El Proyecto Matriz #124. MIGUEL RIX. EL NUEVO ORDEN MUNDIAL Y TU
Artículo libertad!
1. LA LIBERTAD, ¿Qué se piensa por libertad?
No sólo en la guerra se pelea por la libertad. Por la libertad se pelea siempre, todo
el tiempo, día tras día. Y se debe continuar luchando para conseguirla, palmo a
palmo en las diarias batallas de la existencia.
La libertad es un canto a la utopía, a la esperanza. A la libertad se la debe mirar
de frente, sin recelos ni temores, la cabeza erguida. Jamás de espaldas o a
escondidas.
El camino hacia la libertad es largo y tortuoso, siempre inconcluso. Por mucho
tiempo y en repetidas ocasiones, ha sido propiedad de pequeños grupos, de
individuos, de dictadores que la han administrado a su antojo. Sucedió así en
Atenas y Roma, núcleos generadores de la democracia, a la que tuvieron acceso
únicamente quienes poseían riquezas materiales.
Sucedió en la Edad Media europea, en la que la libertad fue propiedad de señores
feudales, que unidos a curas, obispos y papas de la Iglesia la encadenaron a una
inquisición salvaje, con la que persiguieron de manera inmisericorde a quienes
osaban apartarse de los caminos por ellos trazados.
Sucedió en la Rusia de los Zares y en la Unión Soviética de Stalin y sus aliados;
en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini; en la España de Franco y el Chile
de Pinochet, en la Argentina de Videla y la República Dominicana de Trujillo; en la
Venezuela de Pérez Jiménez, el Haití de Papá Doc, la Cuba de Somaza, y en
muchos otros tiempos y lugares de la tierra en los cuales las cadenas de la
libertad son denominadas democracias.
Y sucede ahora mismo, en los inicios del siglo XXI y de la llamada sociedad de la
ciencia, la tecnología y la información, que muchos piensan que son los nuevos
nombres de las cadenas de la libertad. Todos estamos conscientes, sin embargo,
de que ciencia, conocimiento y tecnología, son en sí mismas, los productos más
depurados del espíritu humano y por tanto, sinónimos de libertad, aunque también
constatamos que no pocas veces son utilizadas por autócratas de todo género
para someter al ser humano y frustrar su libertad.
Y por dictadores que imponen sus dictaduras a los pueblos en nombre de los
mismos pueblos a los que someten valiéndose de pequeños regalos, y convencen
con largos discursos repetidos de mil maneras y por todos los medios, que
previamente han expropiado acusando a sus dueños de enemigos de la revolución
y del progreso.
Sedientos de poder absoluto, los dictadores no escatiman esfuerzos ni
herramientas para atribuirse el derecho de ser los únicos que piensan, hablan y
actúan correctamente; los únicos que saben lo que le conviene al país y a su
gente y cómo conseguirlo. No tienen ningún reparo en establecer redes de
espionaje y delación en contra de aquellos que se atreven a expresar ideas u
2. opiniones contrarias a las del Dictador, que se erige así en depositario y dueño de
la verdad, la bondad, y hasta de la belleza.
Logran así, o por lo menos así lo creen, acallar todo intento de oposición o de
protesta, de voces u opiniones discordantes.
Y aquí radica el verdadero peligro. El cumplimiento de las obligaciones de
gobierno, las obras de todo género convertidas por la propaganda oficial repetida
una y mil veces, por todos los medios y en todos los tonos, en generosas dádivas
del dictador omnipotente, terminan por convencer a los ciudadanos, a destruir su
espíritu crítico, a aceptar todo lo que venga del dictador en la forma que sea. Eso
sucedió con Stalin y los rusos, con Hitler y los alemanes, con Mussolini y los
italianos.
Los ciudadanos de entonces, de esos países, cerraron los ojos y se taparon los
oídos para no escuchar ni hacer caso a quienes dieron las voces de alerta, los
calificaron de contra-revolucionarios los persiguieron. Cuando se dieron cuenta del
engaño y quisieron reaccionar, ya fue demasiado tarde.
Es nuestro deber cuidar la libertad, cultivarla, defenderla de los peligros y
amenazas que la acechan en cada instante.
¡La libertad somos todos y cada uno de nosotros!