final del día, antes de irte a dormir, no eres una persona de oración” (J.I. Packer en: La Oración: Encontrando nuestro camino al deleite a través del Deber, p. 9). En un ensayo titulado, “Meditación debajo de un cobertizo”, el escritor cristiano C.S. Lewis escribió: “Hoy estaba parado bajo el oscuro cobertizo. El sol brillaba afuera y, a través de la grieta, en lo alto de la puerta, entró un rayo de sol. Desde donde yo estaba parado, ese rayo de luz con motas de polvo flotando en el mismo, fue lo más impactante en ese lugar. Todo lo demás tenía un tono casi negro. Yo estaba viendo el rayo, no estaba viendo las cosas que alumbraba. “Luego me moví así que la luz cayó sobre mis ojos. Instantáneamente todo el cuadro anterior se desvaneció. No ví más el cobertizo, y (sobre todo) ningún rayo. En su lugar, ví, teniendo como marco
  • 12. 11Dan Thompson / la irregular rendija en la parte alta de la puerta, hojas verdes moviéndose en las ramas de los árboles afuera, y más allá de eso, unos 135 millones de kilómetros a la distancia, el sol. Ver con el rayo de luz y ver el rayo de luz son experiencias muy distintas”. Lewis termina su analogía con una aplicación: “…es perfectamente fácil ir, durante toda tu vida, dando explicaciones acerca del amor, la religión, la moralidad, el honor, y cosas por el estilo, sin haber estado dentro de ninguna de ellas…Continúas explicando una cosa sin saber lo que es (C.S. Lewis, Dios en el Muelle). La semana que me topé con ese ensayo había estado en Miami para ver a mi sobrino David jugar su primer partido de béisbol como miembro del equipo de la Universidad de Miami. He observado a David jugar béisbol, siempre que podía ir a un partido, desde que él tenía cinco o seis años de edad. Durante años, el sueño de David había sido jugar en el equipo de esa universidad. Debido a que soy pastor y tenía que estar en casa a tiempo para predicar el domingo, sólo pude observar el primero de una serie de tres partidos. Los otros partidos los escuché por radio. Ellos ganaron los tres juegos en su serie de apertura y David tuvo un gran fin de semana en el plato. Cuando fue entrevistado en la radio, después de la serie, David dijo, “Todo lo que aprendí acerca del béisbol lo aprendí de mi papá”. Decir eso fue algo verdaderamente hermoso (el ama a su padre—mi hermano Ed—quien toda su vida ha sido el fanático más grande de David). Sin embargo, eso fue un poco exagerado. Ed jugó fútbol en la secundaria y en la universidad (o, como el dice, donó sus dos rodillas al fútbol universitario). Nosotros jugamos bastante béisbol en el patio trasero de la casa mientras crecíamos. Creo que todos mis hermanos y yo hicimos una corta temporada en las Pequeñas Ligas y jugamos en la Liga de sofbol de la iglesia cuando estábamos en secundaria. A todos nosotros nos gusta el béisbol.
  • 13. 12 / Conversaciones Francas Ed ha estado observando a David jugar béisbol desde el tiempo en que David casi empezaba a caminar. La primera palabra que pronunció David fue “pelota”. Ed fue, probablemente, la primera persona en lanzarle una pelota a David de modo que la pudiera golpear con un bate. Ed le mostró cómo lanzar y atrapar. Ed hizo que David jugara en equipos organizados, tan pronto como David tuvo la edad suficiente. A través de los años Ed ha aprendido bastante acerca del béisbol: ha escuchado las cosas que los entrenadores de David han comentado. Ha estudiado el juego. Ha observado a David jugar cientos de partidos, desde las ligas menores pasando por los campeonatos estadales de secundaria, y ahora en el béisbol universitario. Durante años, Ed y David han ido a partidos de béisbol en la universidad de Miami. Han visto a los Marlins de Miami en vivo y en televisión. Ellos, inclusive, compraron las camisetas cuando Miami ganó la serie mundial en 2003. En la actualidad, Ed sabe bastante acerca del juego de béisbol. El ama el béisbol. Puede hablar durante horas acerca del mismo. Sin embargo, aparte del patio trasero de la casa y, a lo mejor, algo de las pequeñas ligas, realmente ¡nunca ha jugado béisbol! Nunca se ha parado en el plato de bateo para enfrentar un lanzamiento de bola rápida a una velocidad de 135 kph. No estoy menospreciando a mi hermano menor. Estoy seguro que si él no hubiera estado en una prueba de selección, después de cada temporada de fútbol, probablemente habría sido un buen jugador de béisbol—él era un buen atleta todo terreno. Sin embargo, como ocurrió con el rayo de luz de C.S. Lewis, hay una diferencia abismal entre saber acerca del béisbol y experimentarlo en realidad al jugarlo. He sido pastor durante treintiún años. En esos años he leído muchos libros y sermones acerca de la oración escritos por personas como Charles Spurgeon, Martín Lutero, y otros. He leído colecciones completas de oraciones de los puritanos. He escuchado algunos sermones muy buenos acerca de la oración. He orado con, y por, mucha gente—personas que estaban enfermas, otros agonizando, gente que venía pidiendo consejo pastoral. He guiado
  • 14. 13Dan Thompson / oraciones colectivas semana tras semana, año tras año. He predicado acerca de la oración y enseñado en relación con pasajes de la Escritura que tienen que ver con el tema de la oración. Sin embargo, conocer acerca de la oración y orar verdaderamente, son dos cosas diferentes. La mayoría de nosotros probablemente sabe lo suficiente, acerca de la oración, como para auto-convencernos de que saber algo acerca de la oración es tan bueno como hacerlo. Sin embargo, saber algunas cosas acerca de la oración no es lo mismo que ser una persona de oración. Mi deseo, al ir a los Salmos para considerar los patrones y modelos de oración, fue animar a la gente de nuestra congregación a disfrutar a Dios y aprender a expresar ese placer simplemente hablando con Dios más frecuentemente. Espero que estos sermones sean un estímulo para usted y fomenten que usted vaya al Padre con más frecuencia y naturalidad en oración.
  • 15. ¿ C Capítulo 1 14 / Conversaciones Francas ómo aprendiste a orar? Si estás con cristianos por un tiempo, tarde o temprano vas a oír a alguien orar más o menos así: “Te suplicamos, misericordioso Señor y Padre Celestial, que atiendas nuestras peticiones al humillarnos delante de ti esta mañana…”. Por alguna razón la persona que está orando piensa que Dios todavía habla el lenguaje antiguo de la Biblia. En el otro extremo, recientemente escuché decir, a alguien a quien se le había pedido que orara antes de una reunión: “Oye, Jesús. Sí. Solo queremos venir a ti y agradecerte, Señor…”. ¿Oye, Jesús?, eso suena un tanto informal para dirigirse a un rey, ¿no crees? La gente aprende a orar, generalmente, escuchando orar a otras personas. Tú escuchas orar a alguien a quien respetas, como cristiano, y supones que esa es la forma correcta de orar. Consciente, o inconscientemente, imiítas esas oraciones o, al menos, el vocabulario y estilo de dichas oraciones. Si creciste dentro de una familia cristiana y asististe a la iglesia toda tu vida, el concepto de oración te es familiar. Es algo que los cristianos hacen o, al menos, algo que ellos deberían hacer. Honestamente, el tema de la oración es, probablemente, algo acerca de lo cual te sientes culpable. Sabes que no lo Cuando ores
  • 16. 15Dan Thompson / haces tan bien o tan frecuentemente como debieras. Sin embargo, la idea de lo que es la oración no te suena como algo extraño. Ahora bien, si no creciste asistiendo a la iglesia, o en una familia cristiana, la idea de lo que es la oración probablemente te sea un tanto extraña. Imagina que nunca has visitado ninguna iglesia de ningún tipo ni has oído nada acerca de la Biblia. Entonces, un amigo que es cristiano te invita a su casa a un estudio bíblico y piensas que eso lo alegraría así que accedes y vas. Te pareció interesante. Un grupo de personas se sentó y conversó acerca de algo que leyeron en la Biblia. Luego la reunión se volvió algo rara. Todos cerraron sus ojos y empezaron a hablar en voz alta a alguien que uno no podía ver. Nadie dio una miradita, sólo tú lo hiciste. Pensaste, “¿Por qué todos cierran sus ojos si de todas maneras no pueden ver a Dios?”. Escuchaste, y algunas personas del grupo le hablaron a Dios, y otros no. En verdad tú no lo hiciste porque pensaste, “No sabría qué decir…”. Tenías temor de que si empezabas a hablarle a Dios justo allí, en frente de otras personas, aun cuando sus ojos estuvieran cerrados, reconocerían tu voz y sabrían de inmediato que no tenías ni idea de qué se trataba esto. Sin embargo, puede ser que después de unas semanas, o meses, lo que estabas escuchando acerca de Dios, en la Biblia, empezó a tener sentido y te convertiste en cristiano. Empezaste a ir a un servicio de adoración en el local de una iglesia. Por fin, cuando te reuniste con un grupo de cristianos tuviste la suficiente valentía para tratar de orar en público. Como ya habías escuchado a otros del grupo, tomaste el vocabulario. De esa manera, una semana en que el grupo se reunió para cenar te ofreciste para orar antes de la comida. Oraciones a la hora de comer Probablemente fue algo como esto: “Padre celestial, bendice esta comida para que nutra nuestros cuerpos, y a nosotros para servirte. En el nombre de Jesucristo. Amén”. Entonces pensaste, “¡Lo hice. Oré y nadie se rió!”. No tenías
  • 17. 16 / Conversaciones Francas ni idea de lo que esas palabras realmente significaban, sin embargo oraste en público. Ahora, ya sabías cómo orar. Además, a su tiempo, hasta corriste el riesgo de hacer una oración un poco más larga en el tiempo de oración del grupo. Luego de esto, lo intentaste en tu casa. Después de todo se supone que los cristianos deben orar. Así que por un sentido de deber lo intentaste. No oraste en voz alta porque no había nadie alrededor. Sólo fue como pensando las palabras, y pediste a Dios que ayudara a alguien que estaba enfermo, o bendijera a un misionero al cual la iglesia estaba apoyando. Tal vez intentaste eso durante unos días. Sin embargo, después de un tiempo daba la sensación que era algo sin sentido. No era tan significativo o divertido. Honestamente era un poco aburrido. Le hablabas a Dios, pero El no te hablaba. Era difícil mantener tu mente enfocada, así fuera durante unos pocos minutos. De esa manera, decidiste dejar la oración para los expertos (el pastor y los líderes de la adoración en la iglesia). De vez en cuando, si algo te recuerda que deberías orar, o cuando parece ser una buena idea, haces una corta oración. Aparte de eso, la oración no es parte de tu vida diaria. Tengo la sospecha de que tu experiencia es mucho más común de lo que te imaginas. Puede ser que parte del problema sea que no entendemos lo que es la oración y no hemos acudido a las fuentes adecuadas para aprender cómo orar. El salmista escribe, “Guíame, Señor, por tu camino…” (Salmo 27:11). El está pidiéndole instrucciones a Dios. Esa es la fuente adecuada cuando se trata de aprender a orar. Si quieres aprender cómo orar, necesitas ir a Dios, a través de su palabra, la Biblia. No seas simplemente imitador de alguien cuya oración te impresione. Tampoco supongas que aprenderás a orar, de manera instintiva, a medida que transcurra tu tiempo de vida como cristiano. La forma correcta de acercarse a Dios en oración se aprende de Dios en la medida que él nos enseña mediante su Espíritu, obrando a través de su palabra. Además, él nos ha dado excelentes instrucciones en la Escritura,
  • 18. 17Dan Thompson / particularmente en los Salmos: ciento cincuenta modelos de alabanza, acción de gracias, petición, intercesión, y meditación que deberían ponernos al corriente sobre la forma de acercarnos, y hablarle, a Dios. Enséñanos a orar Estoy seguro que fue algo accidental, pero los discípulos de Jesús se hicieron eco del pedido del Salmo 27 (Guíame, Señor, por tu camino) cuando le pidieron a Jesús “Señor, enséñanos a orar, así como Juan le enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1). Jesús estaba orando y sus discípulos lo vieron, y oyeron, cuando oraba. Había algo diferente acerca de la forma en que Jesús oraba. El no trataba de impresionar a nadie. Era genuino, verdadero y atractivo. No recitaba oraciones memorizadas, si no ellos podrían haber memorizado las palabras usadas por Jesús y orar como El lo hizo. De manera que le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”. En el relato de Lucas, Jesús les dio lo que nosotros llamamos el Padrenuestro. Mateo, al relatar el mismo hecho nos dice que, primero, Jesús les dijo algunas cosas a ser evitadas: “Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa. Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Cuando oren, no sean como los *hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa” (Mateo 6:1-5).
  • 19. 18 / Conversaciones Francas Aquellos a quienes Jesús identificó como hipócritas oraban a fin de ser vistos y admirados. Estaban más preocupados por lo que otras personas pensaran acerca de ellos, que por lo que Dios pensaba. Ellos no estaban orando, estaban actuando. Cuando Jesús oraba era diferente. Jesús le hablaba a Dios como un niño habla con su padre. Sus oraciones eran espontáneas, plenas de la convicción de que Dios no está distante sino cercano. Jesús continuó, diciendo: “Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará” (Mateo 6:6). Soy pastor y tengo que orar en público cada semana. ¿Está Jesús diciendo que orar en público es una mala idea? No. Es la actitud del corazón lo que importa. Estoy seguro que te has encontrado en situaciones en las cuales sabías que había otras personas que esperaban que oraras en voz alta. Puedo recordar el terror verdadero que eso me causaba cuando era más joven. El pastor de jóvenes nos pidió que oráramos alrededor de un círculo formado. Yo estaba en el círculo. Todos se darían cuenta si yo no oraba. Tenía que decir algo. Mientras otras personas estaban orando, yo contaba cuántos faltaban antes de que me correspondiera orar. Mentalmente, iba practicando lo que iba a decir de manera que no pareciera un idiota cundo llegara mi turno. ¿Era eso orar? De ninguna manera. Yo no estaba pensando acerca de Dios ni hablándole en absoluto. Estaba preocupado de lo que otros en el grupo pensarían de mí. Estaba “orando” para ser visto por los hombres, para obtener su admiración. Jesús les dijo a sus discípulos que no fueran como los hipócritas que se aseguran de terminar en la esquina de una calle en las horas prescritas del día para la oración, de manera que pudieran tener audiencia. Deseaban ser
  • 20. 19Dan Thompson / admirados, que la gente los admirara. Ellos recibieron su “recompensa”—la aprobación de otros hombres. Sin embargo, Dios no se deja impresionar con todo aquello. Eso no es oración. Frases vacías Además, Jesús continuó, “Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los *gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan” (Mateo 6:7-8). Algo parecido a lo que nosotros llamamos “oración” está ocurriendo en todo el mundo, ahora mismo, en todos los tipos de religiones: se están ofreciendo oraciones a varios dioses en la India, a Allah en el Medio Oriente, a los ancestros en varias culturas, a los santos y a la vírgen María, la madre de Jesús, por parte de los católicos romanos. Los cristianos no son los únicos que oran. Sin embargo, en todas estas “oraciones”, ¿qué puedes discernir acerca del concepto que la gente tiene de Dios, o de sus dioses, por la forma en que oran? Posiblemente hayas visto fotos de ruedas de oración en las montañas de Nepal. A un molinete impulsado por el viento se le adjuntan fragmentos de papel con oraciones escritas. Simplemente piensa cuántas veces da la vuelta la oración en un día verdaderamente ventoso. ¿Qué piensan, acerca de cómo son sus dioses, aquellos que colocan sus oraciones en un “molinete” de oración”? Lo que parece importar no es el corazón de la persona que ora, sino el número de veces que se hace la oración. Los dioses son movidos a dar una respuesta por el número de veces que una petición es hecha. La persona que hace la petición no sabe cuál es ese número (cuántas veces la oración tiene que dar la vuelta para obtener la atención de los dioses), sin embargo hace que la petición vaya dando vueltas, una y otra vez, esperando que llegue al número preciso y obtenga una respuesta de
  • 21. 20 / Conversaciones Francas parte de los dioses. En el Islamismo, los musulmanes devotos oran a Allah en los momentos prescritos, cinco veces al día. No importa dónde estén, cuando se hace el llamado a la oración, se arrodillan con el rostro en la dirección correcta, se inclinan ante Dios, que es la posición correcta, y repiten las oraciones prescri- tas. Probablemente hayas visto cuadros de musulmanes de rodillas tocando el piso con sus frentes, en sus esterillas de oración. Día tras día ellos siguen sus patrones prescritos para la oración como parte de su devoción a Dios. Aquí hay, probablemente, algo que podemos aprender de los budistas acerca de la persistencia en la oración por algo que nos interese. Además, hay algo que podríamos aprender de los musulmanes sobre ser devotos a la oración persistente. Sin embargo, ¿qué tipo de Dios se deja impresionar más con el mero volumen de palabras y horas invertidas orando que con las actitudes de corazón de la persona que ora? ¿Qué tipo de Dios se preocuparía más por el momento del día en que oras que por los deseos y actitudes de tu corazón? Jesús nos dijo que no fuéramos como los gentiles quienes piensan que serán escuchados porque usan una gran cantidad de palabras. Por otra parte, la forma en que tú oras y las palabras que usas cuando oras, ¿qué revelan acerca de lo que tú crees sobre cómo es Dios? Una ayudita, por favor Jack Miller, el fundador de la Misión Cosecha Mundial, dijo que una vez le preguntó a su esposa, “Rose Marie, si pudieras cambiar algo de mí, ¿qué sería?” Ella le respondió, “Tú no sabes escuchar”. De esa forma, Jack empezó a orar así, “Señor, perdóname por no escuchar a mi esposa. Ayúdame a ser un mejor oyente”. ¿Ves algún problema con esa oración? Simplemente, en base a esas palabras, ¿qué era lo que Jack Miller creía acerca de Dios y de sí mismo? Al decir, “Ayúdame”, lo que Jack quiso decir fue, “Dios, yo lo puedo hacer. Puedo
  • 22. 21Dan Thompson / ser un mejor oyente con un empujón de tu parte. Todo lo que necesito es algo de ayuda”. Un año más tarde, después de haberle pedido a Dios que lo ayudara a ser un mejor oyente, volvió a preguntarle a su esposa, “Rose Marie, si pudieras cambiar algo de mí, ¿qué sería?”. Ella le respondió, “Tú no sabes escuchar”. El se sintió impactado. Comentó que le había tomado un tiempo entender que no se podía cambiar a sí mismo sólo con una pequeña ayuda de Dios. Necesitaba un cambio de corazón, y sólo Dios podría cambiar su corazón. Esa convicción operó un cambio en su manera de orar. En vez de decir solamente, “Ayúdame a hacer esto”, comenzó a pedirle a Dios que cambiara en él lo que él no podía cambiar mediante sus propios esfuerzos. Algunas veces, cuando le pedimos ayuda a Dios, reconocemos nuestra dependencia de El. Sin embargo, a veces ello representa pronunciar “frases huecas”, palabras que suenan piadosas, pero que no significan nada. ¿En qué otro contexto tendemos a repetir oraciones que se convierten en palabras huecas? ¿Qué tal con nuestras oraciones antes de las comidas? ¿Con qué frecuencia has escuchado, u orado, algo parecido a esto: “Bendice estos alimentos para que nutran nuestros cuerpos…”. Eso suena muy espiri- tual, así que tomaste, y usaste, esas palabras. Pero, ¿qué significan? ¿Acaso la comida no sería una bendición o no nutriría nuestros cuerpos físicos si no le pidiéramos a Dios que la usara para esos fines? ¿Es que Dios lleva a cabo un milagro especial cuando se le pide que bendiga la comida para el nutrimiento de nuestros cuerpos? ¿Elimina Dios los gérmenes que podrían habernos enfermado si no hubiésemos orado? ¿Es esa la razón para orar antes de comer? ¿Qué es lo que quieres decir cuando le pides a Dios que “bendiga esta comida”? En cierta oportunidad estuve en una reunión familiar y uno de mis sobrinos llegó tarde a la cena. Todos lo saludamos y alguien le dijo, “Toma asiento y come, la comida ya ha sido bendecida”. ¿Qué significa eso? ¿Significa que repetimos el conjuro mágico prescrito para invocar la protección de la deidad sobre la comida y que ahora está apta para comerla?
  • 23. 22 / Conversaciones Francas ¿No es acaso la razón para orar antes de una comida el recordar que todas las cosas provienen de Dios? Jesús nos enseñó a orar, “Danos hoy nuestro pan de cada día”. Dios nos ha dado comida que comer, de modo que venimos delante de El, recordamos nuestra dependencia en él y expresamos nuestra gratitud por su bendición sobre la comida y la bebida. Jesús les dijo a sus discípulos que, en vez de un montón de palabras repetidas vez tras vez, oraran con sinceridad. Es el corazón lo que importa y tu creencia acerca de quién y cómo es Dios moldeará la forma en que ores. La oración tiene que ver con las relaciones Si hablaras con tu esposa sólo cuando otras personas pudieran ver y oír lo que dices y si tu propósito fuera el de impresionar a esas personas para que pensaran cuán maravilloso esposo eres, debido a tus amorosas expresiones, ¿crees que a tu esposa le gustaría escuchar tus palabras? Ella quiere que le hables, no con floridas palabras que has memorizado, o diciendo exactamente lo mismo que has venido diciendo todos los días durante años. ¡Ella quiere que le hables verdaderamente! Ella quiere que desees conocerla y que le permitas conocerte diciéndole lo que piensas y cómo te sientes acerca de cosas que hayan ocurrido. Dios es una persona. El nos ha hablado mediante la creación y, más claramente, en su palabra escrita. Nos ha dado su espíritu para abrir nuestras mentes a lo que dice en su palabra. También nos invita a conversar con él, a expresarle lo que pensamos, lo que sentimos, lo que tememos, lo que no nos gusta y lo que sí nos gusta. Un modelo de oración Después de haberles advertido en contra de orar simplemente para impresionar a otros, y contra la repetición de palabras sin sentido, Jesús les dio a sus discípulos un modelo de oración. Lo llamamos El Padrenuestro, pero no es una oración que Jesús haya hecho una y otra vez. ¡No puede
  • 24. 23Dan Thompson / ser! La petición “Perdónanos nuestras deudas (nuestras transgresiones)”, está incluida. Jesús nunca necesitó pedirle al Padre que lo perdonara. El nunca pecó. Así que, habiendo advertido a sus discípulos que no hicieran de la oración un asunto de repetir palabras una y otra vez, con toda certeza no les habría dado una oración que debieran memorizar y orar palabra por palabra, día tras día. No hay nada equivocado en recitar el Padrenuestro en un contexto de adoración. Sin embargo, lo que Jesús nos dio es un modelo de oración. El les dijo: “Vosotros, pues, oraréis así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos,santificado sea tu nombre. Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal’” (Mateo 6:9-13). En los capítulos que siguen vamos a observar patrones de oración que podemos encontrar en los Salmos. Lo que se encuentra en este modelo de oración, que Jesús nos dio, son aspectos de la oración profundamente arraigados en los Salmos. El Padrenuestro es una oración modelo, un patrón para orar. Jesús les dio a sus discípulos algunos tipos de cosas por las cuales orar. Dichos tipos de cosas por las cuales orar las vamos a encontrar en los Salmos. En un sentido, al esqueleto del Padrenuestro se le da cuerpo en los Salmos. Permítanme explicarlo brevemente demostrando cómo se pueden encontrar en los Salmos cada una de las peticiones del Padrenuestro. Padre nuestro que estás en el cielo Ningún judío piadoso, antes del tiempo de Jesús, se dirigía a Dios como “padre”. Ese íntimo término relacional fue introducido por Jesús. Los
  • 25. 24 / Conversaciones Francas salmistas, escribiendo cientos de años antes del tiempo de Jesús, no se dirigieron a Dios como “Padre”. Esa es una forma distintivamente cristiana de dirigirse a Dios. Sin embargo, a medida que prestes a tención a las distintas formas en que los salmistas se dirigían a Dios, lo que encuentras son términos que implican una relación de intimidad. “Oh SEÑOR, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8:1). “¡Sálvame, SEÑOR mi Dios, porque en ti busco refugio!” (Salmo 7:1). El término SEÑOR (todo en mayúsculas), en nuestras traducciones bíblicas, es la palabra Yahweh. Cuando Moisés se encontró con Dios en la zarza ardiente y Dios le ordenó que regresara a Egipto para decirle al Faraón que dejara en libertad al pueblo de Israel, Moisés le dijo a Dios: “Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes.” ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?” — YO SOY EL QUE SOY —respondió Dios a Moisés. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: “YO SOY me ha enviado a ustedes” (Éxodo 3:13-14). Cuando un Salmo comienza dirigiéndose a Dios como SEÑOR, el nombre que se usa es este nombre revelado por Dios. Literalmente se puede traducir como “Yo soy”. Sin embargo, en el contexto del Pacto del Antiguo Testamento esta expresión significa “Yo estoy contigo para bendecirte”. De tal manera, el nombre de Dios al comienzo del Salmo refleja una intimidad, una cercanía, un cierto privilegio que le pertenece al pueblo de Dios. Jesús intensificó ese sentido de intimidad con Dios al animarnos para dirigirnos a Dios como “padre”. Sin embargo, la oración en la Biblia siempre ha asumido una relación de cercanía con Dios. Santificado sea tu nombre A la oración le concierne la gloria de Dios. Los Salmos son una rica fuente, no sólo de información acerca de Dios sino para aprender maneras de
  • 26. 25Dan Thompson / deleitarse en la majestad, belleza y gloria de Dios. Dios es santo. Dios está en lo alto y es exaltado. El es trascendente—está muy por encima de nosotros. Nuestro Padre en el cielo es infinitamente santo y esa realidad crea un equivalente de reverencia y temor al venir ante Dios. Somos pecadores— perdonados, justificados, adoptados, pero todavía pecaminosos. Esta petición, “santificado sea tu nombre” tiene su paralelo en los Salmos: “¡Exaltad al SEÑOR!”, “¡Magnificad al SEÑOR!”. Exaltar es poner en lo alto, desde una posición de humildad a una posición de honor. Aumentar en estatus, dignidad y honor. No podemos hacer que Dios esté en un estatus más alto que en el cual ya está. No podemos hacer que Dios sea más dignificado o más digno de honor. No podemos hacer que Dios sea más santo de lo que ya es. Entonces, ¿por qué los salmistas nos llaman a exaltar y magnificar a Dios? ¿A qué estatus más alto puedes elevarlo? ¿Qué posición más elevada se le puede dar a Dios que la de Rey de Reyes y Señor de Señores? ¿Quién es más alto que el Dios altísimo? Exaltar a Dios significa que nuestra estima de él sea elevada, o levantada más alto. De la forma en que pienses de Dios depende que él sea santificado y honrado con el respeto que le corresponde. Venga tu reino Dios gobierna sobre todas las cosas. El es soberano sobre hombres y naciones. En esta petición no le estamos solicitando a Dios que empiece a reinar. Estamos expresando un anhelo porque el reino visible de Dios se extienda en este mundo. Estamos pidiendo que la gente, incluyéndonos a nosotros mismos, honre a Dios y reconozca su señorío. Si Dios está reinando como rey soberano sobre toda la tierra, ¿por qué existe tanto mal y quebrantos en nuestro mundo? Los Salmos te darán ejemplos del tipo de preguntas honestas que le puedes hacer a Dios y de la perspectiva que él te dará a medida que hagas esas preguntas. Los Salmos están repletos de expresiones de deseos porque el rReino de Dios sea evidente
  • 27. 26 / Conversaciones Francas en la vida. Los anhelos expresados en los Salmos son para que las personas y las naciones de este mundo conozcan y honren a Dios. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo Las oraciones en los Salmos están, con frecuencia, enfocadas en las dificultades que las personas experimentan en este mundo caído. Lo que experimentamos en la vida no tiene sentido si es que Dios gobierna sobre todas las cosas. Lo que tiene lugar en nuestro mundo con frecuencia no parece ser la voluntad de un Dios bueno y amoroso. A menudo nos confundimos porque lo que experimentamos no encaja con las ideas que tenemos acerca de cómo debiera obrar Dios en nuestras vidas. Por lo tanto el pueblo de Dios clama a él por justicia, por cambios, por entendimiento. Danos hoy nuestro pan de cada día El hecho de que podamos ir a la tienda de víveres y comprar lo que necesitamos sin ninguna dificultad, así como que tengamos comida en la despensa, y el refrigerador, hace que nos sea fácil olvidar que Dios es quien nos provee cada día lo que necesitamos para vivir. Cuando estás sin trabajo y no puedes encontrar un empleo, y se empiezan a amontonar las deudas, te ves forzado a reconocer cuán desesperadamente necesitas que Dios te provea lo que necesitas para vivir. Cuando tienes hambre y se te provee la comida, ser agradecido es sencillo. Cuando tienes todo lo que necesitas es fácil olvidar el darle gracias a Dios por su provisión. Los Salmos están repletos de acciones de gracias y aprecio por las provisiones de Dios para su pueblo. Los escritores de los Salmos expresaron su dependencia de Dios para todas las cosas. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores Somos pecadores. El pecado crea una deuda relacional con Dios—no le hemos honrado como debiéramos. Pecamos contra Dios, contra otras
  • 28. 27Dan Thompson / personas, y otras personas pecan contra nosotros. Jesús les enseñó a sus seguidores a reconocer sus deudas de pecado ante Dios en forma habitual. También a enfrentar la verdad acerca de la forma en la cual nuestros pecados afectan nuestra relación con Dios y entender que necesitamos su perdón. A veces comprendemos la forma en que nuestros pecados impactan a Dios al sentir el impacto de los pecados de otras personas contra nosotros. En los Salmos hay grandes ejemplos de remordimiento, confesión y arrepentimiento. Necesitamos entender que hay una gran diferencia entre admitir simplemente que hemos pecado, y arrepentirnos verdaderamente volviéndonos a Dios reconociendo nuestra necesidad de la misericordia y gracia de Dios. Los Salmos nos proporcionan una comprensión más profunda de lo que significa orar pidiendo, “perdónanos nuestras deudas…”. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal Mientras leemos los Salmos no nos tomará mucho tiempo encontrar a los salmistas pidiéndole protección a Dios, reconociendo sus debilidades, y buscando a Dios para que les libre de sus enemigos, de la oposición y del maligno. En los Salmos hay una honestidad en relación al quebranto de nuestro mundo, a los males que sufrimos y a la sensación que tenemos, cuando sufrimos injusticias, de que necesitamos un defensor y un vengador. Cuando pecan contra nosotros, la tentación es querer tomar la venganza en nuestras propias manos. No queremos solamente estar a mano, queremos ir adelante en el marcador. Sin embargo terminamos empeorando las cosas. Es más, las experiencias de injusticias en contra nuestra, a menudo nos conducen a la tentación de rechazar a Dios. Las mentiras y tentaciones de Satanás no han cambiado a lo largo de los siglos. “¿En verdad Dios dijo eso? Dios sabe que eso no sucederá. Dios no es bueno, les está ocultando algo que sería bueno para ustedes”. En esos momentos en los cuales Dios permite que experimentemos sufrimiento, o que pequen contra nosotros en forma dolorosa, sentiremos la tentación de no creer que Dios es sabio en lo que elige y que no es bueno en lo que hace.
  • 29. 28 / Conversaciones Francas Los Salmos nos enseñan a traerle a Dios aquellas formas en que hemos sufrido injusticias e implorarle que se encargue de quienes han pecado contra nosotros— que nos libre del mal. Y, los Salmos nos traen de vuelta nuestras preguntas, no respondidas, acerca de la obra de Dios en nuestras vidas para recordarnos que Dios es bueno y sabio en todo lo que hace. La oración es un privilegio Los Salmos no fueron escritos para darnos un método de oración, o proveernos instrucciones sobre la técnica correcta para orar. En realidad ellos son una colección de cantos. Sin embargo, en esos cantos de alabanza y adoración, de confesión y petición, podemos aprender mucho acerca del Dios al cual oramos. No estoy diciendo que tengamos que ir más allá de lo que Jesús nos enseñó acerca de la oración. Estoy diciendo que lo que Jesús expresó también se encuentra en los Salmos. Jesús conocía estos cantos y oraciones de Israel. Con frecuencia estaban en su mente—hasta cuando estaba clavado en la cruz (el Salmo 22 empieza y termina con palabras que Jesús clamó en la cruz). El Dios que Jesús describió, cuando les enseñó a sus discípulos a entender la disposición de Dios de escuchar sus oraciones, es el mismo Dios que se puede encontrar en los Salmos. La oración bíblica asume esta verdad acerca de Dios: El es una persona que quiere conocernos y ser conocido. Una fuerza, o un poder impersonal, no puede escuchar ni responder. Dios es una persona que escucha, que se preocupa, que invita, que ama, que protege y se deleita en ser conocido. El privilegio de aproximarnos a Dios de esta manera es impactante. Jesús es exclusivamente el hijo de Dios, y Dios es exclusivamente su pPadre. Cuando Jesús oraba se acercaba a su padre como su hijo único. Sin embargo, ahora el deja en claro que aquellos que están en relación con él han sido traídos a esta relación íntima con Dios. Ahora podemos llamar a Dios “Padre” y venir a él como hijos amados. En última instancia, es lo que creemos acerca de Dios en nuestros corazones lo que moldeará la forma en que oramos.
  • 30. 29Dan Thompson / 29 “Padre nuestro que estás en los cielos...” ESÚS NOS ENSEÑÓ A ORAR A DIOS COMO “PADRE”. Un aspecto clave de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas es convencernos de que somos hijos e hijas adoptivos de Dios. Él nos enseña a clamar a Dios como “¡Abba! ¡Padre! “ Si Dios es nuestro Padre, ¿por qué a menudo sentimos que la oración es una conversación de una vía? A menudo pensamos que Dios está muy lejos, difícil de alcanzar, indiferente a nuestra vida cotidiana. Muchas veces le pedimos a Dios que intervenga en una situación difícil o para mostrar su gloria y poder cambiando circunstancias que tienen que cambiar, pero Dios no parece intervenir y las circunstancias no cambian. ¿Por qué a menudo sentimos que Dios no nos está escuchando cuando oramos? Los salmistas nos recuerdan de muchas maneras que Dios no está callado – él está hablando todos los días en formas que son claras y personales. Y los salmos nos invitan a derramar nuestros corazones a Dios cuando la vida no tiene sentido y parece que Dios está muy lejos. PARTE I
  • 31. 30 / Conversaciones Francas UE UNA MANERA INOPORTUNAMENTE SILENCIOSA de comenzar un seminario sobre la oración. Antes de comenzar la enseñanza, Paul Miller pidió a aquellas personas que habían llegado para aprender más acerca de la oración que pasaran cinco minutos orando. Luego, les pidió que le dijeran lo que habían experimentado en esos cinco minutos de silencio mientras oraban. Ellos respondieron: “Parecía una conversación de una sola vía. Yo solo fui el que habló”. “Fue aburrido”. “Parecía que el tiempo se prolongaba—dio la sensación que fueron más de 10 minutos. Me pregunté a mí mismo, ‘¿no han pasado ya los cinco minutos’?”. “Mi mente se distrajo. No me pude concentrar”. “Parecía que Dios no estaba allí y yo simplemente estaba pensando en palabras”. ¿Es la oración una conversación de una sola vía? Capítulo 2 F
  • 32. 31Dan Thompson / Luego de haber escrito sus respuestas en una pizarra, las leyó al grupo y pasó a lo que la gente había dicho en seminarios anteriores. Después, les preguntó qué pensarían de alguien que describiera su relación con su padre biológico así: “Cuando hablo con mi papá es como si fuera una conversación en una sola vía. El nunca dice nada. Es aburrido. Mi mente divaga. No me puedo concentrar. El tiempo parece prolongarse”. ¿Qué pensarías acerca de la relación de esa persona con su padre? Eso habla de una relación disfuncional. Esa es una relación muy triste. ¿Qué clase de padre cruel se sentaría sin decir nada mientras su hijo intenta conversar? ¿Qué tipo de hijo pasa un rato difícil disfrutando, aunque sean cinco minutos, de hablar con su padre? El señalamiento que Paul Miller quería hacer es muy importante: ¿Qué tiene que ver la forma en que oramos con lo que pensamos acerca de quién es Dios como nuestro padre? Gran parte de la batalla para disfrutar de la oración no es tanto el aprender las técnicas correctas como aprender más acerca de tu padre celestial y entender cómo te habla. En los albores de la creación, Adán y Eva caminaban con Dios en el huerto y hablaban con él, cara a cara, como amigos que pasean juntos en la tarde. Pero, cuando se rebelaron contra Dios fueron sacados del huerto y un fiero ángel con una espada encendida vigilaba el camino de regreso al huerto. El mensaje era claro: Adán y Eva habían perdido su acceso directo a Dios. Su pecado les mantenía alejados de la presencia inmediata de Dios. La sorprendente promesa que encontramos en la Escritura es que ha de llegar el día en que veremos a Dios cara a cara. Estaremos con Dios y disfrutaremos del tipo de conversación cara a cara con El que Adán y Eva disfrutaron en el huerto. ¿Y qué de la actualidad? Jesús dijo que debemos orar siempre sin cesar. Nos advirtió en contra de usar la oración como una herramienta para dejar en otros la impresión de cuán maduros somos
  • 33. 32 / Conversaciones Francas espiritualmente, o convertirla en un tipo de balbuceo sin sentido, repitiendo palabras que han perdido cualquier significado real para nosotros. Nos dio un modelo de oración. Así que, obviamente, Jesús, nuestro salvador y rey quiere que oremos. La oración no es sólo para algunas personas. Es para todos los que somos salvos por la gracia de Dios. El quiere que oremos. Sin embargo, ¿cómo ha sido tu experiencia con la oración? Muchos dirían: “Honestamente, pareciera como una conversación de una sola vía. Yo soy el único que hablo mientras que Dios está callado”. Confusión Lo que hace todo esto aún más confuso es que tienes amigos cristianos, o has oído a algunos cristianos que dicen: “Estaba orando el otro día y Dios me dijo…”. De inmediato pensaste para ti mismo: “¿En serio? ¡Dios le habló a ella? ¿Por qué Dios no me habla a mí”? Por otra parte, el haber oído a personas hablando acerca de lo que ellos aseguran que Dios les dijo, hace que te preguntes si en verdad escucharon a Dios o se lo imaginaron. Algunas veces, las cosas que la gente asegura que Dios les dijo son bastante inofensivas. Otras veces, las palabras que ellos aseguran que vienen de parte de Dios suenan como algo de la Biblia (y es fascinante que Dios todavía hable el castellano antiguo de la versión Reina Valera). Sin embargo, algunas veces la cosa se pone más que un poco extraña. En una oportunidad un hombre me dijo que Dios le había asegurado que se casaría con una dama soltera de la iglesia. Tal como se desenvolvieron las cosas, parece que Dios no cumplió con informar a la dama. De modo que cuando el hombre le manifestó que Dios le había dicho que ella se casaría con él, ella no le creyó y se casó con otro. Por tanto, este hombre se convenció de que esa dama había escogido ir en contra de la voluntad de Dios. También escuché a otro hombre que estaba enseñando acerca de cómo escuchar a Dios. Mencionó que todos los pensamientos que pasan por tu
  • 34. 33Dan Thompson / mente, todo el tiempo, son la forma en que Dios te está hablando. Además, que si tan solo te detienes un poco y escuchas esos pensamientos, vas a oír a Dios. Yo pensé, “¿Realmente le atribuiría a Dios muchos de los pensamientos que pasan por mi cabeza? No lo creo”. Cuando se trata del tema de la oración, y de escuchar a Dios, como parte de la oración, existen muchas ideas confusas. No quiero defender ni negar lo que la gente afirma acerca de cómo Dios les habla. Dios tiene la potestad de hacer mucho más de lo que yo puedo imaginar. Sin embargo, la Biblia es clara al manifestar que Dios se está comunicando con nosotros todo el tiempo. Por tanto, si tú vas a crecer en términos del disfrute de la oración y el deleite en Dios, tienes que creer que Dios se está comunicando y necesitas oír lo que está diciendo. Razón para orar La razón por la cual la Biblia nos convoca y anima a orar, es porque cuando Dios deja caer Su gracia sobre nosotros se nos hace partícipes de una relación con Dios que no es como una relación esclavo-rey. A un rey no le interesa saber lo que piensa, o siente, el esclavo. No le preocupa lo que piensa o siente su esclavo. Sólo quiere que el esclavo esté quieto y trabaje fuertemente. Nuestra relación con Dios no es así. “Pero cuando se cumplió el plazo Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ‘¡Abba! ¡Padre!’. Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero” (Gálatas 4:4-7). Si Dios te ha salvado por su gracia y te ha dado vida por su Espíritu, algo dentro de ti empieza a volverse, instintivamente, hacia Dios como Padre. “Abba” es un término de intimidad, como cuando mi hija me llama “Papi”.
  • 35. 34 / Conversaciones Francas Una de las potentes maneras en que el Espíritu Santo obra en el pueblo de Dios es dándoles la convicción de que Dios es su Padre. “Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»  El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.  Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…” (Romanos 8:15-17a). Cuando uno piensa acerca de la intimidad en el matrimonio, una de las maneras más sencillas de definir intimidad, es definirla como la experiencia de estar cerca a otra persona. La intimidad es conocer a alguien, y ser conocido, en un ambiente seguro y confiable. Es disfrutar de alguien y que esa persona te disfrute. La intimidad brota de entregarse uno mismo a otra persona y que esa persona se entregue a sí misma a nosotros. Dios nos creó con la capacidad de conocer y ser conocidos además de la necesidad de conocer y ser conocidos. Esta necesidad es satisfecha a través del proceso de comunicación. La comunicación es esencial para una relación matrimonial. En muchas maneras, no te conoces a ti mismo hasta que tienes que expresar lo que sientes y piensas acerca de tu cónyuge. En la medida que expresas tus más profundos pensamientos y sentimientos, empiezas a entenderte mejor a tí mismo. La comunicación, en el matrimonio o en una buena amistad, requiere compartir no sólo hechos e ideas, sino también conversar acerca de lo que sientes—decepciones, temores, penas, alegrías, esperanzas, anhelos. Todo eso no me ha sido fácil en mi matrimonio. Sentía temor de que si le decía a Margaret lo que pensaba, o cómo me sentía acerca de algo, ella no me querría. Lo que hallé fue que, de hecho, nuestra cercanía aumentó en la medida que aprendí a compartir lo que había en mi corazón. También ha aumentado mi comprensión de lo que mueve mi corazón al tratar de expresar mis pensamientos y sentimientos. La conozco mucho mejor que
  • 36. 35Dan Thompson / cuando estábamos recién casados, y ella también me conoce mejor. Ambos podemos comprender, con mayor claridad, cuán diferentes somos en temperamento, cómo difieren nuestras respuestas ante las mismas situaciones, y ahora sabemos, mucho mejor que al comienzo de nuestro matrimonio, cómo amarnos y animarnos el uno al otro. Ese crecimiento ha llegado como producto de una larga, y a veces difícil lucha, por comunicarnos mejor el uno al otro. Lo mismo también es cierto en relación a la oración. A medida que escuchas lo que Dios dice acerca de sí mismo y acerca de ti, y a medida que le dices lo que hay en tu corazón—dudas, preguntas, asuntos que no puedes entender, cosas que te molestan, lo que te gusta o disgusta—tu intimidad con Dios irá aumentando en profundidad, tu amor por El se hará más fuerte, y tu confianza en Su bondad y fidelidad llegará a ser más inconmovible. Comunicación constante Los Salmos nos dicen que Dios se está comunicando con nosotros todo el tiempo. Cuando te diga cómo está Dios llevando a cabo esta comunicación me vas a decir, “Ah, sí, ya sabía eso…”. Sin embargo, te recuerdo que tener algo en tu cabeza como conocimiento, es una cosa, pero creerla en tu corazón y experimentarla en la práctica es algo muy distinto. Puedes saber mucho acerca de algo sin haberlo experimentado jamás por ti mismo. Esto es lo que las Escrituras afirman respecto a que Dios nos está hablando: Dios nos habla todos los días a través de las cosas que ha hecho. Dios nos habla con mayor claridad a través de Su Palabra escrita. Teológicamente tú sabes eso. Sin embargo, ¿qué tiene que ver esto con la oración? Quiero que prestes atención al hecho de que la oración no es una conversación de una sola vía en la cual tú eres el único que habla y Dios permanece en silencio. En la medida que creas esto se conformará, y
  • 37. 36 / Conversaciones Francas moldeará, la forma de tu aproximación, y el disfrute que encuentres, en la oración. Un idioma universal En uno de nuestros himnos cantamos, “En el crujido de la grama yo le oigo pasar, El me habla por doquier”. ¿Alguna vez pensaste en lo que decías al cantar estas palabras y te preguntaste, ‘¿En verdad, Dios me habla por doquier?’”. Ciertamente. Los salmistas lo afirman. ¡Dios nos habla todos los días en voz alta y audible! “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible” (Salmo 19:1-3). Declarar algo significa anunciarlo claramente—¡expresarlo! Proclamar significa el equivalente de: manifestar, declarar. Los poetas hebreos encontraban belleza en el paralelismo de enunciados, no en las líneas que rimaban. Compartir la noticia significa que hay un constante flujo de palabras. Lo que Dios está diciendo a través de la obra de sus manos está claro en todos los idiomas del mundo. ¡Dios es un comunicador erudito! Sin embargo, es una cosa para que alguien la diga—inclusive bien dicha y con claridad. Es algo diferente y la gente debe entender lo que se está diciendo. Si alguien llegara a un servicio de la iglesia, se pusiera frente al auditorio y empezara a declarar algo importante y a proclamarlo en voz alta en Japonés, ninguno de nosotros podría entender una sola palabra de lo dicho. La Proclamación diaria de Dios no está en un lenguaje que no podamos entender. “Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible” (Salmo 19:3). No
  • 38. 37Dan Thompson / importa qué idioma o palabras use alguien, lo que Dios dice está claro. Se comunica. Sus palabras llegan (v. 4) “hasta los confines del mundo”. Declarando la verdad acerca de sí mismo y proclamando cosas acerca de sí mismo, a través de lo que ha hecho, el mensaje es comunicado a las personas de toda cultura, en todo lenguaje, en todo el mundo, en un idioma que se pueda entender. Hay verdades acerca de Dios de que literalmente El está, desde los cielos, hablando a gritos cada día de nuestras vidas. Yo vivo en el estado de la Florida (en USA). Algunas veces en la primavera, el olor de las flores de naranjo es inexorable. Me encanta la época del año en la cual las Azaleas florecen con su rica gama de colores. En Florida casi no tenemos cambios de estación, sin embargo, hay algo placentero acerca del primer frente frío del otoño, cuando llega la humedad y, finalmente, está el indicio de un cambio que se avecina. Una estación sigue a la otra en un orden predecible. Las aves que se habían ido durante todo el verano empiezan a aparecer nuevamente y oímos su trino en el bosque detrás de nuestra casa. Pronto las naranjas estarán maduras y, nuevamente, probaremos su dulce sabor. Sal afuera en una noche fría, despejada y mira las estrellas. Si nos trepamos en el techo de nuestra casa, que está frente al patio trasero, el arco del techo impide que entre la luz de los postes que están al frente, en la calle. A veces trepamos allí para dar un vistazo a las estrellas. Cierta noche, toda mi familia estaba allí para observar una lluvia de meteoritos que fue espectacular. Enfoca la luna llena, con unos buenos binoculares, o mira fotos, por internet, de galaxias distantes, tomadas con el telescopio Hubble. Son indescriptiblemente hermosas. Dependiendo de donde vivas, podrás experimentar tornados, terremotos, poderosas tormentas eléctricas, o aún huracanes. Se puede ver el poder de la naturaleza en esas fuerzas aterradoras y destructivas.
  • 39. 38 / Conversaciones Francas Dios nos habla constantemente ¿Qué está diciendo Dios acerca de sí mismo a través de todo esto que podemos ver, oler, sentir y escuchar? El nos está diciendo continuamente, “Soy majestuosamente glorioso. Soy terriblemente poderoso. Me deleita la rica gama de colores, sonidos, sabores y olores”. Está diciendo, “Soy bondadoso. Soy el Dios que, diariamente, da la provisión para las aves, los peces y los otros animales. Soy hermoso. Soy más grande de lo que puedes imaginar. En el universo existe orden y diseño porque soy un Dios de orden e intencionalidad”. Existe una sorprendente variedad de plantas y especies animales en nuestro mundo. Los científicos nos informan que, en la actualidad, se han extinguido cientos, aun miles, de especies sobre este planeta, que una vez fueron comunes. Piensa en la persona con la creatividad para inventar tal variedad, y con el poder de realmente hacer lo que ha ideado. ¿Qué está diciendo Dios? Está declarando, “Soy infinito en sabiduría”. En Romanos 1, el apóstol Pablo destaca que nadie se podrá presentar delante de Dios el Día del Juicio diciendo, “No sabía que tú existías”: “Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado.  Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó” (Romanos 1:19-20). Tú puedes decir, “Sí, no puedo entender que tantas personas no crean que Dios creó el universo sino que elijan creer en un proceso de evolución mecánico, sin dirección, para explicar el origen del universo. Yo creo lo que la Biblia dice acerca de la creación”. Eso es fabuloso. Sin embargo, ¿valoras lo que Dios todavía te está diciendo, día tras día, a través de lo que ha hecho? El ver, probar y oler lo que Dios ha hecho, ¿te motiva a decir: “Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño.
  • 40. 39Dan Thompson / Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas. ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios? Tú eres el Dios que realiza maravillas” (Salmo 77:11-14a). Probablemente el salmista está refiriéndose al hecho de recordar las grandes cosas que Dios hizo en la historia de Israel al darse a conocer a Su pueblo. Dios les libró de sus enemigos. Los alimentó. Los guió en el desierto. Sin embargo, creo que el salmista está diciendo más que eso cuando declara, “Evocaré todas tus obras”. Dios se está comunicando constantemente. Si hay alguien que pudiera pensar que la oración es una conversación de una sola vía, ese es Dios. El habla constantemente. El declara su gloria, poder y majestad en todas partes, todos los días. Y nosotros le respondemos, de vez en cuando. Deleitarse en lo que Dios ha hecho es, en los Salmos, parte de la oración. “Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste” (Salmo 8:3). Piensa en ello de esta manera: si tu papá fuese un artista de renombre mundial y tu estuvieses visitándolo en su casa, y te mostrase su último cuadro, ¿le dirías?, “Está lindo. Pero, hablemos de algo más importante. Necesito que me ayudes con…”. Está bien que le pidas ayuda a tu padre. Sin embargo, ¿no sería mejor si te interesaras en lo que ha expresado a través de su obra de arte? ¿No sería honroso para él que observaras con detenimiento la forma en que ha volcado su corazón en su obra de arte? Si quieres conocer a un artista, observar lo que es importante para él, a través de algo que haya hecho, te indicará las cosas que ama. La primera vez que veas su cuadro, puede que digas, “Es muy bonito…realmente me gusta”. Mientras más lo veas serás más capaz de poder decirle, específicamente, qué es lo que te gusta del mismo o qué es lo que no entiendes. Necesitamos aprender a ver a Dios, y a oír su voz, en lo que él ha hecho, así como disfrutar y deleitarnos en Dios, en oración, respondiendo a lo que nos está diciendo. Una forma de orar es decirle a Dios, “Me gusta eso. Es muy
  • 41. 40 / Conversaciones Francas amable de tu parte dejarme verlo. Cuán glorioso debes ser como para haber hecho algo tan precioso. Si este mundo está caído y aun así es tan glorioso, ¿cómo será el mundo venidero? Anhelo ese mundo…y te anhelo a ti”. ¿En qué otra forma nos habla él? “La ley del SEÑOR es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del SEÑOR es digno de confianza: da sabiduría al sencillo. Los preceptos del SEÑOR son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del SEÑOR es claro: da luz a los ojos. El temor del SEÑOR es puro: permanece para siempre. Las sentencias del SEÑOR son verdaderas: todas ellas son justas. Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal. Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa” (Salmo 19:7-11). “¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos!”. “Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley… ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella”. “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! Tu siervo soy: dame entendimiento y llegaré a conocer tus estatutos” (Salmo 119:12, 18, 97, 103, 125). La Escritura afirma que Dios se está comunicando, con claridad, todo el tiempo, a través de sus obras y a través de su palabra. Por eso cantamos: “El habla y escuchando su voz nueva vida el muerto recibe, Los acongojados y rotos corazones se regocijan, el humilde pobre cree…ESCUCHEN, ustedes sordos; su alabanza, ustedes mudos, empleen vuestras lenguas aflojadas”… Aprendamos a escuchar a Dios Ahora bien, la pregunta es, “¿Cómo puede uno aprender a escuchar a Dios
  • 42. 41Dan Thompson / cuando habla a través de supalabra?”. La respuesta más sencilla se encuentra en el Salmo 1: “En su ley medita el justo día y noche”. Escucha cuando la Escritura es leída en público. Léela por tu cuenta. Luego piensa y medita en ella. Esas palabras asustan a algunas personas. Generalmente, las técnicas de meditación tratan de ayudar a la gente a vaciar sus mentes como una forma de aliviarse del estrés y la ansiedad. Eso no es lo que la Biblia quiere decir con meditar. Cuando el salmista dice, “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella” (Salmo 119:97), significa claramente que está pensando en lo que Dios ha dicho a lo largo del día. Tómate un poco de tiempo para encontrar una porción de la Palabra de Dios antes de tener algo en lo que tu mente y tú reflexionen. Al hacer eso, entiende que lo que has leído en la Biblia no es sólo lo que dijeron Moisés, David o Pablo. Esto es lo que Dios dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”...(2 Ti. 3:16). “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros ante- pasados en otras épocas por medio de los profetas”…(Hebreos 1:1). Este tipo de reflexión en lo que Dios ha dicho crea un tipo de diálogo en tu mente. Puedes decirle a Dios qué es lo que te gusta de algo de lo que has leído, o qué es lo que no entiendes, y pedirle que te dé perspicacia. Es más, en la medida que cavilas en estas palabras, el Espíritu de Dios las personaliza. Empiezas a escuchar a Dios diciéndote: “He quitado tus pecados como está lejos el oriente del occidente. Te he amado con un amor eterno. Te he adoptado como mi hijo. Quiero que me conozcas como tu padre”. Dios te está hablando mediante su espíritu a través de su palabra. ¡Ahora tú le respondes! Puedes decirle, “Padre, creo lo que has dicho, sin embargo ayuda mi incredulidad. Tú satisfaces mi sed, pero sigo bebiendo de otras fuentes. Perdóname. Cambia mi corazón”. Cuando te menciono esto, probablemente piensas, “Está bien. Pero lo que
  • 43. 42 / Conversaciones Francas acabas de describir no es todavía el cuadro de una persona sentada hablando conmigo cara a cara. Todavía siento que la oración es una conversación de una sola vía”. Lo que tú sientes no es la determinación final de lo que es verdad. Te estoy animando a creer lo que dice la Biblia—que Dios está, a diario, comunicando tiernamente su poder, realidad, fidelidad, bondad, suficiencia y amor por ti. Estas no son solamente figuras de lenguaje. Dios desea que lo conozcamos verdaderamente ¡La verdad es que Dios quiere intimar contigo! El te hizo para que conozcas y para ser conocido, y quiere que le conozcas y experimentes su presencia y poder. El no está en algún lugar alejado y por lo tanto difícil de ser contactado. El está cerca. Está contigo. El está dentro de tí a través del don del Espíritu Santo. Es el Espíritu de Dios quien abre nuestras mentes y corazones para que creamos lo que Dios dice. Dios es aquel que nos da oídos para oír y corazones para creer lo que ha dicho en su Palabra. El Espíritu de Dios es aquel que nos conduce a que apliquemos, personalmente, la palabra de Dios de modo que el mensaje no sea simplemente un tipo de carta para la raza humana en general, sino que se convierta en una carta, que Dios te dirige, en la que manifiesta su amor por ti. Puede que sea de ayuda el comenzar leyendo algo de la palabra de Dios. Los planes de lectura bíblica son de gran valor. La mayoría de esos planes te hacen leer los Salmos completos una o dos veces en el año. Al leer alguna porción de las Escrituras hazte las preguntas, “¿Qué me dice este pasaje acerca de Dios? ¿Cómo me señala a Jesús? ¿Qué dice acerca del amor de Dios por mí?”. Deja que ese pasaje, y sus aplicaciones, rueden por tu mente y se sumerjan en tu corazón. Díle a Dios qué es lo que te gusta del pasaje.
  • 44. 43Dan Thompson / Díle qué es lo que no entiendes—El no se ofenderá si algo te confunde o si no entiendes algo. Pídele que abra tus ojos para que puedas ver cosas maravillosas en su palabra. Agradécele por las cosas que te ha prometido. Alábale por lo que estás viendo acerca de su carácter. Dios nos llama a entrar en esta relación Dios se paseaba y conversaba con Adán y Eva, en el huerto del Edén, cuando el mundo había sido recién creado. Algún día Dios se paseará, y conversará, con nosotros. Entonces será cara a cara, como lo fue en el huerto cuando la tierra era joven. Sin embargo, ¿crees que ser hijo de Dios por su gracia quiere decir que Dios te da la bienvenida a este tipo de relación ahora? La Biblia no promete que algún día Dios estará contigo. Promete que él está siempre contigo. Que no te dejará solo. El nunca dejará ni abandonará a aquellos que han sido rescatados por su gracia. Dios nos llama a disfrutar está relación mientras nuestras almas se deleitan en él, en adoración y oración.
  • 45. 44 / Conversaciones Francas UE HACE CASI DOS AÑOS CUANDO RESPONDÍ una llamada en la que me decían que a mi padre lo estaban llevando a una operación de emergencia. Conduje mi auto hasta Miami y pude verlo en la sala de recuperación donde parecía estar mejorando. Luego lo mudaron a un cuarto privado en el hospital. Sin embargo un par de días después lo tuvieron que llevar nuevamente para volverlo a operar. Entendiendo que la primera operación no había sido exitosa, mi padre sabía que estaba a punto de morir. Mi mamá y mi hermano eran las únicas personas con él y el doctor nos recomendó reunir a la familia porque parecía que mi padre ya no viviría mucho tiempo. A medida que empezaron a llegar mis familiares para visitarlo, mi papá se fortaleció. Él se recuperó. Oró con sus nietos y pudo decirles cuánto significaban para él. Parecía que se recobraría, pero a un buen día le seguía otro malo. Estuvo en el hospital y luego en un hogar de cuidado durante cerca de dos meses antes de morir. En esos dos meses sufrió mucho dolor, quería morir, le rogaba a Dios que le permitiera morir para terminar con el sufrimiento, pero Dios no le dejaba morir. F Capítulo 3 Cuando Dios permanece en silencio
  • 46. 45Dan Thompson / Me sentía tan inútil. Yo quería que él viviera, pero no de esta manera. Podía escuchar sus oraciones en las que le pedía a Dios que se lo llevara y empecé a sentirme molesto con Dios. Le preguntaba a Dios, “¿Por qué no nos concedes esta petición y le dejas morir? Él está listo. Está sufriendo. ¿Por qué no acabas con su sufrimiento?”. En una oportunidad un hombre se acercó a Jesús y le dijo, “’…si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos’. Y Jesús le dijo, ‘¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible’. ‘¡Sí creo!’ exclamó de inmediato el padre del muchacho. ‘¡Ayúdame en mi poca fe!’” (Marcos 9:22-24). El hombre no le dijo, “si tienes la disposición”, sino que le dijo “si puedes”. “Poder” implica “capacidad”. Lo que estaba diciendo era, “Jesús, si eres capaz de hacer algo, te lo agradecería”. En su respuesta, Jesús hace que brote la duda de este hombre sobre su capacidad y poder para sanar. La razón por la cual me sentía molesto porque Dios no contestaba la oración de mi papá es que yo creía que él podía hacer lo que mi padre le pedía. Dios tiene la capacidad de sanar. Sino era eso lo que él iba a hacer, ciertamente era capaz de dejar que se acabaran las miserias de mi padre, dejando que pasara pacíficamente de esta vida a la presencia de Dios. Parecía una crueldad de Dios dejar a mi padre sufrir. En vez de eso, Dios permitió que sufriera, día tras día, durante semanas. Si yo creía que Dios quería responder su oración pero que era impotente para actuar no tenía razón para molestarme. Sin embargo, lo que yo creía acerca de Dios hacía que fuera, verdaderamente, más difícil aceptar Su silencio. En el gran cuadro de las cosas, lo que mi padre experimentó fue intrascendente, en comparación a lo que han experimentado otras personas. Su sufrimiento llegó a su fin y el pasó a la presencia de Dios, pacíficamente, al final de cuentas. Sin embargo, hay muchas personas, a las cuales conozco, que han experimentado el silencio de Dios. Personas
  • 47. 46 / Conversaciones Francas que han orado pidiendo a Dios que hiciera algo que nunca llegó a ocurrir. En nuestra familia de la iglesia, hay una dama de edad avanzada quien ha estado postrada en cama durante seis años. Nunca se casó, así que no tiene hijos que la visiten o la cuiden. Por varios años, cada vez que iba a visitarla, ella me susurraba al oído: “Si firmo una carta y doy mi permiso, ¿podrías hacer que un doctor me inyectara algo para que me durmiera y no me despertara?” Durante seis años la ví irse debilitado más y más. Ella quería morir pero su cuerpo no la dejaba. Le ha rogado a Dios que la deje morir, pero él no le ha concedido lo que ella ha pedido. Tarde o temprano ella va a morir. ¿Qué habría de malo en dejarla partir? Tengo otra amiga que le ha pedido a Dios, durante varios años, encontrar a alguien con quien casarse. No quiere vivir soltera y solitaria toda la vida. Sin embargo, Dios no ha contestado su oración. Tengo un amigo que perdió su empleo hace un par de años y no le ha sido posible conseguir otro. Le ha pedido a Dios que le permita tener cualquier tipo de empleo, pero ninguna oportunidad de trabajo se le ha presentado. La familia de nuestra iglesia se le ha unido pidiéndole a Dios que le provea un trabajo, pero hasta ahora el sigue sin empleo. Una devota dama, en la familia de nuestra iglesia, es la única cristiana en su familia extensa. Uno de sus más profundos deseos es que alguien de su familia llegue a la fe en Jesucristo. Ha orado durante años por la conversión de miembros de su familia, y ninguno ha llegado a Cristo. Tengo un amigo cercano que ha orado durante años porque Dios traiga cambios en su matrimonio. Que su esposa muestre alguna señal de querer, verdaderamente, continuar su matrimonio con él. Sin embargo, esto no ha ocurrido. Tengo amigos que le han rogado a Dios que les libere de algún hábito pecaminoso que los ha esclavizado, sin embargo parecen no hallar dicha libertad. Tengo otra amiga a quien se le diagnosticó cáncer. Ella oró por sanidad
  • 48. 47Dan Thompson / y Dios sanó su cuerpo cuando ella se sometió a las quimioterapias. Sin embargo, tengo otro amigo a quien se le diagnosticó cáncer, sufrió mucho al someterse a la quimioterapia y radiación para, finalmente, morir. Recuerdo una pareja de la familia de nuestra iglesia. Ellos podrían haber sido unos padres maravillosos y oraron para que Dios les permitiera tener hijos. Sin embargo, nunca han podido concebir un niño. Religiones en el mundo Si tú fueras Hindú y creyeras en el Karma, cosas como el cáncer, la pérdida de empleo, incapacidad para tener hijos y la muerte de seres amados harían que te sintieras triste. Pero no pensarías que hay algo que no está bien ni te molestarías por eso. Es simplemente el karma y nada ni nadie lo puede cambiar. La palabra sánscrita “karma” significa “acciones” u “obras”. Más específicamente, Karma es una manera de entender lo que ocurre en la vida cuando las cosas son difíciles. Las acciones y obras en perspectiva son aquellas que se hicieron en una vida anterior y que afectan lo que uno experimenta en esta vida. La ley del karma dice que toda la vida está gobernada por un estricto sistema de causa y efecto, de acción y reacción. Lo que le ocurre a cualquiera, en este mundo, es el resultado directo de cosas hechas en una vida anterior. Es una forma de explicar el mal y la mala fortuna en el mundo, especialmente cuando le suceden cosas malas a alguien que parece no merecerlas. Debe ser que ellos hicieron cosas equivocadas en una vida previa. Si ese es el caso, no tienen por qué molestarse con nadie sino consigo mismos. Los musulmanes que experimentan sufrimientos o decepciones en la vida sienten tristeza como cualquier otra persona. Sin embargo, ellos no piensan que algo anda mal. Se les ha enseñado a creer que el destino no se puede cambiar. Todo lo que pueden hacer cuando sufren es someterse a la voluntad de Dios y aceptarla. Tienen que resignarse y aceptar las cosas como son. No ayuda en nada molestarse con Dios. Dios no va a cambiar su voluntad para para adaptarse a la de un ser humano.
  • 49. 48 / Conversaciones Francas Cuando los cristianos asumen Sin embargo, como cristianos, como personas que leemos la Biblia, y creemos en ella, hay un conjunto de supuestos que traemos cuando vamos a orar: Dios gobierna este mundo. Él es todopoderoso. Él es capaz de hacer lo que determine hacer. Nada puede detener a Dios de hacer lo que él desee. No hay poder superior al de Dios, como el destino, al que se tenga que rendir. Además, es bueno, bondadoso, amoroso, generoso y dadivoso. Es un padre más amoroso que cualquier padre humano. Dios no está lejano ni despreocupado por lo que pasa en nuestras vidas. Él está cercano a nosotros y nos llama a traerle nuestras preocupaciones y a pedirle cosas que sean importantes para nosotros. ¿De dónde sacamos la idea de que Dios es todo lo anterior? Pues de Dios mismo: “Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temen como lo es un padre con sus hijos…” (Salmo 103:13). Es de Jesús, quien es Dios encarnado, de quien obtenemos la idea de que Dios es bueno, compasivo, cuidadoso, ansioso por escuchar nuestras peticiones: “¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11:11-13). El pasaje paralelo en Mateo 7:11 lo pone de esta manera: “¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!”. Dios no es como aquel juez injusto, en la parábola de Jesús, quien se da por vencido porque está cansado de escuchar que alguien se está quejando. No fue difícil conseguir su atención, como en el caso de los profetas de Baal en el Monte Carmelo, quienes pasaron medio día clamando, “¡Oh Baal, escúchanos!”, mientras se cortaban para mostrar cuán sinceros eran. Dios no es así. Él está al tanto de nuestras necesidades antes que le pidamos algo. El apóstol Pablo nos dice que pensemos en Dios como alguien que “… puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir…”
  • 50. 49Dan Thompson / (Efesios 3:20). También Jesús añadió, a nuestras expectativas en la oración, lo siguiente: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre” (Mateo 7:7-8). Como cristianos no somos fatalistas, ni pensamos que sólo tenemos que someternos a cualquier cosa que ocurra como si fuera la inalterable voluntad de Dios. No creemos en el karma, que es inalterable, o que nuestro sufrimiento sea, de alguna manera, merecido a causa de nuestra conducta en vidas pasadas. Sabemos que vivimos en un mundo caído. Experimentamos, tanto como otras personas que no tienen fe en Cristo, el quebranto de nuestro mundo. Sufrimos, nos enfermamos, perdemos nuestros empleos, y morimos, porque compartimos la naturaleza caída de la raza humana. Tiempo de tensión Sin embargo, también creemos que Dios nos está redimiendo de este quebranto. Él nos salvó en la esperanza (Romanos 8) de que el mundo será liberado de su esclavitud a la corrupción, y que nosotros que somos hijos e hijas adoptivos de Dios seremos libres de todas las formas en que el pecado afecta nuestro mundo y nuestras vidas. Pero vivimos en un tiempo de tensión, el tiempo entre la segunda venida de Jesucristo y la restauración final de todas las cosas, cuando Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Además, gemimos interiormente, tal como lo expresa Pablo en Romanos 8, mientras aguardamos la redención de nuestros cuerpos. Algunas veces ese gemido es porque no entendemos el porqué Dios escoge obrar en nuestras vidas en una manera particular, que no tiene sentido para nosotros. Nuestro gemir se intensifica porque creemos en un Padre celestial que es personal, cuidadoso, y amoroso. Sabemos que Dios podría cambiar nuestras circunstancias ya que no está limitado por el destino o el karma. Creemos que él gobierna con sabiduría y que él es bueno. De esa manera acudimos a Dios en oración y clamamos diciendo: “¿Por qué demoras
  • 51. 50 / Conversaciones Francas tanto en responder mis oraciones? ¿Acaso no puedes escuchar mi gemir?”. Sin embargo, esto es lo que ocurre. En nuestra experiencia, con frecuencia pedimos y no recibimos. No entendemos por qué eso es así. El apóstol Santiago dice en su epístola, “ustedes piden pero no reciben porque piden con motivaciones egoístas”. Ciertamente, eso es verdad a veces, pero no siempre. Nuestra experiencia es que pedimos creyendo que Dios es capaz de intervenir y cambiar una situación difícil, pero pareciera que Dios no está presente. No hay cambios. Dios no responde. Pedimos, pero no recibimos. Nuestra experiencia colisiona con la revelación de Dios en la Escritura y terminamos preguntándonos, “Si Dios es bueno, ¿por qué permite que esto ocurra?”. En su libro Alejándose de la Fe, Ruth Tucker escribe: “…la muerte de mi mamá fue algo que no pude reconciliar fácilmente con mi percepción de Dios. El accidente no fue un choque en cadena de veinte autos en medio de una tormenta de nieve en Wisconsin. Sucedió en una despejada tarde a principios del otoño en una remota intersección de una carretera en el campo. Y por si fuera poco, ocurrió a la distancia de un tiro de piedra de la casa en que mi madre pasó su infancia y como a cinco kilómetros de la granja en la cual yo crecí. Yo había cruzado por esa intersección (que no tenía señal de pare) cientos de veces y NUNCA había visto un carro que se estuviera aproximando. Sin embargo, ese día hubo dos carros aproximándose a la misma intersección y ninguno de los dos conductores vió al otro a tiempo para detenerse. “Aparte de las dudas abstractas con las que ya estaba luchando, ahora tenía dudas muy personales acerca del Dios al que adoraba y la forma en que este incidente, este accidente, se correspondía con mi fe. ”Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman”— conozco el versículo (Romanos 8:28) de memoria. Sin embargo, grité
  • 52. 51Dan Thompson / ¡No, no, no todas las cosas obran para bien. Y en este caso, si es que verdaderamente hay un Dios todopoderoso allá afuera, ¿por qué, oh Dios, por qué—pregunté—no impediste este terrible accidente…?” (p. 21). Esa es una pregunta que sólo tiene sentido si crees que Dios pudo haber impedido un terrible accidente. Si crees que Dios es todopoderoso y también bueno, algunas de las cosas que experimentas en la vida no van a tener sentido. Y, si oras cuando enfrentas una situación difícil, dolorosa, o que pone en peligro tu vida, creyendo que Dios es capaz de cambiar tus circunstancias, pero las cosas no cambian, tus creencias están siendo puestas a prueba. ¿Has malentendido las promesas que hay en la Biblia sobre la oración? ¿Has malentendido el carácter de Dios? Seamos honestos No estamos solos cuando hacemos esas preguntas. Puedes encontrar que en los Salmos se hace el mismo tipo de preguntas: “¿Por qué, SEÑOR, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?” (Salmo 10:1). “¿Hasta cuándo, SEÑOR, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi *corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando? SEÑOR y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte; así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída” (Salmo 13:1-4). “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme,lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo” (Salmo 22:1-2).
  • 53. 52 / Conversaciones Francas “Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. ¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan. Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal” (Salmo 55:1-4). Hacer este tipo de preguntas hace que algunas personas se sientan muy incómodas. Una cosa es leerlas en los Salmos y otra es verbalizar preguntas similares que pueden ser inquietantes para los cristianos. Por alguna razón pensamos que los cristianos no deberían hablar de esta manera. Sabemos por experiencia que compartir este tipo de pensamientos y sentimientos con amigos cristianos tiende a producir consejos inútiles y trillados: “Bueno, tú sabes, todas las cosas ayudan para bien…”. “¡Sólo necesitas tener más fe!”. “Puede ser que tengas algún pecado en tu vida que impide que Dios te oiga”. ¡Los amigos de Job están vivitos y coleando en la comunidad cristiana! Sin embargo, seamos honestos. ¿Qué ocurre en tu corazón cuando ruegas a Dios por algo que verdaderamente tiene importancia para tí, confiando en que él es capaz de hacer mucho más de lo que le estás pidiendo, y sigues pidiendo durante un largo tiempo y te parece que Dios está callado? Lo que le pides a Dios no sucede. Dios parece lejano. ¿Cómo has experimentado el silencio de Dios? ¿Cómo has experimentado la sensación de un Dios distante? ¿En qué forma has manejado dicha experiencia? Como pastor he conversado con muchas personas que han abandonado todo lo que tiene que ver con la oración debido a que han experimentado a un Dios distante y silencioso. Las personas me han dicho, “la oración no funciona”. Al preguntarles qué esperaban que sucediera, podía oír sus penas, su desencanto, su ira contra Dios por causa de la decepción experimentada con la oración. Ellos decían, “Dios no se manifestó conmigo”. “Parecía que allí no había nadie. Oraba, pero Dios nunca respondía”.
  • 54. 53Dan Thompson / ¿Qué podemos aprender de estos Salmos? Lo primero que podemos aprender de Salmos, como los antes mencionados, es que está bien hacerle a Dios este tipo de preguntas. Está bien ponerle voz a lo que sientes. Dios no se va a sentir ofendido si le preguntas por qué parece estar tan lejos, tan silente. Estos Salmos son parte de la Escritura, inspirados por Dios. Los Salmos nos enseñan cómo alabar a Dios, cómo deleitarnos en El, cómo darle gracias, cómo confesar nuestros pecados y venir ante él en arrepentimiento. Dada la cantidad de Salmos que contienen lamentos y preguntas acerca del silencio de Dios, yo planteo que los Salmos también nos enseñan cómo orar cuando lo que Dios hace en nuestras vidas no tiene sentido. Parte de la oración es contarle a Dios las tensiones que experimentamos cuando lo que creemos ser cierto acerca de él no parece amoldarse a lo que experimentamos en la vida. Estos Salmos no nos ofrecen técnicas para conseguir que Dios haga lo que queremos, como si le despertáramos y señaláramos en qué está fallando de manera que él dé un salto y haga lo que pensamos que debe ser hecho. Parte de nuestro problema con la oración es que nuestras expectativas están moldeadas por nuestras propias definiciones. Jesús nos dice que pidamos. Nos dice que nuestro Padre celestial no está distante ni despreocupado y que responderá con rapidez a sus hijos que le claman. Así que pensamos que el hecho de que Dios responda nuestras oraciones quiere decir que nos otorgará lo que le pedimos al hacer exactamente lo que le es solicitado. Los Salmos nos enseñan que es bueno, y adecuado, volcar ante Dios nuestra confusión en oración. Como los salmistas, puedes decirle a Dios lo que no tiene sentido y pedirle que lo ponga en perspectiva. Necesitas saber la razón por la cual puedes confiar en Dios y creer lo que él dice en la Escritura, aun cuando tu experiencia en relación a la providencia de Dios sea confusa. A medida que leas estos Salmos de lamento, estos clamores pidiendo
  • 55. 54 / Conversaciones Francas entendimiento, muchos de ellos se van transformando en expresiones de confianza en Dios. Aun cuando los salmistas no recibían una respuesta a todas sus preguntas, ellos todavía expresaban confianza en el carácter de Dios: Él es sabio y bueno, está lleno de un amor inalterable por su pueblo. Pudiera ser que, a su tiempo, llegues a entender por qué Dios no hizo lo que le pediste. En algún momento de tu existencia, puede que su silencio tenga sentido, con el paso del tiempo. Pero también pudiera ser que nunca llegues a saber, en este mundo, por qué Dios escogió actuar en tu vida de la manera que lo hizo. ¿Podrías aún confiar en él? ¿Podrías descansar en su amor? ¿Podrías regocijarte en su bondad? En última instancia, las preguntas que debes hacer son estas: ¿Quién va a decidir lo que es mejor para tu vida, tú o Dios? ¿Qué criterios usarás para decidir lo que es verdad acerca de Dios, tu experiencia o su auto-revelación en la Escritura? Para mí es de ayuda encontrar en los Salmos expresiones de confusión acerca de la providencia de Dios. Me ayuda saber que no estoy solo en la experiencia de clamar a Dios y sentir que está distante y silente. También me es de ayuda ver que aquellos que le expresan a Dios estos sentimientos todavía se aferran a él en fe. Algo sucede cuando somos honestos con Dios, cuando le decimos lo que sentimos y le rogamos que nos dé entendimiento, ello nos ayuda a retomar la perspectiva de las cosas. Nuestra ineficaz razón Un himno escrito en 1774 por William Cowper se titula “Dios se Mueve de Maneras Misteriosas”. Escucho a personas usar esa frase como una figura de lenguaje para expresar “nunca seremos capaces de encontrar sentido en lo que Dios hace”. Encogen sus hombros y se resignan al hecho de que, lo que Dios hace es algo desconcertante. Sin embargo, eso no fue lo que Cowper quiso decir. Él estaba expresando confianza en Dios. Cuando atraviesas una tragedia, o una experiencia difícil de algún tipo, las palabras de este
  • 56. 55Dan Thompson / himno aconsejan: No juzgues al Señor con ineficaz razón sino confía en Él por Su gracia”. “Ineficaz razón” describe a nuestros sentidos, que son limitados y débiles. Sabemos tan poco de lo que Dios hace, y aun así emitimos juicios acerca de él basados en nuestra limitada comprensión: “no está actuando como un buen Dios”. “Él no está haciendo lo que es sabio, o lo mejor, en esta situación”. Sin embargo, esas conclusiones provienen de nuestra poca comprensión, de nuestra ineficaz razón de la realidad. En vez de eso, Cowper nos urge a confiar en Dios por su gracia. Nuestra seguridad, nos dice, es ésta: “Detrás de una fruncida providencia él esconde un rostro sonriente”. Una “fruncida providencia” significa esos tiempos en que pareciera que Dios está molesto contigo, o que ha quitado su sonrisa, o aprobación, porque tú no sientes que te está bendiciendo. En esos momentos, lo que necesitas saber es que la sonrisa de Dios no se te ha quitado. Está guardada para ti detrás de la “fruncida providencia”. Sin embargo, la sonrisa de Dios por tí, o su aprobación, como su hijo adoptivo, no ha cambiado. Su amor por tí no ha cambiado. Puede que no lo veas, pero él siempre está actuando con amor para contigo. Cowper no miraba la vida a través de un par de cristales de color rosa. Él conocía la realidad del sufrimiento y del mal. Sin embargo, sí rechazaba la idea de que el mal y el sufrimiento fuesen la última palabra – que vencieran al final. Se necesita valentía en el evangelio para aferrarse a Dios frente a una “fruncida providencia”. He aquí las palabras de su himno: Dios se mueve de una manera misteriosa para llevar a cabo sus mara- villas; El Planta sus huellas en el mar y cabalga sobre la tormenta. En inconmensurables y profundas minas de pericia infalible, atesora sus brillantes designios y obra Su soberana voluntad. Vosotros santos temerosos tomen fresco valor, las nubes que Edited by Foxit Reader Copyright(C) by Foxit Software Company,2005-2008 For Evaluation Only.
  • 57. 56 / Conversaciones Francas vosotros tanto teméis, están llenas de misericordia, y romperán en bendiciones sobre sus cabezas. No juzgues al Señor con ineficaz razón, sino confía en Él por su gracia; Detrás de una fruncida providencia Él esconde un rostro sonriente Sus propósitos rápido madurarán desplegándose a toda hora; el capullo un sabor más amargo puede tener pero dulce será la flor. La ciega incredulidad seguro errará y en vano su trabajo oteará; Dios es su propio intérprete y lo dejará todo en claro. ¿Puedes confiar en él? ¿Y si Dios no lo deja en claro durante el tiempo que vivas? ¿Qué ocurre si nunca, durante tu vida, llegas a comprender por qué Dios escogió permitir cualquier cosa que fuera, o por qué no escogió hacer lo que tú pensaste que era bueno? ¿Podrías confiar en Él? El valor de expresar tus quejas, confusión, ira o frustración sobre lo que cause la impresión de que Dios está distante y silente, es que ayuda a poner las cosas en perspectiva. Profundiza tu comprensión de Dios. “¿Hasta cuándo, SEÑOR, me seguirás olvidando?¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón?¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando? SEÑOR y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte; así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída. Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. Canto salmos al SEÑOR. ¡El SEÑOR ha sido bueno conmigo!” (Salmo 13:1-6). Puede que no entiendas qué es capaz de hacer Dios en tu vida, pero esto es lo que puedes saber acerca de Dios: él es bueno, compasivo, amable, paciente, longánimo, abundante en amor incondicional. Él es sabio—sabe lo Edited by Foxit Reader Copyright(C) by Foxit Software Company,2005-2008 For Evaluation Only.