Dos hermanos que habían quedado huérfanos y vivían en la calle fueron llevados a un patronato donde los separaron a pesar de negarse. Uno fue adoptado por una familia que lo trató bien mientras que el otro sufrió maltratos y trabajo forzado. Años después, el hermano maltratado cayó enfermo en el campo y fue llevado al hospital del pueblo donde trabajaba su hermano como médico rural. Al reconocerse, se abrazaron sin necesidad de palabras, pues nunca más se separarían.