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Los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz, el día dos de mayo se hacen con las
calles de la ciudad, con sus esplendidos mantos bordados en seda y oro, y la
espectacular carrera de los Caballos del Vino en la cuesta del castillo.
La Fiesta de los Caballos del Vino es un festejo "Único, insolito y pasional"
como definió el escritor Don Pedro Ballester Lorca en uno de sus libros y se
festejan el 2 de mayo. Los Caballos del Vino, junto a Moros y Cristianos,
forman las Fiestas de Caravaca de la Cruz que se celebran del 1 al 5 de
mayo en honor a la patrona de la localidad, la Stma. y Vera Cruz de
Caravaca.
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Los Caballos del Vino irrumpen estrepitosa y anualmente en la primavera
de Caravaca, el día 2 de mayo, abriendo de par en par las puertas de la
Fiesta Mayor que todos los años se dedica a la Stma. Cruz en Caravaca,
particular rincón del Noroeste Murciano. Un alarde de fantasía y
simbolismo. Se da culto a la fuerza, al valor, a la belleza y a los sentidos.
Los orígenes de la fiesta se pierden en la nebulosa del tiempo
fundiéndose entre la historia y la leyenda.
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Según la tradición popular, estando sitiada la fortaleza templaria de Caravaca por los
moros granadinos, hacia 1250, y necesitando los moradores de la misma agua para
abastecerse, ya que los aljibes estaban exhaustos, un grupo de valerosos caballeros
templarios atravesaron el sitio musulmán, con el consiguiente riesgo que ello
entrañaba, y cargando pellejos de vino a lomo de sus corceles, al no poder conseguir
agua en el Campillo de los Caballeros, volvieron de nuevo, en veloz y espectacular
carrera, a burlar el cerco enemigo para llevar el líquido elemento al defensor del
Castillo, donde ya se guardaba, desde 1231, la Reliquia de la Stma. Cruz.
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Al llegar fueron recibidos con el consiguiente alborozo, ofreciendo y
ataviando las mujeres a los mozos y a los caballos con ricos mantos
bordados y ramilletes de flores, considerándolos, de esta forma, héroes y
salvadores de la situación. Desde la Edad Media, con más o menos
esplendor, según las épocas, se viene celebrando anualmente la efeméride.
Sin embargo es en el S. XVIII, durante pleno Barroco, es cuando la fiesta
comienza a configurarse como tal, y durante el Romanticismo Decimónico
cuando alcanza la estructura lúdica que hoy tiene.
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El Festejo tiene lugar durante la mañana de cada Dos de Mayo, víspera de la fiesta de
la Cruz, fecha en que Caravaca se convierte en la capital de la alegría, de la belleza y
de la participación festera. Los caballos del Vino comienzan de madrugada con el
lavado y enjaezamiento del caballo, en más de cuarenta lugares diferentes de la
ciudad. Pocos espectadores, lo más vinculados a las peñas o familia, tienen el
privilegio de asistir a la ceremonia. Con las primeras luces matinales el grupo
(formado por el caballo y cuatro caballistas), se dispone a reconocer las calles que
pocas horas después constituirán el escenario del espectáculo. Veloces carreras y
solemnes presencias comienzan a conseguir adeptos que ya no abandonarán a la
peña en todo el discurrir del festejo.