1. Memorial que varios ciudadanos de los Estados Unidos
presentan al Gobierno Independiente de México.
2 de marzo, 1822.
[En el impreso en México, por Alejandro Valdés, se asienta que se tradujo
del francés]
El Memorial de los suscritos, ciudadanos de los Estados Unidos de
América, al Gobierno Independiente de México, en el cual exponen
respetuosamente:
Que con el más vivo interés, el pueblo de los Estados Unidos después de
varios años, ha visto las guerras sostenidas por el continente de América y
plenamente penetrados de la convicción que ningún pueblo puede ser feliz en el
disfrute de los derechos asignados a la humanidad mientras permanece sujeto a
un yugo extranjero, hemos cobijado la esperanza de ver a nuestros vecinos
como hombres libres, a resultas del patriotismo combinado con una filantropía
universal.
Derramando algunas lágrimas en memoria de la sangre que ha corrido
por una causa tan noble ¡qué fuente de orgullo para nosotros Ciudadanos de un
pueblo libre, la de ver esta esperanza realizada y llegada la época gloriosa que
corona vuestras labores y os establece firmemente en un pueblo libre! Ya habéis
dado fin a esta guerra por la libertad, y habéis encendido este fuego sagrado
que ahora arde en todos los corazones desde el Istmo de Darién [Panamá]
hasta los Estados Unidos.
Como ciudadanos de un gobierno libre nos regocijamos porque el periodo
de vuestros sufrimientos ha pasado. Nos regocijamos porque los movimientos
revolucionarios de tantos años han resultado en el establecimiento de un
gobierno concebido para otorgar permanencia a ese gran objeto por el que tanto
se luchó. Nuestros sentimientos como ciudadanos de Estados Unidos no
podrían ser otros cuando en cualquier lugar vemos a una nación oprimida
enarbolar la bandera de la libertad, y en especial a aquéllos que viven en el
mismo continente, que respiran el mismo aire y a quienes une en un mismo
nombre el carácter de Pueblo Americano.
Nuestros sentimientos expresados así, no son el efecto de una efusión
momentánea, ni menos nos vanagloriamos de que sean el afecto de nuestros
corazones como individuos sino fuertes ideas prematuradas por nuestros
antecesores en los días de aquella revolución, causa de nuestra libertad, de
quien hemos recibido la luz, que nos ha proporcionado el goce de nuestros
derechos civiles, y que nosotros sabremos apreciar hasta el último de nuestros
días.
2. Los ardientes [votos] que haremos como ciudadanos Americanos, son
porque disfrutéis de las dulzuras de un gobierno fundado sobre tales bases que
puede aseguraos una dicha perfecta, y nuestro orgullo como miembros de una
familia americana, no podría lisonjearse bastante de poder, en fin, reconoceros
como Nación independiente. Aunque la forma de nuestro gobierno prohíbe a sus
ciudadanos participar en las controversias con otras potencias, ¿cuánto no
debemos apreciar los motivos de vuestro pueblo en [una] causa semejante a la
nuestra, al recordar las penas, fatigas, privaciones y peligros experimentados en
los días de nuestra guerra de Independencia? Tal situación nos ha llevado a
valorar los motivos de vuestro pueblo en una causa similar, y al experimentar en
los rasgos particulares de un gobierno como resultado de sacrificios y esfuerzos,
ha confirmado nuestra adhesión a ellos, y ha ofrecido razones más fuertes como
ciudadanos Americanos para despertar nuestra solidaridad hacia ustedes.
Para ilustrar otras expresiones de los sentimientos de los funcionarios de
nuestro gobierno hacia ustedes y a quienes han mantenido tenazmente los
movimientos de independencia en América del Sur, sólo mencionaremos los
esfuerzos del último líder del Congreso estadounidense, (Mr. [Henry] Clay), para
reconocer la independencia de ustedes en fechas muy tempranas. El celo de
este gran ciudadano, aglutinando con él a la mayoría de sus ilustrados
compatriotas en una resolución para reconocer vuestra independencia, es una
manifestación destacada del carácter de nuestros ciudadanos, tanto en el nivel
nacional como en el punto de vista personal. Por ello, al brindarles estos
sentimientos como individuos, no podemos dejar de expresar nuestra gratitud a
la Providencia que gobierna los destinos del hombre, porque su intervención
protectora promueve y consolida los anhelos de un pueblo en el logro de su
Independencia.
Al ganar un lugar entre las naciones de la Tierra, no sólo les otorga
favores a ustedes, sino que nos brinda seguridad y firmeza a nosotros, al
asegurar una [gran] fortaleza en el Continente Americano en favor de los
derechos de un gobierno libre. Al mantener tales principios, las intervenciones
ilegítimas de naciones antagónicas serán rechazadas con la gran fortaleza que
nosotros desplegamos como Repúblicas y [con] la paz y tranquilidad nuestras
ininterrumpidas por sus anhelos ambiciosos.
Al presentarnos a ustedes de esta manera dentro del marco general de
nuestros intereses nacionales comunes, protestamos con toda lealtad, que lo
hacemos solamente desde la pureza de nuestros sentimientos como ciudadanos
estadounidenses, para verlos avanzar en la perfección de la gloria nacional
como una República, y como una confirmación de tales sentimientos hemos
comisionado a Andrew Erwin, Robert Lefwitch, John A. Cheatman, con el
carácter de delegados especiales cerca de ustedes para presentarles nuestros
respetos, y por su conducto, expresarles estos sentimientos como un símbolo de
amistad, y para manifestarles nuestra disposición para colonizar la zona de su
territorio contigua a los Estados Unidos, con el propósito de mantener y
3. desarrollar nuestras familias a través del cultivo del suelo; reconociendo y
adaptándonos a las leyes de vuestro gobierno como Ciudadanos pacíficos y
tranquilos.
Y, puesto que [otros] Ciudadanos de nuestra nación han sido privilegiados
para llegar y establecerse dentro de vuestros dominios por motivos tal vez
menos importantes que los que nosotros proponemos aquí [parecieran referirse
a Austin], como son la cooperación permanente en apoyo a vuestro gobierno y a
las autoridades constituidas del país; confiamos en que ustedes no serán
insensibles o antagónicos a nuestras intenciones, sino que, como amigos
aceptarán y asignarán una parte de su territorio para nuestro asentamiento y el
de nuestras familias en los términos y condiciones que mejor acomoden a sus
intereses para que nuestros delegados las acepten.
Al permitirnos colonizar y convertirnos en ciudadanos de su gobierno
asegurarán la paz y la tranquilidad de esa parte de sus dominios cerca de
Estados Unidos. Verán vastos desiertos ocupados, y convertirán unos baldíos
extensos y salvajes en un establecimiento de gente trabajadora, honesta y
agricultora, la cual será empeñosa y obediente a los mandatos de su gobierno,
proporcionándoles con ello fortaleza y seguridad como pueblo y promoviendo los
intereses de su país como ciudadanos. El objetivo común de nuestra gente es el
trabajo, que elimina la ociosidad y los vicios relacionados con ella y que hace del
hombre un ser paciente, sobrio, frugal y lo adorna con esas bellas cualidades
que se convierten en la fuente de las virtudes individuales, familiares y sociales.
[Ése] involucra a los habitantes de la tierra común en los lazos más poderosos,
en las necesidades compartidas, en las soluciones recíprocas y en la inclinación
natural de promover el beneficio colectivo.
Bajo estas consideraciones, esperamos que reciban a nuestros
delegados como amigos y hermanos y que en correspondencia con nuestros
deseos de convertirnos en ciudadanos de su país por medio de una pequeña
donación de su territorio, obtendrán nuestros deseos unánimes para promover y
hacer cumplir con la debida sumisión las leyes de su gobierno. Por lo tanto,
acepten las seguridades de nuestra más alta estima por su bienestar como
individuos y su felicidad como nación. Escrito por nosotros y avalado con
nuestros sellos, hoy 2 de marzo de 1822.
Lo firman un total de setenta accionistas, entre quienes destacan, además
de los agentes referidos, Sam Houston, Sterling C. Robertson, Samuel L.
Wharton y Amos Edwards.
[Está certificado por el Notario Público Duncan Robertson, de Nashville,
Tennessee, en la ficha fecha; por su parte, él cuenta con una certificación del
gobernador y secretario de Gobierno de ese Estado, William Carroll y Daniel
Graham, respectivamente. Su carta de presentación en la ciudad de México es
del 8 de mayo de 1822; a través de Juan Davis Bradburn a Juan Pablo Anaya.
4. Se estipula que además de los setenta accionistas que suscriben el documento,
había un total de 130 individuos dispuestos a trasladar a sus familias a Texas].