Gabriela Marcano historia de la arquitectura 2 renacimiento
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BAQ: 40 años compartiendo
el quehacer de la arquitectura latinoamericana
Antecedentes: latinoamérica como realidad común
fragmentada
A pesar de compartir una historia común que nos une,
somos un continente fragmentado que habla la misma
lengua. Los ingentes esfuerzos de nuestros libertadores
en las primeras décadas del siglo XIX, y sus sueños por
un continente unido, nos llevaron posteriormente a
refugiarnos en nuestras realidades locales con la mirada
puesta en ultramar, ello influenció especialmente en el
desarrollo de nuestras culturas nacionales. Para la Europa
del siglo XIX representábamos un mercado más y por
tanto éramos igualmente reflejo de su materialidad y
cultura. Así, la arquitectura republicana que se desarrolló
en latinoamerica en el siglo XIX fue expresión material
de esa realidad, expresaba un reflejo de las tendencias y
estilos europeos, con las variantes propias de las posibi-
lidades económicas locales.
Esta realidad cultural que influenció a la arquitectura que
se realizaría en nuestra región, se mantuvo hasta las
primeras décadas del siglo XX, años en que aparecen sig-
nos de búsquedas locales dirigidas hacia una producción
propia. Jóvenes arquitectos formados en Europa junto a
arquitectos llegados de afuera, pero arraigados a nuestra
tierra, empiezan a crear obras que expresan los nuevos
tiempos, imprimiendo características locales asociadas
a nuestros particulares y variados climas y geografías.
Este periodo, que corresponde a los años comprendidos
entre finales de la década de los 20 y finales de los 50,
coincide con el momento cuando se gestan en latino-
américa las principales acciones tanto públicas como
privadas que producirían las primeras transformaciones
en su morfología urbana heredada del pasado colonial.
Dichas acciones marcan la inserción de latinoamerica de
un proceso de modernización urbano-arquitectónica que
tuvo unos inicios con signos heterodoxos, característicos
de la libertad estilística y el pragmatismo igualmente
presente en esas primeras intervenciones arquitectónicas
modernas en latinoamérica.
Arquitectos como Vilamajó en Uruguay, O´Gorman en
México, Niemeyer en Brasil o Villanueva en Venezuela
expresaron en sus primeras obras ese carácter heterodoxo
de una arquitectura latinoamericana que empezaba a
mostrar signos propios en esa primera mitad del siglo XX.
Pero entre los años 60 y 70 ocurre en nuestra región un
proceso acelerado de transformaciones asociadas a las
nuevas escalas que se empiezan a abordar en ciudades
que crecen y absorben población en áreas no planifica-
das. Son momentos en que una prosperidad económica
en América Latina va dejando a gran parte de su pobla-
ción excluida, y tendrá su correlato con el descubrimien-
to en nuestra región de un modelo de ciudad funciona-
lista y homogeneizadora en su imagen, impulsada por
los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna
(CIAM). Nueva edilicia que se llevara por delante gran
parte de nuestros centros históricos incluyendo ejem-
plos importantes de la producción heterodoxa que
caracterizó aquella esperanzadora modernidad tempra-
na. Hacer arquitectura en esos años era ser fiel a los
preceptos ortodoxos de los CIAM y así lo empezaban
a reconocer los incipientes medios de información
profesional que iniciaban la tarea de difusión y reflexión
de nuestra arquitectura. Como bien han señalado los
arquitectos chilenos Eliash y Moreno:
“La historia oficial de nuestra arquitectura consigna solo
las obras que aparecen como un perfecto correlato de
la arquitectura moderna internacional, sin importar ma-
yormente su secuela ni sus condiciones de producción”
Solo contados ejemplos, como la arquitectura expresiva
que surge de las carencias, realizada por Porro en sus
escuelas de Cuba, o los movimientos sociologistas y
renovadores que emergen desde algunas universida-
des que expresaban la necesidad de una arquitectura
responsable como preconizaba Marina Waisman desde
Argentina; intentaron en esos años enfrentar esa
visión desarraigada en la cual nos manteníamos como
Arq. Martin Padrón
Profesor de Diseño de la
Facultad de Arquitectura y
Urbanismo de la UCV.
Coordinador por Venezuela
de la Bienal de Arquitectura
de Quito, entre 1994 y 1998.
Noviembre 2018
mpadronr@gmail.com
40
años
BAQ
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productores de arquitectura en latinoamerica: siguiendo
fragmentados pero ahora asociados a ese espíritu inter-
nacionalista que llego para quedarse.
1978: Quito como bujía para el encuentro de la
arquitectura latinoamericana
Dos hechos significativos convierten a Quito a partir de
1978 en una ciudad bujía para el encuentro del hacer
y el pensar de la arquitectura latinoamericana la cual
empezaba en esos años a mostrar señalas de oposición
a la visión homogeneizadora del “International Style”.
Por una parte su Centro Histórico es declarado por la
UNESCO como Patrimonio de la Humanidad abriendo
para el continente una ventana al reconocimiento y
rescate del valioso legado histórico de nuestras ciuda-
des; por otra parte se celebra por primera vez en esta
ciudad una Bienal de Arquitectura que desde su primera
edición se abre a la participación americana, invitando
a destacados realizadores y pensadores de la región y
manteniendo desde esa fecha su carácter bianual. Así,
desde sus inicios el evento asume el objetivo de expo-
ner tanto obras realizadas en los ámbitos arquitectóni-
cos, urbanos o en el área de restauración y rehabilita-
ción, como también en publicaciones e investigaciones
de todo el continente americano, incorporando inclusive
a EEUU y Canadá, ya no como reflejo sino como iguales.
Mediante este evento bianual, las BAQ han permitido
que más de 6.000 proyectos y publicaciones se presen-
ten durante estos cuarenta años mostrando un valioso
testimonio del quehacer arquitectónico de la región a
un público cada vez mayor que puede así acceder a
estos planteamientos visitando su exposición, asistiendo
al programa de charlas y encuentros temáticos de su Se-
mana Académica o accediendo, a través de la reciente
incorporación del Archivo Digital, a proyectos ganadores
de evento bienal disponible en la web gracias al apoyo
de la Junta de Andalucía. La premiación de estas obras
y publicaciones ha facilitado un reconocimiento de las
mejores intervenciones y publicaciones en el continen-
te americano, lo cual ha permitido apreciar de forma
concentrada las obras de mayor calidad, por lo tanto
las BAQ nos permiten obtener una radiografía de la
arquitectura panamericana, que de seguro siempre deja
lagunas propias de toda selección, ofreciendo una sutil
visón de nuestras realidades fragmentadas. De cualquier
manera la comparación entre las obras que concursan
constituye un aprendizaje que nos deja lecciones tanto
para los que concursan, como para los que juzgan,
analizan y aprecian la obra expuesta.
La presencia venezolana en las BAQ: sutil radiografía
de un proceso
Un ejemplo de este último señalamiento sobre las
posibilidades que brinda la confrontación y encuentro
de la arquitectura que realizamos en el continente lo
podemos apreciar al destacar las obras participantes por
Venezuela que han sido distinguidas en las BAQ apre-
ciando, como en una radiografía, esas sutiles señales
que expresan las búsquedas y preocupaciones de nues-
tros profesionales en distintos momentos de la historia
reciente de nuestro quehacer arquitectónico.
En 1982 el arquitecto venezolano de origen uruguayo
José Miguel Galia obtiene el Premio Panamericano en la
categoría Diseño Arquitectónico con la obra Banco Me-
tropolitano de Sabana Grande, un edificio comercial que
rompe en esos años con el anonimato urbano impuesto
por el racionalismo funcionalista, abriendo su fachada
fragmentada a la ciudad y creando un gran umbral que
invita a penetrar el edificio, anticipo de preocupaciones
por el dialogo entre arquitectura y ciudad que se desa-
rrollará en años sucesivos en Caracas.
Banco Metropolitano.
Sabana Grande, Caracas
Arq. José Miguel Galia.
Foto: autor desconocido
(archivo Arq. Henrique Vera).
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Helene de Garay obtiene para nuestro país en 1990
la distinción panamericana en Diseño Arquitectónico
con otro edificio comercial: La Fosforera Nacional en
Antímano. Un ejemplo de una arquitectura que dialoga
con su entorno con pieles transpirantes de sombra que
responden a la pregunta del maestro Villanueva en su
llamado a hacer arquitectura vinculada al lugar: ¿dónde
está el Norte? Importante destacar que a partir de este
año Venezuela mantiene una permanente presencia en
las BAQ gracias al apoyo inicial que brindó la Fundación
Museo de Arquitectura y desde 1994 con el acompa-
ñamiento en cada edición BAQ de un ejemplar de la
revista Entre Rayas, contribuyendo así al registro de las
participaciones de Venezuela en cada edición BAQ.
En 1994 por primera vez nuestro país obtiene dos de
las premiaciones de la BAQ: Jorge Rigamonti obtiene
el premio en la Categoría Diseño Arquitectónico por el
conjunto turístico Cayo Crasqui en Los Roques, mostran-
do una arquitectura que dialoga sensiblemente con la
fragilidad de un ecosistema costero tropical, recordando
con una visión contemporánea la sutil presencia que
hacen los pescadores en estas costas con sus “enrama-
das” y, por otra parte, en la categoría Diseño Urbano se
premia una intervención de rescate del espacio público
en la Parroquia de La Candelaria de Caracas desarrollada
por el Centro Simón Bolívar, en la cual nos toco par-
ticipar junto con el arquitecto José Manuel Da Silva apor-
tando una visión de rescate documental del patrimonio
moderno edificado con presencia en el sector.
En la última edición de 2016 el arquitecto Alejandro
Haiek junto con otros jóvenes arquitectos, agrupados
en entusiastas colectivos como el Grupo Pico, obtienen
para Venezuela distinciones en cuatro de las categorías
de premiación e las BAQ: en Diseño Arquitectónico y en
la categoría de Hábitat Social y Desarrollo es premiado
el Sistema Vertical de Plataformas Deportivas y Cultu-
rales en áreas populares de Caracas. En la categoría
de Diseño Urbano es premiado el Parque Industrial de
Unidades socioproductivas en Barquisimeto, proyecto
desarrollado por Haiek junto grupos profesionales loca-
les. Finalmente también Haiek junto a profesionales y
colectivos peruanos obtiene la distinción en la categoría
de Rehabilitación y Reciclaje con la obra Unidad Multi-
propósito ubicada en Lima, Perú. Obras realizadas con
limitados recursos que muestran la preocupación de
realizar una arquitectura como instrumento de empode-
ramiento social, ubicadas en áreas excluidas por años de
los procesos de planificación formal en nuestras densas
ciudades latinoamericanas y que han sido objeto de una
preocupación evidente de un número creciente de pro-
fesionales, acompañando gestiones locales en distintos
países del continente.
Evidentemente estos limitados ejemplos no expresan la
totalidad de la diversidad y originalidad que han podido
desplegar los arquitectos venezolanos en estos últimos
cuarenta años; pero, como señalamos, representan una
sutil radiografía de lo que cada país puede construir a
partir de sus propias realidades registradas a través de
su participacion en las BAQ como espacio de encuentro
continental.
Lo cierto es que si nos reconocemos a través de la
arquitectura que hacemos y de las reflexiones que
acompañamos, nos podemos apreciar como realidades
diversas pero con preocupaciones cercanas, las cuales
al sernos familiares las podemos compartir, valorar y
reafirmar. Creemos que es ahí donde Quito representa
esa bujía para el encuentro de realidades fragmentadas
pero llenas de lazos comunes que se confunden en la
historia, tejiendo así una red diversa extendida en una
tierra de gracia.
Fosforera Nacional. Antímano, Caracas. Proyecto y foto: Arq. Helene de Garay
Nave multiprograma. Sistema vertical de plataformas deportivas. Caracas
Arq. Alejandro Haiek Coll / Eleanna Cadalso.
Foto: archivo Fundacaracas / octubre 2015
Cayo Crasqui. Los Roques. Arq. Jorge Rigamonti
Foto: archivo Helena Correa de Rigamonti
Revitalización del espacio público y
aproximación a una guía morfológica
ambiental de La Candelaria.
Arq. José Manuel Da Silva
Arq. Martín J. Padrón