La Madre Superiora del convento se despierta de buen humor y decide tratar bien a las monjas ese día. Sin embargo, cuando visita las celdas y saluda a las monjas, cada una le responde que parece haberse bajado de la cama por el lado equivocado. Esto enfada a la Madre Superiora hasta que visita a la quinta monja y le pregunta directamente si piensa lo mismo. La monja le responde sinceramente que sí, porque lleva puestas las sandalias del Padre Froilán.